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Sophía, soltó el arma y trato de limpiar todo, comprendía que la mujer que había matado a Lucifer no era ella y que la visión de aquel alacrán jamás se iría de su mente, por otro lado, añoraba ver a Esteban ahora que sabia todo, necesitaba hablar con los dos. Necesitaba tocarlos y sentirlos además de hacerle una pregunta al demonio de ojos verdes ¿Por qué la mordió?
Al ver el cuerpo humano de Lucifer descomponerse y antes de que el anillo quedara enredado en un dedo huesudo, se lo zafo, cuando iba a quedarse en sus lágrimas escucho algunos demonios quienes lo buscaban, la Reina de los Infiernos, Lilith solicitaba su presencia.
—¿Que le hiciste a nuestro Señor?—, hablo un demonio en forma de  duende con una voz aguda, dirigió la mirada al cadáver y al dedo de la joven.
Entonces ella solo tomó aire y respondió, mientras que se colocaba el anillo en la mano que fue mordida al momento del enlace.
—Soy la nueva Reina de los Infiernos —los ojos verdes destellaban fuerza, antes desaparecer del castillo.

***

Al encontrarse sola en el bosque pudo arrodillarse y llorar, no podía negarlo el miedo era algo tan humano, era real. Sara había vuelto por pocos minutos y le dio la fuerza  para no caer  en la tentación, bueno aunque cayo y ahora era viuda.
Necesitaba salir de esa comarca antes de que los demonios y los humanos se dieran cuenta del asesinato, aunque comprendía que no lo desapareció, solo lo en cerró otra vez en los infiernos, donde jamás debió salir.
Por eso y de una manera intuitiva se trato de tranquilizar, para hacer notarse en la cabeza de su ángel. 
—Si de verdad existe esa tal conexión entre tu y yo— suspiró en un susurro, con su cuerpo mojado había comenzado a llover. Se encontraba en shock y por primera vez en días deseaba descansar de verdad— mi ángel.

Al otro lado de Tierra Media en la Ciudad Central, Daniel la sintió junto al miedo que su protegida amada dejaba salir, hasta ese momento no la habían encontrado y aquello los comenzaba desesperar, que ella y su integridad se encontraban en peligro, por eso cuando supo que ya el lazo de ambos había vuelto.

—¡Sophía!—, exclamo como si estuviera buscando la energía de su protegida.—James, la Nazarena se encuentra en peligro — hasta que la ubicó y en sus ojos denotaban íntima preocupación y por eso le dijo —vamos—. Tomando la mano de su enemigo.

Ambos desaparecieron del restaurante en un halo de luz; hasta aparecer en un castillo casi desierto lejos de Sion. Daniel dejo a Esteban en aquel sitio a puertas del castillo y se dispuso a caminar por el bosque debía de encontrarla antes del anochecer.
—Sophía — dijo Daniel, al encontrarla sentada en un tronco muy al fondo del bosque, empapada entre lagrimas, sangre y lluvia. Completamente desnuda además con el anillo del Rey Infernal puesto—¿Que te hizo Lucifer?— pregunto con un nudo en la garganta, nunca la vio tan frágil, tan divina y humana a la vez.
—¡Nathaniel!—grito la joven princesa con lágrimas en los ojos buscando calor, lo abrazo a lo que él la brazo también con su alas —pensaba que no volvería a verte—el silencio se rompió cuándo ella lo miró—, Daniel necesito hablar con James y contigo, antes de cualquier cosa. 
—Acuérdate que soy tu protector — la miraba con algo más de cariño, la quería sentir Halle amaba desde hacía mucho. De inmediato reconoció su olor y sus ganas por eso le abrazo se hicieron grandes además sin control, con intención de hacerla entrar un poquito más en su ser —y que somos almas gemelas.
—Si lo se—sonrió a pesar de la tristeza —sabes Daniel. Te he extrañado tanto... quisiera volver a casa, de verdad necesito descansar.

