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~Capitulo 28~

Este cap no está corregido, por si llegan a encontrar algún fallo (error de ortografía) lo arreglaré mañana, no se preocupen.

Presentes aquí:

JAELYN

SEGUNDA PARTE

—Eres un idiota, ¿en qué diablos pensabas al tirarte al lago con este clima tan frío? Azrael no seas estúpido, te puede dar hipotermia —Llevo mis dedos al puente de mi nariz apretándolo, él no dice nada, sus ojos y naríz están rojos como si minutos atrás hubiera estado llorando—. ¿Vas a decirme por qué lo hiciste o no piensas hablar aún?

Renzo caminaba por ese lugar cuando vio lo que hizo Azra, entre él y Jean lograron sacarlo del agua, le exigieron explicaciones del porqué lo hacía. No dijo nada y ha permanecido así. En silencio. Está perdido en su propio mundo, aprieta los bordes de las mantas que cubren sus hombros con fuerza y frunce el entrecejo cuando lo que piensa parece digustarlo. Conmigo se ha negado hablar, incluso con el francés; Andrea, con quién es más cercano.

Tomo asiento en la butaca que está frente a él para analizarlo.

—Déjame en paz —espeta.

—¿Me dirás qué te sucedió?

—Que mi padre —calla—. Tu padre —corrige—, me quiere hacer la vida miserable.

—¿Por qué?

—Porque ellos creen que soy tonto, me da coraje la mentira que inventaron. Me hace pensar que solo soy un estorbo para todos ustedes —Solo permanezco en silencio escuchando, él inhala aire y deja salir un suspiro tembloroso—. Solo quiero que me respondas algo que no ha dejado de darme vueltas.

—Dime.

—¿Eres hija biológica de Verónica?

Sigo sin entender porque lo pregunta.

—No. No lo soy, ¿a que viene la pregunta? Está demás decir que soy hija de Carla, mi madre biológica fallecida.

—Ella dijo que tú eras su hija.

¿Verónica dijo que yo qué?

—Azra, ¿de verdad creerás esa historia tan absurda? —Desato mi blusa y la dejo caer al suelo, dándome la espalda y enseñando mis cicatrices—. Tengo pruebas, estas cicatrices me las hizo mi padre. Él me golpeaba con un látigo. Aurelio solo quiere que te alejes de mí, quiere que te unas a la empresa familiar, no dejes que ellos nos separen.

—¿Todo lo que Verónica...?

—Es mentira —interrumpo—. ¿Como piensas que voy a inventar algo de tan gran magnitud? Niccoló es mi primo, Carla es mi madre, joder. Verónica la conocí cuando me adoptó, no le creas.

—Ella dijo que tuve un accidente siendo niño junto con mi madre y a consecuencia, tengo amnesia, ahora entiendo porque no puedo acceder a todos mis recuerdos, son confusos o simplemente se distorsionan —Abraza su rodillas, mantiene la cabeza gacha—. Quisiera que mi madre estuviera con vida, estoy tan vacío después de su perdida, y el desgraciado de Aurelio quiere meterme ideas locas a la mente. Es un cobarde, ni siquiera me enfrentó. Soy un idiota, un idiota que solo quería pasar tiempo con su padre. Para mí Aurelio es mi padre, porque nunca voy a conocer a mi padre biológico, él murió antes de mi nacimiento.

—Hay otras personas que te quieren.

—Mariposa, no estamos hablando si hay o no otras personas que me quieran, hablo del puto de Aurelio. ¿Que es lo que quiere conmigo? ¿Hasta donde lo llevará su ambición por el dinero?

—Azra, tú tienes un abuelo que estoy más que segura que daría todo por tener una relación bonita contigo.

El día que Aurelio le confesó a Azrael que no era su progenitor mencionó que su verdadero padre era el hijo de Mario, lo que convierte al adorable de Mario en abuelo del señorito ego. No obstante, Azrael no se percató de ello por estar pendiente de lo demás que Aurelio decía. En cambio yo, si me percaté de lo que habían dicho. La conexión que Azrael anhelaba con Aurelio era un espejismo, una ilusión construida sobre la base de mentiras y manipulación.

Sus cejas se fruncieron.

—¿Mi abuelo?

—Es Mario.

