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3


Después de llorar a cántaros, la princesa se despojó de la ropa para relajarse un poco, agarro una toalla, acariciando un lunar que desde su nacimiento fue ocultado: dos infinitos cruzados.

—Vamos a meternos al baño — entrando a un cuarto de baño, espléndidamente blanco  con detalles platinados por toda la ducha — abriendo el grifo y metiendo su cabeza.
Era prohibido quedarse totalmente desnudos, por eso se colocaban una especie de túnica trasparente para tapar lo prohibido... pero sin querer el pedazo de tela siempre se pegaba al cuerpo, además era imposible que las curvas no se mostrarán.

«¿Qué te está pasando madre?» recordó el abrazo del día anterior y la sensación de que su madre  y su padre andaban mal.

Los minutos pasaron en el agua hasta que ella se sintió satisfecha, al salir con su túnica pegada al cuerpo se comenzó a secar, cuando comenzó a escuchar pasos no puso cuidado porque tocarían y ella diría la verdad sin previo aviso fue la madre quien abrió la puerta, la princesa de inmediato abrió la puerta del baño para encerrarse, allí ponerse una pijama delgada con el sello de su Reino que era una corona de Espinas, que representaba al silencio que debe tener todo ser humano, ante Dios Creador.

—Sophí, ¿estás aquí? — preguntó la reina en angustia.
—Sí, madre — se apresuró a abrir la puerta del lavado.
Agachando la cabeza.
—Hija mía, levanta la mirada por favor —, alzo la vista tranquilamente sentándose a su lado de ella. De una forma instantánea la reina le abrazo dejando que su hija se apoyará en su cabeza—. Tengo que hablar seriamente contigo — la Nazarena coloco aún más atención —, sé muy bien que tu ocuparás mí  lugar y que ya después de esto no podrás escoger lo que quieres para ti—le acariciaba las lágrimas, para tranquilizar a su hija, porque con esas palabras tan ciertas le rompía el corazón—. Por lo que sé  no quieres saber nada de esto y lo comprendo piensas en tu poder como algo único… pero entiende las cosas no son así— Mirándola a los ojos llenos de lágrimas y con resignación absoluta dijo Sofía, pero antes término por decir —. Debes de entender tus responsabilidades y Alejo es un buen chico.

«Tú no conoces a ese chico» pensó la joven, sé que Dios no quiere esto, estoy casi segura que siempre me has ocultado Todo.»

—Si es verdad no quiero, pero sé muy bien cuál es mi responsabilidad, debo cumplirla, sé que Dios Creador estará muy contento con el hecho de este año abra una nueva reina, pero no entiendo la razón de casarme con un hijo de la comarca de Gabrielle— suspiró  Clariz fingió también con una sonrisa —puedo preguntar —bajo la cabeza para demostrar que si su madre no quería contarle lo respetaría — ¿Qué pasa? ¿Qué hay detrás de este enlace. Madre?

«Lo notaste»  la madre, irguió  la espalda, haciendo que la menor se separa de ella. Se fijó en ella y comenzó hablar.

—Tu padre tiene otra hija, como sabes—suspiraron —ella podría tener el apoyo de todas las Comarcas —Clariz sintió que en sus ojos se opacaron por las lágrimas fecundadas por el dolor de no poder hacer nada y dejar que las cosas pasasen durante tanto tiempo —y quedarse con Tierra Media.

Sofía empuño las manos, ahora comprendía porque la cara de tristeza de su madre.

—Se llama Victoria y parece ser que es menor que tu. Sé que la conoces — la princesa abrió los ojos. 
—Tiene los apellidos de mi padre, ¿verdad? — volviendo a los brazos de la madre ahora es ella quien baja la cabeza, como representando la sinceridad en ese gesto.
—Sí, los tiene.
—Eso significa… — lo negó con la cabeza.
—Eso significa que si tú no te casas con el hijo de Archivaldo Duks — agarro de la mano a su hija, para que la viera directamente a los ojos — ella inmediatamente tomara el reino y las posesiones de nuestra familia.
—Pero entonces me estas obligando a casarme, por nuestra casta — grito por primera vez en la vida oficiada, dejándole  un vacío gigante,—tu bien sabes que Alejandro y yo no, nos queremos. Lo siento mucho pero no lo haré — dejo de ser importante, cuando un golpe la mejilla dado por su madre se escuchó en la habitación.

