Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¡Sorpresa!

DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Tatsuya Endo. Esta historia participa en el evento Intercambio Navideño 2024, organizado por The Garden y va dedicada con mucho cariño para Lady Pendragon.

[...]

Loid era un hombre comprometido con su misión... quizás demasiado, aunque el tiempo y las amenazas latentes justificaban todos sus métodos para proteger la paz mundial, como lo era su eterna vigilancia en la Academia Edén. Sin embargo, esta vez ya no se trataba del trabajo y le costó admitirlo, sobre todo al notar el desánimo de su hija en el último día de su primer año escolar.

─Es raro verte caminar sola, Forger ─Damian pasó por su lado, haciendo gala de su petulancia─. Al parecer, Becky prefirió adelantar sus vacaciones de invierno que aguardar estos días contigo.

─No es tu problema ─masculló, incómoda.

─Con solo imaginar su espectáculo por los regalos que le van a dar, ya me duele la cabeza ─Ewen bufó, para luego hablarle a uno de sus amigos─. En fin, ¿qué le has pedido este año a Papá Noel, Emile?

─¿Tú qué crees? ─se ufanó─. ¡Los mejores postres del mundo!

─¡Y yo, un cohete de última generación! ─celebró.

─¿Ustedes creen en eso? ─Damian chasqueó los labios─. Qué infantiles...

─¿Y tú, Forger? ¿Qué le vas a pedir al viejo barbón? ─le preguntó George Glooman, quien oyó la charla por accidente.

─¿Viejo barbón? ─lo miró con curiosidad.

─¡Claro, Papá Noel! ─asintió─. Dicen que es un anciano con barba blanca y traje rojo que le da regalos a los niños que se portan bien.

─¿Un abuelito que da regalos? ─sus ojos brillaron de alegría─. ¿Le puedo pedir lo que yo quiera?

─Sí, las cuatro tonitrus que te faltan para que te expulsen ─se burló Emile─. Ja, ja, ja... no la ilusiones, George. Es obvio que Papá Noel no pierde el tiempo visitando a los pobres.

─Aaay, no sean tan malos ─Ewen la secundó─. Al menos Krampus se acordará de ella y le dará un kilo de carbón, a ver si así se le quita lo tonta.

─Chicos, no digan eso... ─George no supo cómo defenderla.

─¡Krampus vendrá, él ya está aquí! ¡Con sus garras, va a buscarte! ─los seguidores de Desmond cantaron el himno del demonio navideño, conforme la hacían retroceder─. ¡En su lista, tú inscrita estás! ¡Y en la noche, TE LLEVARÁ!

─¡Oigan, ya basta! ─Damian los detuvo, pero Anya se escabulló antes y los cuatro niños la vieron escapar despavorida hacia la puerta de salida.

Y desde una de las torres más altas, Loid también contempló el escenario, apretando sus binoculares con evidente impotencia.

[...]

─A ver si lo entendí ─Franky se enderezó en el único sillón de su casa─: ¿quieres un trineo volador? ¡¿De dónde rayos sacaré algo así en una semana?!

─Eres listo, algo se te ocurrirá ─Loid suspiró de brazos cruzados.

─Me pides lo imposible ─negó con la cabeza.

─No estoy jugando ─quiso sonar demandante.

─Yo tampoco ─encendió un cigarrillo─. Ni siquiera WISE tiene esa clase de tecnología, estás perdido.

─Por eso recurro a ti ─insistió─. Si hubieras estado ahí...

─Sí, esos niños son terribles ─asintió─; pero creo que ya te lo dije antes...

─«No debo encariñarme» ─repitió su advertencia con molestia─. Esto le hará mucho daño a la misión, Franky. ¿Qué voy a hacer si Anya ya no quiere ir a la escuela? El plan de seguir a Desmond fracasará, tal vez descuide sus notas y la expulsarán de Edén. No puedo permitirme eso, no a estas alturas...

─Ya estuviste en peores situaciones ─le recordó─. Anya saldrá de esto.

─No es tan sencillo...

─Es cierto, tú lo haces difícil ─lo señaló, ya exasperado─. Aunque logre construirte esa máquina, ¿qué ganarías disfrazándote como ese abuelo ficticio?

