Setenta y uno
Deuz miraba a Fred, y no paraba de hacerlo, inspeccionaba todos los lugares que ese hombre pudo haberle tocado.
Deseaba besarle el cuerpo para borrar el rastro del cuerpo ajeno, que Fred se impregnara de él.
Lo quería de regreso.
Pero Fred ya estaba mirando a alguien más.
— ¿Quieres salir de aquí? — Le preguntó Deuz poniéndole la palma en el hombro, como soporte.
— Sí.
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