Quien se quedó pálida al ver la reacción de su hija. El silencio eterno y los truenos que callaron el grito interno.

La princesa se arrodillo, como muestra de arrepentimiento  lo hizo una forma mecánica que Clariz salió del cuarto con el corazón en las manos, había destruido a su hija.
Había algo que despertó en la niña de ojos, pues con la mano en la mejilla si poder celestial salió, rasgando su pijama, pero las alas claras se encontraban opacas y con tintas rojas.

Esa noche la cabeza de la princesa tuvo un sueño, pero esta vez cambio radicalmente por el simple hecho que veía como su mundo destruía sin remedio. 
necesitaba a Daniel o Estaban de pronto este le ayudaría.

Y los días pasaron ya la madre y la princesa habían hecho las pases, el tiempo pasa tan rápido cuando hay celebración o cuando hay una gran tristeza y en el caso del palacio había una confusión triste.

***

Faltaban 2 días para que Alejandro volviera y en comedor al terminar los alimentos, las mujeres estuvieron en silencio, hasta que la niña de ojos verdes vio preocupación en su madre.

—Madre, ¿Qué te preocupa?— pregunto, aunque de inmediato se arrepintió por tener una lengua tan floja.

La reina le confesó algo importante para que entendiera, porque la decisión que estaba tomando.

—Lo que más me preocupa es tu seguridad Sophía la Orden ya tiene sospechas de tu poder —Recordando muchas cosas… cuando su mundo era feliz.

Por un rato se quedó pensativa en silencio, luego prosiguió:

—Yo siempre he tenido estas dudas, si tú me las pudieras responder sería maravilloso— Tomó aire —Aquí van ¿realmente quién soy?, y ¿para qué vine a la tierra?  tu sabes que siempre me he sentido extraña, aunque trate de ser normal no puedo.

«Tu poder ya  no se puede ocultar.»

Clariz, respiró y comenzó a explicar muchas cosas al tiempo.

—Tú te acuerdas cuando eras muy pequeñita y podías cambiar el agua en vino y viceversa —miro el techo, mientras Sophía daba una afirmación rápida —cuando al caerse aquel pajarito del techo de la casa de verano allí pasaban las vacaciones, cuando ser reina no era tan malo —se murió y tú lo cogiste con el amor más grande del planeta le besaste la cabeza y él despertó. —Lloró, por no saber qué hacer —Hija mía, — le agarro las manos, para verla mejor y comenzar con aquella confesión— tú mi pequeña eres la reencarnación de la hija de Dios , cuando me casé con tu padre Raphael, tú ya estabas en mi vientre.

—Entonces tú le pusiste los cuernos a mi papá con el hijo de Dios — dijo aterrorizada, aunque de solo imaginarse rompiendo las reglas , le simpatizaba más aunque cometería un pecado original. 

—Noooooo, no fue así como lo estás pensando — sonrió al ver la inocencia de su hija aún existente —unas semanas antes de casarme con tu padre — se rio forzosamente. 

—O sea que yo La representación de Dios Creador en el mundo —el pecho le dolía —esto es sorprendente. 

—No, tu eres la hija de Dios Creador por eso te puse “María Sophía de Nazaret” —trato de hablar.

Con todas estas verdades Sophía explotó como una mini bomba nuclear, reclamándole a su madre de esta manera, se sintió traicionada aunque mataría por la mujer que le dio vida. Sin importar que fuese su padre.

—Y lo dices, así como si nada, tan tranquila y relajada; por qué nunca me hablaste de ello, dime, dímelo mujer—le agarró de los hombros —¿Ahora que excusa vas a sacar? — caminando por la habitación, con los ojos llenos de algo turbio y todo se sentía oscuro —¿ya entiendo la razón de este enlace?

