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La princesa Luzbel agarró del cuello a Esteban prácticamente lo estaba matando. pensaba que el joven demonio haría lo posible para proteger a la Futura Reina, pues lo quiso como suyo. El corazón Daniel miraba solamente en un silencio incómodo, no creía que una superior se hubiera entregado en cuerpo y alma a criar al hijo de su peor enemigo: El pecado de la ira, pero también comprendía que era parte delantera entre el trato entre Emmanuel y Lucifer.
—No te mataré porque realmente te necesito y Sophía también te necesitará, vi las estrellas y me dieron una visión en la que tú—miró a Daniel y después Esteban— y tú gobernarán sobré todo, con ella.
Daniel no entendía mucho, pero necesitaba de tener confianza, a lo que su señora decía.
—Acies, mis hermanos necesitan hablar contigo. Se encuentran en el gran salón de reuniones—, al escuchar el ángel se dirigió hacia el cielo.
***
En el cielo, Daniel se encontraba al lado de Robín quien sabía cuál era la posición de su amigo, a punto de entrar al consejo de arcángeles.
— No te preocupes — habló en su oído — ellos no te harán nada.
—Lo sé — guardando silencio — lo que me asusta es saber, que le puede hacer Emmanuel a su hija.
—La amas tanto que eres capaz de entregar tu vida por ella.
—Exacto — Daniel, estaba seguro que ella lo amaba sin importar nada — soy capaz de dar la vida por la señorita de Nazaret — tocando su cabeza, volcando su cabello mas de lo que estaba—es que cuando ves esos ojos y esa mirada de guerrera, te dan ganas de perderte y dejar de ser inmortal, por ella.
El brillo en sus ojos, era tan delatador como el sonido de su corazón al referirse a la princesa.
—Si sigues así — Robín observando simpático la nueva faceta de su amigo "Ángel enamorado" —muy pronto tendremos nuevo rey y nuevo Dios por el lado de Sophía.
—Eso si nuestra querida princesa—suspiro continuando la conversación, al recordar lo terca que era y que un miserable le arranco el corazón—vuelve conmigo.
Cuando Robín iba a responder, se escuchó desde el otro salón una fuerte voz llamando al ángel Daniel.
—Ángel Guardián, número 101—guardaron silencio solo se escuchaba el rechinar de los zapatos de Daniel.
Los cuatro arcángeles maestros de Halle, se encontraban sentados en cuatro pulpitos en una parte alta, para mirar hacia abajo y hacia la tierra cuando se necesitaba.
—Daniel Halle Acies —el alado mirando la puerta que quedaba atrás.
—Maestros—Daniel volteo la cabeza agachada en forma sumisa.
—Daniel — habló San Rafael — hemos visto, que ya no acatas las normas como ángel protector y guía de la hija de Dios — Halle dejo de mirarlos era malditamente cierto, verla sufrir le atormentaba.
Gabrielle y Miguel fruncían el ceño, mientras Uriel observaba como Rafael, le tenía benevolencia.
—¿Estás enamorado de ella? — Preguntando Miguel, el primer capitán del ejército celestial —¡Contesta! — su voz era muy gruesa.
—Si ustedes saben que la he amado durante mil vidas y lo peor de todo — sonriendo con ímpetu — no la dejare asi me toque volverme en un Ángel Caído —abriendo los brazos como muestra de sacrificio — ¡mantenme, si quieren!
De inmediato los cuatros arcángeles bajaron con un golpe directo al estómago de Daniel, el cual cayo al otro lado del salón haciendo que las paredes del recinto sagrado vibraran fuertemente.
—Cálmate — le habla el mayor de todos, San Rafael arcángel — veo que estar junto a la rebelde de Sabiduría— mirándolo le ofreció su mano derecha—te ha cambiado.
El amado ángel de Sophía, guardaba silencio ya que sabe lo cierto que es: parándose con la fuerte mano de Rafael.
—Solo te queremos ayudar — habló San Gabrielle, la arcángel más sensata de los cuatro arcángeles — sabemos que el Infinitium corre peligro, Lucifer y ella están juntos.
