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En el preciso momento que Esteban James beso a la princesa Sophía hubo un gran movimiento de tierra cerca de Luzbel, en la tierra de los exiliados, o más bien en la tierra de Lucifer, creando una cueva que tenía luz propia, una de color rojo. de allí salió una neblina negra en forma de ceniza y de repente apareció un pie de una grieta, estirándose un ser de una estatura alta, junto a un cabello largo y unos grandes cuernos de unos cuantos metros, acompañado de algunos demonios menos poderosos, deseando venganza.
—He llegado, al fin —, apareció Lucifer con sus alas con membranas mirando al cielo para decir—veremos que hace tu pequeña, hermanito. No me demorare en conquistar a tu orgullo. —sus ojos claros alumbraban con intensidad, cuando el padre de Esteban, aparece para darle la bienvenida a su rey de verdad.
***
Esa misma noche a las 12:00 am empezó a soñar con que ella se estaba casando en la piedra que se encontraba en la mitad del reino, era el punto donde todas las comarcas se reunían, en este punto sentía angustia por no saber qué era eso, que la llamaba tanto. Este lugar quedaba lejos en la comarca del Arcángel Miguel.
Hasta, que abrió los ojos para calmar Su corazón, como acto seguido pidió a su dios:
«Dios, ¿Qué fue eso?» pregunto para sí, volviendo a cerrar los ojos en la cama mirando que eran más de la una de mañana y que realmente necesitaba dormir y descansar.
Pasaron 20 minutos y la princesa durmió, después de sentarse tomar agua, pensando mil cosas. Ya en la mañana, no quiso que sus amigas la ayudaran por eso se encontraron en la parada de autobuses Allejandra la "sabía y prudente" apodo colocado por Sophi preguntó:
— ¿Tú no tuviste un sueño? Dime Sophía —mirándola fijamente a los ojos quien noto el cambio de color en sus ojos, pero guardo silencio. Si Alleja era muy prudente a comparación de sus acompañantes.
Algo en Sophía se estaba despertando, pero no era para nada fácil de aceptar.
—Pues niñas, les digo la verdad — coloco las manos en su cuello, mirando el techo de él transporté y acariciando su lunar que en los últimos años se había corrido hasta un lado de su cuello— si soñé que me estaba casando y ese alguien tenía los ojos más hermosos que existen, que hipnotizaban con solo verlos. ¿Por qué me lo preguntan? Llevo soñando lo mismo varias noches — Con una gran sonrisa al recordar aquel hombre, un desconocido la hacía más feliz que su futuro rey. Comprendía que enlace sería un suplicio, de esta forma cambio drásticamente al recordar a Alejandro.
—Sonará increíble, pero todas soñamos lo mismo, que tú estabas casando — las demás chicas la miraron dándole razón — esto es una señal de que algo va a cambiar entre nosotras algo extremadamente importante—. Respondió Allejandra — el chico no era el Duque.
«Es cierto, no era Alejandro, pero me veía tan feliz» Dio razón a su amiga.
—Alleja, no recuerdo bien su cara, eso es lo que más preocupa, porque puede ser desagradable. — Guardando silencio al recordar el sueño — me da miedo que esto afecte mi compromiso, pero ese sueño debió ser causa, de la vergüenza que me hizo pasar anoche el señor Duks —después confeso algo que le traía aún más loca— me asusta, porque saben que no debo pensar en otro hombre y lo pienso.
—Chicas, ¿ese no es el muchacho?, porque se ve muy lindo — dijo Támara como si lo conociera de antes —aunque yo lo he visto antes — Sophía de inmediato giro el rostro y su piel se escaramuceó de una manera que le dio a entender que ya lo conocía además de ya saber el aroma de esos labios, por eso frunció el ceño, girando para no verlo, aunque su curiosidad pudo más.
Y replicó Jhoa.
—Sí, ese el desafortunado que peleo con Duks—. Mientras que estas señoritas discutían quién lo había visto primero. Sophía lo miraba fijamente a los ojos ella sintiéndose realmente atrapada en un calor de adentro como una picazón en el corazón, tan fuerte que su cara se colocó roja, pero mantenía una expresión de odio extraña para sus amigas. Era como si la energía de aquel chico le causara odio y que debía repeler a toda costa.
