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Justo después del encuentro de Sophía con Daniel y antes de que Alejandro se uniera con Victoria. La hija ilegitima del Rey Raphael. La princesa y el duque entraron por la puerta principal, ese lugar estaba repleto de emblemas de las siete comarcas colgados, con pisos blancos y unas cuantas entradas conectando el trono: con la cocina, los jardines y las demas salas del palacio.
El castillo tenía grandes ventanas y tres alas sin contar los pisos subterráneos y otros dos pisos que se elevaban.
El ala Izquierda era la de la princesa y sus amigas, además la de sus hermanos, la medio y ala derecha la de los reyes y un gran santuario con estilo gótico. La ultima ala era unas cuantas cuadras más pequeña esa era la del príncipe Rafael, donde tenía muchos juegos y conectaba directamente con la ala derecha y el jardín.
- ¡Liz! - grito la joven. Junto al Duque el cual quería desaparecer.
-Su majestad- la madre de Allejandra hizo una reverencia y espero que su princesa preguntará por su Reina.
- ¿Dónde está mi madre? - le dio su maletín, para que lo llevará a su cuarto.
-Su alteza - Sophía la escucho con molestia. Ella consideraba a esa mujer como si fuera una tía más, pero por órdenes de dios no podía mostrar ese cariño frente a otros - la reina Clariz tuvo una llamada y está hablando desde hace un rato en el despacho con su padre.
-Bueno, me puedes hacer un favor - la señora asintió bajando la mirada- ayudarme hacerle curación aquí al espadachín estrella.
Alejandro le hizo una cara de matar, pero eso a ella no le importo.
-No Sophí, yo me iré, en casa me haran curación- sonrió por la preocupación que sintió Sophía al recordar aquel incidente.
«Ese imbécil casi me rebana en dos»
Pensó el duque el cual estaba convencido que se encontraba bien.
-Sophi, hija mía - saludo una mujer desde lejos, inmediato la princesa y sus acompañantes hicieron reverencia mientras Clariz se iba acercando un tanto molesta - ¿me puedes explicar... tú Alejandro? - Duks abrió los ojos observando a la princesa que tenía la misma cara de sorpresa - ¿Por qué te metiste en el entrenamiento de mi hija con el hijo de duque James?
«¡Wow!, que es lo que le hicieron a mi mamá» se preguntó la princesa, pero lo supuso, pues ella también era una excelente espadera, como su madre.
Continuo la reina haciendo que a su hija le saliera de su admiración visual.
-Está bien que quieras proteger a mi hija y de cierta manera te lo agradeceré siempre - de inmediato la princesa oji verde blanqueo los ojos - pero ella reto James, por lo tanto, ella debía hacerse responsable de esa tetra, querido.
Alejandro ardía de la misma forma que arde el infierno. Él se había arriesgado y salía regañado, no era justo.
-Y tu Sophía - le hizo un gesto para que levantara la mirada. Ambas con el mismo gesto aunque una más cansada que la otra - no vuelvas a dejar que nadie luche por ti tus batallas - sonrieron con cierta complacencia y complicidad, la Reina giro el rostro a su yerno - ¿tengo entendido que volverás dentro de dos meses Duks?
Alejandro de inmediato respondió con un respeto latente a la soberana.
-Si su majestad, me iré con la comarca de San Rafael, primero- la princesa se tranquilizó, ya que tenía claro, que se irían al amanecer-y después al resto de las comarcas.
-Eso me alegra, tendrás oportunidad de conocer todo el mundo - se quedó mirando a su hija que por ese comentario lucia mal, aunque lo hizo inconsciente debía dejarle claro a su que él gobernaría sobre el reino y también sobre su vida - el mundo que gobernaras.
Alejandro satisfecho habló.
-Bueno su majestad - miro un gran el reloj que se situaba una de las paredes del castillo - debo retirarme - Este se alejó de la princesa, diciendo - nos vemos dentro de dos meses, querida Sophía.
-Hasta pronto- la reina y la princesa lo despidieron.
Al ver que el chico salía del palacio Clariz comento.
-No permitas que él se vuelva hacer cargo de esas cosas - la princesa negó con la cabeza, pero era cierto y verdaderamente le debía dar gracias a dios que por lo menos su madre entendía ese sentimiento de inutilidad que sentía cuando Alejandro trataba de hacer todo por ella. - ¿Hace cuando hacemos un duelo? Tú y yo.
