Corría sin ningún rumbo y siquiera sabiendo donde llegaría. Solo quería que sus piernas no le fallaran, sino estaría condenado.
Tenía miedo, terror, pánico, angustia, ansiedad. Todos esos sentimientos mezclados en su pobre y pequeño cuerpo.

Apenas no podía respirar, no podía dar de más. Pero quería seguir corriendo, debía seguir haciéndolo. Su vida estaba en peligro, no quería que esta llegara a su fin tan rápido.

[...]

- ¡Eres un inútil! - gritó al pequeño.- ¡Por tu culpa él nos abandonó!

El pequeño se abrazaba a sí mismo, ocultando sus sollozos en sus piernas. Odiaba que su madre le gritara.

- ¡Solo traes problemas!

- ¡Ba-basta!.....

-¡No sirves de nada!- siguió insultándolo.- ¡Es tu culpa de que hayamos peleado esa noche, es tu culpa de que se haya ido con su amante!

- ¡Y-Ya par- - fue interrumpido, pero no por alguna voz, sino por un golpe.

Llevó una mano a su mejilla, le dolía demasiado, pero más dolía su pequeña alma por todas aquellas palabras dañinas. Mordió su labio para evitar soltar otro sollozo y romper en llanto.

- Hoy no cenarás.- dijo la mujer, mientras las lágrimas empapaban sus mejillas.- Te quedarás aquí, en tu cuarto.

El menor asintió y al escuchar la puerta de su habitación cerrarse rompió en llanto. Odiaba que le echaran la culpa por algo que él ni sabía. No tenía ni idea que su padre tenía una amante, ni siquiera sabía que significaba esa palabra.

Bien niño, cómprate un diccionario. O como dicen en estos tiempos, "a la RAE".

Después de casi una hora de llanto quedó afónico, le dolía la garganta y el ardor en su mejilla no se había ido. Limpió sus lágrimas y absorbió sus mocos.

Dirigió su mirada a la ventana, viendo el bosque. Se levantó de la cama para abrirla Asomó su cabeza.

"No está tan alto....". Pensó, ya que como se dijo antes, quedó afónico por tanto llorar. Se sentó en el soporte que había en este, el cual servía para apoyar los brazos cuando se miraba por la ventana. Saltó.

Fue directo al bosque, en la zona donde siempre se reunía con su "amigo". Quería sentirse consolado por los sucesos que ocurrieron en ese lugar.

....

Se perdió

"¡Enhorabuena, Cruz, eres tonto!"

[...]

Cayó al suelo, uno de sus pies había quedado atrapado entre las raíces de un árbol. Dolía que te cagas, se había hecho un esguince. Pero que árbol más amable. Empezó a llorar, ya estaba perdido y todo por su idiotez. Escuchó unos gruñidos, más unas pisadas. Estaba más asustado que una pobre cría de buey entre leonas.

La bestia salió entre las sombras, dejándose ver por la poca luz que la luna transmitía. Se tiró hacia el niño, provocando que este gritara. El menor vió el rostro del monstruo; ojos penetrantes fijados en él, dientes más afilados que los cuchillos y el pelaje recubriendo toda su piel.

La criatura no tardó en atacarlo, mordiéndole con fuerza el cuello, pero sin llegar a dañar la vena más importante que cruzaba por este.

- ¡¡¡G-GAAAAAAAHHH!!!- Chilló con todas sus fuerzas, era doloroso, muy doloroso.

Dejó de morderle el cuello. Jadeaba por el dolor, más el frío que empezó a recorrer por su cuerpo. Levantó una de sus "manos" y le hizo un corte limpio en la mejilla, aunque sólo una de sus garras haya penetrado y desgarrado su rostro.

Una flecha fue clavada en el cuello del animal. El hombre lobo dejó en paz al pequeño, ya que esa era una parte muy sensible y huyó, temiendo por más dolor.

- Oh dios..... ¡Cruz! - fue corriendo hacia el menor, soltando el arco y cayendo sobre sus rodillas. Abrazó el cuerpo del pequeño. - E-Estarás bien, te lo prometo. Todo saldrá bien.

"Todo saldrá bien". Eso deseaba el pobre de Cruz.

Cerró sus ojos, no podía soportar el dolor. Su cuerpo quedó inmóvil. Cayó entre las manos del sueño, se había desmayado.

Pobre de ti, Cruz. Sentiste mucho dolor el mismo día.