Se  sentía atrapada pero de una forma demasiado agradable, cada uno le mostraba cosas distintas: James le abrió el camino para conocer otras cosas le amaba de alguna forma distinta a lo que le habían enseñado en libertad y la pasión, en cambio su ángel  la protegía y le enseñaba que el amor es sacrificio y paciencia además como ser un ángel o más bien Dios en la tierra.

De repente además con desgane el alado escuchó voces haciendo que desaparecer con la chica de ojos verdes, aunque antes de hacerlo él dijo.

—Sophía ya no hay soldados, ni demonios creo que podemos salir.—ella rodó los ojos y asintió —y James vino también—habló desapareciendo en un halo de luz junto a ella.
—¿Donde esta?
—Debe de estar esperándonos en los límites con la comarca de Luzbel.
—Daniel gracias por sacarme de allí—, al escuchar eso se apropió de los labios de la princesa— te amo.
—Siempre seré obediente a ti a mi Dios —,que ella dijera que lo amaba era una melodía para su ser.

«No sabes cuanto espere por esto»

Y mientras que Daniel calmaba a la princesa, Esteban los esperaba, se encontraba un poco herido, pero no le importaba. Escuchar los gritos de auxilio de Lucifer eran magníficos.

***

Al llegar a los límites de la comarca de Luzbel, Esteban trato de aparentar el nerviosismo qué le causaba volver a ver a la hija de Clariz.
En ese instante Sophía salto de los brazos de Daniel para quedar frente a frente a Esteban.
—Me mataste, idiota—, lo empujó con su hombro izquierdo y mientras que se elevaba unos metros contra una pared de piedra la luz de ella se hacia mas potente— te fuiste para que Lucifer hiciera lo que le diera la gana conmigo—Esteban no quería responder no debía responder, la conocía perfectamente y tenía claro cuáles eran las razones, para su actuar. Antes al contrario, esperaba ese desplome de dolor y tristeza—mírame ¡maldita sea mírame!

Cuando escuchó la exigencia de la princesa la miró fijamente, para de repente sentir con dolor la mano derecha observando como de ella salía una energía tan pura como el alma de esa mujer, quemando la piel del demonio
Esteban no había gritado por los golpes de Sophía hasta sentir su delicada mano en su piel como fuego. Si ese era el poder de Dios, trataría de volverla a molestar.

De lejos Daniel observaba todo esto cuando se percató del daño tan inmenso que le hacía al demonio, por ende, la tomo de la cintura cuándo ella lo agarro del brazo, para que la soltará igual que al demonio lo quemo. Deseaba seguir dándole a Esteban unos buenos golpes.

Después de que esto pasara y a pesar del dolor de la herida en el pecho y el dolor del resto de su cara, la hizo entrar en razón.

—Sabes qué debía de hacerlo era parte de mi misión de vida—habló agitado la fuerza de Sophía era realmente grandiosa y por eso, no podía atacarla sería peor—porque si no lo hacía el rey demonio me iba a matar a mí —los ojos de Esteban se ponían cada vez más verdes y delimitaban odio hacia sí mismo, por haberlo hecho de nuevo—, el mundo necesita equilibrio además debía de pasar esto para que tú te convirtieras en lo que ya eres... Dios entre nosotros—, la princesa le dio una cachetada entera y después se limpió las lágrimas para seguir escuchando el chico en cuestión—Además mujer soy un puto demonio ¿Que esperabas?
—Para que el mundo este en equilibrio, yo los necesito a los dos —grito apretando las manos recreando unos truenos a lo lejos—y también el Trono de Dios—, observando las quemadas de sus dos amores —chicos Lucifer me mostro algo—suspiro dando la impresión de constante cambio—. Él mato a Sara de Nazaret.

Al escuchar esto Daniel la abrazo sin importar las quemaduras, entendia que este era el de su verdadero Dios, de inmediato Esteban la amarro para sentir como la piel donde ella había quemado se cicatrizaba.

—¿Que tienes pensado hacer? —preguntó James alejándose tan solo poco de su ángel Caído.

