3
Cuando la persona más importante de la Tierra, iba a saludar al recién llegado Esteban, también había arrimado una de las ayudantes de Liz, quien la sacó del jardín con la escusa que era algo de suma importancia.
Dentro del castillo, el sitio se encontraba en silencio casi desierto. Los reyes y los príncipes necesitaban hablar con la señorita. Curiosamente Josephine no estaría en la reunión.
Estaban con una sonrisa ya al fin podrían respirar aire de nuevo pues sabían que si Sophía era poderosa nadie podría hacer daño a los cimientos de Sion.
—Sabes hermanita —habló Salomón fuerte como siempre—, estamos muy orgullosos de ti. Peleaste algo que en cierta medida es así.
La princesa no capto nada, hasta que leyendo la mente de la madre, lo supo.
«Alejandro te estuvo engañando con Victoria y pues, no habrá enlace con él.»
Aquello hizo que los sentidos de Sophía se mostrarán más receptivos, estaba sorprendida pero dejó que ellos hablaran.
—Cielo mío te pido, por favor que te sientes— habló la reina a su hija, quien realizó lo ordenado, estaba tensionada. —ya no tendrás que casarte con Duks.
La princesa solo guardo silencio, para preguntar sorprendida.
—No me tendré que casar ¿verdad? Podré gobernar sola—Salomón y Gregory le hicieron entender al fin suposición, que debía entenderla aceptarla.
—Querida entendemos que tú puedes llegar a ser una excelente Reina —Gregory que siempre iba más pegado a las normas le dio una excelente lección a su hermana —Pero tu deber es tener hijos, para la Orden de la Lux.
Los truenos se hicieron presentes y esto hizo que los soberanos guardarán silencio, para darle paso a la Reina.
—No puedes reinar sola — decir eso le dolía. Eran órdenes que le parecían obsoletas—y tienes que obedecer a un hombre son leyes divinas, tú sabes eso Sophía —, le quito la mirada a su hija para que no mirará sus pensamientos—no tenemos que repetirlo además tú eres en Infinitium, debes obediencia eterna a nuestro padre celestial.
—¿Puedo escoger con quien casarme? —, estaba desmoronando y eso las gotas de lluvia lo hacían notar.
Clariz miró a la joven y lo negó.
—¿Sabes que Daniel salió de la Orden de la Lux? —Raphael el padre y rey de Tierra Media, no podía hacer nada, ante eso.
—¿Con quien diablos me quieren casar? —la voz de la princesa, era realmente fuerte, era una pregunta que detonaría la más grande rebelión que uniría al Infierno y al Cielo en un solo ser.
—Dentro de unos días lo conocerás y te enlazaras. —La princesa por primera vez, grito con ira.
—No lo haré, no obedeceré semejante cosa absurda, no lo haré—sacó su arma para cortar el viento —no lo haré y tendrás que entenderlo, madre.
***
Tiro el arma para salir de allí atemorizada. Entendía el deber de ser Reina, siempre le habían dicho que debía ser la más fuerte, por eso no sostenía la idea insólita de estar por debajo de un hombre y no poder escoger a quien entregarse le parecía doblemente escandaloso era algo que no concebía.
Al volver a salir hacia el jardín, las gotas de lluvia se hacían claramente mas notables. Sophía estaba triste y desesperada. Corría sin mirar, hacia su cuarto, cuando se choco de nuevo con un duro pecho y unos brazos abiertos.
—Princesa —. Un olor varonil y tentador le invadió el alma—¿Que sucede?
—Sácame de aquí por favor —, Sophía le susurró a Esteban—no puedo seguir.
El muchacho frunció el ceño y pidió a su acompañante permanente sacar un paraguas para la joven y que los acompañara al auto.
De repente ella comenzó a gemir del dolor asustando al demonio mucho más de lo que ya estaba.
