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Cuando Esteban escuchó que Daniel volvería y pelearía su puesto en la Orden de la Lux, solo sonrió.
«¿Qué estas planeando Emmanuel?»
De inmediato Allejandra, les bajó la conmoción a las chicas y sobre todo a la princesa.
—Te recuerdo que si tú no cumples lo pactado con Alejandro y su familia, el mundo caerá otra vez en guerra—la princesa y los dos chicos la miraron—, ya no solamente están en juego nuestras vidas si la de los demás — aquello puso a pensar tanto Daniel como Sophía recapacitando, todo antes de hacer una locura.
—Aquí mi amiga tiene razón pero si compruebo realmente que El Heredero al Trono es Daniel o mis hermanos, pues Alejandro tendrá que irse de aquí o Morir en mis manos. —nunca en la vida la vieron y escucharon tan decidida, pero era una decisión tomaba desde que las alas aparecieron y aquello nadie lo sabía, por lo menos sólo las chicas.
Por lo pronto cada vez más se parecía a Sabiduría y aquello, los hombres en el grupo les parecía algo demasiado común.
***
Al llegar al palacio de Sion antes de las seis de la tarde las chicas seguirán su rutina, pero algo cambió cuando vieron el carruaje de la comarca de Miguel, una visita que en lo particular haría mella en la decisión de los reyes. Una mujer de más edad venía acompañada de sus nietos, esperaba por su princesa la única que podía acabar con el mal y el bien en un chasquido de dedos. Necesitaban impedir cualquier atropello de parte de sus nuera e hijo para con la Futura Soberana.
—¡Princesa! —Sophía, reconoció la voz de una persona que amaba con el alma, su abuela Josephine, aquella mujer que realmente no era tan anciana le abrazo besando su frente —Hubiéramos querido venir antes y conocer al personaje con el que te vas a casar.
El viento era cálido y su sonrisa genuina eran un aviso de felicidad, pues hacía meses no veía la madre de Raphael se encontraba un poco apremiantes a la decisión de Clariz.
—La pequeña Sophía, ya casi será la reina —, la Guardiana Suprema de Sion la miro con orgullo— estas hermosa.
—Gracias abuelita — susurro, la joven antes de abrazarla
Sophía estaba en shock, pero feliz y triste, por ende la abrazó con fuerza con tanta ternura que empapó su camisa del colegio, después limpiándose las lágrimas, saludó:
—Hola mi abuelita , ¿Qué haces acá? — No se colocaba en duda el aprecio a su abuela pero hizo una reverencia digna, arrodillándose ante ellos —¡qué sorpresa tan agradable!
—Levántate pequeña, te queríamos dar la sorpresa — la observó desde los pies a la cabeza— pero mira que fue al contrario — observando como a la joven Nazaret se encharcaban los ojos, recordando las leyendas y las profecías de sus antepasados— toda una princesa o más bien toda una Reina.
—¿Mi madre? — preguntó, aún limpiando sus ojos.
—Con tus hermanitos están arriba, la cual está un poco enojada — dijo su abuela Josephine — ¿Por qué no la llamaste?
—Abuelita, es que me entretuve con mis amigas. Estaba solucionado algunos pendientes — alzo las cejas incrédula puesto que su mamá no le decía a qué horas llegar, pero supuso que debían hablar sobre, Alejandro, es que ella no se casaría —además el colegio y mi compromiso — lo último la había dejado, con un mal sabor en los labios.
Al notar la distracción de su nieta. La mujer mayor supuso.
—Me imagine, debes de estar algo ocupada con todo—aprecio su amada abuelita — por eso venimos ayudar.
—Sí, claro abue— habló ella, sin percatarse, como era observada por la mujer.
***
Josephine de SkyRed observaba a su única nieta mujer, pues tenía la impresión que le iban a obligar a enlazarse con alguien que no la iba a preciar como debería. Ella era tan parecida a su hijo y su querida nuera que para ella no existía un hombre digno, por lo menos en la tierra.
Sin embargo y con el dolor en su alma no podía hacer mucho. Eran las leyes de Dios y sobre todo, TODO se debían respetar.
De repente aparecieron Clariz y su nieto menor, el pequeño Raphael que poseía un Dogi blanco estaba interesado en las artes marciales y la catana.
—Les dije que ella estaría hermosa — la princesa que tenía la cabeza agachada limpiando su cara por las lágrimas que traía desde que vio a su abuela—todo anda bien— comenzaron a caminar hasta llegar hasta la gran sala de estar, donde se situaban algunos muebles de época y sillones cómodos para todos.
