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Después de unos momentos la señorita salió, por los pasillos del regio palacio dándose cuenta que la gente trabajadora estaba a fuera. Su madre cada mes hacia que sus empleados menos cercanos descansaran, al salir del castillo encontrándose con las chicas que estaban en el auto real.
—¿Me esperaron mucho rato? —lo negaron, cuando el chofer pregunto.
—Su majestad, ¿Dónde las llevo? — él sonrió era un anciano de un corazón bastante enorme, que se había quedado en reino por decisión propia.
—Pues quiero ir al centro de la ciudad — dijo la susodicha oji verde.
En tan solo minutos el centro de la ciudad se abría paso a un quinteto de señoritas muy especial y su líder, era la señorita más especial de toda Tierra Media.
—Creo que hasta aquí nos puedes traer — habló la princesa sonriendo al anciano.
—Bueno su majestad — se bajó para abrirle la puerta a su querida princesa— ¿una pregunta? — Las chicas se detuvieron — ¿la recojo, para ayudarla con las compras?
—No, no te preocupes — las cuatro niñas y la princesa —no vamos a comprar, solo quiero descansar.
Al verse solas una de ellas se hizo notar.
—¿Qué vamos hacer? — pregunto Anita al ver lejos el auto, encontrándose en medio de dos cafés.
—Vamos a entrar allí, quiero escuchar un piano —Sophía, miró a las chicas mientras que iba caminando tan rápido como pudo—, encontré a un pianista que ustedes conocen.
—Sophía ¿a quien encontraste?—pregunto Jhoana.
—Ya lo verán.
Estaba caminando muy tranquila, girando dando vueltas siendo de alguna manera niña de nuevo porque iba a ver a ese chico de las manos musicales, a su Ángel y al que le brindaría su alma sin pensarlo. Pero todo cambio cuando sin percatarse sé choco con alguien quien la recibió con los brazos abiertos, sin darse cuenta el cerro los ojos sintiendo su olor, un poco picante y dulce Vainilla y chocolate... delicioso,
—¿Princesa? — pregunto un joven de ojos verdes y una sonrisa filosamente sexy. La chica se sonrojo bastante pero una forma fugaz salió de los brazos de James — ¿no me digas que la princesa me ha perseguido?
—No seas tan convencido — enderezo la frente ocurriéndosele una idea — ¿Quieres acompañar a estas cinco chicas?, y ser nuestro caballero.
—Si a ellas no les molesta — insinúo el varón que haciendo un par de reverencias hizo que las chicas se acercaran un poco intimidadas — no se preocupen que yo pago.
—Bueno su alteza — dijo Jhoana muy roja.
—Por favor chicas — Esteban dijo fingiendo indignación continuaba con una gran sonrisa—no me traten como si fuera Dios Creador—. Directamente visualizó a la princesa.
—Lo que dice James es cierto — Genius se acercó a Allejandra abrazándola de una manera igual —en el colegio, como por fuera del palacio somos iguales — Sophía, les dijo a su manera "Gracias"— pero la única que debemos tratar especial, por fuera como por dentro es la princesa Sophía.
—Si — las chicas sonrieron exceptuando la princesa.
Ambas comenzaron una pelea de lenguas un tanto infantil para ser las futuras soberanas de una comarca y la Reina del planeta. Pero era una oportunidad, para la chica oji verde de ser lo que su alma dictaba, entonces en esos momentos Esteban pregunto ya fastidiado por la actitud de las chicas.
—¿Para dónde vamos, princesa? — ella se dirigió a James con una distinta confianza no sentía maldad en su alma.
—Vamos a escuchar música — todos se quedaron expectantes; la nieta de Athos comprendía bastante bien a quien había escuchado aquello le ponía nerviosa. — ¡Vamos! — grito y comenzó a caminar tan rápido como le daban los pies, pues caminar con plataforma no era divertido.
El grupo llego jadeante cuando vieron a una joven princesa quedarse hechizada por las notas de un delicado piano.
«Así que era por eso que necesitaba salir del palacio» pensó Támara observando de una manera agradable como se escuchaban las notas, sonidos y los ojos de un lindo muchacho «Encontró a Daniel»
—¿Entramos o no? —Esteban pregunto con mala gana. El Duque James... pensó.
