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En el momento de haber dejado sola a la princesa en el castillo de Sion. Esteban James arribo en un instante a un bosque, donde los árboles y las cenizas eran la constante.
—Creí que la gallina, no iba a pelear para proteger a su princesa—se escucho un rugir detrás de un árbol —sal de ahí Acies o ¿tendré que ir por ti?
De la nada, se escucharon pasos pues el suelo estaba lleno de hojas secas y demás cosas una mirada azul como la noche hicieron su presencia.
—No deberías venir — apareció un ángel con una espada bastante larga y brillante, aun las alas no se habían vuelto visibles, pero el poder que emanaba el ser frente a Esteban era fuerte —era yo quien pensaba que te ibas a desaparecer.
—No soy tan débil cucaracha celestial— saco una mano de su bolsillo y con el dedo índice disparo un rayo de fuego, hasta donde estaba, el ángel.
—No se te ocurre nada mejor—un remolino de viento salió de la espada del guardián, elevando al demonio unos 100 metros de suelo y dejándole caer—se te rompieron dos costillas, tienes un agujero en el pulmón, además de un ojo golpeado —el ser luz se fue acercando sin percatarse que el Esteban ya era de un demonio.
Un mounstro de pequeños cuernos, pero con una musculatura exagerada de color rojo, con unas alas de murciélago medianas.
Cuando el ángel se poso casi encima de él, el demonio lo agarro de la cuello haciendo un cambio de posición y dando un fuerte puño al estomago de el ángel hizo que algunos chorros de sangre angelical salieran de la boca moliendo al alado, la resistencia de ambos era magnánima.
—¿No te vas a defender? —lo que James no vio era que aquel ángel tenia su espada a un lado y mientras que el lo usaba con bolsa de boxeo, Daniel recuperaba su poder, para tomar la espada y ponerla en el cuello de el demonio.
—Claro que me defenderé —, de esta manera el ángel hizo retroceder al de demonio, ya lo de la camisa no había nada y se levanto para tirarle un golpe en la cara desencajando la mandíbula —¿Que te hace pensar eso?—, lo volvió a golpear ahora con sus pies mientras que su cuerpo se recuperaba instantáneamente—Esteban James—, Daniel sonrió, mientras que lo arrastraba de sus cuerpos haciéndolo gritar atropelladamente—, sabes cuál será tu castigo.
—No me vengas con esas cosas de "gallinas"—pudo susurrar cuando Daniel lo soltó tirándolo hacia una roca filosa rompiendo al demonio —me maldecirás, ¿cómo?
—Te enamoraras del Infinitium y sufrirás sus consecuencias —dijo el ángel que tenia ya hace varios minutos con sus alas de un tamaño parecido a las de Esteban —sufrirás como yo, todo los sucesos pasados ella, además estarás condenado si condenas su alma a los infiernos.
—¡Que maldición tan estúpida!, maldito guardián —dándole un cabezazo lo elevo otra vez llevando detrás de él algunos árboles—sabes que ya estoy maldito. Recuerda cuando te salve la vida cuando las comarcas no existían y la humanidad crucificaba a diestra y siniestra ¿te acuerdas? Cuando Saray, era una simple humana.
—Si, todos los días de mi vida — dijo Daniel levantándose apoyado de su espada—cuando la vi morir en tus brazos.
—Y ¿sigues creyendo que la mate?—dijo Esteban, sacando su aura negra, para tener más poder —no puedo matarla en esta vida que ya es Dios, lo haría siendo la una humana—escupió el suelo era un símbolo de odio a todo lo creado por Dios Creador —no creas lo que dice Emmanuel, no están santo como crees —le iba a clavar su espada de fuego con intención de darle de baja, cuando sitio un poder divino acercarse y tomarlo de sus alas vampíricas, para sacar al ángel de allí era Jophiel, quien con una tremenda voz hablo.
—Deberías de estar en tu comarca James —, le dio un golpe para calmarlo.
Esteban el cual dijo con rencor.
—No la salvaras fácil de las garras de mi padre.
***
Y los días pasaron con cambios y desdichas, pues no le había contado a sus padres que encontró a Daniel, respiraba bastante esperando a la nave del secundario; la abordó y sentándose donde estaban sus amigas, saludó.
