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Pues bien, en el momento cuando Alejandro le hizo confirmar lo que la princesa supuso, ella suspiro dejando salir todo el aire comprimido en los pulmones; necesitaba más oxígeno para que sus pies dieran movimientos. Entonces con un esfuerzo sobrehumano comenzó a caminar para abrir la puerta como si aquella canción la llevara a un momento exacto y triste de su vida.
Sin poder quitarle la mirada al músico, entró abriendo la puerta, sin darse cuenta había pausado el tiempo. Halle, no podía creerlo parándose allí mismo dejando el piano para mirarla a los ojos.
Su amada lo sintió y a pesar de que Alejandro le dijera que su sorpresa era él, no era cierto. La había llamado desde el fondo de su ser.
-Su majestad -, Sophía no disimulaba el dolor cerrando sus ojos claros -abre los ojos -el ángel dijo observando el rostro de su soberana.
-No quiero, dime que este no es un sueño-sonrió entre lágrimas, no quería sentir que desaparecería como aquella vez, si esa vez que no volvió dejando la Orden, escuchando su voz, que hacía un eco varonil en todo el cuerpo.
El joven, la tomó de las manos para sentir que para él tampoco era un sueño del destino. La piel de las manos de su amada eran tan ciertas como el piano que acaba de soltar, el aire saliente de su cuerpo era tan caliente como un día de verano.
-Sophía abre los ojos, por favor-pidió Daniel corriendo los cabellos desorganizados en la cara de la joven besando su frente, en símbolo de bendición.
Ella abrió los ojos simultáneamente a ese beso, percibía que ya no estaban en Sion, el viento era frío, su cabello se removió sin mesura y las manos de Daniel no la soltaban, se encontraban heladas.
Abriendo sus ojos verdes descubrió que no estaba en su tierra natal, pero estaba encima de una de las cordilleras de Tierra Media, eran diferentes flotaban por el aire.
-Daniel, ¿Donde estamos? -, lo soltó observando todo con gran estupor.
-Querida Sophía, nos encontramos en las montañas flotantes de la Comarca de Rafael-sonrió, sin embargo cuando sintió la palma de su querida princesa en su mejilla frunció el ceño, haciendo que la princesa tomará su mano gritando.
-Lo siento, pe-ro... -sus ojos eran un charco de lágrimas, no disimulaban la tristeza-pero me parece demasiado absurdo que me hubieras llamado después de tantos años.
-Mi niña de ojos verdes -aquel apodo el respingo el corazón-, todo tiene una explicación, hasta el por que estamos aquí.
-¡Huiste Daniel! -Le grito con furia-¿por qué? Si me amabas, jurando que no te irías de mi vida.
«Como te digo que fueron cosas de tu creador, y que ahora volví para quitarle la posibilidad a Alejandro y al Astarot de hacerte daño»
-Sé que te duele... - empuño sus manos antes de atraparla por la espalda-, pero déjame explicarte.
- Me dejaste sola, hiciste qué madre tomará una decisión que me duele-respiró de nuevo y pregunto - ¿Sabes cuál es tu deber? - el volvió a fruncir las cejas - es convertirte en rey y enlazarte conmigo.
De repente algo se alumbró en la mirada de Daniel, es que era su amor eterno haciéndole sonreír.
-¿De qué te ríes? - estaba a punto de sacar su espada para enfrentarlo aunque contra él perdería cualquier batalla, era mucho mejor que Esteban.
-Sigues siendo la misma niña a la que un día le di mi corazón-, estaba hablando de su vida pasada y las veces que peleaban siendo niños. Le tomó la cara y primero la abrazo dando un suspiro para decir-, recuerda hasta la eternidad.-después le beso, en un beso profundo como si el sol y la luz se unieran como siempre-Sophía, mí Sophía - le a trapo la boca, era por instinto. -Pero no podemos contradecir a los reyes - dijo él mintiendo un poco era increíble, la dicha no era parte de la vida de Daniel y más cuando se trataba de ella, debían volver a su realidad, por ende cerraron los ojos, a pesar de esto no la soltaba el sabor de su amada era casi igual al de Sabiduría y no era por comparar.
Definitivamente estaba recordando como era que la amaba en el paraíso, cuando, ella ya era la princesa de los cielos.
Mientras la besaba, volvían al momento en que él la recibía en el establecimiento y todo recuperó su movimiento. Para ser abrazado por ella y escucharle decir.