Josephine, miraba la inocencia de su nieta y nuera sabía que allí había algo más las noticias volaban rápido y conocía bastante bien a la joven Sophía y a la mujer que crió como suya para no saber que estaba pasando.
—La extrañamos mucho a estas vacaciones Sophía — entablo conversación la abuela, pues la soberanas del pueblo, no era capaz de mirarle a los ojos como siempre; para cambiar esto la abuela Josephine mencionó a un primo menor de Sofía de 17 años —Jean ya dentro de poco se enlazara y tomara el poder la comarca donde vivimos.
Clariz, que amaba a sus sobrinos se encontraba muy contenta por su hermana Gala, pero la princesa no tenía pies y cabeza para pensar en los futuros enlaces entre comarcas, necesitaba solucionar eso ya, antes de que otro humano la mirará desnuda.
—¡Madre! — Llamó Sophí— ¿Dónde está mi padre?
—¿Dime? — Clariz, miraba como su hija estaba a punto de quebrarse no quería verla sufrir y más por cosas de adultos— tu padre está en una reunión muy importante
—Puedo irme a mis a aposentos — saco una excusa para salir de allí —Es que debo hacer la tarea — Clariz frunció la boca de manera disgustada observo a su su suegras quien poseía una gran expectativa —por favor.
—Está bien — suspiro bajando también la cabeza — ve y lleva contigo a tu hermano.
De la nada ella agarro sus cosas y salió.
“¿Por qué estoy tan triste?” pensó ella tirándose a su cama para llorar, después de dejar a su hermano con Allejandra.
***
En la sala de estar, la madre de del rey Raphael, preguntó en una sola confusión
—¿Por qué la estas obligando? — Pregunto la duro, a lo Clariz respondió con una luz de tristeza y desengaño que le partió en dos el alma.
—Hace unas pocas semanas apareció la hija que mi Rey — refiriéndose a SkyRed con lágrimas en los ojos, de igual manera como su hija —tuvo con su consorte — se sentía traicionada por parte de Rafael— sé que es natural que los hombres y más de nuestro nivel social tenga más de una mujer — Jairo miro a sus hija con desilusión hacia el hombre que estaba seguro que la amaría toda la vida — pero me duele bastante.
—Vas a casar a la Hija de Dios, con un simple humano— se sorprendió aunque de alguna forma la entendió —, para que la chica que apareció no tome ni un gramo del Reino—.
—Sí, madre—suspiró sintiendo arrepentimiento ante la idea de ir contra los mandatos de Dios Padre— aunque sé que esto mata a mi hija y que Dios Creador me va a castigar.
***
Lunes llegó y Sophía, respiro al llegar justo a tiempo en la parada de autobuses pues bien las cosas cambiaron al tener a sus hermanos ahí y a su abuela con ella, le da un poquito más de fuerza para tomar la decisión adecuada y decirle a su madre y a su padre que no se casaría con Alejandro, ni con ningún hombre que ellos le presentarán. Sophía estaba cada vez más nerviosa y más inestable tanto que se estaba retrayendo sin darse cuenta, pero cuando se trataba de sus amigas, no le importaba dejar a un lado sus sentimientos y Sus emociones para ayudar.
—Buenos días, chicas — saludo y todas tres se acercaron para entrar seguidamente al transporte, pero algo extraño paso Tamara estaba muy en silencio y Johana no la dejaba de mirar, con resentimiento — ¿Qué paso?
—No lo sé — suspiro agachando la cabeza, para mirarla a los ojos — cuando encontramos en la puerta ya estaban raras.
—Bueno, pero me preocupa que estén así — susurró entonces cambio de tema — te cuento hable con la Reina y nos va ayudar— Allejandra no entendía mucho, entonces Sofía le explico — lo tuyo con Axel.
Cuando las chicas escucharon esto se acercaron más a la princesa, paro antes de llegar al instintito, de repente el bus se paró los siguientes en subirse fueron James y Anita. La última se fue directo donde estaban las chicas.
—Buenos días, ¿Cómo amanecen? — preguntó la oji dorada.
—Muy bien — dijeron en unísono Tamara y Jhoana, quienes al notarse que ambas hablaron al mismo tiempo. Fruncieron el ceño volteándose para no verse la cara.