—¿Ahora si me puedes contar? —entraron en el auto y el acompañante de Esteban comenzó a manejar.
La princesa, respiro bastante para poder hablar con el joven James.
—Ya no me tendré que casar con Alejandro —el Duque de inmediato abrazando a la joven princesa, hasta que ella hablo otra vez con los ojos enlagunados y la tristeza palpable —, ya tengo prometido.
—Te quieren obligar a las buenas o las malas —disimulo la ira mirándola fijamente —¿por qué?
—Para gobernar en Tierra Media, dicen que mi deber es dar hijos y que debo de quedarme callada a las idioteces de un tipo que no voy a querer —estaba decepcionada de su familia.
Aquí es donde Esteban, se le ocurre una de sus mejores ideas.
—Sophía, ¿Por que no te levantas contra Sion? —, muy en el fondo de Esteban, encontraba la razón para hacer que la niña se volviera la oscuridad total del universo— sí te rebelas podrás hacer y ayudar a los que amas. Sin olvidar que eres la Dama Dios
Recordó a sus amigas y al chico que quería, esas restricciones, le hacían pensar que James tenía razón.
—¿ Qué ganas tu de todo esto?
«Tu alma», respondió el joven, sin fijarse que la princesa lo había notado.
—Tú libertad, por supuesto—se acercó a ella para acariciar su cara, angelical como la más grande obra de Dios Creador. Por el lado de Sophía sentía su corazón latir a mil por hora, no podía negar deseaba besarlo, se acercó tanto como pudo pasando sus manos por el cuello de James, para atraerlo a unos pocos centímetros el chico la atrapó de la cintura, pequeña tentación.
Le robo el aliento con un beso, moviendo sus labios, esto hizo que el cuerpo de la joven lo repelara era el poder divino que le cuidaba.
—¿Qué fue eso? —sorprendida, trato de calmarse para mirar aquel que la quería por ser ella. Esteban rogaba que le herida hecha se regenerara antes de que la princesa lo notará.
Después de sentirse mejor a los segundos, el duque fue recibido por otro beso—creía que te había dañado.
El joven sintió su corazón, latir por ella.
«Maldita sea, Sophía me dejarías mostrarte otro mundo, mi mundo»
Ella por primera vez le tomó de la mano y dijo, confiaba ciegamente en él.
—Muéstrame tú mundo —le beso en la mejilla tan inocente.
—Jeff, vamos al palacio de Luzbel —besando los nudillos de su soberana. —Debes de ponerte ropa más justa para ti.
Cambiaron de rumbo, al aproximarse a la casa de Luzbel el chico puso una chaqueta en la cara de la princesa. Ya dentro del lugar la dirigió a su cuarto, que era oscuro y de ventanas redondas y le trajo un vestido con un escote elevado.
—Retírate —le ordenó él no pudo disimular la risa, era irónico que aún tuviera algo de pudor después de a verla visto semi desnuda con sus alas al aire. Pero decidió decir.
—Estaré en la puerta por si sucede algo.
***
En casa Daniel meditaba en su cuarto a solas, recordando a la princesa entre sus brazos, después de verla casi desnuda llevándolo a un límite que él no recordaba deseaba hacerle suya pero los humanos se la estaban poniendo difícil. Con los ojos cerrados percibía una gran fuente de maldad junto a la chica diosa.
—Ese olor a libertad se te está colando en huesos ¿verdad?—, James apareció en un aura negra, pero solo lo supo Daniel —no lo niegues ángel.
—Y a ti que te importa — respondió el alado en la defensiva.
—Me debe importar, porque si no la haces tuya, yo la tomaré y le hare mía —Daniel se paró y de la nada se le hacen presentes las alas — y no maldito guardián, no es una amenaza — se acercó mirándole con odio—es una afirmación, es más ya la tengo en mis aposentos —se desvaneció con el humo.
