Originalmente era un novela larga, pero me gustó tanto la idea que decidí utilizarla en un One-Shot. ¡Espero les guste! Cualquier opinión o critica es bien recibida, seh soné como escritora de Fanfiction :v  

Mi relación con Samuel era perfecta, mi vida era perfecta, todo era perfecto.

Hasta que desperté.

- ¡Karla, mi vida! - mi madre dice emocionada al verme, como si no me hubiera visto hace mucho tiempo, cosa extraña, ya que nos vimos esta tarde.

- Mamá, no seas exagerada. Te vi esta tarde, además el golpe que recibí no fue tan grave.- digo, ella se separa inmediatamente de mí y puedo notar su enorme sonrisa y lágrimas en sus ojos café.

- Hija, estuviste en coma dos años. Si no despertabas mañana, te iban a desconectar.- dice, se limpia sus lágrimas y mi cerebro logra procesar lo dicho.

Estuve en coma dos años, ¿mi vida nunca fue perfecta?

- ¿Cómo? - pregunto anonadada y con miles de dudas en mi mente.- ¿Y Samuel? ¿Dónde está, Samuel? - pregunto desesperada, rogando que mi imperativa imaginación no me haya jugado una broma.

¿Por qué estuve tan concentrada en esa vida de cuento de hadas?

- ¿Quién es Samuel? - pregunta mi madre confundida.

La mire, mis ojos no pudieron mucho más y se cristalizaron.- Mamá.- llamé, sintiendo las primeras lágrimas caer.

¿Nunca me gradúe?

- ¿Si, hija? - pregunta, sonriendo con calidez tratando de calmarme. Era en vano.

Suspiro fuertemente, mi corazón está palpitando un poco más rápido de lo normal por lo que indica la máquina que está al lado mío.

- En estos dos años, estuve viva, en mi mente.- digo entrecortadamente, el hipo de mi llanto no me dejaba hablar bien.

¿Fuiste otro más de mis creaciones?

Mi madre me mira sorprendida y me abraza.- Hija, todo está bien, muy bien.- dice y acaricia mi cabello.

Su abrazo es reconfortante para mis lágrimas que mojan su blusa verde y su cabello castaño claro, pero a mi mamá no le importa. 

Si es así, ¿por qué me tuve que enamorar de ti?

- Hija, lamento todo esto, lo lamento enserio. Sin embargo, creo que todos querrán verte ahora que despertaste.- dice aún abrazada a mí. Se separa y sonríe.

Trato de devolverle la sonrisa, sin embargo se me escapa una lágrima.

Nuestras sonrisas fueron vacías, fueron de cuento de hadas.

- Sé fuerte, hija.- asiento.- Voy a llamar a tu padre y luego a los abuelos, ¿está bien?- pregunta suavemente.

Asiento otra vez, como si mis cuerdas vocales hubieran sido robadas y reemplazadas por cuerdas de guitarra.

Creía saber qué era enamorarse, ahora ya no le veo el sentido a esta edad.

La puerta es suavemente cerrada, miró todos los lados de la habitación. Viendo peluches, globos, cartas y el bolso de mamá.

Suspiro fuertemente observando mis manos que están algo pálidas, mis brazos se sienten más delgados al igual que mis piernas y finalmente, mi estomago que se encuentra plano. 

Ahora ya no sé si seguir llorando por ti.

Miro impaciente a la puerta, pidiendo que su caminar sea rápido, no quiero acordarme de todo lo que me he perdido este tiempo.

Fuiste un buen príncipe para una princesa, no para mí. Alguien real.

Siento como la puerta se abre y de ahí entra mi padre junto a mi, buen escondido, hermano pequeño que está feliz, muy feliz.

Aprendí que debo dejar de llorar por algo que nunca existió.

- ¡KARLA!- dice emocionado, se dirige rápidamente a mi camilla, donde puede subirse gracias a la ayuda de papá que me ve con lágrimas en los ojos.- ¡Te extrañé, hermana! - dice, sonríe y me abraza con sus, aún, pequeños brazos.

Quizás alguien me debió haber golpeado con una pelota de fútbol antes.

Mi papá se une inmediatamente a nuestro abrazo, apretándonos entre sí. Reímos ligeramente por lo extraño que es el abrazo, y nos separamos finalmente.

- Te extrañe mucho, princesa.- dice y mis labios se curvan.

He logrado sonreír.

- Yo también te extrañé, papá. Extrañé mucho a todos.

Todo fue una mentira, un sueño, una lección.

Fueron sonrisas vacías.