—Si ella puede destruir y cambiar las categorías además de quitarle el poder a Emmanuel cambiar esto. Pero también puede empezar de nuevo el Apocalipsis—. Uriel se veía serio.
—El que está en proceso—afirmo Halle—por culpa de Emmanuel y Lucifer.
—Exacto—San Uriel caminando fue concluyendo lo mas obvio — sabemos que la quieres libre — sus ojos azules, le hacían afirma al ángel joven —y eso es bueno...
—Pero ella debe cumplir algo — le rebosó la copa a San Miguel — ella se debe casar contigo y no con Lucifer — los músculos de Halle se tesaron al recordar lo que no pudo impedir—James, anda rondando por ahí, con ganas de dejar huella donde no debe.
—Y yo — blanqueando los ojos terminando lo que era obvio — como su pareja debo de atar de manos al idiota de James.
—Sí, Daniel—Gabrielle le hablo —, sabes que tienes el favor de Dios y de nosotros...—Sabiendo esto debes de arrebatarle la oportunidad a los demonios—continuo.
—Lo hare—desapareciendo en halo de viento.
***
Cuando Sophía entro al salón después de dejar a Azrael, se sentó y todos absolutamente todos preguntaron y ella respondió, sin contar lo que había pasado.
—Yo creía que el mas opcionado para casarse contigo era Esteban James—, aseguro Axel tomado de la mano con Allejandra. La princesa sonrió con amargura.
—Esteban me mato, hace dos días—frunce el ceño, Allejandra se asustó mucho — pero ya estoy bien, era un demonio y se acabó la discusión—. No quería hablar de eso—, a raíz de sus acciones Yahvé, me dio su poder.
—O sea que ya saben, que despertaste — habló Tamara— que el Mesías volvió o en tu caso La Mesías.
—Eso parece chicos— habla la princesa, tratando de ser lo más calmada posible.
—Tranquila, no te pasara nada— dijo Ana, confiada de el gran poder su amiga.
Cuando iba negarlo Daniel apareció frente a ella y sin preguntar nada le tomó la mano y volvió a desaparecer con ella.
***
Ambos reaparecieron en una pequeña casa alejados del mundo, en la comarca de Ezequiel era la casa en donde su padre y su madre habían vivido todo el embarazo del de Daniel. Cuando Sophía, cayó en cuenta preguntó, así sin sentimientos como si le hubieran arrebatado la paz y la armonía de nuevo o bueno lo poco que podía aparentar.
—¿Ahora te vas hacer de héroe después de haberme abandonado? —Sin embargo y aunque estaba enojada lo beso llena de amor y ternura en la mitad de este la princesa le contó —Daniel casaré con Lucifer. Y si él se da cuenta que no estoy en el Palacio, te va a matar y yo no podré impedirlo.
Nuestro querido alado se fracturo al verla, estaba tan tranquila, tan relajada. Como si hubiera aceptado de que iba a ser la reina de los infiernos que tendría próximamente que pelear contra Lilith por ese puesto; necesitaba saber la verdad qué le carcomía el alma necesitaba descansar al fin por eso se sentó en una roca y le hablo entre lágrimas.
—¿Dime Sophía acaso le diste el corazón Esteban y ya no habrá oportunidad para mí?—se limpió los ojos para continuar con una vista triste—, ¿acaso aceptaste y quisiste que te quitara la vida? Que te alejara de mí, de mi promesa eterna es lo que juntos juramos construir hace 15 años.
Ella solamente lo miró acercándose y tomándolo de la cara para hablar con la mayor seriedad del asunto, después de todo para ella, él siempre sería El elegido entre millones para estar y ser su rey, su Rey celestial
—Mi querido príncipe de cuento de hadas—limpiando el rostro de él con parte de su falda— sí, él fue el que me robó la vida y tú me la devolviste—agarrándolo del cuello y besándolo en un acto de entrega, diferente pero esperado por Daniel, desde hacía mucho tiempo.
