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IV

"Clanck"

"Crush"

"Spum"

Ese ruido era provocado por las pisadas contra las miles de piedras que se encontraban esparcidas por el suelo. Ninguna era parecida, todas eran distintas. Una era más grande, otra más pequeña, una era blanca y la otra marrón, una más desgastada y otra brillante, tanto que se podía distinguir a lo lejos, claro, si es que no era muy pequeña.

Lo mejor es pensar que con una cosa insignificante como las piedras que componen un camino, se pueda hacer una comparación con el ser humano, ya que cada persona es diferente y único al resto de su misma especie.

Mejor dejo de comparar las cosas y sigo con lo importante. A nadie le gustaría saber mi forma de comparar las cosas con los seres humanos.

Ambos menores de edad iban tomados de la mano, pero sin entrelazar sus dedos. Caminaban rumbo hacia el mercadillo de la cuidad, que casi lo llamo "zoco" por culpa de mi profe de historia.
El mayor de los dos se conocía todo el pueblo, el bosque incluido. En cambio, Cruz no sabía ni media mitad del pueblo. Por eso lo llevaba de la mano, para no perderlo por su idiotez.

- ¿A dónde vamos?

- A un lugar.

- Especifi- -fue interrumpido.

- No.

Si os lo preguntáis, si, a Cruz ya no le costaba tanto hablar, ya que había crecido.

- ¿Por qué no me quieres decir?

- Porque no.

- Eres un malo....

- Mis cojones.

Pasó un tiempo y aún no llegaron a su destino, el cual, era desconocido para el menor.

[...]

- ¿Para qué estamos aquí? - preguntó, mientras observaba al rededor. Estaban en un lugar con más personas, cosa que odiaba, no lo aguantaba, y el ruido era insoportable para él.

- Porque quiero que elijas algo. - el contrario lo miró confundido.- Mañana es San Nicolás, lo sabes, ¿No? Y como tu madre es una pobretona pues te dejo que elijas algún dulce.

— ¡No la llames así! — golpeó su hombro, el otro solo rió.

Claro, claro. — volvió a agarrar su mano, adentrándose al mercadillo.— Sigueme.

Empezó a seguirlo por obligación. Era tonto decir "sígueme" cuando estás arrastrando a la persona a través del brazo y no le dejabas huir.

El ruido aumentaba, más las voces de las personas.

"¡Si yo no lo tengo es porque no lo necesita!" Decía uno.

"Joyas, telas, ¡Aquí hay de todo, amigos míos!" Es imposible  tener de todo  en esta vida. Olé tu coño, aunque más bien sería.... Egmmeg.... Mejor lo dejo.

Al menor le molestaba tanto ruido, más temía que le pudiesen juzgar por su forma de vestir o de caminar. Estaba en cierta manera cojo en una pierna, le costaba posarse sobre el pié derecho y no podía mantener el equilibrio, más se tambaleaba.
Entrelazó sus dedos con el mayor por el miedo y la molestia. Este ni lo notó.

[...]

¿Qué te gusta?

— Quiero ir a casa...

Pregunté algo, ¿qué te gusta?— el menor miró los millones de caramelos que había. Negó con la cabeza.— ¿Ninguno te gusta? Joder, con lo que me costó sacarte de la casa.

—  Quiero ir a casa. — repitió.

Aún no. Te quedarás aquí, conmigo. ¿De seguro nada te gusta? — negó.— Encima que te iba a "comprar" algo.

No tragiste dinero.... — Macabre se acercó a uno de los puesto y se dió la vuelta para mirarlo.

Cierto, pero porque no lo necesito. — agarró dos bombones de crema cuando notó despistado al dueño de aquel puesto. Agarró el brazo del menor y salió corriendo de ahí. Este solo se limitó a soltar un chillido.

[....]

Ambos se encontraban sentados sobre la piedra donde descansaban de pequeños. Especificando; donde estaba el caracol.

— Eres malo.

Calla. — le dió uno de los dos caramelos que robó.— Y toma.

— No puedo creer que hiciste eso... Robaste, no compraste.

Mi forma de comprar es esa. ¿Vas a coger el caramelo de una maldita vez?— sin estar seguro, agarró el caramelo y se lo metió en la boca. El mayor ya le había quitado la envoltura.

— ¿De qué es?

De mi semen, por eso es blanco. — Cruz casi escupió el caramelo. Empezó a reír.— Era coña.

—No me creo que hayas robado. Y ahora no me creo que me hayas dicho esa broma.

Y yo no me creo que durante la huida casi te caes varias veces. Torpe.

El menor calló sin decir una palabra, solo saboreaba el caramelo robado por su acompañante. Esto molestó al mayor, por no recibir respuesta.

Oh, ¡Venga ya! — Cruz soltó una leve risa con la boca cerrada.

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