Noventa y cuatro
Fuera del centro comercial había bancas dónde daba la sombra, en una de esas se encontraban nuestros protagonistas.
Se miraban en silencio, se regalaban besos y sonrisas.
Fred abrazaba al castaño por la cintura, hasta que Freddy volteó para quedar frente a frente.
Tomó lo último que quedaba de su helado, le acercó la cuchara a Fred, quien lo comió, cuándo había tragado casi todo se le acercó a Freddy, quien inmediatamente correspondió besando lo.
Sus labios tenían ese sabor a helado de vainilla, y se sentía tan frío, el contacto con su lengua.
Así siguieron, quizá por mas de media hora. No querían irse, porque de un momento a otro pensaban en que podría ser una mentira.
Un sueño, del que sí se iban, despertarían.
Y no querían despertar.
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