Cincuenta y uno
— ¿A qué debo tu visita? — preguntó Deuz dejándolo pasar —, Estaba haciendo tarea. Me has salvado de esa abominación.
— Deja de quejarte y haz tus deberes. Tonto. — Le dijo el azabache con un tono de voz muy bajo.
Deuz lo notó de inmediato, lo miró bien de arriba a abajo, le tomo el rostro y lo acercó al suyo; — ¿Estuviste llorando? — preguntó entre cerrando los ojos.
— Tal vez.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro