Capítulo 9: Alma Zen
—¿Qué se supone que hacemos?
—Estamos limpiando nuestra alma, Keegan. Ahora respira y busca tu paz interior. Encuentra tu alma zen.
Oí a Keegan exhalar frustrado. Trate de ignorarlo y volví a inhalar. Sí, obligué a Keegan a hacer yoga en el parque. Eleanor nunca me acompañaba, ella prefería su celular y Douglas, bueno, él es Douglas. Por cierto, él ha estado muy raro y apartado desde que Eleanor y Neil empezaron a salir.
—Esto es estúpido.–Abrí un ojo y lo observé de soslayo. Keegan se levantó y limpió la suciedad del césped apegada a sus pantalones.
—¡Vamos, Keegan! Yo te ayudo con Claire y tú ni siquiera puedes acompañarme un día al parque.—Exclamé, levantándome también.
Él resopló y rascó su cabeza. Me miró malhumorado y miró hacia un costado.
—¿Puedes al menos invitarme un café?—Preguntó volteando hacia mí.
Rodé mis ojos. Acomodé mi cabello en una coleta desordena y me resigné en tener que malcriar a Keegan. Además, también me vendría bien una bebida caliente.
—De acuerdo.—Concluí.
Me dirigí al pequeño puesto de hot-dogs, al lado, café caliente. El aroma inundó mis fosas nasales. ¡Ambrosía de los Dioses!
Bendito sea Percy Jacksson.
—Gracias.—Respondió la persona delante de mí, al recibir su café.
No pude apartarme para dejarlo al pasar. Él era...
—Mier...—Grité de dolor.
La sustancia caliente tocó mi pantorrilla. Proferí otro grito de sufrimiento. ¡Esto ardía!
—Lo siento mucho...—Damien me observó muy preocupado y luego de reconocerme abrió sus ojos como platos. ¿Por qué no podía chocar con mi crush y solo tirar mis libros? ¿Por qué café caliente?—¡Sam! Oh, por Dios, ¿estás bien?
Yo solo seguía haciendo una gran mueca de dolor. Damien, al ver que su pregunta tenía una respuesta obvia, chasqueó su lengua. Me agarró por los hombros y luego pasó uno de sus brazos por mis piernas.
¡Mi amor platónico me estaba alzando en sus brazos! ¿Se puede acaso morir de la emoción?
Damien me cargó hasta una de las bancas del parque, dijo que lo esperara un segundo. Cuando volvió, tenía en una de sus manos una botella de agua.
—¿Puedo?—Me preguntó, mirándome con esos hermosos ojos.
Ah, podía quedarme a observarlo todo el día.
—Emh, sí.—Logré emitir luego de aclararme mi garganta.
Damien tomó mi pierna con cuidado y desenroscó la tapa de la botella, para luego verter el agua fría donde el café caliente me ha quemado.
—¿Quieres que te lleve al hospital? ¿Sientes mucho dolor?—Damien me preguntó con un timbre preocupado.
¡Él era tan lindo! ¡Se preocupaba por mí! Bueno, en realidad, Damien se preocupaba por todos, pero...
—No, ya se está aliviando. Es la ventaja de usar pantalones de algodón, ¿eh?
Por Dios. Mátenme. Ahí. Mismo. Soy. Patética.
¡Vestía con pantalones de algodón, una coleta súper desordena, la cual sostenía mi cabello hecho un asco, todo eso frente a Damien Wood!
Por suerte, Damien al parecer ignoró mi momento humillante y me sonrió. Mi respiración se elevó y mis mejillas comenzaron a arder poco a poco. Él apartó uno de mis mechones y se concentró en cada facción de mi rostro. Mi corazón explotaría en cualquier minuto.
—Estoy feliz de que haya sido nada.—Sonríe un poco apenado—. Sería una verdadera pena lastimar a tan buena y linda chica.
¿QUÉ? Yo solo seguía con mi mirada babosa clavada en él, sin apartarme. Su aliento a pastillas de uva me adormecían y solo quería que me abrazara hasta el atardecer para ser felices en nuestro castillo...
¡Di algo! ¡Esto puede ser decisivo!
—Tú tienes suerte de que no me haya lastimado, sería una verdadera pena tener que demandar a tan buen y lindo chico.—Contesté.
No supe de donde saqué el valor para decir una oración tan larga a Damien Wood. Al parecer, había una chica ruda escondida por ahí. ¡Perfecto! Bueno, tal vez no ruda pero sí un poco valiente.
—Tal vez...—Damien dijo lentamente apartando su mirada un segundo para luego volver a clavar esos hermosos iris en mí—, ¿podría invitarte un helado? Así no habrá riesgo de que te tenga que llevarte al hospital.—Rió un poco nervioso al último.
—Me encantaría.—Sonreí.
Mi corazón y cabeza seguía dando vueltas. Hasta pude ignorar el hecho de que este salpicando agua con mi pantalón mojado. Pero eso no importaba. Yo, Sam Jenkins, saldría con Damien Wood.
DAMIEN WOOD.
Me levanté de la banca y fui hacia su lado, nos miramos un segundo para luego emprender nuestro pequeño paseo en parque, en busca de un delicioso helado. Pero no me importaba que sea hasta una sopa de remolacha, mientras sea con Damien Wood.
Por qué él es Damien Wood.
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