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Capítulo 29: Malas Decisiones. Parte Uno.

Todavía sintiéndome de alguna manera incompleta, me acerqué a uno de los asientos de cuero sintético de la sucia barra. Apreté la opción de aceptar llamada y acerqué mi oído al teléfono.

—¿Damien?—Pregunté aunque era más que obvio.

Normalmente se me dibujaba una sonreía de inmediato al ver de quién era la llamada pero esta vez me sentía fuera de mi mente, había un pensamiento que ocupaba mi cabeza pero estaba bloqueado con doble cerradura.

—Hola, preciosa. ¿Sigues en lo de tu abuela?—Indagó y apoyé mi frente en mi mano izquierda.

Esto estaba mal, en tantas maneras que ni siquiera podría numerarlas. No me sentía bien mintiéndole, odiaba hacerlo pero tampoco quería decir la verdad. Me encontraba en una gran encrucijada pero sinceramente, en este momento no sentía ganas de atender mis valores morales.

—Sí.—Respondí sin saber que más agregar.

—Fantástico. Ey, ¿recuerdas que hablamos del baile?

—Eh, ¿no?—Froté mi sien, comprobando en mis recuerdos esa charla pero no encontré nada útil.

—Bueno, hablamos sobre ello y... eh, lo siento, sé que dije que podría ir pero un familiar está enfermo y debo ir con mi familia ese viernes.—Su voz quedó en silencio por un segundo y al escuchar que yo no tuve reacción, continuó—. Te juro que quisiera pasar todo ese tiempo contigo, de verdad. Solo hiero besarte y tener un fantástico tiempo contigo pero... ¿Sam? ¿Eh, estás ahí?

Mi vista estaba desenfocada y clavada en un punto indefinido. Me sentía cansada y sentía que solo al hablar me producirá un dolor físico. Colgué la llamada, no entendía por qué me sentía así. Me sentía con un gran desgano y solo deseaba poder descansar mi mente un segundo.

—Haga lo que haga no puedo sacarte de mi cabeza...—Susurré para mí misma y con un gran esfuerzo mental, la siguiente palabra brotó de mis labios—. Mierda.

Jugué con mis dedos, con mi mente sin pensar en algo específico. Mis ojos se clavaron en algo que a mi vista le llamó la atención. Era un vaso de plástico descartable, pude notar labial rojo marcado en él. Lo tomé con mis manos y lo examiné, lo llevé a mi nariz y el horrible olor casi me produce una arqueada. Tenía una gran laguna mental, tantos pensamientos contradictorios. No lo pensé dos veces en tomar un sorbo de ese asqueroso líquido.

Lo escupí inmediatamente

Hice un segundo esfuerzo en tragar otro sobro y esta vez logré pasarlo por mi garganta. Escuché unas risas a mi lado, debía de parecer una niña recién descubriendo el alcohol y casi en efecto, eso es lo que estaba pasando. Quemaba mi garganta y juraba que si comiera vomito, sabría a algo como esto. Me mareó mínimamente. No me importó demasiado, y el tercer sorbo llegó. No supe que estaba sucediendo conmigo, solo quería ahogar esta duda que me atormentaba y no quería enfrentar.

Dios, esta bebida era muy fuerte, no podía creer que no la haya vomitado hasta ahora.

—Bueno, dicen que cada mujer es un mundo, ¿no?—Oí la voz de Shawn acercándose.

—Y a ti te encanta el turismo...—Replicó Susie...¿o era Holly?

Aguantando la respiración, llevé el vaso a mis labios nuevamente.

—Hey, madre del niño, no sabes lo que...

—¿Sam?—La voz de Keegan se escuchó a mi lado—. ¿Estás bien?

—Fantástica.—Respondí y noté que se sentaba a mi lado.

Lo observé, él me miraba con su ceño fruncido y analizándome.

—¿Tomaste esto, Sam?—Holly preguntó mirando el vaso. Asentí y ella me dio una mirada de pena y negó lentamente con la cabeza.

—Keegan...

—Sí, sí, la llevaré a casa. Solo espero que no te hayas contagiado de HIV.—Pude ver en los ojos de Keegan juzgándome en silencio.

—Es muy improbable que te contagies HIV a través de la saliv...

—Muy interesante, te escucharía si no tuvieras los ojos viscos en este momento.—Dijo con un timbre serio y rápidamente pasó uno de sus brazos bajo mis hombros y me levantó del asiento.

Qué bien que lo hizo por qué al contactar mis pies con el suelo perdí el equilibrio y control de estos.

—¿Era necesario que bebieras esa porquería?

—Me sentía mal.—Me excusé.

—La gente no bebe alcohol cuando se siente mal.

—Díselo a Peter Van Houten.—Dije en un bajo murmullo mientras Keegan me llevaba hasta la salida del lugar.