-Desde hace unos años, madre - curiosamente, la Reina y la Princesa tenían ese extraño trato.
-Quiero comprobar cómo va tu entrenamiento y ahora... - dijo con suficiencia - estamos prácticamente solas...- Sophía iba a peguntar sobre su padre. Cuando Athos apareció cortando la conversación.
-Sus majestades - el hombre hizo un saludo formal, para ambas- los hijos de los Duques acaban de llegar.
-Los nuevos representantes de las comarcas aquí en Sion - respondió la madre de la princesa. Luego giro el rostro hacia la joven. Dando una orden - tú debes estar conmigo y tu padre.
-Me iré a cambiar entonces. - sonrió desapareciendo por el pasillo.
«Madre no me casaré con Alejandro, encontré al amor de mi alma. », sonrió recordando el beso con su ángel.
***
Al entrar a su lugar, a su antesala se dispuso en búsqueda de Jhoana y las demás, cuando se encontró algo extraño pero tierno.
-Allejandra, mírame... - un joven noble le hablaba a su amiga, la de gafas no era capaz de mirarle, pero sí de escucharlo.
-No, es permitido que vuestra merced me hable o proponga algo- Allejandra lloraba de la impresión.
El chico se quedó en silencio sin saber qué hacer, ni se inmutaba a las lágrimas de la menor.
- ¿Por qué dices eso? - pregunto después de un rato de verla llorar.
-Usted, merece algo mejor - le miro directamente a los ojos, esas perlas negras que para ella eran muy lindas -, perdón por mirarlo- de inmediato volvió a bajar sus ojos en un charco en el suelo - pero entienda yo no soy apta para usted.
Axel Gall, de la comarca de San Jophiel se sentía terriblemente atraído por la hija de Liz y nieta de Athos. Él también sabía cuáles eran las reglas, pero en esos momentos no le importaba.
Quería enlazarse con esa chica, siempre la habia admirado desde la distancia, una mujer criada al lado de su majestad Sophía, tenía grandes posibilidades de convertirse en Duquesa o condesa.
De la nada, Sophía que debía estar con su madre lo más rápido posible. Apareció con una mirada benevolente hacia su amiga y hacía su igual.
-Su majestad - el chico que hacía poco la había visto con Alejandro. Hizo una reverencia y salió de allí con el corazón agitado junto a la mirada patética de no saber qué hacer con ese sentimiento.
Sophía observo a la amiga de toda la vida y solo le abrazo sin mediar palabras, coloco sus manos en la espalda de la más joven, para que llorara de la manera más insististe que pudo encontrar. A los minutos ambas jóvenes fingieron estar bien para llegar al Trono a tiempo.
«Mi pobre Alleja pero la ayudare»
Lamentaba la suerte de su amiga, pero si podía cambiar algunas cosas lo haría por ella.
Sophía llego a su sitio mientras que su amiga se devolvía a la cocina.
Ella la soberana más joven tenía puesto un vestido más informal, que de la noche del cumpleaños de su padre este era color blanco con sandalias cafés... como siempre algo sencillo.
Los futuros representantes estaban sentados de igual manera en la que días atrás se dispusieron.
-Buenas noches, queridos futuros representantes- la reina intervino observando a cada uno de los jóvenes. - sean bienvenidos al Reino de Sion. Ustedes siete serán los encargados de tener informados a la Reina - miro a su hija con orgullo - y al Rey de todo lo que sucede en sus respectivas comarcas.
En segundos Sophía reconoció a dos personas de ese grupo: James y Axel.
-Buenas noches - saludo Sophía quienes todos vieron con unos ojos expectantes, parándose de su puesto - yo como la futura Soberana del Mundo y de este Reino, les doy la bienvenida- sonrió con genuina disposición, pero su mueca cambio al ver a James sentado en la última silla observándola era insistente.
La madre estaba dispuesta también a escuchar lo que los jóvenes dirían, tenía dos horas para acompañar a su hija, puesto que debía ir con su esposo a sus habitaciones.
Entre preguntas fáciles y respuestas que satisficieran a casi todos, pasaron las horas. Más tarde despidieron a la Reina, los jóvenes se mostraron prestos a la joven princesa.
