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—Esto debe ser una broma... —. Musitó en voz alta al ver las prendas femeninas que Killua había conseguido para él.
—Apuesto a que desearías que lo fuera —. La voz burlona de Killua resonó a su costado, luciendo una sonrisa maliciosa y una mirada divertida que seguramente no se quitaría en un buen tiempo. Kurapika se limitó a verlo con enojo, casi furia, entrecerrando los ojos y maldiciendo mentalmente el pequeño y malvado ser frente a él —Oh, disculpa, no más apuestas para ti, ¿verdad? —. Vió la oportunidad de burlarse y la tomó.
Hubiera querido reírse en su cara, pero el ceño cada vez más fruncido del rubio comenzaba a preocuparlo.
—Jaja... ¿Kurapika? ¿Qué haces con ese florero? —. La expresión burlesca cambió a una de pánico poco a poco, mientras iba retrocediendo y Kurapika iba avanzando con el peligroso objeto en su mano —¡Kurapika, baja eso! ¡Bajalo! —. Pasó de retroceder lentamente a directamente correr mientras era perseguido por un molesto rubio, el grito que el albino dejó escapar desde el fondo de su garganta era para avergonzarse, pero realmente sentía su vida peligrar.
Sería una larga semana.
próximamente
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