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Lo último que Emmanuel dijo y le repitió fue:

—Hija cuando amanezca, perdona a tu madre, ya que por tu protección le dije que callara y lastimosamente me equivoqué — el hombre frunció el ceño con arrepentimiento magno — Recuerda: siempre estaré contigo — le acaricio la cabeza besando su frente como acto paternal —. Desde ahora serás llamada La Dama Dios y nadie puede decirte que hacer.

Después de ese momento en el que Sophía se encontró con su padre Emmanuel, ella decidió quedarse allí mismo tratando entender todo. No había notado su desnudez y las alas con su majestuosidad, se miraba las manos y podía sentir un gran poder, una gran fuerza en su interior que nunca sintió.

No era fácil aceptar que era Dios y mujer, además de existir alguien que la quería matar desde siempre, no era sencillo, comprender esos hechos y sentirse diferente ahora comprendía la maldita razón de tenerse que enlazar con Alejandro, pero no lo iba hacer, aunque la paz del universo dependiera de ella.

Pero hubo algo que logró apaciguar su mente, los sonidos y el brillas de las estrellas, parecía que sus sentidos eran mucho más agudos de lo normal.

Miraba las estrellas y las distancias eran más cercanas de lo normal, escuchaba el más mínimo sonido por más lejos que estuviera, sobre todo percibía la energía vital de los seres que la rodeaban. Su oído había despertado tanto que escuchaba pasos de las personas lejos de ella, esto hizo que la chica tratara de cubrirse las partes necesarias con hojas en el piso de aquellos arboles cuando apareció alguien muy preocupado pues nunca había visto el bosque de los exiliados con tanta luz.

Era un hombre, de unos 1. 96 cm, con un cabello largo que caía en cascada por su pecho de color negro, pero tenia al final unas puntas extremadamente rojas, traía puesto un pantalón oscuro y unas botas negras, junto a un abrigo de piel. Estaba acompañado de una antorcha la cual brillaba un poco de luz, pero cuando vio la aquel brillo decidió ir a mirar donde provenía aquel destello.

Cuando el hombre vio a Sophía no pudo contenerse, era una hermosa creación, tratando de cubrirse. Eso hizo que el sonriera, pero para hablar decidió mostrarse serio y tranquilo, definitivamente si que iba a disfrutar hacerla caer, pues aquel hombre era Lucifer.

—Su majestad—habló el hombre —Soy Azrael Morsstella.

Sophía se había quedado sin fuerzas para hablar estaba a punto de desmayarse cuando aquel hombre la tomó de su cintura y desapareció con ella.

—No te asustes todavía mi lady— habló el rey de los demonios sosteniendo a la princesa de los cielos, llevándola a Sion—, muy pronto serás mía.

***

La princesa al quedarse completamente desmayada y desnuda despertó atormentada creyendo que era un sueño, en el que sus alas jugaban un gran papel. Pero cuando sintió el agua como recorría cada parte de su ser se dirigió hacia el espejo del baño observando los grandes cambios y no podía creerlo, físicamente era igual pero sus ojos eran más verdes, el lunar que había tomado una gran parte de su piel acomodado en sus curvas.

Y lo más sorprendente era que sin pedirlo los objetos con tan solo mirarlos, se movían hacia ella.

Luego de una ducha rápida salió, mirando el reloj apresurada mas de lo normal y recordando cada palabra que según no había soñado. Aun estaba en baño cuando escucho los pensamientos de una de sus protegidas.

—Sophía, afuera está Daniel con tus padres —, habló Alejandra, entrando al cuarto y mirando el gran desorden que había

—¿Qué?, ve tu y mantenme informada. Ya salgo —, dijo la princesa colocándose el uniforme y peinándose con los dedos, estaba casi trotando, se frenó en seco cayendo en las rodillas porque sintió a sus amigas, estaban hablando una esquina del castillo... Tamara que era la más alta de todas sostenía a Jhoana por la cintura, preguntando.

— ¿Por qué le dijiste a Sophía? — la princesa miraba como Tamara trataba delicadamente a su pareja.