«Muy bien jugado ángel. ¿Pero vamos a ver que puedes hacer cuando me veas con tú princesita?»
Cerró los ojos y entro él primero junto a las jovencitas, observando el lugar que era chico, pero demasiado elegante.
Aunque Sophía no fue la primera, todos los clientes sintieron unos ojos verdes, unos dorados y otros cafés llegar. De repente la señorita de Nazaret puso un pie en lugar la música dejo de sonar, los comensales dejaron los platos e inevitablemente el dueño del lugar abrió los ojos y se acercó a su majestad.
—Es un honor— Don Gerard se agacho y de inmediato Sophía puso una mano para que siguiera con sus cosas —que tú y tus amigas... —Esteban puso las manos en los hombros de la princesa —, acompañantes vengan.
—Tío Gerard no te preocupes. Sabes que los estaba buscando — se apresuró a decir, mirando al hijo de este — solo venimos a tomar un buen café y admirarlo...— las chicas la miraron Esteban solo blanqueo los ojos con rencor, aunque con una sonrisa socarrona— digo a la hermosa música que hace Daniel.
—Bueno querida mía— habló el señor con satisfacción—síganme por favor — el Halle mayor sonrió a las chicas y a la princesa le hizo gesto tierno aunque respetuoso en cambio a Esteban le frunció el ceño peligrosamente obvio.
***
Todos se sentaron alrededor de una mesa de madera negra bastante grande, era un lugar privilegiado para su majestad Sophí, estaba en una esquina del piano. De esa manera podía ver como el chico cerraría los ojos azules y movería los dedos. El pianista bajo del escenario antes de una nueva ronda de música tranquila a saludar ya que su padre le dio aviso que alguien muy importante le vino a ver...
Tenía como una especie de uniforme: pantalón negro y una camisa blanca. Con un pequeño delantal impecable en la cintura unos ojos azules como el mar, labios delgados aunque con una sonrisa casi divina, además era bastante alto, por lo menos 3 centímetros más alto que James.
Se quedó quieto al ver a su majestad quien le sonrió y se paró de inmediato para hablar con él.
—Su majestad Sophía — susurro el joven colocándose muy rojo, tenia que aparentar las ganas de volverla a besar —mi padre me dijo que quería escucharme tocar — las cuatro chicas se quedaban en silencio observando aquel peli negro que tenía una presencia casi angelical— pero si quiere antes, les ofrezco algo.
Esteban quien sabía que Daniel lo ignoraba dijo muy déspota lo sintió desde la mañana.
—Solo necesitamos café — al escuchar la voz de James — gracias —el pianista frunció el ceño apretando los puños dijo.
—Está bien — salió del lugar para dirigirse a la cocina su padre lo esperaba.
—Te va ir bien, con ella — afirmo Gerard haciendo las seis bebidas — ¿Es una buena idea?
—No sé, pero algo tiene que salir de esto — pauso agarrando la charola con los cafés, en el medio una azucarera junto a un frasco de leche fría—Dios me dio el favor de conocer a su reencarnación, se cómo es ella o más bien como era.
—Para eso tienes la música — hablo Gerard confiado — esa única manera que tienes en estos momentos, para que cumplir tu cometido.
«¿Por qué, siento que lo ya lo había visto antes?», se preguntó el mesero mientras que llevaba el encargo hasta la mesa cuando un recuerdo lo volvió en si «Maldito Astarot». De repente Ana miró a Esteban poseía, una visión malvada al ver como el mesero pianista se acercaba. De repente Ana cambio de lugar mientras que dirigía a la princesa.
—¡Ven! — Allejandra y las demás observaban a Sophía quien se acercaba a la nueva amiga — te sujeto el cabello — tenia algunos cabellos sueltos y se veía desprolija haciendo que hubiera un espacio entre ellos.
***
Cuando vieron a Daniel caer con el café hirviendo mojando Esteban y a sí mismo.
—¿Qué te has creído? — Esteban le grito a un asustado Daniel, haciendo que las personas murmuraban Gerard se preocupó bastante mirando desde su lugar, pero espero un momento cuando vio que una chica morena intercedió por su hijo.
—Sophí has algo — sugirió Tamara. Las chicas conocían a Daniel de toda la vida.