Ella se separo de los dos y pidió, quitándose el anillo del Rey Infernal que se arrodillaran.

—Esteban James — se cortó un poco para untar el anillo de Lucifer con la sangre suya —Llevaras el titulo de Rey de los Pecados y llevaras una parte de mi alma en ti—, la solemnidad en la voz de Sophía era casi a la de Dios. Colocando el anillo en el dedo de la mano derecha de Esteban. Sentía que había algo de cambio y ese algo era su forma demoniaca—, deja tu forma humana.

Esteban suspiro mirando a Daniel quién le sugirió que le hiciera caso con la mirada. Mientras que se miraban la princesa comenzaba a desprender una luz; los chicos miraron esto y el ángel también dejo salir su poder. Rápidamente se arrodillaron observando que la luz chispeante de la hija de Dios.

Los truenos y los vientos se hicieron notar, el movimiento de los árboles en el bosque, los animales alrededor sobre todos los pájaros guardaron silencio al escuchar a la soberana…

—Chicos esta luz será  su fuerza y determinación —las dos luces estaban encima de la cabeza de los muchachos aún no sé posicionaba— es mi alma envuelta en la luz de la esperanza la fe y el cambio—sonrío tranquila como nunca antes lo estuvo—, ambos tienen el favor de ser mis bien amados y aquello jamás nadie se los arrebatara—abrió las palmas de sus manos para dirigir la luz hacía las heridas hechas por ella, cuando dijo esto su cuerpo comenzó a levitar la energía era llena de furia y olía a cambio.
Las heridas encerraron dejando una marca como una clase de tatuaje. Eran dos serpientes separadas por una espada.
—Sophía—en ese momento los chicos tuvieron algunos cambios físicos que se notarían en su forma original.
Esteban obtuvo unos cuernos bastante grandes y una que otra marca, una cola más delgada y más larga dejando ver los incisivos bastante pronunciados, la musculatura aún más formada e inevitablemente su piel casi quemada. Por el lado de Daniel las alas se convirtieron en hierro indestructible casi diamante, su cabello era  largo de un azul casi negro de igual manera su cuerpo se formó más y la altura aumentó un poco más. ambos poseían una belleza acorde a sus a sus tareas.
Después de esto Sophía cayó derrumbada en el piso, los chicos no pudieron salvarla del tremendo golpe de inmediato Daniel  y la puso muy cerquita en su pecho.
—¿Estás bien?—preguntaron los dos a lo que ella asintió para pararse de nuevo y mirar a Esteban diciendo.
—Tu corazón, tu alma, tu mente y tu ser: serán míos para siempre—Esteban sonrío— así nos toque enfrentarnos a muerte en algún futuro—, suspiró aquello lo veía cercano— seré tuya no importa lo que pase después.
—Te juro que mi lealtad, mi ser y mi corazón serán tuyos—le beso respirando su aliento—hasta que tú mismo decida mi final.—decir esto la chica en cuestión volvió a desmoronarse su cuerpo físico estaba cansado y había llegado al límite del esfuerzo.

***
Cuando Sophía despertó, habían pasado tres días desde la muerte de Lucifer y también de haberles entregado su alma a sus chicos.

Al abrir los ojos, la primera persona que encontró fue Esteban, quién parecía dormido; Pues los hombros estaban sin rigidos y la cabeza gacha daba esa impresión de cansancio.

—¿Porque me mataste?—hablo como pudo  reaccionar, Esteban la miro y se acerco como él necesitaba.
—Entiende, mí ángel —, le conteplaba—. No fue mi intención era una misión —acariciando la cara de su princesa antes de besarle la mano.
—Al descubrir que Lucifer fue quién mató a Sara —recordar el miedo de su alma le causaba malestar— transformó en un alacrán venenoso y me envenenó tú no hiciste nada o mejor dicho Ezequiel no hizo nada malo—atrapando el rostro de aquel chico para besarlo.— puedo preguntar ¿Ya reclamaste el Trono de Lucifer?
—Déjame ir por el y volveré a ti.
 
























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