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DOS : ESFERAS


— ¿Quien soy? — dudó en voz alta atrayendo la atención de los presentes en la sala.

— Parece que el vino comenzó a afectarle — bromeó el Rey Vegeta.

Todos los demás emitieron una risa sutil ante el comentario de su Rey. De todas formas, quisieran o no debían hacerlo, inclusive Kakaroto rio un poco después de que dejó de lado sus preocupaciones.

Aquellos pensamientos y susurros repentinos no dejaban de hacer acto de presencia en su mente. Enloquecería si seguía asi, era como si en su cuerpo yaciera otra persona.

Pero era una locura.

¿No?.

— Entonces. ¿Como salió todo en el planeta Ginzo? — inquirió el Rey saboreando aquella copa de vino.

— De igual forma que de costumbre — presumió Vegeta con una sonrisa egocéntrica — Dudo que alguna vez nos topemos con serios problemas, padre.

— Cincuenta planetas y ninguno logra impresionarnos — admitió aburrido su primogénito.

— A excepción de Sercha — contempló su mejor amigo — Las mujeres de ese lugar si que resultaron impresionantes.

— Trajimos algunas para que estén a su disposición, su alteza — ofreció cordialmente Gohan.

El Rey sonrió de oreja a oreja ante aquel comentario, gustoso de aquella generación de jóvenes, que a su juicio eran implacables y fuertes. Un honor para él, estar sentado en aquella mesa junto a su hijo, nieto e integrantes reales.

Veinte décadas sin preocupaciones y en soberanía, se las debía mas que nada: a su organización y tropas tan audaces.

Estában a la altura de sus exigencias.

— Disfruten de estos privilegios el tiempo que les quede, mocosos — aconsejó el príncipe — Sadala no se rige con las mismas normas que Vegita. No creo que ante sus esposas sea bien vista la poligamia.

La cena, como de costumbre: cuando se tocaba el tema del dichozo "acuerdo de paz", tomó un ambiente mas pesado. Ambos jóvenes se estaban sacrificando, puesto que sus padres no les dieron otra alternativa.

— Son unos aburridos — aseguró el Rey — Sin embargo, su alianza puede servirnos de mucho.

— Su enemistad solo traería desgracias — prosiguió con la conversación Gohan — Al igual que nosotros, son saiyajins y algún día podrían causar problemas de no tener un control sobre ellos.

— Su patético líder irracional es quien me preocupa — opinó vegeta — es capaz de mucho aunque su poder sea incontrolable.

Su hijo lo interrumpió.

— Aun así — cuestionó — una fortaleza que es indomable, podría resultar una debilidad.

— No en esté caso; aunque tu observación, es bastante acertada — halagó su abuelo — Broly puede ocasionar una catástrofe si se lo propone. Sus hijas, están igual de locas que el, por eso es que tienen que consumar la alianza.

Lo último lo mencionó en dirección a Goten y Trunks.

— Es como una mosca en la sopa — quejó Vegeta — Me gustaría aplastarlo.

— Sería un desperdicio de poder, padre — aseguró con una sonrisa astuta el peli-lila.

— Además, nunca debe correr la misma sangre sobre el filo de una espada — llevó nuevamente un trozo de carne a su boca — Matarnos entre nosotros, sería como auto eliminarnos.

Todos; a excepción de aquel peli-palmera asintieron mientras se disponían a beber mas vino.
Era un echo que aquella boda los libraría de aprietos, además de que también podrían sacarle provecho a la situación y extender su linaje.

— Es una desgracia que las hermanas no sean tres — habló despectivo el rey — Un muchacho con tu sabiduría, merece tener descendencia Gohan.

— Me halaga, su majestad — asintió con una sonrisa el primogénito de Kakaroto.

— Es obio que aquella inteligencia no fue herencia de su padre — burló Vegeta mientras observada a su amigo — ¿Tu esposa es el cerebrito Kakaroto?.

Permaneció en silencio como anteriormente; ni siquiera un movimiento se propuso a espetar. Estaba perdido en su mundo, el cuál le resultaba sumamente ajeno.

En la mesa, no reinaba mas que el festejo y risas entre aquellos de sangre azul. Aunque era un lamento casarse de golpe, siendo tan jóvenes; sería un sacrificio — enorme —  que estaban dispuestos a asumir por el reino.


No les importó a los demás su ausencia en aquella reunión.

Aquel azabache agradeció la comida y se retiró de la mesa. Confuso, emprendió rumbo a sus aposentos.

No tenía sentido permanecer junto a los demás si estaba en su mundo.

Sumido en aquel inexplicable cambio de humor repentino y pensamientos de los cuales no tenía el control.

— ¿Como me llamo?.

Emitió en voz alta, aun en la tortuosa soledad de su habitación.

Era como la vez número cincuenta, que sin siquiera desearlo expresaba preguntas sin sentido alguno, de golpe.

— Maldición — quejó colocando aquella almohada en su cabeza — Por supuesto que se como me llamo.

Aseguró hablando con seguridad; aunque esa noticia no tuviera receptor alguno.

— Yo soy... ¿Mona?

Estaba perdido , ya ni su boca se movia en cuenta propia.

Se levantó de golpe de aquella cama completamente asustado. Observándose en aquel espejo de su inconfundible habitación.

Una cachetada forzosa golpeó en su mejilla, cortesía de si mismo.

— Me lleva la mierda — volvió a quejarse — Estoy seguro de que esta anomalía, tiene que ver con aquel brujo bastardo.

Frustrado.

Se sentía frustrado como nunca antes.

Era un tipo dominante y no tener control de su propio cuerpo le desesperaba.

Tomó un papel con una pluma y comenzó a escribir volviendo su memoria a aquel momento exacto donde su anatomía se sintió extraña. Rebobino las palabras expresadas por aquel brujo en la cueva.

Buscaría una explicación.

Tierra

— Ese nombre es horrible — quejó la primogénita de milk en forma desaprobatoria — Bulma, ¿no podrías sugerir una forma de llamarla menos original?.

La mujer de voz chillona le dio un pequeño puñetazo en la nuca.

Era costumbre de la mayor, molestar a su tia con comentarios sarcásticos.

— No lo digo solo porque lleve una cola — admitió irritada — Es muy linda también.

— Tal vez deberíamos dejar que ella escoja su nombre — propuso Pan.

— No es momento de agobiar a la pobre con cosas pragmáticas — la observó con dulzura.

Llevaba media hora comiendo con desesperación bocadillos de todo tipo.

Mientras aguardaban en la corporación cápsula el regreso de Ten Shin Han y Yamcha por la búsqueda de las esferas del dragón. Era su ocupación intentar sacarle mas información a la joven.

Todo parecía en vano. Aquella muchacha era en concreto como un bebe: sin pasado, ni información básica, sin nombre u alguno que otro conocimiento. Su forma de ser, solo emanaba inocencia pura.

— Luego de comer debemos darte un baño — anunció Bulma — Puedo prestarte ropa para que te veas mas humana.

— ¿Baño? — Dudó en plena ignorancia dejando de comer para dirigir su atención a bulma — ¿Que es baño?.

Las cuatro suspiraron pesadamente.

Debían explicarle mucho.

— ¿En donde dicen que la encontraron?, madre.

— Videl cariño. Tu hermana y yo la ayudamos en lo mas alto de la montaña paoz — volvió a comentarle con calma — La pobre estaba inconciente, tirada en lodo.

La ojiazul asintió observándola con exteañeza.

— Es obio que no es humana — supuso luego de observar aquella cola.

— Definitivamente no — asintió la científica — Es por eso que tenemos que preguntarle a Shen Long de su procedencia.

— ¿Vas a aprobechar para rejuvenecer un par de años mas? — Bromeó Milk con una sonrisa.

— Puede que lo haga — admitió sin pena alguna la peliazul — Estas patas de gallo me están matando Milk, si quieres aprovechamos y hacemos un dos por uno.

Todas; a excepción de la desconocida, siguieron bebiendo su té, entre alguna que otra charla casual y los típicos cotilleos de siempre. Desde luego la peli-palmera no entendía nada de lo que estaban hablando.

Solo ese ridículo nombre resonaba en su mente. ¿Mona?.

A pesar se no saber cosas relevantes como: quien era o de donde venía. Estaba agradecida con aquellas mujeres por ayudarla y también quería saber su verdad.

Nadie nacía de la noche a la mañana.

Y eso le quedo claro luego de que la pequeña tropa de terrícolas (Videl, Bulma, Milk y Pan) además de higienizarla se encargaron de explicarle cosas esenciales de su mundo.

Les parecía divertida su inocencia, como también tenía ocurrencias muy chistosas.

Eran las cinco de la tarde cuando los guerreros aterrizaron en capsule corp. Con tres esferas debajo del brazo aguardaba Yamcha; a su vez Ten, tenía las cuatro restantes guardadas en una mochila.

Las féminas, que estaban concentradas en la televisión, fueron en su encuentro dejando de lado su programa favorito. Pan llevó del brazo a la muchacha explicándole que debía acompañarla, las cinco avanzaron al patio observando a los muchachos con alegria.

El suspenso las estaba matando.

— ¿Listas para saber de donde viene esta misteriosa y hermosa jovencita? — alardeó Yamcha, sonriendole a la peli-palmera de forma atractiva.

— ¿Porque hace eso? — cuestionó la azabache dirigiéndose a Pan.

La contraria, observó de forma molesta al esposo de su tia.

— Porque es un idiota — sentenció con simpleza.

Depositaron las esferas en el suelo. Bulma estaba entusiasta y con los nervios a flor de piel, es verdad que aquella joven parecía ser una amenaza.

Milk por otra parte, estaba conmovida por su situación y quería saber de donde venia con el propósito de ayudarle.

Pan y Videl, querian conservar a la muchacha con ellas. Sería una buena amiga, y una nueva hermana mayor con quien conversar.

Lo cierto es que aquella azabache tenía sus encantos y su personalidad era atrayente en todo sentido.

— ¡Sal de ahí, Shen Long!. ¡Y concede mi deseo! — exclamó a todo pulmón la peli-azul.

Su inquilina, observa con curiosidad y sorpresa toda la situación.

Aquellas esferas comenzaron a brillar y de la nada surgió un dragon gigante que a su parecer no se veía para nada amistoso.

Se resguardo detrás de Pan, mientras esta le sonreía amistosa .

— Descuida. No hace nada — la tranquilizó con una reconfortante sonrisa — El está aqui para ayudar. 

En desconfianza, dejo su refugio para aproximarse al lado de Bulma. Una sonrisa amplia asomo su rostro, era algo increíble ver algo así, le parecía asombrosa la idea de que aquel dragón surgiera de las pequeñas bolitas.

Desconocía el propósito por el que lo habían invocado, ella no sabia que podía conceder deseos. No hasta que el propio dragón expresó, alto y claro.

— ¿Cual es su deseo?.

Todos se observaron con una mirada dudosa.

El momento había llegado.

Eran consientes de que podía ser algo : O muy bueno, o muy malo. Se inclinaban mas por la primera opción.

— Shen Long — emitió la peliazul observando a la joven — Queremos saber quién es, esta desconocida.

Sus ojos brillaron de un color rojo intenso mientras los presentes aguardaban expectantes.

El cuerpo de la joven levitó en el aire, así como unas sombras se removían a su alrededor, explicando algunos sucesos. La voz de Shen Long fue protagonista en el relato, estremeciendo a los presentes por lo tétrica que se escuchaba.

— Son Goki — exclamó su nombre atrayendo la atención de la peli-palmera — Nacida de un conjuro otorgado por un practicante de magia negra, al despiadado Kakaroto. Es su alter-ego, un maleficio con propósito que se romperá cuando este sea realizado.

— Dices que yo... No lo entiendo — expresó confundida la Son.

— Eres el producto de un conjuro consumado por sangre — intento explicar — Vida por vida, tu otro yo se encuentra en el planeta Vegita.

— ¿Shen Long? — dudo Bulma — ¿Es ella una especie de clon o algo así?.

El dragón quedo en silencio por unos par de segundos.

— ¿Es ese otro deseo? — inquirió negándose a hablar.

A bulma no le quedo de otra que asentir.

— Efectivamente — asintió — Como dije, ella es un sortilegio con fines que sólo conoce su creador. Una saiyajin, proveniente del planeta Vegita, pero nacida en la tierra como su alterado destino tenía que ser.

— Pero — bulma fue interrumpida por el dragón.

— Si eso es todo, me retiro — anunció dejándolos con la palabra en la boca.

Se sintieron demasiado molestos por la repentina fuga de aquél dragón. Nunca fue muy cordial, pero aquella vez se había pasado de la raya.

Dejó a todos mas pensativos de lo usual.

Solo una persona sabia que hacer en ese entonces.

Aun con el silencio espeso que se había formado y el tenso ambiente a causa de los sucesos. Decidió hablar, tenía que calmar sus dudas.

— Tengo que buscarlo — afirmó con una sonrisa en el rostro.

Todos la observaron confundidos.

— ¿A quien quieres buscar?. Goki — mencionó Bulma su nombre, recordando las palabras de aquel dragón.  

Los ojos de la azabache brillaron de forma efusiva.

— A Kakaroto — aclaró — Tengo que buscar a Kakaroto.

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