—Te estaré esperando James—respondió Daniel, con un aura que brillaba por toda la habitación, para recoger una chaqueta de cuero del piso y salir a donde estaba ella. —no te voy a permitir semejante bajeza, maldito bastardo.
***
En el castillo de Luzbel, Sophía se veía en el un espejo grande observaba la ropa que ya no tenía puesta y el pequeño vestido oscuro que le llegaba hasta la mitras del muslo, soltando su cabello. Salió de allí esperando encontrarse con James que estaba con sus brazos cruzados.
—Hola Esteban—de inmediato el la ve sosteniendo el aliento era la mujer más sexy de toda Sion y sus alrededores.
—Yo me dejaría gobernar por ti —, Sophía lo miró extraño y él cambio su gesto al notar como la princesa le miraba—su majestad, gusta usted acompañarme.
— Por supuesto.
La guió hasta una puerta trasera, donde existía una entrada a la ciudad central: los bares y la música se levantaban como máximo exponente a lo que la princesa esperaba desde hace mucho tiempo.
Huyeron caminando en silencio, hasta quedar en frente de una gran discoteca con un letrero gigante de neón.
“Lux en Terra”
—¿Cómo vamos a entrar ahí? —Sophía interrogó al muchacho quien soltaba a la princesa de su cintura.
Sabía que su padre, Lucifer ya la había notado.
—Sophía confías en mí—ella asintió mirando la mano de ella y la de él juntas —entonces vamos.
Entraron a los empujones y cuando al fin, entraron la chica poseía un brillo en los ojos algo particular por ende, sorprendió al hombre atravesandolo con un beso.
Los sonidos calaban en la piel de la nazarena.
—Me enseñaras a bailar—en ese momento nuestro querido demonio se dio cuenta que estaba enamorado de ella y no era buena idea.
—Ven—. De acercó lentamente a su sexy acompañante y le tomó de un brazo para pagarla a su cuerpo—, pon las manos aquí — le dice a la chica de los ojos verdes brillantes. Dirigiendole las manos hacia su pecho, de inmediato sintió su piel morena a la merced de la mujer—siente el vaivén de mis caderas y trata de hacer lo mismo, mi querida Sophía.
—Aja—trataba de aparentar que no perdía su auto control—así ¿está bien? —pronunció la princesa observando como los dos, se juntaron más de lo permitido y que él, la sostenía con fuerza en la cintura.
El éxtasis que se había metido en la garganta, la música y el cuerpo de aquella que sería su perdición más bonita no dejaban que respondiera. Hasta que otro demonio hizo que despertará de su sueño encantador.
«Oye, Esteban comparte es una gran presa la que tienes se ve que un espíritu virgen» , el demonio al parecer no había notado quien era la compañía de duque.
El oji verde tomó a Sophía y la sacó de allí por una puerta más pequeña, justamente antes de que su colega la tomará las malas de esa manera sacará, su verdadero poder en que la princesa se diera cuenta.
—¿Para dónde vamos? la fiesta estaba genial— el silencio en Esteban era reconocible.
— Sophía debo de confesarte —suspiró tomando fuerza de su orgullo—soy un demonio, un hijo de Lilith.
Ella dio unos pasos para atrás, le estaba confundiendo y eso le producía dolor e incertidumbre.
—Déjame terminar —, dio una sonrisa coqueta —, pero tu me haces sentir como un tonto, al que le pusieron la chica perfecta en frente y no puede estar con ella por que tiene el poder de matarlo. Nazaret me gustas tanto —la beso sin miedo pero con ganas de quedarse allí con ella.
—Esteban James hijo de Lilith—le atrapó la cara para darle permiso—para estar contigo no necesito permiso de ningún humano.
Y Daniel no soporto esto, entonces le lanzó un puño sacando a la princesa de los brazos de Esteban.
Con unas alas gigantes y una espalda brillante.
—No me digas ¿que tu eres mi ángel de la guarda?
—Soy tu guardián.
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