— ¿Sophía?, ¡Sophí!, Sophía... ¿Qué te pasa? — Moviendo su mano frente a la cara de ella, la llamaba Allejandra —. De pronto sea él, no creen que es idéntico al chico que vimos en el sueño —, luego insinuó— ¿Te gustó cierto? —, dijo Allejandra, como si fuera ella misma.
—Alleja tú sabes bien que no pasa esto muy a menudo, me gusta, y mucho. Con solo mirarlo — con su picardía despierta — pero como sabes no soy buena para esto —, sintiendo un poco de opresión en el corazón, pues estaba muy presente su Daniel.
«Es diferente y me asusta» se dijo.
—¡Ve y salúdalo y pregúntale todo! debes de acabar con esto antes de que Alejandro Duks se dé cuenta— la princesa Sophía, le miraba hablaba cada vez más rápido — Para qué salón va y de donde viene — grito Allejandra para que Jhoana y Tamara se calmaran también para darle buena energía a su amiga.
—No, qué pena, si te interesa tanto — sacando escusas. Escusas que para Allejandra no valían nada —¿por qué no vas y lo saludas tú?
—Señorita yo tengo novio y estoy feliz con él— guardo silencio, esperando respuesta de su princesa — se nota que hay química entre ustedes dos, no deja de mirarte princesa — sonriendo, mirando sus lentes que se empañaron por el calor del transporte — además ¡quién dijo miedo! Tu hija de la reina Clariz y el mayor Raphael— le mando, aunque ella fuera menor que Sophía y la princesa de la tierra sin olvidar también que era la hija de Dios —. En el colegio le preguntas ¿bueno?
—¡Bueno pues! Pero ya no me molestes más — respondió y se sintió como un perro que lo castigan por hacer algo malo, pero sabía que lo hacía por su bien.
Siempre habría tenido un lazo de hermandad con ellas y más con Allejandra, como de costumbre al llegar al colegio se veía el desorden del primer día como en todos los colegios del universo desde hace siglos. Se toparon con varios amigos, compañeros conociendo a nuevas personas que serían fundamentales en la vida de estas chicas, pero antes de entrar al aula de clase se encontró con Esteban James el hombre de su sueño, y la conciencia y el corazón no se pusieron de acuerdo por primera vez.
Pasaron quince minutos entre el silencio incomodo de la princesa y las miradas furtivas, era caer un agujero que le deba miedo, pero si no lo hacía jamás iba a dar un respiro.
—Por suerte el Conde no ha hecho su aparición, ni la absurda de Victoria — dijo Jhoa mirando a Sophí, la princesa no dijo nada, pero solamente pudo afirmar. —Ve y pregúntale todo aprovecha que te está mirando — dijo Johana haciéndola parar, agarrándola de la mano
—Antes de que llegue el profe — Tami dijo esto empujándola.
«Pero que niñas» negó con la cabeza, Sophí se paró determinada a hablarle ya que aquel chico estaba al otro lado del sitio, caminando tranquilamente, aunque por dentro estaba hecha nudos. Ya que la mirada de aquel chico la traía muerta, era de un color magnético. Un verde esmeralda, comprendiendo que debía darle una solución verdadera a esto, por el bien de las chicas y el propio. Ella sabía de sobra que les hacían a las mujeres infieles, aunque ahí estaba la duda. «¿Por qué me gustó tanto que Esteban me acosara con la mirada?»
La infidelidad: está prohibida para las mujeres y aún más para ella.
—Hola —, Se sentó en una silla de lado y le hablo muy cordial, aunque el sentía la hostilidad en la voz de la princesa— ¿Cómo estás? — Preguntó, pero en la ojeada de Sophía se fijó en una pequeña cicatriz que se dejaba ver por el cuello de la camisa. El joven respondió con suma sumisión.
—Bien su majestad — con la mirada hacia el piso del salón, muy apenado, tímido, agachando la cabeza como símbolo de respeto, pero de inmediato la levanto mirándola fuerte sin premura, esquivando lo que con la mirada decía.