-Regresaré por ti, ángel-le estrechó contra su pecho - hasta la eternidad.
Al salir de allí, Alejandro la miraba cuando la muchacha le empujo tomándole de su cuello, para decir.
-Gracias, muchas gracias maldito imbécil- sonrió con despreció - te cuento que tu me diste carta blanca para encontrar al verdadero rey de Sion y hombre de mi vida.
***
El camino fue tenso, Alejandro no podía creer la princesa lo había amenazado, con deshacer el enlace por casarse con aquél traidor a la corona, no podía negar los odiaba a los dos. Por eso después de dejarla en la ciudad de Sion a las 9 de la noche mientras en el castillo la de Nazaret la princesa no podía creer qut había visto a su ángel. En uno de los edificios donde la gente que trabajaba para dios creador se encontraba dos pares de ojos castaños exhortos en el tiempo aunque antes en un recibidor se estaba un duque esperando.
- ¿Por qué me llamaste? — Pregunto Alejandro a una silueta varonil — sabes que la princesa se puede llegar a enterar y dejar a un lado el compromiso mi “enlace” con ella, ya me amenazó.
—Tranquilo — hablo la sombra acercándose en zancadas casi inminentemente fuertes— No fui yo — sus ojos verdes se posaron en el castaño — aunque trates de negar lo obvio. Fue la hija “ilegítima del rey”, quien te llamó, si esta en el cuarto.
—No creía que odiaras tanto a la hija de Clariz y Raphael, James.
—Digamos que disfruto del caos que puede causar esto—, dijo el chico —¿Cómo es que te amenazó? —necesitaba saber.
«Eres una mujer especial Nazarena» pensó el demonio sonriendo para empujar a Alejandro hacia su amante.
—Ve—pero antes de irse al cuarto, le ordenó a su inferior —Esteban James, te ordenó que vigiles a la princesa en mi ausencia, mañana salgo a la gira de reconocimiento de las comarcas, y necesito que me cuentes de todos los hechos que pasean aquí.
El demonio agachó la cabeza con una sonrisa de falsedad. Diciendo en un tono relajado...
-Haré, lo que me órdenes - sintiendo la satisfacción de Duks.
«Ella será mía, antes de que tu te des cuenta, pendejo»
-Puedes salir de aquí.
***
Un amanecer encontró a dos amantes saciando su libido una y otra vez, de hecho era él experto en el arte del amor. Entre sabanas hechas manojos de tela sudor y líquidos sexuales un gemido se hizo grande en la habitación.
Y una voz salió, una cansada y llena de pasiones.
—Alejo— el oji castaño sonrió al saberse llamado por una rubia de ojos muy oscuros — te quiero...
— ¿Si? — se estaba organizando en la cama, para levantarse colocando su vestimenta e irse a su casa, luego salir de allí del reino. Se encontraba en el sitio donde pasaban los días siendo personas normales, donde los plebeyos vivían y se notaba la desigualdad y destrucción entre la misma Sion.
— Estás seguro que después de conocer bien el lugar que reinaremos, ella se casará contigo — Victoria odiaba la idea de compartirlo con ella. A sabiendas que Sofía y él no se querían, debían aparentar.
— Debe casarse, Victoria— ambos sonrieron con una lasciva maldad—, para que tu mi princesa gobiernes conmigo.
— Eres tan lindo — le beso en los labios — pero si ella no quiere dejarte para mí, ¿Qué haremos?
—Sencillo matarla— dijo con un mirar de escalofrió — ella debe darme un hijo para que su poder no se dado a ti— coloco sus manos en la rodillas — es orden de dios y conociendo a la tonta hija de su majestad… no habrá nudo tan fácil.
Ese pensamiento puso celosa a la joven Victoria ocultando su ira, preguntando
— ¿Pero si soy yo quien te de un hijo primero? — Pregunto ella — mi hijo será el gobernador del mundo — eso de alguna forma les simpatizo a ambos.
Aunque en la cabeza de Duks, pasaba un pensamiento totalmente diferente.
«Tonta, realmente crees que tú que tendrás el poder, ni ella, ni tú»
Duks salió del complejo de edificios, sin antes volver a casa despidiéndose de su familia quienes lo esperaban ansiosos
—Hijo mío — su madre lo llamo a fueras de la ciudad — si hablaste con la chica.
—Si madre, ahora falta que cielo caiga su majestad— ambos sonrieron mientras que Alejandro se subía en el carruaje.
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Nudo: relación sexual
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