—Hola Allejandra, Jhoana y Támara—y observando a una chica que estaba sentada de lado, alta, cabello negro, y ojos dorados preguntó haciendo un gesto, alzando la ceja y quitándole el puesto— ¿Cómo te llamas?
—Ella se llama Ana—contestó Allejandra que conocía bien a la nueva integrante del salón y del grupo de amigas.
—¿Cómo estás?, y esta vez quiero que responda ella, por favor— todas se miraron como si no la conocieran.
Y Ana tuvo la valentía de saludar tenía claro la reputación de su majestad Sophía, el silencio estaba rondando el lugar, hasta que la joven oji oro pronuncio.
—Hola su alteza—saludo la joven un poco apenada, haciendo una reverencia —, soy hija del duque de la comarca de Uriel — tocándose inmediatamente el pecho. Parecía algo preocupada por esa situación aunque no lo entendía. Sophía si lo vio aunque trato de disimular.
«Ella es Dios, la Dama Dios»
—Te la creíste ja, ja, ja —volviendo a su cara sonriente — mírame— la oji oro subió la mirada hacia la heredera y la princesa propuso dándole la mano, para sentir si era cierto o no lo que la nueva emanaba— Ana, la única condición que pongo yo, nada de cortesías y nombres raros, te agradecería bastante — hizo una seña desesperada — estoy hasta la coronilla de modales Burgueses y aristocráticos.
«Es una Guardiana» recordando a su abuela. Mirándola extrañada balbuceó. Ambas sintieron algo curioso.
Que Sophía percibió, lo que ella no sabía era que Ana tenía un secreto que pudiera cambiar todo.
—¿Cómo así? — Con un interrogante en la cabeza que si hubiera sido real sería de dos metros de largo, coloco en sus ojos unos lentes de marco negro, tenía muchas preguntas, que puso en las caras de las jóvenes una sonrisa y por consiguiente una gran carcajada.
—Yo soy muy normal, no me gusta sentirme tan privada de las cosas comunes, y las exclusividades las detesto, aún más si se trata del colegio.
«Es mi único lugar de libertad por ahora» pensó mirando a Allejandra y su amiga lo supuso.
—Ummm, ya entendí entonces todas te llaman por tu nombre Sophía— reafirmo la explicación de la princesa.
—Exacto —contestó haciéndose un espacio, entre Allejandra y Tamara— abran cancha que llegue yo.
—Una de las cuestiones del día se relaciona contigo y Alejandro, me escuchaste Sophía— advirtió Támara que estaba decidida a hacer de Cupido. Solo quería ver a Sophía feliz aunque no tenía idea que pasaba por su propia cabeza.
«La verdad no quisiera esto, pero por ustedes lo hare sacrificando la libertad y no veré otra vez la calle»
Sophía, pensó fijándose el piso del auto bus. Recuerden La reina después de casarse no puede salir sola a las a fueras del Palacio, sola.
—¿Y eso que tiene que ver? — Preguntó, Ana ya que estaba interesada por ser amiga de Sophía sus ojos expresaban tranquilidad, pero con un poco de dolor y desesperación. A pesar de aquel sentimiento de ese momento sintió confianza.
—Te cuento y te resumo que es mejor que Alejandro y Sophí, se la lleven bien, por nuestro futuro — dijo Alleja, mirando al que entraba de la buseta voladora. Un chico de camisa blanca y corbata rosa pálido. El joven oji verde volteo y sonrió haciendo una mueca arrogante a las chicas y más a Sophía.
—Ellas quieren que sea feliz, pero aquí ente nos — las acerco a todas cuatro a los oídos — no podría ser feliz con Duks, él se transformó en un ser despreciable desde que nos comprometimos.
—Nada es como parece — le susurro Ana quien estaba sorprendida, por aquella información, es que ambos parecían felices.
—Anita, ahora que sabes esto — Tamara se quedó mirando a Esteban —quieres unirte a nosotras.
—Claro que si — la simpática reacción facial, tranquilizo a las demás — pero quiero que la futura Reina sea feliz.
«Gracias» agradeció mentalmente la soberana.
Las otras chicas observaron a la peli negra y haciendo caras, se pusieron hablar de cosas que a Sophía no le importaban.
—¿Te puedo llamar Anita? — pregunto la oji verde.
—Si claro, Sofi — todas escucharon y sonrieron. Aparentando el disgusto.