—Claro, se lo diré a...ese tipo, sí.—Respondió Keegan mientras volvía asegúrame con sus brazos de que no me cayera.

Caminamos, yo lo hice con un gran esfuerzo, hasta la calle para dirigirnos hasta nuestro próximo destino.

—No tengo dinero para un taxi pero te llevaré a tu casa...

Mi cerebro recibió miles de señales de alerta. Me sobresalté un poco y miré a Keegan con horror.

—No, no, no. Keegan, mi mamá no puede verme así, me mandará a un convento.—Negué repetidas veces con mi cabeza.

Ir a mi casa a esta hora y este estado solo significaría mi muerte inmediata. Palpé mis pantalones para encontrar mi celular y en las penumbras de la noche traté de enviar un mensaje a mi mamá de que me quedé con Eleanor hasta tarde haciendo un trabajo y ya de noche para tomar el bus hasta casa. Seguramente me reprendería pero todo sería más leve en comparación con este problema.

—¿Y a dónde quieres ir?—Keegan buscó confuso alguna repuesta en mis ojos.

Él estaba tan cerca y yo estaba demasiada cansada, en consecuencia apoyé mi cabeza en su hombro. Lo sentí tensarse un segundo pero luego se relajó y no protestó. No podía pensé en una respuesta elaborada ahora mismo, yo solo asentí como si la pregunta fuera con dos únicas respuestas posibles; sí o no. Keegan rodó sus ojos ante mi estado de incompetencia y exhaló fuertemente. Todavía con su brazo rodeándome seguimos caminando por las desoladas calles.

—Creo que esos suéteres te aumentan como viene quilos de peso.—Se quejó pero lo ignoré.

Anduvimos así por unas cuantas manzanas hasta que mis piernas flanquearon y ni siquiera los brazos de Keegan me detuvieron.

Caí tendida en la acera y cerré mis ojos involuntariamente.

—Sam.—Keegan me llamó.

—¿Ujum?—Pregunté.

—No puedes solo tirarte allí y listo. Nos robaran o algo.

Entreabrí mis ojos y estudié el rostro de Keegan en la penumbra de la noche. Él estaba parado allí observándome con sus manos en el bolsillo. Sus cejas estaban arqueadas y su boca ladeada.

—Protégeme entonces.—Abrí mis brazos hacia él. El alcohol me había afectado fuertemente pero no me importaba.

—Quisiera hacerlo pero no soy a prueba de balas, linda. Si no te levantas, mañana nos sacarán del río y apareceremos en las noticas. Y no sé tú pero mañana darán un maratón de American Horror Story y quisiera verlo.—Dijo irónicamente y yo solo me concentré en ver alguna estrellas que se iluminaban en el extenso cielo sobre mi cabeza.

—Que románico, Keegan.—Comenté con una sonrisa tonta en mis labios.

—¿Se suponía que tenía que serlo?—Indagó secamente.

Me quedé en silencio, todavía acostada en el suelo y sin intención de levantarme. El brillo de las miles de estrellas se intensificaron, oí a Keegan suspirar por la frustración. Levanté mi cabeza y arrugué mi nariz.

—¿Por qué no crees en el amor, Keegan?—Pregunté.

Él al escuchar mis palabras, profundizó su entrecejo fruncido.

—¿De qué hablas?—Interrogó confundido.

Mi cerebro había comenzado a divagar hacía tiempo pero este tema fue mi punto de atención. ¿Él amaba a Claire? ¿Así era su nombre? Dudaba de eso ahora. ¿Enamorarse es lo mismo que amar? ¿Puedes amar a alguien sin enamorarte? ¿Puedes enamorarte de alguien sin amar? Por un momento me sentí como la recarnación de Sócrates.

—Vamos, Sam, es muy tarde.

-—¿Por qué evades la pregunta?

—Por qué no me gusta perder mi tiempo respondiendo a gente borracha.

—No me moveré hasta que lo hagas.—En un acto infantil, crucé mis brazos y apreté mis ojos.

—Eres insoportable.—Exclamó y llevó su cabello rubio hacia atrás y luego me miró con cierto desdén—. El amor existe...pero me odia. Es así de simple.—Confesó y me quedé reflexionando sobre sus palabras.

Hasta que grité por la sorpresa. Keegan estaba cargándome, sus brazos estaban debajo de mi torso y piernas. Quería quejarme y ordenarle que me bajara ahora mismo pero sin embargo, lo único que hice fue acomodar mi cabeza debajo de su cuello y entrelazar mis brazos.

N/A
Hola, people. Bueno, como ven, esta es la parte 1. La segunda parte la publicaré pronto pero el capítulo había quedado tan largo pero igualmente quise compartirles algo. Por cierto, ¡muchas gracias por sus lindos comentarios y menajes! Los adoro ❤️ ahora cuéntenme, ¿qué piensan hasta ahora?
Mitch.

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