Treinta y tres
Freddy miraba su celular con una sonrisa estúpida.
Estaba tan feliz.
A veces pensaba qué el mundo le había puesto a prueba. Quitándole parte de su vida para regalarle a ese chico azabache.
Pero él no creía en almas gemelas.
A menos que sus manos encajaran perfectas la una con la otra.
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