— ¿Cómo te llamas? Ya sé que te presentaron ayer, pero quiero escucharlo de nuevo ti— Blanqueando los ojos recordó las primeras conversaciones con sus amigas, porque a ellas las criaron para obedecer en todo momento, pero aún se sentía extraña asi pues solo pregunto. —no me llames majestad.
—Bueno, princesa yo me llamo Esteban — respondió obediente — Esteban James, soy del otro lado del planeta, hijo del Duque, el Duque James y/o aspirante a ser Conde la Comarca de Luzbel, acabo de volver de un viaje, que hice a la tierra de Lucifer y decidí quedarme aquí, para servirle dentro de algunos meses y aprender el manejo de Tierra Media.
—Gracias por tu ofrecimiento — alzando una ceja con superioridad, continuando con la charla —pero como me imagino que te enteraste eso debes hablarlo con Alejandro — pauso un segundo, parándose de la silla sonriendo — mi prometido.
—Si, lo entiendo— él giro, su rostro mirando a las chicas con vergüenza, pues deseaba besarla de nuevo, pero tenía una misión que seria un proceso largo, para que ella se uniera a su señor Lucifer.
— ¡Bienvenido a la Institución! — dijo con la mirada todavía fruncida, percibiendo ira en la mirada de el nuevo, además de una fuerte.
Con estas palabras Esteban volvió agachar la mirada como al principio de la conversación, por pena.
—Perdóname si te ofendí con mis tonterías, me sorprende tu sencillez, —hizo un mohín hablando —. Desde hace tiempo siento cosas por ti no sabía cómo actuar ante la princesa, la futura reina de la Lux.
«Ya lo sabía, pero en serio si tú supieras lo que pasa conmigo» lo negó mentalmente «pero no está bien, porque la Reina de la LUX debe ser abnegada a su Rey», pensó y se dijo. Ella enojada giró el cuerpo volviendo con sus amigas, demostrando autoridad
—Chao — respondió, mirándola.
Al sentarse las chicas no tardaron mucho en preguntar.
— ¿Qué dijo? — preguntó Tamara
—Se presentó, es hijo de un Duque — alzo los hombros sin importarle esa sensación en su ser fingiendo.
— ¿De dónde es? — volvieron a preguntar, pero esta vez fue Allejandra.
—Dice que es de la comarca... — Reflexiono lo que paso en la noche anterior — de Luzbel.
***
Y Emmanuel caminaba con nerviosismo, su pequeña había abierto las puertas del Infierno, sin darse cuenta, pero no debía culparla pues él nunca le advirtió sobre este suceso, además no creía que su hermano jugaría de esa manera.
—¿Qué quieres? —, pregunto Miguel detrás de este estaba Rafael, ambos supusieron el plan de su hermano mayor, cuando conoció a la que tendría el mal y el bien dentro de ella.
—Dile a tu hijo que enamore a mi hija—habló sentando en el Trono de padre—, no puedo permitir que un hijo de Lilith y un Pecado, conquisten a mi sucesora.
Rafael el más sabio de los Arcángeles, tenía el lujo de reprochar.
—Sabias que esto pasaría que Lucifer tendría una venganza contra ti y contra el Infinitium, ahora no me vengas que necesitas ayuda—, la forma que Rafael le hablo a su hermano, hizo que algunos truenos aparecieran, les dio a los dos retractores de Emmanuel y más el tercer hijo de Dios Creador, la oportunidad de llevar acabo su plan —te ayudaremos, pero debes de despertar el poder en ella, ya que Lucifer esta entre los humanos. Acies no podrá hacer mucho si sigue siendo humana.
—Pero aún no está casada.
Miguel suspiro e iba a jugar el mismo juego que su hermano.
—Y ¿crees que un humano podrá controlar el lado malo del Infinitium? —Emmanuel, no recordaba que su hija también poseía maldad pura y que por eso podría reinar el Infierno, cuando despertara ese poder.
—Pero no podemos olvidar que si despierto el poder de Yahvé en ella, también estará despierto el de Satanás —bajando la guardia y hablando más conciliadoramente.
—Debes de arriesgarte y mirar que pasa.
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