«La paz mundial», fue el pensamiento de manual de Loid, aun cuando ni él mismo creía en esa respuesta. Contempló al informante por largo rato y sus ojos azules reclamaron en silencio, usando un lenguaje que solo las personas presas de un gran anhelo podían entender... y con el cual Franky conectó, pues en tiempos muy lejanos, así solía comunicarse con sus padres cuando era niño.

─Esto te costará mucho ─aceptó con resignación y le hizo una seña a Loid para que lo siguiera hasta su mesa de trabajo─. A ver, explícame tu grandioso plan, Super Espía: ¿qué modelo debe tener el trineo?

─Hmm... ─por primera vez en su vida, le dio una palmada amistosa en el hombro─. Uno que soporte a tres o cuatro personas, supongo.

─¡¿ESTÁS LOCO?! ─casi se desmayó.

[...]

Yor revolvió su segunda taza de té en la sala, atenta al rumbo de las manecillas del reloj y las luces multicolores del árbol de Navidad. Por lo general, Loid solía comunicarle cuando iba a llegar tarde y trató de no pensar en los motivos por los que rompió su rutina esa noche: después de todo, su encantador esposo era un hombre dedicado a sus pacientes y estaba segura de que llegaría bien a casa, luego de cumplir sus deberes.

─«¿Encantador?» ─se sorprendió del apelativo que le dio en su mente.

En eso, el giro de la cerradura la hizo reaccionar a tiempo y bebió el té de un solo golpe para dirigirse a la puerta.

─¡Loid, buenas noches! ─lo recibió con una leve urgencia que no supo reprimir─. Qué bueno que llegaste... ¿estás bien, te pasó algo?

─Buenas noches, Yor ─la saludó─. Sí, me encuentro bien... discúlpame si no te avisé antes, tuve un inconveniente.

─¡N-no te preocupes! ─se percató de su poca sutileza y agitó las manos, avergonzada de sentir que quería averiguar de más─. A veces me olvido que tu trabajo demanda tiempo y... p-perdón, no debería pedirte explicaciones.

─Pero qué dices, estás en todo tu derecho como mi esposa ─su sonrojo lo conmovió y fue al sillón más largo para sentarse un rato con ella─. De hecho, quería hablarte de algo importante.

─¿Importante? ─su seriedad la puso nerviosa.

Loid asintió y le explicó de a pocos lo que había sucedido con Anya en la escuela, usando como coartada una llamada que recibió en su oficina por motivo del avance académico de Anya. Por otro lado, los gestos de Yor delataron su empatía hacia los sentimientos de la pequeña y al fin pudo atar los cabos de su extraño comportamiento al volver del colegio, sus preguntas sobre la existencia de Papá Noel y si realmente la visitaría él o el demonio que raptaba a los niños malos en Navidad.

─Ahora lo entiendo todo ─suspiró─. Los niños pueden ser crueles.

─Parece que sí...

─¿Y qué tal si hablamos con ella mañana? ─propuso─. Anya es una niña muy inteligente, seguramente lo entenderá.

─También lo pensé ─de pronto, Loid se quedó en suspenso y agachó la mirada─; pero a veces soy tan racional, Yor... la verdad, no sé cómo lidiar con esto sin arruinarle su fantasía.

─Aunque no lo creas, a mí me cuesta explicarle ciertas cosas porque no hallo las palabras adecuadas ─sonrió, apenada─. Temo que Anya nos ganó...

─Tal vez hay una manera de arreglarlo ─capturó su atención.

─¿En serio? ─su optimismo floreció de nuevo─. ¿Cómo?

─Ya lo sabrás ─luego de muchas horas, finalmente pudo sonreír aliviado y le entregó un paquete lleno de ropa─. ¿Estás lista para seguirme el juego, Yor?

─Por el bien de Anya, ¡lo que sea! ─apretó los puños con optimismo.

[...]

Las vacaciones de invierno eran uno de los momentos más especiales del año: la nieve y la decoración de luces en las calles eran solo una parte de la emoción que inundaba a los habitantes de Ostania, a la espera de que tocara la medianoche. Así también se sintió Anya, quien gritaba al ver los muñequitos exhibidos en las vitrinas.

─¡Papi, quiero el trencito rojo! ─jaló el abrigo de Loid para que entraran a la tienda─. ¡Por favor, por favor, lo quiero!

