Sesenta y cuatro
No había clases de nada, era domingo, incluso no estaba en casa de Freddy (como usualmente lo hacía este específico día), pues él estaría acompañado en el trabajo a su madre.
Y él, en su habitación, con la puerta cerrada.
Escuchando a los amigos de su madre pedirle morbosidades que alagaban a su madre pero no a él.
Y sentía ese ser desdichado que era cuando estaba sólo, porqué no valía nada. Pensaba.
Por eso después de lo que ha pasado nadie lo aceptaría de nuevo. Y quería pensar que Freddy le abriría los brazos de nuevo.
Pero, ¿lo haría?
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