Setenta y dos
Freddy salió de clases y se dirigió a la escuela de lenguas.
Iba todo el camino pensando en Fred, en que quería verlo, quería reír con él y contarle todo sobre sí mismo.
Estaba feliz, y llegando con una sonrisa entró al salón, ahí estaba él.
Recostado sobre el escrito, se le acercó, su cabello lacio de esparcía entre sus brazos cruzados y parte de la mesa. Que largo era.
Se sentó dónde iba, recostó su cabeza cerca de la de Fred y con gran tranquilidad y silencio fue quedándose dormido.
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