—Mario, mi abuelo —murmura con una sonrisa tirando de sus labios—. Jae —Azrael se queda callado y sin dejar de observarme añade—: Si Aurelio sabía que yo no era su hijo, y que su hija era maltratada en manos de su madre, tu madre Carla ¿por qué no te alejó de ella? ¿Por qué esperó a que te hicieran daño y te dejarán con problemas e inseguridades?

—Aurelio no sabía que yo...

—Si lo sabía —corta—, es sospechoso que tu madre haya muerto en un accidente automovilístico.

—Aurelio no es ningún asesino.

Él suelta una risa amarga.

—¿Lo estás defendiendo? No me jodas.

No es que lo estuviera defendiendo, solo que Aurelio podía ser ambicioso, estricto pero nunca un criminal. Mi madre murió fue huyendo de unos hombres que Vicenzo le había quitado una suma grande de dinero y chocaron contra un árbol, murieron los dos al instante. El auto quedó destrozado.

Carraspeo para llamar su atención.

—¿Por qué te aventaste al lago?

—Todos me odian, hasta la muerte me odia.

—Nadie te odia, Azra.

—Odio a Aurelio —Se ha puesto de pies, tastabilla y cae de bruces. Lo ayudo a levantarlo, pasando una mano por su espalda y la otra por su costado—. No, no, no —balbucea cuando abro la puerta del baño, frena dando un paso para atrás en busca de huir, lo jalo de su cabello reuniendo todas mis fuerzas tirando para el interior—. ¡Ah, eso duele!

—Necesitas sacarte esa agua del lago.

El italiano tiene muchas energías para pelear, hace el ademán de empezar pero me le adelanto hundiéndolo en la bañera, traga agua y gimotea impulsándose hacia el borde de la baldosa de la tina, aferrándose a ella como un ancla. Agarra una bocanada de aire, su cabello oscuro se le adhiere a su frente y sus dientes chocan entre sí.

—¡He tragado agua por tu culpa!

—Ahora te volverás un pez —bromeo. Mi broma no le hace gracia—, que amargado, no tienes sentido del humor.

—Dime el chiste para ver si me rio.

—¿Estás seguro que no te golpeaste la cabeza al caer en el lago?

—Quel idiot, je l'aime toujours —(Que tonta, igual la amo) Me giro a encararlo.

—La tuya, imbécil —lo insulto.

—¿La mía qué? —Se descoloca.

—Tu mamá, idiota.

Rompe en risotadas, puede que me esté viendo la cara de estúpida, de todas formas sonrío, es el primer signo de felicidad que ha reflejado. Voy por buen camino para levantarle sus ánimos.

—No es gracioso.

—No es un insulto —ladea una sonrisa coqueta.

—¿Y qué es?

—Adivina.

—¿Me ves cara de traductor? ¿De Duolingo acaso? —bufo irritada, coloco mis brazos en jarra—. ¿Que dijiste? No salgas que vuelva a adivinar, voy a adivinar pero con un solo golpe que te voy a dar con un bate por tu cabeza.

—Joder, tienes algo serio con los bates.

—¡NO TE HE DADO PERMISO DE SALIR DE LA BAÑERA!

Pega un respingo y se queda quieto con los ojos abiertos. Busco el champú y le echo en su cabello, restriego su cuero cabelludo, masajeo sus hombros dejándolo un rato bajo el agua, él echa su cabeza hacia atrás buscándome con sus ojos profundos, que a pesar de no admitirlo, me traen loca. Estoy de puntillas para alcanzar el cajón en donde están las toallas.

—Ay, no pareces mi novia. Pareces mi mami —suspira—. ¿Mariposa?

—¿Si?

—¿Por qué eres tan hermosa?

El rubor sube a mis mejillas.

—¿Que dices, tonto? —Pongo detrás de mi oreja un mechón de mi cabello—. Yo no soy... —Se quita la camisa, porque sí, quería que se duchara con la ropa puesta por la vergüenza de decirle que se quitara—. ¿Qué haces?

—Me desnudo para que admires el bello cuerpo de esta hermosura.