Un silencio se instauro en todo el trasporte cuando la lluvia cayó en gotas grandes y un silbido se escuchó en todo el lugar dando tranquilidad aparente. Sophía se quedó atenta al sonido y de dónde provenía.
***
Al escampar los chicos salieron del bus, Ana que era nueva en el Reino de Sion pregunto sorprendida porque al bajar observo que era muy bello sin contar de lo impecable.
—¿Este es el colegio? — contesto entonces otro grupo de chicas salió Victoria a decir.
Sophía, la miro sin expresión alguna, necesitaba disimular la frustración junto a la ira recordando la discusión con su madre, doliéndole el alma por el hecho de que esa niña tuviera el apellido de su padre.
—Pues sí, este es el colegio como lo sabes y no te has enterado te diré — haciendo una pausa arrogante observo a la princesa, con una voz chillona insoportable — este es el colegio más diverso que existe... aquí pueden entrar también los plebeyos y los nobles — Se gira, para darle la cara. Le estaba dando la espalda — pero esto cambiara cuando la heredera de Trono suba.
"Y esa seré yo, Sophía" Victoria tenía ese pensamiento y de inmediato la princesa reacciono, asustando a todos por el cambio de actitud no entendia si habias escuchado esto salir de la boca de Victoria o de su mente.
—A ver, niñita, te dejo algo claro —Sophía que era afamada por ser una chica calmada y que sabía lo que Victoria estaba buscando. Estaba explotando — baja la cabeza — le grito de una manera haciendo que la rubia le agachara la cabeza con rabia, la princesa camino hacia ella. Está bien que su madre soportara a esa niña. Pero ella no lo iba a soportar — te recuerdo cuál es tu lugar.
—Sí Sophía, ese lugar en que dejare a tu familia y a los tuyos — Victoria realmente no le importaba que ella fuese princesa y que sin saberlo estaba ofendiendo a su dios.
—Eso lo veremos — pronuncio la princesa.
De la nada apareció un niño gritando de un ojo verde y otro azul, las personas le saludaron con gran respeto era el pequeño príncipe, Llamado Rafael SkyRed
—Niña, cuidado con lo que dices porque te puede salir caro — gritó Rafael con desesperación, es que no entendía como su hermana se dejaba de esa chica.
(Los niños varones, podían defender a sus hermanas mayores, además no hay cosa más importante que los hermanos)
—Por qué será que eres tan bocón y no te puedes quedar callado — dándole un pellizco a su hermano dijo, pero antes hizo un guiño a su hermano— gracias, querido debo preguntar ¿qué haces aquí deberías estar ya en tu salón? — Dijo — sacando a su hermano hasta la entrada de la primaria.
—Dejémoslo, con que me debes un combate — dijo el chico — a mí también.
—Está bien — dejando a su hermano sorprendido el chico no dijo nada.
Después de aquel insulto dado por Victoria, Sophía trató de tranquilizarse porque las chicas eran como su familia le ayudaron, cuando iba camninando, vio que Esteban se acercaba, mirándola con rencor rayándole los ojos bajando la mirada. Antes de entrar al salón le chocó con alguien quien la abrazo inmediatamente.
—Creí, que tú eras diferente — susurró sin mirarla.
—¿Tu que sabes? —le afronto justo antes de entrar al salón, él la agarro de una mano y diciendo sonriendo para tentarla.
—Pues se lo suficiente, para saber que eres la "futura Reina de Sion su majestad" — agacho la mirada de forma burlesca. Ella de inmediato se colocó roja mirándolo fijamente. James era realmente guapo.
Sus ojos verdes casi amarillos, grandes, una cara perfilada y un misterio en su presencia que a cualquier mujer volvería loca... Era tanta la cercanía, que ella alcanzo a ver una especie de cicatriz que se asomaba hasta una parte del cuello. El tiempo corrió, hasta que la chica que aún se perdía en el agarre de James bajaba la mirada estaba colorada y se veía furiosamente adorable, para Esteban a él le daban ganas de meter su lengua en esa pequeña boca.
—¡Suéltame! — exclamo ella de una manera mandada. James solo hizo una mueca de diversión y le dejo ir.
—Sus deseos son ordenes — dijo el chico quitando sus manos de ella.
De inmediato entraron al aula y la joven no hablo durante toda la clase.
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