—Ella nos puede ayudar a estar juntas, mi gigante — la abrazo y en susurro le dijo — te amo Tami.

—Yo igual — Besando a la morena y luego mirando el reloj — ya es hora de irnos, Allejandra y la princesa nos están esperando.

Sofía, salió de su escondite con las mejillas ardiendo, pero en definitiva iba a proteger a sus amigas. Ella no veía nada malo en amarse... al menos una se tenía a la otra.

«El amor es hermoso, cuando se refleja en los ojos de dos personas que se quieren mucho, sea hombre mujer o en seres que sean de este mundo» respiró para ir a buscar a Daniel.

—Y si soy Dios, mi deber es cambiar esto— se apresuró un poco más.

***

Por obvias razones, el ángel sabía lo que estaba pasando con ella, con la criatura más santa de toda Tierra Media. Por ende, necesitaba hablar un poco con sus reyes.

Cuando Los Reyes supieron que tenían visita de inmediato se dispusieron a escuchar lo que su sobrino tenía por decir.

—Su majestad—, hizo reverencia y un eco bastante fuerte se noto.

—Daniel Halle, ¿Cómo podemos ayudarte? —, habló la reina Clariz, esperando que su hija no apareciera.

—Su majestad reina—trato de ser lo más claro posible —no puedo permitir que la princesa Sophía se case con el Duque—su voz era tranquila pero su cuerpo se mostraba tenso —, saben que ella no será feliz con él y que por eso puede destruirse la paz de Tierra Media.

Iba a continuar, cuando su parte divina percibió a su enemigo al hijo bastardo de Lilith, caminar con arrogancia.

—Debo impedir esto—James tenía una batalla de miradas con el mesero—Soy amigo de nuestro futuro rey y no puedo permitir que aquí este... muchacho venga a quitarle el poder a Duks.

—Pues soy el verdadero heredero de la Corona —Daniel miraba con odio a Esteban tratando de calmarse y no mostrar su poder ante los humanos frente a él.

—¿Entonces no amas a tu princesa? —preguntó Esteban haciendo que los testigos esperaran una respuesta y jugando sus cartas para cambiar su rumbo hacia su favor o en este caso de Alejandro.

—La amo tanto como, tú amas la sangre —, grito Halle ofuscado para mirar a sus tíos y hablar —no es obvio que nuestra princesa no quiere a Duks y si me lo permiten puedo hacerla muy feliz.

—Entonces si vamos a eso—Esteban sonrió para provocar al ángel —yo me casare con ella y seré yo el Rey de Sion.

Escuchando todo lo anterior, la única heredera del Trono entro al salón de inmediato los chicos se arrodillaron. Clariz se paro de su trono, para escuchar, mientras el rey solo guardaba silencio.

—No, me casare con nadie—se paró delante de los dos enfrentados para mostrar quien era—, ya descubrí quien soy, asi pues que vete olvidando que seré de Alejandro. —dijo ella en son de rebeldía.

—Tendré que hablar esto con tu madre —hablo Raphael sintiendo un poco de preocupación

***

Después, demostrarles a sus padres que no se iba hacer lo dicho por ellos, los reyes de Sion estaban en su habitación, sin mirarse a los ojos

—Clariz creo que debemos hablar.

—Tú eres el Rey, mi rey — se fijó en la mirada de su rey — sé que te da miedo.

—Tranquila, amada mía — dijo Rafael besando su frente — pero me asusta de lo que pueda pasar con la Orden y Concejo.

— ¿Crees que a mí no? — Pregunto con desdén—ella es la heredera de Dios Creador, pero actúa como una chica aún, lástima que mañana viene Alejandro.

—Por eso le di unos meses de libertad — la reina peinaba sus cabellos mientras que su rey se organizaba la ropa, separados por una pantalla de tela.

—Sabiendo esto, Sophía hará hasta lo imposible por tener el poder—sonrió comprendiendo que no era tan malo —, no quiero que Victoria tenga el poder, después de que mi hija suba al trono de dios aquí en la tierra.