Aprisiona mi cuerpo entre la pared y sus brazos que los ubica arriba de mi cabeza, apoyo mis manos en su torso desnudo sintiendo cada músculo tenso, cada latido de su corazón resonando contra mi piel. Un escalofrío me recorre la espina dorsal entera, si fuera posible traspasar la pared lo hiciera para escapar de su jugueteo que me pone de los nervios, hunde su rostro en el hueco de mi cuello y deja un camino de besos.

—No he dejado de verlas desde que te quitaste esa blusa —recorre mis senos con su lengua—. Son mis favoritas, tienen el tamaño perfecto —Las envuelve con sus manos llenas de venas, les da un ligero apretón y, yo muerdo mi puño para ahogar un gemido.

—Son pequeñas —murmuro.

—A mí me encantan, de hecho, me encanta todo tu cuerpo —Besa mis hombros, mi clavícula, se pone de cuclillas para besar mi vientre, generándome un pequeño cosquilleo por esa zona y sube para darme la vuelta y besar mi espalda—. Y me encantas tú. Mira como me tienes, a tus pies.

Giro la cara para verlo por encima de mi hombro, aprovecha para atacar mis labios con furia contenida. Un suave y nada audible gemido sale de mi interior, él mordisqueó y chupó mis labios. Gruñó en respuesta al escuchar ese sutil sonido, rodea mi cintura con sus brazos y le pega a su pecho sin separarse de mis labios en ningún segundo. Jugueteo con su cabello, hundiendo mis dedos en el cuero cabelludo para tirar de él.

Olía a menta y cítricos, una combinación fresca y dulce que me embriagaba los sentidos. Cada beso se sentía como un fuego que encendía mi piel. Metió una pierna entre las mías, las mismas que se debilitaron y mi estómago agarró tensión por la cercanía entre los dos, usé todo de mi autocontrol para romper el hechizo y alejarme de él.

—¿Por qué te alejas? —Se indignó.

—Iré a buscarte ropa seca —Estiró su brazo enroscando mi muñeca y tirándome a la pared de nuevo—. Azra... no me hagas ir por el bate. No bromeo.

—Primero me calientas y luego te vas. Eso debería ser considerado un delito.

—Que exagerado eres.

—Y tú pesada.

—Ya dije que te iré a buscar ropa —Logré escabullirme por debajo de sus brazos.

Busco en su armario ropa, tomo un pijama, ya está oscureciendo y pronto nos iremos a dormir. Al regresar lo encuentro enfurruñado, de espaldas a mí con la vista fija en las baldosas como si fueran lo más entretenido e interesante. Le extiendo la ropa y con brusquedad la toma, se ha molestado. Quizás, le he golpeado el orgullo en no seguir o esté buscando un pretexto para pelear conmigo, de cualquier modo, ya se enojó.

—Necesito privacidad —dice colocándose la camisa.

—¿Vas a salir con que no quiere que te vea? —resoplo—. Si ya te he visto expuesto minutos atrás.

—Uno necesita privacidad.

—¿Tanto te cuesta admitir que te enojaste porque te dejé con el calentón?

—No puedo enojarme por una tontería.

—Sería muy estúpido de tu parte.

—Mi privacidad por favor.

—Eres raro, ni tú mismo te entiendes. Primero estabas triste, casi depresivo, después pasaste a ser amoroso, para terminar enojado.

—Uno tiene cambios de humor.

—¿Estás seguro que no te golpeaste la cabeza de chiquito?

—¿Eso que tiene que ver con esto?

—A causa de ese golpe quedaste defectuoso.

*

AZRAEL MARCHETTI

He salido con los chicos a comprar la despensa, ninguno se percató de que no quedaba comida en la nevera, y cuando hablo de ninguno incluyo a las chicas. Chiara solo se alisaba el cabello y se pintaba las uñas de los pies, Jaelyn veía una caricatura, no solo ella, el infantil del francés también la veía. A él me lo traje a rastras y los otros dos se unieron sin invitarlos, ahora parezco el padre de tres críos que se pelean por lo más mínimo.

La situación se tornó aún más rara, una niña cómo de unos tres años avanzó hacia nosotros y se le aferró a una pierna a Jean.

—¡Papi!

—¿Eh...?

—¿Y esta cosa qué?

Andrea empuja a Renzo para ver a la niña, abre y cierra la boca llevándose una mano al pecho.

—¿Ahora soy tío?