─«Dios, qué caro...» ─disimuló su shock por el alto precio del juguete y le sonrió─. C-claro, Anya, como gustes... ¿por qué no te adelantas a pedírselo a la señorita? Buscaré mi billetera...

─Desde que hablamos la semana pasada, ha estado más tranquila y feliz... ¡me alegra tanto verla así! ─rio al ver a su niña─. ¿Cómo van las cosas?

─Todo está listo para las doce ─asintió─. ¿Revisaste lo que te di?

─Sí. Espero que pueda llevarlo sin problemas ─se sonrojó ante la idea.

─Te quedará muy bien...

─¿Qué le va a quedar bien a mami? ─Anya los sorprendió─. ¿También le compraste un regalo, papi?

─¿R-regalo? ─titubeó, nerviosa─. Oh, no, Loid se refería a... pues, a...

─La lista de compras para la próxima semana ─dijo una mentira blanca y la cargó en sus brazos─. Tu juguete ya está envuelto. ¿Volvemos a casa?

─¡Sí, para ver a Papá Noel! ─exclamó.

─Paciencia, vendrá muy pronto...

No obstante, la mente de Anya no se contentó con esa respuesta. Conocía la astucia de su padre, también el nerviosismo de su madre y lamentó no poder leer sus intenciones en esos últimos días, debido a la anulación de su telepatía por la luna nueva; por otro lado, el clima nublado de la temporada tampoco le ayudaba a saber si aquella fase había terminado... pero confiaba plenamente en sus padres. Ellos no iban a burlarse de ella como lo hicieron en la escuela.

Con la fe renovada, Anya regresó a su hogar con sus padres y aguardaron juntos las horas que faltaban para las doce, viendo televisión y tomando sus bebidas favoritas. El tic-tac del reloj no se detenía y no menos de una vez, Bond alzó las orejas tras ver el posible futuro. Anya tomó esto como una señal tajante de la visita de Papá Noel y se fue a su cuarto para escribirle una carta.

Por lo que Loid le leyó en su nuevo libro de cuentos, comprendió que aquel hombre era muy considerado con los niños que redactaban sus deseos más preciados en papel y solo rogó que la mina del lápiz ayudara al Viejito Barbón a que lograra entender su extraña caligrafía. El esfuerzo de la telépata era inquebrantable, pero no tanto como la resistencia propia de su edad.

Poco acostumbrada a dormir pasado las diez, sus párpados luchaban por no ceder al sueño y las letras se hacían cada vez más borrosas, hasta que la luz de su lámpara se apagó por un rato. Cuando Anya logró despertar de su siesta, todo estaba sumido en el silencio y la oscuridad.

─¡Ay, no! ─dejó su escritorio en un santiamén y al ver que su perro dormía profundamente, fue a la sala-comedor─. ¡¿Q-qué hora es?!

La pequeña palideció al darse cuenta que faltaban dos minutos para las doce y su única reacción fue buscar a sus padres. Con mucha delicadeza, abrió las puertas de sus cuartos y los encontró envueltos bajo sus respectivas sábanas. Anya movió la cabeza repetidamente: ¿por qué sus padres se habían olvidado de despertarla si sabían cuánto deseaba ver la fiesta?

Un eco colectivo resonó fuera de su casa y desde el ventanal de la sala, observó cómo las otras familias gritaban la cuenta regresiva y un potente coro de «¡Feliz Navidad!» se combinó con el sonido de los corchos abriéndose, los fuegos artificiales y las campanadas del reloj de su casa. Al borde del llanto, Anya tuvo que aceptar que los mocosos del colegio tenían razón: Papá Noel nunca buscaría a los niños como ella.

En eso, el sonido de un cascabel la puso en alerta y por la cercanía, se dio cuenta que provenía de su habitación. Presa de la curiosidad, hizo a un lado su temor a la oscuridad y caminó de puntillas, asomando la cabeza por el umbral de la puerta; al instante, tuvo que llevarse una mano a la boca para reprimir cualquier ruido de su boca.

─Buenas noches, linda niña ─un anciano muy alto de abrigo y pantalón escarlata se sostuvo del borde de su ventana, en una posición muy arriesgada─. Eres Anya Forger, ¿verdad?

─N-no puede ser... ─sus ojos verdes casi brillaban en la penumbra─. Tú...

─Sí, soy yo ─soltó una risa muy cálida─. Eeeh... sí sabes quién soy, ¿no?