—Espérate, espera— mirándola, hechizado por la belleza de su princesa, de su señora—te propongo una cosa, sabes, estaba pensando en que...—se quedó un buen rato en silencio, mirando los labios de la princesa.
Ante tanta palabra vaciladora Sophía le grito:
—¿Qué me quieres decir?—con la mirada típica de ella, cuando sabía que algo tramaba su ángel, era como ver a Daniel, cuando se dieron su primer beso a escondidas de los Reyes, cuando tan solo eran dos niños y escuchaban a la abuela Josephine.
—Me muero deseándote, teniéndote en mi cama, además tengo miedo de perder a mí Dios—beso su frente—Sé muy bien que soy apenas un ángel guardián y tú eres la hija de Dios o sea que eres Dios.
—Sabes acércate, yo nunca me había sentido, así y no me importa si soy Dios, necesito estar contigo antes de morir. —, la Nazarena estaba segura que al entregarse a Lucifer jamás lo volvería a ver.
—Ven—, le ofreció la mano y ella la agarro siendo guiada a la casa que estaba al frente de un gran bosque, al entrar la cargo en brazos hasta una cama ceñida color azul, imitando al cielo—, mi Sophía. Te he deseado desde el primer momento que nos volvimos a ver —, el ángel la paro encima de la cama, deshaciendo los zapatos ella, de esta manera poder comenzar quitando las amarras del corsé rosa.
—Crees que yo no — al fin habló soltando la trenza de su cabello, mirando como sus alas florecían en un inminente rayo de luz —por Dios, siempre he sido tuya—también comenzó a quitarle la ropa a su ángel, necesitaba ver de nuevo sus alas y poder tocarlas—, se que estas herido por lo James, pero necesito que comprendas que tú y él son parte de mi ser... —, antes de que ella siguiera dando explicaciones, el ángel la sujeto su rostro besándola con pasión.
—Solo espero que recuerdes mis manos —, al decir esto la chica Dios se atrevió soltando el pantalón de Daniel—, creo que tus recuerdos han vuelto—. Entre los nervios beso su cuello, cuando escucho decir.
—Claro que te recuerdo, eres mi esposo en todas mis vidas—, lo sento en la orilla de la cama y aun con la falda y con el pantalón del alado a medio poner se subio ella encima de él. Agitando las caderas para percibir con la mirada la tormenta azul de Daniel y el grosor en la virilidad del mismo.
En momento que la princesa no esperaba, él le rasgo la falda y la tiro a la cama, escuchando algunas carcajadas por parte de ella se tranquilizó.
—Creí me tocaría hacerlo a misma—, el hombre en cuestión hizo un puchero y un silencio que llenaba todo se abalanzo para llegar a ella.
Acariciando la piel aun sin marcas, de esta manera la adoro entregándose y sujetando su cuerpo, mientras que perdían la conciencia. De verdad era recordar y vivir cosas necesitadas conocer de nuevo y palpitar por lo propio.
En el bosque se prendieron las luces de la intimidad, se besaron, y sin frenos, ni miedos estuvieron juntos como si fuera la primera vez.
En pleno descubrimiento, el cielo de este bosque se abrió dejando que la luz de la luna brillara y las gotas de agua refrescaran la tierra salió el sol y ellos dos no pegaron el ojo.
—Ya amaneció—, susurro Daniel con las manos metidas en las sabanas, amarradas en la cintura de su princesa.
—No quiero irme —sonrió dándole un beso —todavía está en pie la propuesta de huir. Pero si nos escapamos primero tengo que encontrar a Esteban.
El guardián iba a confesarle que lo había buscado y que lo encontró, cuando una neblina negra apareció en la casa, como pudo le creo un vestido con las sabanas y escucharon la voz de Lucifer.
—Querida con que aquí estas—Miro a Daniel desnudo y sonrió— te despediste, ¿verdad?
La princesa asintió y se preocupó cuando pudo ver una bola de energía oscura de la mano derecha de Lucifer, como pudo se atravesó antes de que el Rey Demonio le diera al guardián le miro y lo beso, para que Lucifer no se atreviera a dañarlo.
«Hasta la Eternidad»
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