Capítulo 11: "Una noticia inesperada: Una dura decisión"
Una de las empleadas de la casa de Milk entraba a la habitación de la pelinegra tras haber estado tocando la puerta de la misma por varios minutos.
Señorita Milk, dijo la mujer alarmada mientras se acercaba a la jovencita que estaba en el piso.
La mujer al tocar la piel fría de la jovencita empezó a gritar pidiendo ayuda.
Ayuda, ayuda, ¡por favor¡ la señorita Milk, la señorita Milk se nos muere, decía la mujer alarmada haciendo que algunos de los empleados que estaban realizando la limpieza cerca de la habitación de la pelinegra fueran inmediatamente a esta mientras otros fueron por le padre de la jovencita.
Señor Ox, señor Ox, decía un par de empleadas mientras tocaban la puerta del despacho del gigantesco hombre.
¿Qué sucede?, dije que no me molesten que estoy esperando una llamada importante, decía el señor Ox.
La niña, la niña, decía una de las empleadas con voz entrecortada.
¿Qué le paso a mi hija?, dijo el señor Ox desconcertado poniendose de pie.
La niña esta como muerta en su habitación, dijo la otra empleada.
¿Qué?, eso no puede ser posible, llamen ahora mismo una ambulancia, dijo el señor Ox al tiempo que se iba a la velocidad de un rayo a la habitación de su hija.
Ya lo hicimos señor, decía la otra empleada.
El señor Ox llego a la habitación de la pelinegra al tiempo que una ambulancia se estacionaba frente a la casa de los Ox.
Habitación de Milk:
Mi niña, dijo el señor Ox tomando en sus bazos a la jovencita al tiempo que miraba sin comprender el la ropa húmeda de su hija con un liquido amarillento con rasgos de sangre a nivel de las piernas de la jovencita.
La ambulancia llego, dijo una empleada que venía junto a un equipo de enfermeros y dos médicos que traían consigo una camilla.
Súbanla, dijo el médico al tiempo que los enfermeros con ayuda del señor Ox colocaron a la pelinegra en la camilla.
Aún está viva pero su pulso es muy débil, dijo una de las enfermeras que estaban allí.
Pobrecita, es tan jovencita, dijo otra.
Canalícenle rápido una vía recuerden que está en juego dos vidas, dijo el médico dejando desconcertado al padre de la pelinegra que creyó haber escuchado mal mientras caminaba tras la camilla que trasportaba a su hija a la ambulancia.
¿Dos vidas?, pensaba el señor Ox.
¡Eh¡ si, si, dijo una de las enfermeras.
Señor, suba, dijo uno de las enfermeras mirando al gigantesco hombre que estaba junto a la ambulancia desconcertado.
Las enfermeras y enfermeros junto al médico trataban de mantener con vida a la pelinegra mientras el padre de esta, miraba desconcertado al médico colocarle un extraño objeto en le vientre de su hija mientras miraba una pequeña pantalla que había en la ambulancia.
Sus latidos son muy débiles, dijo el médico mientras observaba algo en el monitor que el padre de la pelinegra no logro a ver.
Minutos después:
La ambulancia se detuvo en un hospital, la pelinegra fue bajada rápidamente con ayuda de la camilla y llevada a emergencia mientras el señor Ox se quedaba con uno de los médicos.
Necesitamos que nos firme unos documentos el estado de su hija es muy grave, ella podría perder al bebé, dijo el médico dejando boquiabierto al gigantesco hombre.
¿Bebé?, pero que está diciendo, mi hija, no puede estar embarazada, ella es menor de edad apenas tiene 16 años, eso es imposible, imposible, decía el señor Ox tomándose la cabeza.
Señor no se que decirle, a veces son cosas que suelen pasar en la adolescencia, a los jóvenes les gusta experimentar cosas, decía el médico.
Mi hija no es un cualquiera, dijo el señor Ox con rabia.
Yo no he dicho eso señor, lo que pasa es que a veces los adolescentes actúan por impulso, se dejan guiar mucho por sus emociones, tal vez ello le paso a su hija, pero ahora no es el momento para aclarar eso sino es el momento para apoyar a su hija, ella lo necesita, no le niegue su apoyo, la vida de su hija y de su nieto esta en riesgo por ello necesitamos nos firme estos documentos para poder hacer todo lo posible para salvarlos a los dos, su hija presenta una amenaza de aborto, podría perder al bebé, dijo el médico.
Un nieto, ¿cómo pudo pasar esto?, la carrera profesional de mi hija se fue de pique, voy averiguar quien es el infeliz que sedujo a mi niña y se aprovecho de su inocencia para refundirlo en la cárcel, pensaba el señor Ox.