- ¿Dónde se encuentra el ganador del combate? - habló Axel feliz o mejor tratando de serlo, Sophía de inmediato cambio de semblante, porque curiosamente James la miraba, explicando sin darle importancia, que su prometido estaba de viaje.
-Debe de estar descansando, mañana comienza su gira de "Reconocimiento"- dijo moviendo su cabello, para que no se notara lo que James producía en ella. Porque el chico le producía curiosidad. Una descarada curiosidad que la llenaba de algo extraño, cosquillas en el corazón, ¿quizás? Y un miedo terrible a lo que pudiera acontecer si se acercaba.
Los demás jóvenes que eran hombres comenzaron a despedirse y de último fue James.
-Me permite unas palabras majestad - el peli blanco comprendió lo dicho por James y dijo-quiero compartir algunas palabras con usted.
«¿Qué abra querido decir?» se preguntó observando cómo se iba a buscar a las chicas. Hasta que también noto a James quien sin dudarlo pregunto.
- ¿Dónde está nuestro futuro Rey? - Sophía se quedó en una pieza, habían quedo solos y su cabeza además de corazón no tenían esas razones de ser sabios.
-Tiene viaje mañana - comenzaron a caminar juntos pero a unos cuantos metros de distancia - mientras que él viaja yo me quedo terminando el colegio - lo miro directamente a los ojos - por favor no me digas majestad.
-Bueno princesa - ella blanqueo los ojos, haciendo que James le regalara una media sonrisa- ¿sabes que me debes un enfrentamiento?
-Lo sé- ella dejo de caminar para darle una mirada directa, sin mucho pensar lo que eso producía en el joven. Y el corazón de Esteban comenzó a latir como hace muchos años no lo hacía. Era una cosa diferente a lo que el pudiera haber conocido, era un Incubo y un guerrero, no podía permitirse ese sentir -tengo bien claro, que debo enfrentar a un chico nuevo - ella de un modo extraño sonrió y eso hizo que él bugiera de una manera delatadora. Continuaron caminando en un silencio notoriamente incomodo - ¿puedo saber una cosa?
-Lo que quiera su majestad - dijo el sin mirarla, ella no hizo gesto de desagrado, porque el tono de voz cambio radicalmente.
- ¿Quién te hizo esas cicatrices? - pregunto en modo de súplica.
Ella giro el rostro, para verlo de perfil hablo con sumo cuidado pero no miro a su futura soberana.
-Cuando era niño y estaba comenzando a manejar las armas - suspiro bajando la cabeza como si un recuerdo le hubiera llegado de golpe. Sophía lo miro detenidamente acatando la belleza de sus ojos, pero aunque pudiera sentir su alma no era normal, estaba inmersa en una gran oscuridad, aquello le perturbaba de una manera extraña- practique mucho, durante mi niñez para servir a Dios Creador - ambos sonrieron, pero el hablante dio una mueca de ira - además por defender a un buen amigo me castigaron dejando marcas, ¿tú me entiendes?-, no mentía en los infiernos las horas de practicas eran inhumanas. Ademas de dividirse entre el infierno y la tierra no era fácil.
-Sí, te doy la razón - miraba con desgano a Esteban- es por eso que me voy a convertir en Reina- James levanto la mirada de una forma propia a él. Sorprendiéndose por lo que escuchaba- por el pueblo y esperando a nuestro Dios Creador.
«Creí que era una niña insolente» James reflexionó.
-No quieres Alejandro ¿verdad?-habló el moreno, antes de que alguien se enterara de que estaban solos.
-La verdad no -dijo en una sonrisa fingida-pero si debo de sacrificarme por mi pueblo y por mi familia lo hare.
-¿No crees que es demasiado?-, James le discutía y aquello le agrado. Literalmente nadie lo hacía, por respeto e hipocresía-. Sophía eres hermosa, inteligente, valiente y fuerte-ella lo miro a los ojos, incrédula-creo que serías una excelente reina, sin necesidad de un hombre.
-Lo crees. ¿en serio?
-Claro, pero sabemos como es nuestro mundo -ambos bajaron el rostro -si no es para nuestro Creador, no es bueno.
-Estoy enamorada-, salió de el pasillo para dejarle dudas al duque.
«Creo que hare una visita a un alado»
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