─Pues... ─miró en dirección al cuarto de sus padres y después a él─. ¿No deberías bajar por la chimenea?

─Las ventanas también valen, ¡ngh! ─en su afán de entrar por ahí, su cabeza chocó contra la madera del borde y rodó hasta llegar al piso, haciendo que siseara de dolor─. Aaay, me lleva... ¿t-te has portado bien este año, Anya?

─¡Por favor, no me des carbón! ─se arrodilló para rogarle─. ¡Hace tiempo que ya no me peleo con Segundo y los otros niños, te lo juro...!

─Shhh, baja la voz, llamarás la atención ─le pidió que se callara, mientras se levantaba─. Ya sé que eres una buena niña, ¿por qué crees que he venido?

─¿Entonces sí eres Papá Noel? ─su miedo se esfumó en el acto.

─Te enseñaría mi tarjeta de identificación, pero la olvidé en el Polo Norte ─le aseguró y luego de limpiar su ropa, arregló su gorro─. En fin, no nos queda mucho tiempo. Ven...

─¿Qué? ─retrocedió un poco al ver que le extendía la mano─. P-pero mami y papi...

─Hay cosas que solo suceden una vez en la vida, Anya ─le mostró el papel donde había escrito sus deseos─. Cada Navidad, siempre elijo a una criatura inocente para que me acompañe en toda mi jornada, porque veo algo especial en su corazón; y si una niña tan extraordinaria como tú cree en , entonces mi viaje habrá valido la pena.

Papá Noel... ─sonrió, halagada por sus palabras.

─Entonces, ¿qué dices? ¿Quieres ver la sonrisa de todos los niños cuando les entreguemos sus regalos?

Aquel discurso despertó el deseo de aventura de Anya. Sin pensarlo dos veces, tomó la mano del anciano y fue llevada dentro de su bolsa de regalos, mientras este escalaba las paredes con la ayuda de una soga gruesa.

─Subes muy rápido para ser un viejito ─mencionó la pequeña Forger.

─Ah... b-bueno, el ejercicio me ayuda mucho ─dudó al contestar.

─¿En serio? ─lo observó mejor─. Te ves más delgado que en los cuentos.

─Je, je, je, je, no creas todo lo que dicen ─rio nervioso y llegó al techo, donde alguien los esperaba dentro de un trineo de madera─. ¡Listo! Vamos a comenzar nuestro paseo...

─Buenas noches, mi nombre es Mamá Noela ─la saludó una abuela de la misma edad que Papá Noel─. Siéntate conmigo, preciosa, nos espera un viaje largo y fascinante.

─¿Mamá Noela? ─intercaló su mirada entre los dos, muy sorprendida─. ¡Estás casado, abuelito!

─Sí, igual que tu papá y tu mamá ─cargó a la niña para entregársela a la señora─. ¡Es la mejor esposa de todo el mundo!

Mamá Noela tosió fuerte en su asiento y tuvo que acomodarse los lentes y el gorro que cubrían su cabello canoso.

─Q-querido, por favor... no en frente de la niña ─balbuceó, sonrojada.

─Cierto, lo siento, Yo-¡querida! ¡Ejem! ─se corrigió rápido y luego de sentarse con ellas, tamborileó sobre la madera en silencio─. ¿A dónde vamos?

─No lo sé, abuelito ─Anya se inclinó para mirar la delantera del trineo─. ¿Dónde están los renos?

─¡Los renos! ─Papá Noel gritó como si hubiera olvidado algo crucial y miró a su esposa─. Aaah... pues, los renos...

─¡Están en el hospital! ─Mamá Noela inventó la primera historia que se le vino a la mente─. Verás, pequeña... eeeh, hace unos días salí a pasear con mis hermosos renitos en la noche, pero les dio gripe y tuve que llevarlos con el doctor para que les dieran mantitas, chocolate y agua caliente.

─¡¿Tus renos toman cocholate?! ─Anya se emocionó al oír eso.

─¡Claro que sí! ─un hombrecito delgado, poco agraciado y de voz chillona emergió entre los regalos que Papá Noel había depositado en la maletera del trineo─. ¡Esta noche, los cuatro brindaremos bajo la luz de las estrellas!

─¿Quién es ese mono? ─la niña lo señaló.

─¡No me llames así! ─hizo una rabieta.

