Freddy preparaba su almuerzo, un sandwich de crema de cacahuete y mermelada de fresa, no sonaba muy apetitoso, pero lo era.

Sirvió jugo de naranja en una botella y partió a la escuela.

Durante el camino imaginaba que todo era un sueño, que amanecería y escucharía el estúpido despertador chirriando como siempre.

Los huevos friéndose en la sartén, y el agua del café hirviendo.

Cerró los ojos, intentó apartar los pensamientos negativos de su cabeza, no deseaba sufrir ataques de ansiedad. Y menos en el bus.

El camino siguió en silencio, igual que siempre, las casas se coloreaban de tonos bajos y grises, el cielo no era azul, y las personas no tenían color.

La escuela estaba lejos aún. 

Pero antes de poder llegar, bajó.