—¡¿Eh!? ¡NO! Yo no conozco esta cosa —Sacude su pierna para liberarse de la niña—. Fuera, bestia. Fuera.

—No es ninguna bestia —Flexiono una rodilla y me pongo de cuclillas—. ¿Estás perdida, princesita?

No responde. Esconde su rostro en la pierna que abraza de Jean, éste pone cara de horror.

—Si debe de estar pérdida —dice con seriedad, Renzo, observando las indicaciones de una crema—. El Papá debe de tener un parecido con Jean.

—¿Como se llama tu papá o tu mamá, mi cielo? —pregunta Le Brun, colocándose a la altura de ella, la niña no habla—. Es tímida.

Jean empieza a desesperarse.

—Ya, quítenme esta pulga de mi pierna.

—¡Papá! —repite la niña abrazándolo.

—Lo que me faltaba, que una mocosa me llame papá. Yo no soy tu papá. Entiéndelo, búscate otro papá.

—¡Papá!

—Yo no soy tu papá, yo no tengo hijos. Ni quiero tenerlos, no insistas, bestia.

—¡Papá!

—Vas a tener que seguirle la corriente.

—Nunca, me niego a tener que dejar que la cosa me llame "papá".

—Vente, cariño —Andrea extiende sus brazos para alzarla, ella no se deja.

—Su madre ha de estar cerca, solo tómala en brazos mientras tanto la buscamos —sugiere Renzo hacia Jean. Él se horroriza.

—¿Que yo haga qué? ¿Y por qué no lo haces tú?

—La niña solo se deja cargar por ti.

—¡No! —Jean retrocede un paso, mirando a la niña como si fuera un extraterrestre que acaba de aterrizar en medio del supermercado—. ¡No y no!

La niña levanta la vista y le sonríe con esos grandes ojos inocentes que derriten cualquier resistencia. Incluida la de Jean, titubea indeciso.

—Mira, cosa, bestia. Como sea que te llames. No soy tu papá, así que no te hagas ilusiones. Y aléjate de mi pierna.

—Papá... —insiste la niña, hace un puchero que amenaza con convertirse en llanto.

—No hagas que llore —le advierto.

—Si es tu papá —se adelanta a decir desesperado Renzo—. No llores, ya suficiente tengo con vivir para tener que escuchar el llanto de una niña.

La niña hace caso omiso, rompe en llantos.

—¡Ah, no! ¡No! ¡No llores! —Jean se siente acorralado—. No llores, por favor.

—¡Papáááááááááá!

—¡YO NO SOY TU PAPÁ!

—¡PAPÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁ!

—¡Maldición, estampa a esa niña a la pared! —Renzo chilla, cubriéndose sus oídos—. No la soporto.

—¿Si la puedo estampar la pared?

—¡Te pateo las pelotas si lo haces! —amenaza su hermano.

—¡No me amenaces, Nathaniel, yo soy tu hermano mayor!

—¡Ni siquiera lo pienses pedazo de mierda! —le grito.

—¡Todos están en mi contra!

—¡Es tu hija!

—¡NO ES MI HIJA!

—¡AHORA LO ES!

—¡YO NO QUIERO HIJOS!

—¡YA TIENES UNA!

—¡NO LA QUIERO!

—¡PAPÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁÁ! —la niña se tira al suelo haciendo un berrinche.

—¡SOBRINA!

—¡COMO LA VUELVAS A LLAMAR SOBRINA TE PARTO LA CARA, CABRÓN!

—¡CABRÓN, CABRÓN! —repite la niña, dejando de llorar.

—No, no, no digas esa palabra —Jean balbucea.

—¡Cabrón!

—¡Cabrona tú!

—¡JEAN!

—Es solo una niña, no tiene que ser tan difícil de llevar —comenta Le Brun, vuelve a ponerse de cuchillas y toma un mechón del cabello de ella—. ¿Cual es tu nombre, cielo?

—Mamá dice que no le diga mi nombre a desconocidos.

—Nosotros ya no somos desconocidos, soy hermano de tu papá —señala a Jean que se alejó de nosotros.

Los ojos de la niña se iluminan.

—¿Eres su hermano?

—Si, preciosa. Soy el hermano del amargado aquel.

—¡¿DE VERDAD?!