—¿No quieres darle la posibilidad a Victoria? —, Clariz tuvo la misma mirada que la vez que mato al Duque de Gabrielle, hace 20 años.

—Clariz, no me mires así que sabes que me estás desafiando— le grito, de una manera mandada haciendo que su mujer bajara la mirada —entiende mujer ella también es mi hija.

—Pero Victoria no es hija mía — insinuó — y tú no le quitaras el poder a mi familia por un desliz tuyo.

— Sophí, no es hija mía — esa mención le agrietó el corazón a la oji azul — y la he amado como si fuera mía — ambos agacharon la cabeza, en muestra que no podían pelear, que a Dios Padre Creador no le gustaba aquello— necesito que estés a mi lado, como mi Reina.

Clariz trato de mostrar una gran sonrisa, tomo su mano izquierda para pegar su cuerpo al de su esposo habían sido uno durante años y a pesar de todo, se adoraban.

—Estaré contigo siempre, aunque duela — esa era la manera de mostrar, que estaría con él hasta el cansancio.

***

El silencio se instauro en el trono, pues Sophía no lograba calmarse ante esos dos y el ángel como el demonio, no les fascinaba poner a prueba ese poder que emanaba la joven.

—¿Como que te quieres casar conmigo? —miro a Esteban quien le temía a la energía que la chica poseía.

—Su majestad recuerda que también soy un Duque, asi que puedo ser el Futuro Rey—habló tratando de sonar ingenuo e incapaz de hacer mal. Daniel se quedo perplejos ante tan hipocresía.

—Bueno en ese modo tienes un poco de razón, pero la verdad yo quiero reinar sola —los seres que la acompañaban se miraban un tanto incrédulos —como saben siento cosas muy grandes por los dos —Esteban sonrió, mientras que Daniel solo trataba de ser fuerte —y si no puedo estar con ninguno de los dos como quiero, pues me sentare en el Trono sola.

—Confió en ti Sophía —Daniel disimulo un tanto dolorido—, ahora que ya no soy lo que quieres. Me da igual lo que hagas —mentía vilmente, pues no quería dejarla sola. La necesitaba para estar bien, pero si ella no quería serle fiel a él pues solo la cuidaría.

Se iba retirar, cuando la princesa lo hizo devolver.

—No se vayan aún —les tomo las manos a los dos —necesito mostrarles la verdadera razón por la que no puedo casar.

***

«¿Nos mostraras, tu poder pequeño» pensó el demonio, ya pensando en cómo atacar a la joven?

— Sophí, no quiero que pienses...—se apresuro a decir el ángel.

—Tranquilo, se lo que ibas a decir —los miro a los dos —que me amas y que estas a punto de quebrarle los dientes a James y al idiota de Duks.

Trataron de aparentar ese odio.

Al llegar a un salón solitario la princesa cerro las puertas, aquel era rustico y lleno de libros.

—¿Qué piensas hacer? — insinuó el demonio, acercándose a la cintura de la joven siendo empujado por Daniel.

—No te acerques a ella—gruño Daniel bastante furioso.

—Los dos se pueden calmar —se recogió el cabello. Llamando la atención de ambos —por lo menos no puedo casarme con un simple humano—se quito el suéter tejido y lo tiro a su lado derecho, mientras se deshacía de sus zapatos y sus medias. Respiro mientras que quitaba la falda, dejando ver como era su marca ahora, después se quitó la camisa. Los dos hombres, no podían quitar los ojos de aquella chica que al desmontar la blusa escolar las alas se mostraron y de repente en ella se posaba la corona de espinas—James, Halle soy el Infinitium. La Dama Dios.

—Ningún hombre es digno de ti —dijo Daniel un tanto colorado, pues la chica estaba semi desnuda —¿Cuándo supiste esto?

Esteban se grababa cada centímetro del cuerpo de aquella hija celestial. Allí se dio cuenta que Lucifer estaba completamente equivocado, ella seria la reina junto a él. 

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