Ella nunca había visto tanta sumisión de un chico hombre o mejor dicho tanto autocontrol, lo conocía muy bien y sabia que era un fiel creyente de las ordenes divinas por eso se le hizo normal que el solo empuñara las manos y apretara la mandíbula si Esteban le hubiera amenazado, la historia seria otra.
Entonces se arrodillo y pidió una servilleta, comenzó a limpiar los estragos hecho por Daniel en el mismo, para después pasarle otra servilleta a James de un golpe haciendo que se le fuera el aire.
—Su majestad, usted no debe... — Daniel susurro muy apenado mientras que Esteban tiritaba de la rabia.
—Dime Sophía ¡Por Dios!— le entrego la servilleta y se paró de allí en silencio para llevarse el monarca de Luzbel de un solo pellizco, mientras que James solo se quejaba de dolor que se sentía — ¿Por qué lo hiciste?
Estaban sonrió con arrogancia y pregunto en las afueras del lugar dejando a un lado a las chicas, se acariciaba el brazo.
—¿Crees que tu buena acción del día va a cambiar esto? — Pregunto dando la espalda a la princesa — ¿crees que siendo buena persona vas a cambiar lo que hay que cambiar en tu maravilloso y perfecto mundo? — girándose de repente tan impredecible que ella por alguna razón tuvo miedo.
—¿Qué quieres? — pregunto Sophía.
—La verdad...— se acercó a dos zancadas colocándose en frente de ella mirándola fijamente — quiero que dejes a Duks y mires la realidad de la cosas — ella se mostraba un poco preocupada— a veces te veo mal además como te lo dije hace días — él dijo un poco sonrojado — me gustas mucho —la miro con un brillo extraño — Sophía.
—Sabes que no puedo — refiriéndose a su actual estado de compromiso, la pequeña agacho la cabeza. En su cabeza rondaban las dos esencias, las de Esteban y Daniel — pero eso no quita que no lo ayudaste y si asi vas a cambiar esto, estas siendo un poco contradictorio, ¿no?
—Pero entonces ¿Por qué tienes que enlazarte?— volviendo a ese tema que le molestaba alzando la mirada de esa chiquilla de ojos esmeralda como el verde de las montañas que los rodeaban — y si sé que hice mal, que suena contradictorio, pero Sophía —la miro dándose cuenta que moría por besarla— Dios quiso que las cosas fueran asi, pero si te molesta le pediré disculpas — ella sonrió y eso lo puso rojo.
«No me sonrías, por favor» pensó James sentado en los labios de la niña, Sophía de alguna forma adecuada trató de calmar su alma y su corazón.
—Debo casarme con Duks para seguir los designios de dios creador — dijo ella fingiendo que era de menos, moviendo los hombros —Daniel, es al que amo.
«Pero tu me gustas»
—¿No crees que esa decisión es injusta para ti?— Esteban susurro con pesar después de escuchar el pensamiento de la princesa — no es justo que tú seas la única que se sacrifica y no puedas estar con la persona que quieras.
—Soy la princesa, alguien debe hacer el sacrificio—sonrió mirándole con seriedad —llevar lo que toca — dijo ella bajando la cabeza y con la punta de sus dedos limpio las mejillas esas lágrimas que brotaban como agua.
«Definitivamente es igual a Cristo» pensó James, cuando sintieron a las chicas, acompañadas de Daniel. «Verdad ella es el Cristo de este mundo »
El pianista no soporto mucho la cercanía de la princesa con el supuesto conde.
—¿Que le hiciste?—habló Daniel alejando a su princesa de Esteban, que al verla llorar quiso matarlo—¿te hizo algo?—ella lo negó.
—Tranquilo Halle —contesto el demonio mirándolo para oprimir al ángel —, yo no le he dicho.
«Aún» ese monosílabo paso la mente de Esteban.
«Eso lo veremos», contesto el joven mesero.
Sophía no entendía mucho, hasta que escucho a Daniel decir.
—Decidí volver a la Orden —la Nazarena solo grito de la felicidad, mientras que era abrazada por el hijo de Gerard—pero primero debo de enfrentarme a Alejandro.
—Hablare con los reyes —dijo la princesa en estado de shock, desmedidamente feliz.
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¿Qué pasara?
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