—No dije nada por miedo a perderte,  quería que fueses una mujer normal— mirándola con lágrimas en los ojos, con los ojos llorosos y aquel dolor. — ¡Hija perdóname!

—Qué escusa más tonta la que pudiste inventar, mujer —gritó no necesitaba esto— con razón tanto entrenamiento con los mojes de Asia, tanta clase para manejar la magia blanca y negra — con  una lágrima negra gritó — No Clariz, no te perdonó y no me casare con Alejandro Duks.


***

Después de sacar todo lo que por años había guardado salió corriendo en mitad de la noche, sin zapatos y sin rumbo fijo; con sus alas al descubierto corrió, corrió, con tanta desesperación no sabía dónde estaba, hasta que en la oscuridad de la noche, divisó una pequeña iglesia, bastante deteriorada, con el techo caído, las puertas fuertemente cerradas y algunas estatuas desmembradas.

Entró sin dificultad alguna, como si una persona hubiera abierto desde adentro y cayendo en el piso de la iglesia, cansada, al cabo de unos instantes se paró de allí, sentándose en las sillas de atrás, llorando, gritó:

—¿Para qué me quieres?, Dios si me amas dame una señal, por lo que más quieras. Yo no quiero ser como tú— muriendo con esto se quedaba mirando la estatua del Infinitium la única figura que se encontraba completa.


Bajo la cabeza en ese instante llegó hacia ella una voz hermosa pero varonil, tratando de confortar a la joven hablando de la siguiente manera.

—Hija mía yo te amo y por ti también entregué mi vida— él hombre que hablaba tenía una seguridad, con un tris de amabilidad que la llenaban de paz —  deseo  que tu hagas mi obra, te di estos poderes para que luches conmigo por siempre por los ideales principales de mi padre  por sobre todas las cosas por tu madre que ahora más que nunca la necesitas y acabes con el mal.

Alguien se sentó al lado de ella, dándole calma con solo tocar su hombro izquierdo sorprendida porque seguramente era un vago o alguien que solo estaba buscando refugio, levantó la cabeza, se sorprendió más al ver quién era el hombre que estaba sentado al lado; su estatura era intermedia, vestido de blanco, con cicatrices en sus manos y en sus pies, ya que no tenía protección, de tez trigueña, con unos ojos que eran de bondad, esperanza con tristeza, un color parecido al de sus ojos.

—Hola, María Sophía — dándole la mano y en ese preciso momento este hombre y la joven empezaron a flotar por toda la iglesia, habiendo un gran resplandor allí.

Navegaron tranquilamente hasta llegar a una puerta que se abrió con la mano de este señor, el cual no sabía quién era; en ese lugar había más luz que en ningún sitio del planeta tierra, solo habitaba un pequeño cofre que esperaba ser abierto por la Hija de Dios . Sofía lo abrió con un poco de miedo y él susurró explicando.

—¿Qué son?—preguntó la princesa intentando de sonar tranquila, observando una clase de daga manchada, una corona de espinas y una piedra que brillaba con más intensidad que el sol.

—Estos son los elementos que te harán ser el Infinitium —, mirando a la joven continuo hablando cambio de tono de voz —por favor  tienes que ser muy responsable ya que tú desde ahora posees el poder de mil soles;—colocó la corona en la cabeza de su hija, mirando como se volvia de oro y la daga del destino se reconstruyó le sonrió sintiendo el gran poder que ella tenía, aún cuando la piedra se fijo en el pecho de aquella mujer —de ahora en adelante serás la Dama Dios y  “INFINITIUM”

La princesa miro la luna plateada y los rayos de luz a sus lados, al cerrar los ojos Emmanuel desapareció.

—¿Con qué este es el poder de Dios? —mirando sus alas blancas y percibiendo los poderes de la tierra,estaba destinada a esto, ahora lo entendía y lo que moviendo sus manos miraba como los árboles hacían lo mismo.

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