Sofía guardo silencio y comenzó a concentrarse en los pensamientos de sus amigas… o más bien en las emociones de cada una. Al lado derecho se encontraba Tamara.
«¿Por qué se lo dije?, parece que no me conociera bien» .
Sophía, Allejandra y Ana se sentían incomodas aunque la princesa escucho más atentamente lo que su amiga morena pensaba.
«Es que si mi padre supiera de quien estoy enamorada, si mi madre escuchara mis pensamientos al verle las pecas matizadas en su cara» , de verdad la princesa guardo esa idea, asustada.
Las reglas eran claras los hombres y las mujeres, no podían tener relaciones afectivas/sexuales. Entre ello, si se encontraba algún indicio de homosexualidad eran castrados o castradas podían ya podían irse a pena de muerte.
Por ese lado las cosas iban raras, por el lado de la prima de Allejandra se iban a poner más locas.
Esteban se sentó con ellas y comenzó saludando a Ana y a la oji verde, porque las otras estaban rarísimas. Alleja estaba roja. Jhoana junto a Tamara no se encontraban bien.
—Hola— él se acomodó a un lado de la chica de pecas — ¿Cómo están?
—Bien, bien — respondió una Jhoana perdida en sus cosas.
Sofía se quedó en silencio después de que con un “hola” seco lo despacho estaba muy concentrada con la acompañante de James.
«¡Perdónala Dios esto no es correcto!, pero a mí también me gusta y de hecho si yo fuera un chico le pediría que se enlazara conmigo.»
Esteban quien noto raras las dos alegó
—¿Qué les pasa a ustedes dos? — Esteban grito haciendo que todos en el autobús se movieran hacia el grupo donde estaba— está bien que no todas las veces se la lleven bien, pero esta ley del hielo molesta.
Todos guardaron silencio hasta llegar al instituto en donde las chicas se dispusieron hablar lo necesario, en descanso antes de salir Sophía encontró a Jhoana en los baños escolares, mirándose en el espejo.
—¡Jhoa! — La llamo como su hermana mayor — ¿Qué pasó con anoche?
La de pecas, lo negó con la cabeza, pero dijo algo haciendo reaccionar a la princesa.
—¿Qué hacer cuando no puedes escoger a quien amar? — La princesa lo sabía, ambas tenían claro estaban obligando a cumplir con ese mandato — ¿qué hacer cuando está prohibido? — La oji verde que no entendía mucho, espero en silencio mirando muy atentamente lo que hacia la amiga del alma — estoy enamorada de una mujer.
—¡Jhoa! —Susurro con miedo, pero le abrazo —y esa chica es Tamara, ¿verdad? — la menor no lo negó balbuceando.
—Es que yo puse… — se limpió los ojos— me puse muy celosa cuando ayudo a Daniel y entonces le reclame — la pecosa, se ruborizó bastante porque había dicho un secreto que nadie podía saber.
—Sabes que Támara respeta a Daniel como si fuera su hermano—Sophía soltando la espalda de la chica haciendo que se alejara de para atrás interrogó — ¿Hace cuánto están juntas? — frunciendo el ceño. No sabía que sentía, pero no era un sentimiento malo si no de compasión, de benevolencia y de quererlas proteger a toda costa.
—Hace seis meses — respondió Jhoa — fue Tami quien llego a mí.
—Tranquila, las protegeré — sonrió, cuando aconsejo algo obvio — nadie debe saber esto, por ahora.
—Lo sé — dijo arrepentida — Tami me odiara.
—Y tranquila no le diré a nadie — ambas sonrieron con cariño hasta que la princesa volvió a interrumpir el silencio —, pero menciónale que ya sé y que las apoyo en todo.
La chica que se había confesado se arrodillo ante ella diciendo.
—Gracias su majestad —era algo que a Jhoana le nacía desde lo más profundo — juro lealtad a su majestad Sophía de Nazaret heredera de mi Reino Sion — Miró esa escena y guardo silencio. Hasta que su amiga se paró de allí y fue al patio donde seguro las estaban esperando.
Sofía, entro al retrete y después se quedó mirando en el espejo. Aquel reflejo que últimamente se veía extraño, que no era de una princesa feliz, porque se iba a casar, era una chica de 18 años que debía casarse porque si no su familia perdería el poder que habían tenido desde hace años y sus amigas morirían
Era una chica con dudas que debía despegar de su cabeza, para ser la Reina de Sion el orgullo de su sangre latía por las venas.
«necesito hablar con esos dos»
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