—Si, cariño.

—¿Entonces eres mi tío?

—Ah... yo... eh... ¿si?

—¡TIO! —se le abalanza encima.

—¿Sobrina...?

—¡Mía! ¡Ven aquí!

Los ojos de la niña se iluminan al reconocer la voz, y sin pensarlo dos veces, suelta a Andrea y corre hacia una mujer que aparece entre las estanterías.

—¡Mamá! —grita, y se lanza a sus brazos.

Jean regresa a nuestro lado.

—Eso fue... —calla. La niña regresa a él y lo vuelve a abrazar, él no pone resistencia está vez, y la envuelve en sus brazos, aún con cara de espanto—. ¿Así que te llamas así, Mía?

—¡Si!

—Es un nombre muy bonito —La aleja de él—. Como tú.

La mujer, de cabello castaño toma a Mía por la mano.

—Lo siento mucho, no sabía que se había escapado. Parece que te ha tomado cariño.

—Si...

—¡Él es mi papá!

—No, cariño. No es tu papá.

—¡Si lo es!

A la niña su madre se la lleva, desde lejos se escucha el llanto de Mía llamando a su "papá" Terminamos de comprar la despensa y lo guardamos todo en el maletero. Jean se ha tirado en unos de los asientos de atrás mirando por la ventana, distraído.

—¿Cuando te vas? —Renzo sube y baja una ceja—. Estorbas por si no lo sabías.

Este francés achica sus ojos. Ambos son un par de amargados que pueden llegar a ser hirientes si se lo proponen.

—¿Me estás corriendo? ¿De mi casa?

—No es tu casa. Es la casa de tu hermano.

—Por si no lo sabías, esa casa la compró mis padres.

—Para tu hermano.

—Y para mí también. Así que yo puedo quedarme ahí hasta que se me de la gana y te callas, maldito imbécil.

Renzo suelta un suspiro exasperado, cruzando los brazos sobre el pecho con una mueca en el rostro.

—Solo te digo que no puedes quedarte para siempre. No hay habitaciones disponibles y necesitamos un poco de orden, y tú no estás ayudando en nada.

Jean se vuelve hacia él, la mirada encendida por la frustración.

—¿Orden? ¿Desde cuándo el orden ha sido tu fuerte? Te pasas el día quejándote de todo y nunca haces nada para cambiarlo, ¿por qué no te lanzas de un puente? Yo te puedo dar un empujón.

—Me caes mal.

—Yo no te soporto, estamos a mano.

—Vete a coger para que se te quite lo amargado.

—Mira quien habla, el señor que pasa todo el día y parte de la noche con cara de asesino serial, esa típica cara de mírame y te mato.

—Yo no soy un señor.

—Para mí eres un señor, solo te hace falta el bastón.

—¡Y a ti te hace falta que te metan en un psiquiátrico!

—Gracias.

—¿Por qué diablos agradeces?

—Yo también sé que estoy loco, y este loco está a nada de estrangularte.

—Como te decía... —Comenta Andrea—. Ellos se la llevan muy bien —abro mis ojos completamente cuando Jean ha empezado a estrangular a Renzo—. Ellos se la llevan bien, a su manera, pero lo hacen. Que linda es la amistad, ¿no?

—Ujum...

*

JAELYN

Me había puesto mis pantalones pijama rosita con estampados de unicornios, fui a tomar un jugo de naranja justo al mismo tiempo que escuché la puerta principal abrirse y por ella entrar los chicos con muchas bolsas del supermercado. El único que cargaba las bolsas era Andrea, los otros lo seguían en silencio mientras se quitaban los zapatos en el umbral.

Detallé a Azrael apoyando mis brazos en la encimera, desde lo ocurrido en el baño no me había hablado. No es como si hubiéramos tenido el momento para hacerlo, ya que él se fue al supermercado mientras yo regresé a la mansión a recoger unas cosas de uso personal. Quedé en alistarme para ir a la graduación con Chiara, ella se ha puesto frenética en que peinados, maquillaje, etc, íbamos a usar. Ella es una profesional en la moda y el maquillaje.

—Hola, hermosa —Andrea me dio un beso en la mejilla.

—Hola, francesito —le sonreí—. ¿Por qué esas caras?

—Es la única que tenemos —masculla Jean, Renzo le da un codazo.

—A Jean se le ha aparecido una hija que no sabíamos que tenía.

Los chicos rompen en risotadas, Jean enrojece.

—Cuantas veces diré que no es mi hija.

Chiara salió con una mascarilla puesta empujando a su hermano para que se quite de su camino, Renzo tropieza con Azrael y, Azra lo empuja hacia Jean, Jean lo tira al suelo.

—¡Me tienen como pelota!

—Mas bien como estorbo —Opina Jean, Chiara lo fulmina con la mirada—. ¿Y tú qué? Mira que no te acepto como mi cuñada solo por ser hermana de Renzo, debes de tener los mismos genes.

—Eres un... —Le Brun la toma de la cintura.

—Solo te está provocando.

—Yo no provoco a nadie, digo verdades.

—¿Cuanto tiempo nos los vamos a tener que soportar? —Renzo se pasa sus manos por su rostro.

—Toda la vida, querido. Nuestros hermanos son novios.

—Algún día van a romper.

Chiara le da con la sartén a su hermano por la cabeza.

—¡Chiara! —chillo.

—¡Me está deseando el mal!

—¡Pon los pies sobre la tierra, no van a durar nada!

—¿Lo dices por experiencia propia? —Se burla Jean.

—Hijo de tu grandísima...

—Hey —interrumpe Andrea—, con mi madre no te metas.

Pegué un salto, de pronto, Jean se inclinó impulsándose con sus codos por encima de la encimera y enredó mi cabello en su dedo.

—¿Así que eres la novia de Azrael? No te había visto bien —Contuve el aire, sus dedos apretaron la piel de mis mejillas sosteniendo mi cara entre sus manos, pude ver sus ojos verdes aguas y su cabello pelirrojo que cae con rebeldía por su frente—. Eres una chica interesante —terminó, soltando mi rostro con una sonrisa ladina.

Azrael sostenía un vaso e hizo qué se resbaló y le tira el agua encima a Jean.

—¡Eso está frío!

—No te había visto bien —finge una sonrisa tensa.

—Lo hiciste a propósito.

—¿Yo? No, estoy en contra del bullying de los necesitados.

—¿Celoso? —Chiara inquiere divertida.

—No.

—Si —insiste Le Brun.

—No.

—Si.

—¡Qué no!

—Azra, ¿Renzo es feo?

Renzo se gira hacia su hermana indignado.

—Si.

—Si estás celoso —completa ella.

—¡Eso ni siquiera...! ¡Es claramente es una pregunta trampa, no es válido!

Los dejo en la cocina y estoy por alcanzar las almohadas que tomé de la habitación para ponerlas en el sofá mientras veía mi serie favorita cuando Azrael me alcanza.

—Vámonos a dormir.

—Yo no dormiré contigo, sigo enojado.

—Pues bien, duerme en el sofá —Cogí las almohadas y me fuí.

—¿Jae...? —Lo escuché decir.

Cerré la puerta con más fuerza de la necesaria, acomodé la cama y me metí bajo las sábanas. No pasaron cinco segundos, Azrael abrió la puerta y se acostó a mi lado intentando abrazarme. Le solté un manotazo.

—No me toques.

—¿Puedo dormir contigo?

—¿No estabas enojado?

—Ya se me pasó el enojo, quiero dormir con mi novia, ¿puedo?

—No.

—¿Te enojaste? Yo solo jugaba.

—No me gustan tus juegos.

—No me gusta dormir solito.

—Váyase a dormir al sofá.

—Ay no, no me hables así, se escucha feo y mi corazón se entristece.

—No caeré en tu intento de parecer vulnerable.

Le di la espalda, apagué la lámpara y cerré mis ojos. Azrael se volvió a acostar dejando un espacio entre nosotros. Sentí su respiración suave y tranquila, y aunque intentaba ignorarlo, su presencia era innegable.

—¿Sigues enojada?

—Si.

—¿Me perdonas?

—No.

—¿No? ¡¿NO!? ¡¿DIJISTE "NO"!?

—Cállate exagerado y vete a dormir.

—¿Puedo dormir contigo?

—Vete, Marchetti.

—¿Desde cuando me llamas Marchetti? Yo soy tu Azra, tu bello y sexy novio.

—Salte o te saco a patadas.

—¿Te puedo dar un abrazo?

—Te he dicho que te fueras.

—¿Si te compro un helado me perdonas?

—Vete.

Silencio.

Creí que se había dormido al fin, me dispuse en cerrar mis ojos de nuevo, él volvió a abrir su boca:

—¿Y si durmiendo en el sofá llega un espanto?

—Ese no es mi problema.

Otro silencio surgió. Esperé a que hablara y como no lo hizo volví a cerrar mis ojos pero...

—Tengo comezón —Empezó a rascarse los brazos, apreté el borde de las sábanas con furia.

Respira. Cálmate. No lo golpees.

—¿Ya se te pasó la picazón?

—Si.

—Bien.

Volví a cerrar mis ojos, el señorito volvió a hablar:

—Descansa. Sueña con los angelitos y conmigo.

—Contigo no, gracias. Serían pesadillas.

Miré el reloj en la pared, eran la diez y media de la noche. Por encima de mi hombro lo observé, tenía sus ojos cerrados, al parecer se quedó dormido, hasta qué:

—Oye, Jae...

—¡AAAAHHHH! ¡DÉJAME DORMIR!

—No seas dramática. Te estoy dejando dormir.

—Las personas que duermen no tienen los ojos abiertos y no están hablando.

—¿Puedo darte un besito?

—¿Era para eso?

—Si.

—¡NO!

—¿Sabías que las personas se podían morir del corazón roto? No es inventado, en Tiktok dice que si es posible. Si muero por mi corazón roto es culpa tuya, no me niegues un beso o serás mi asesina.

—No creas todo lo que dicen en internet.

—¡Es la verdad!

Gruñí, ya que, el sueño se me pasó, me dispuse a bajar a la planta baja encontrándome con los chicos que seguían iguales a como me fui.

—¿No estabas dormida?

—No puedo, Chiara. No me dejaron.

Azrael baja silbando, a la próxima le voy a pinchar sus ojos para que no duerma.

Su brazo se enlaza en mi cintura y baja sus labios a mi oído derecho.

—¿Me perdonas?

Suspiro de malhumor.

—A la próxima si voy por el bate.

Su sonrisa se ensancha.

—¡Dios, te amo, Jae! —exclama. Los chicos voltean a verlo por su extraño comportamiento, minutos atrás se mostraba molesto conmigo.

—Eres un tonto —murmuro avergonzada.

—Te amo —repite—. Te amo, flaca.

—Azra...

—Te amo, princesa.

—Si, lo sé... —hablo en un hilo de voz agudo, Jean se apoya en la isla cerca de su hermano, le susurra algo en el oido burlón, apuntando a Azrael.

—Te amo, mi niña.

Sollozo.

Yo también lo amo. Es mi razón de vivir.

—¿Que bicho les picó a este par de locos? —se lamenta Jean.

¡Capitulo tranquilo celebrando las 300k de lecturas!

Me alegra mucho que les estén gustando mucho la historia. Jae es una protagonista enfocada en mis miedos e inseguridades, porque sí, soy demasiado insegura, hasta me cuesta hacer amigos por el temor al rechazo. He leído muchos comentarios diciendo que Jaelyn estresa en los primeros capítulos porque solo se queja por lo que le sucedió y que hay otras protagonistas que son mejores que ella (estos comentarios me han desanimado) Pero aún sigo adelante por aquellas lectoras que si aman a los personajes con todo y sus defectos. En fin, gracias mis amores.

Para las se preguntan, no tengo días específicos para subir capitulo, subo uno cada semana, aunque quisiera subir más la universidad no me deja hacerlo, el tiempo de los que estudiamos es limitado. Si se preguntan cuando actualizo por mis redes siempre lo estoy anunciando un día antes, pero si no tienen redes sociales esperen los fines de semanas (de viernes a domingo) hay actualización.

Pregunta random:

¿Como llegaron a esta historia?

¿Cual es tu personaje favorito de Sonrisa rota de cristal?

¿Que piensan de Jean Le Brun?

Si hacen videos de la novela por Tiktok etiqueténme para ver estos vídeos.

(Instagram: Nathalikell45)

(Mi Cuenta en Tik tok: nKellOficialWattpad)

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