─¿Él? Es nuestro asistente más fiel, él es... aaah, ¡el Duende Coliflor!

─¿El Duende Coliflor? ─repitieron Anya y Mamá Noela, incrédulas.

─¡Oooh, sí! ─asintió exageradamente─. ¡Soy el poderosísimo, guapo e inigualable Duende Coliflor de la suerte...!

─¡Ya siéntate! ─lo jaló bruscamente para que tomara su lugar en el mando del trineo.

─¡Usssh! ¿No se te pudo ocurrir un nombre más masculino? ─Franky, el verdadero hombre bajo el disfraz del elfo, le reclamó en el oído.

─Entré en pánico ─le susurró Loid, igual de ataviado que el informante y Yor, la mujer que portaba el atuendo de Mamá Noela; para después exclamar con entusiasmo─. ¡Abróchense bien los cinturones, amigos míos! ¡Esta noche iniciaremos nuestra grandiosa aventura!

─¡SÍ! ─Mamá Noela y Anya alzaron los brazos con gran alegría, pero el trineo nunca se movió y la niña volvió a hablar─. ¿Por qué no vuela?

─El motor está al 99% ─presionó tres botones que estaban a la izquierda de una palanca amarilla.

─¡Dijiste que ya lo tenías listo! ─Loid le dio un codazo entre susurros, a punto de perder la paciencia.

─¡Y yo te dije que esperes un poco! ─Franky tiró de su barba falsa.

─¡Idiota, me arruinas el disfraz! ─empezaron a pelear como niños.

─Muchachos, por favor... ─Yor quiso detenerlos, sin éxito.

─¡CARGA COMPLETA! ¡ADELANTEEE! ─ignorando su lucha de egos, la pequeña Forger accionó la palanca y todos gritaron cuando el trineo despegó del techo a toda velocidad, gracias a dos propulsores de alta potencia.

Aún abrazada a Mamá Noela, Anya vio las casas de Berlint hacerse más pequeñas por la distancia y comenzó a reír sin parar, en tanto el Duende Coliflor y Papá Noel hacían todas las maniobras posibles para no estrellarse contra los edificios de la ciudad.

Gracias a la pericia de Franky, el trineo se estabilizó y ganó más altura, superando incluso las nubes y cualquier otro velo que cubriera la superficie, brindándole a Anya la visión más espectacular que jamás tuvo en su vida: un hermoso cielo despejado y apenas una franja brillante de la luna en el horizonte.

─¡Wooow, esto es tan emocionante! ─los ojos de Anya rivalizaron con el fulgor de las estrellas y extendió sus brazos para sentir cómo el viento agitaba sus cabellos rosados─. ¡Es la mejor Navidad que he pasado, muchísimas gracias!

Sin dejar de sujetarle la cintura, Yor celebró con ella entre lágrimas y Franky reventó algunos fuegos artificiales en su honor, ahora consciente del por qué su compañero había insistido tanto con la sorpresa... mientras que Loid contemplaba en silencio la inmensa felicidad de Anya, la niña por la que había organizado su reciente locura y el ser más puro que le devolvió la esperanza.

[...]

Por pedido de su hija, Papá Noel dirigió el trineo a diversas regiones del mundo e hizo una corta parada en Frigis para lanzar regalos desde el aire, cumpliendo su fantasía de brindarle a otros niños la misma emoción que Anya estaba experimentando. Por casi dos horas, Anya degustó el chocolate que Mamá Noela le había preparado con mucho cariño y jugó hasta el cansancio con el Duende Coliflor, quien le recordaba mucho a su querido Tío Ricitos.

Cuando el trineo empezó a consumir la segunda mitad del combustible, Loid decidió que ya era tiempo de volver a casa; a lo lejos, pudo ver el barrio de Berlint donde vivían y se aproximó con mucho cuidado, no sin antes preguntarle a Anya qué obsequios esperaba recibir para la siguiente Navidad.

─¿Se puede pedir la paz mundial? ─preguntó.

─Ese es un deseo muy noble ─Mamá Noela le dio un beso en la mejilla y tomó un lápiz─. Lo anotaré en mi lista.

─Eres muy organizada ─sonrió─. Me recuerdas a mami cuando escribe todo lo que va a comprar en la semana.

─Aaay, ¿en serio? ─se puso nerviosa─. G-gracias por tus halagos, je, je...