Señor, dijo el médico.
¿Dónde hay que firmar?, dijo el señor Ox ocultando su molestia.
Aquí, dijo el médico.
Salven a mi hija, se los ruego, dijo el señor Ox.
Eso haremos, haremos todo lo posible por salvarles la vida a los dos, dijo el médico.
Horas después:
La pelinegra era traslada a la habitación donde permanecería internada hasta que se encuentre estable y pueda ser dada de alta mientras su padre platicaba con unos médicos.
Practicaba artes marciales, dijo uno de los médicos.
Si, dijo el señor Ox.
Pues ahora no podrá hacerlo, por suerte logramos salvarlos a ambos, pero bien podría volver a sufrir otra amenaza de aborto si sigue practicando ese deporte o haciendo algún esfuerzo, su hija a partir de ahora tiene que cuidarse mucho, cuando nazca su bebé ella podría retomar su carrera deportiva pero por ahora ella no puede hacerlo, dijo el médico.
Entonces su carrera sus sueños se vinieron abajo, dijo el señor Ox con molestia.
Debería estar feliz porque los dos se salvaron como le dije su hija podrá practicar artes marciales después que nazca su bebé, apóyela señor, es muy jovencita no la deje sola,....., decía el médico mientras el señor Ox lo escuchaba con atención.
Mientras tanto:
Milk abría lentamente sus ojos al hacerlo se dio cuenta que estaba en una habitación extraña.
¿Dónde estoy?, dijo Milk tratando de sentarse cuando alguien le tomo la mano.
Tranquilízate linda, no puedes moverte, estás en el hospital, estuviste a punto de perder a tu bebé, pero los médicos lograron salvarlos a los dos, ahora debes cuidarte mucho pues no solo es tu vida, sino de este pequeñito que llevas dentro, decía una enfermera colocando su mano en el imperceptible vientre de la jovencita.
¿Bebé?, dijo Milk sorprendida.
Si linda, tendrás un bebé, se que eres una jovencita aún pero a partir de ahora tú vida cambiara, tienes que cuidarte mucho si quieres que tú bebé llegue a termino, ¿Por qué es lo quieres verdad?, dijo la enfermera mirando a la desconcertada pelinegra.
Un bebé, un bebé, de Gokú y mío, pensaba la pelinegra mientras colocaba sus manos sobre su imperceptible vientre.
Los primeros 5 meses son muy riesgosos y más en tú caso con esa amenaza de aborto tendrás que cuidarte mucho y así cuidaras a tu bebé, decía la mujer con calma.
Eso haré, dijo Milk mientras pensaba: Un bebé, ¿ahora que haré?; ya no podré participar en el campeonato de ates marciales, ¡mi padre¡ ¿qué va a decir mi padre?, él estaba muy ilusionado con que sería su sucesora pero tú no tienes la culpa, tú no tienes la culpa de nada mi bebé.
Que bueno hija, dijo la mujer al tiempo que la puerta del lugar donde estaba la pelinegra se abrió y por ella entro un gigantesco hombre.
Los dejo, no te muevas mucho linda, si necesitas algo solo apreté ese botón rojo que esta sobre la mesa de noche y yo vendré a apoyarte, dijo la mujer.
¡Gracias es muy amable¡ dijo Milk mirando a su padre con temor.
La mujer se retiro y el gigantesco hombre se acerco a la pelinegra y la miro a sus ojos con decepción.
Me has decepcionado Milk, me has decepcionado, dijo el señor Ox.
Padre, dijo Milk con voz entrecortada.
No quiero poner en riesgo tú vida por ello no hablaremos ahora de esto pero en cuanto salgas de aquí lo haremos, yo iré a ver a tus sponsor y al manager para decirle que dejaras las artes marciales por un tiempo, dijo el señor Ox.
Perdóname papá, te e fallado, dijo Milk con voz quebrada.
Al menos lo reconoces, dijo el señor Ox con molestia antes e salir de la habitación.
Papá, dijo Milk mientras unas gruesas lágrimas rodaban por sus blancas mejillas.
Horas después: "Café"
El señor Ox hablaba con los sponsor y manager de la pelinegra quienes con molestia escuchaban lo que este le decía.
Entonces tiene una extraña enfermedad por la cual no podrá presentarse a este torneo ni a ningún otro por todo un año, decía uno de los sponsor.
Así es, dijo el señor Ox.
Pues un año es mucho tiempo para esperarla, lo lamentamos Ox pero ya no podemos apoyar la carrera de tu hija, dijeron los sponsor.
Comprendo, dijo el señor Ox al tiempo que los sponsor se retiraron del lugar.
Ellos tienen razón, ¿qué enfermedad tiene Milk?, dijo el manager.
Ya les dije, una enfermedad extraña, dijo el señor Ox.
Pues yo tampoco podré seguir manejando su carrera lo lamento amigo, dijo el manager.
No te preocupes, comprendo, dijo el señor Ox, ocultando su molestia.
Dos semanas después:
Ya habían pasado dos semanas desde que la pelinegra había sido internada en el hospital, dos semanas durante las cuales el padre de la pelinegra no había ido a verla pero si se hacía cargo de todo lo que ella necesitara en su estancia hospitalaria, ello llenaba de tristeza a la jovencita quien trataba de mantenerse calmada por el bien de su bebé.
Hospital:
Una bella pelinegra consumía sus alimentos mientras pensaba: Hoy inicia el campeonato nacional, es más ya debe haber iniciado, yo debí estar allí pero las cosas cambiaron y ya no pude estar, papá por lo visto se decepciono de mí, ni siquiera ha venido a verme y eso me duele mucho.
Los pensamientos de la pelinegra fueron interrumpidos por la presencia de un médico en su habitación.
Veo que ya estás mejor hija, en unos días te damos de alta, dijo el médico causando preocupación en la pelinegra.
¿Ahora qué pasara con nosotros mi bebé?, pensaba la pelinegra mientras colocaba una de sus manos en su vientre.
Capital Central:
Un atractivo jovencito de cabello alborotado buscaba con la mirada a alguien dentro de un coliseo mientras se estaba llevando a cabo sobre la plataforma una de las primeras batallas del días.
¿A quién buscas?, dijo Vegueta.
A Milk, dijo Gokú con calma.
Creo que no alcanzo a inscribirse, dijo Vegueta con nostalgia.
A lo mejor el gimnasio al que representaría no llego a formalizarse, dijo Piccolo al tiempo que el joven de cabello alborotado entristecía.
Días después: "Capital Este: Hospital"
Un gigantesco hombre entraba a la habitación donde estaba una bella jovencita pelinegra recogiendo sus cosas en una pequeña maleta.
¡Papá¡ dijo Milk con una ligera sonrisa.
Es hora de ir a casa, dijo el señor Ox con firmeza.
Si papito, dijo Milk mientras el padre de esta se acerco a tomar su maleta y ambos salieron de la habitación.
El trayecto a la casa de los Ox fue en completo silencio, padre e hija miraban hacia la ventana sin pronunciar palabra alguna.
Minutos después:
El auto se detuvo en la casa de los Ox, el padre de Milk ayudo a la pelinegra a llegar hasta su habitación, ya estando en ella cerro la puerta con seguro y miro a su hija con dureza antes de decir: ¿Quién es el infeliz que te sedujo?.
La pelinegra guardo silencio, solo miro a su padre con temor pero no respondió nada.
Dímelo Milk, ¿quién es el infeliz que abuso de ti?, dijo el padre de la pelinegra con firmeza.
No puedo decírtelo papá, dijo Milk.
¿Por qué?, ¿por qué no puedes?, necesito saber su nombre para refundirlo en la cárcel, dijo el señor Ox.
Papito, no tiene caso, dijo Milk sollozando mientras pensaba: Si mi padre sabe que el padre de mi bebé es el hijo de su rival de toda la vida se muere y yo no quiero ser culpable de su muerte.
Mira Milk, si dejo a este bebé vivir es por ti, no por él, pero ya que no quieres darme el nombre del infeliz entonces te propongo algo, dijo el padre de la pelinegra con molestia.
¿Qué papá?, dijo Milk.
Yo te apoyare a ti y a ese bebé, pero a cambio de ello el infeliz que abuso de tu inocencia nunca sabrá que tuvo un hijo contigo, el bebé solo llevara nuestro apellido, solo el nuestro, esa es la condición para no buscarlo y destruirlo, ya suficiente vergüenza me has hecho pasar como para seguir sintiendo más vergüenza obligando a un infeliz a que te responda, dijo el señor Ox.
Mi bebé crecerá sin un padre, pensaba la pelinegra.
¿Qué dices aceptas?, ¿o prefieres que lo busque y lo refunda en la cárcel?, porque no creo que el muy infeliz se responsabilice por lo que te hizo, decía el señor Ox con molestia.
Acepto padre, dijo Milk con voz entrecortada mientras pensaba: Perdóname mi bebé, pero si no acepto ello tú papito iría preso y mi padre se podría hasta morir del disgusto.
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