─¿Y qué más? Eres la primera niña que conozco que no pide regalos en Navidad ─el Duende Coliflor la miró con intriga.

─Ya tengo todo lo que necesito ─concluyó, satisfecha, y tomó la mano del Viejito Pascuero─. ¿Y tú eres feliz, Papá Noel?

Franky y Yor miraron a Loid, a la expectativa de su respuesta; pero los ojos de Forger solo estaban concentrados en la dulce criatura.

─¿Tú qué crees, pequeña? ─una sonrisa bastó para calmar sus dudas.

─Que eso significa un sí ─Anya imitó su gesto.

De este modo, todos llegaron al techo del complejo habitacional y Franky moduló el ruido de los propulsores para no llamar la atención de los vecinos.

─Mi ayudante te llevará a tu cuarto ─Loid la puso en brazos de Franky─. No creo que nos volvamos a ver.

─Los voy a recordar siempre ─acarició su barba con ternura y agitó su mano para despedirse de sus dos padrinos mágicos, hasta que el Duende Coliflor y ella bajaron rumbo al ventanal de la habitación.

─Ufff... ─el hombre suspiró con más calma─. ¿Habrá sido suficiente?

─¿Suficiente? ─repitió su esposa; y el espía contempló la mirada más cálida y orgullosa que jamás imaginó recibir─. ¡Le obsequiaste el mundo entero, Loid! No sé cómo lo haces, pero eres un padre y esposo maravilloso...

─Yor... ─sus palabras lo derritieron al instante y tuvo que respirar hondo para disimular el quiebre de su voz, sin dejar de sonreírle─. Debemos volver...

El matrimonio bajó del trineo entre risas y tomaron la escalera de emergencias que conducía a uno de los pasillos del tercer piso, tal como lo habían planeado desde el inicio... mientras en el cuarto de Anya, Franky actuó como el Duende Coliflor por última vez para ofrecerle un último obsequio: un arbolito bonsái con adornos dorados y las fotografías de toda su familia.

Cuando el informante disfrazado dejó su ventana, la luz de su lámpara se encendió por sí sola y el sonido de las luces del árbol resonaron en la sala, junto con los ladridos de Bond y unas cuantas voces. Anya abrazó su bonsái y abrió la puerta, observando cómo sus padres acomodaban todo para la cena navideña.

─¡Papi, mami, Bond! ─emocionada, corrió hasta la sala-comedor y reconoció las prendas que llevaban en la feria de juguetes─. ¡Por fin están aquí!

─¿Por fin? ─Yor miró a Loid con complicidad y después le sonrió a su hija─. Bueno, hace horas que volvimos a casa... es más, saliste de tu habitación justo a tiempo: ¡mira, ya va a ser medianoche!

─¡¿Qué?! ─Anya comprobó la hora del reloj y miró a todas partes, notando que la gente a su alrededor seguía celebrando─. N-no lo entiendo, ¿por qué la hora...?

─Vaya, Anya, se nota que has tenido un largo sueño ─Loid se agachó ante ella y tomó lo que estaba cargando─. ¿Qué es esto?

─Es... ─tras pensarlo un poco, la pequeña decidió guardarse la historia su aventura con Papá Noel, como parte de sus secretos más profundos─. Es un obsequio que preparé para ustedes porque los amo mucho. ¡Feliz Navidad!

Loid olvidó su habitual reserva y correspondió al abrazo de Anya con cariño, mientras Yor y Bond hacían lo mismo con su hija. En el hogar de los Forger, la paz colmó sus espíritus y el reloj anunció la medianoche por segunda vez, como si el tiempo hubiera retrocedido para permitirles vivir plenamente.

[...]

N.A.:

¡Muy buenas tardes! Con mucho placer, cuelgo esta nueva historia para una bellísima persona, que últimamente me ha acompañado en diversas ideas y aventuras locas XD.

Ha sido todo un reto escribir este fanfic, Roxy, y me siento muy feliz por el resultado, así como por el hecho de que hayas sido mi persona para este intercambio: quiero darte un millón de gracias por todo el apoyo que me has brindado junto con nuestras amigas de The Garden y ojalá te guste todo el viaje navideño de Anya al lado de su familia TwT :3

¡Muchas gracias por sus lecturas y reviews, buena suerte a todos! :D

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro