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━ capítulo once: visita sorpresa.

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CAPÍTULO ONCE

VISITA SORPRESA

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Era primera hora de la mañana y Morgana y Charlie se encontraba en la cocina preparando el desayuno. Bueno, más bien Morgana lo preparaba y Charlie picoteaba. Varios golpes seguidos en la puerta de la cabaña provocaron que los dos se mirasen con las cejas alzadas, extrañados.

—¿Esperabas a alguien? —preguntó la castaña.

El pelirrojo negó. Sin embargo, no tardó en levantarse del taburete para ir a abrir la puerta y ver de quien se trataba. Quizás era uno de sus compañeros que estaba de ronda por la zona y quería descansar un rato, después de haber pasado la noche sin dormir.

Al abrir la puerta, lo primero que vio fue una pícara sonrisa, unos grandes ojos azules y una larga y ondulada cabellera rubia. Sus ojos turquesa se abrieron de par en par, altamente sorprendido, mientras recorrían una y otra vez a la persona que estuviese en frente, sin creerse en lo más mínimo que estuviera allí. Debía estar alucinando.

—No... —comenzó a decir—. No puede ser...

—Puede ser —repuso la rubia—. Estoy aquí, Charles.

—Danna —murmuró, cuando finalmente se creyó que estuviera allí, con una amplia sonrisa.

La mencionada se la devolvió y ambos intercambiaron un fuerte abrazo.

—¿Cómo has llegado hasta aquí? —y se refería a cómo había llegado hasta su cabaña dentro del santuario y no a qué hacía en Rumanía porque eso lo imaginaba.

—Bueno, en la puerta del santuario me encontré a un compañero tuyo muy guapo y le insistí decenas de veces, ya sabes lo terca que soy, hasta que finalmente me dejó entrar y accedió a acompañarme hasta aquí —relató—. Se ha ido justo cuando he llamado a la puerta.

—Al menos tú no te has adentrado sola dentro como Morgana —señaló Charlie, dejando escapar una risa. La rubia había sido más sensata.

—Espero que Morgana siga viviendo aquí, porque he venido a verla a ella y no a ti —bromeó Danna.

—¿Así que solo has venido por Morgana y no tienes ningún interés en mía? Ya veo, ya veo —fingió estar indignado e infló ligeramente los mofletes.

—No sé quién es más dramático si Erick o tú —negó con la cabeza mientras reía—. Claro que tengo interés en ti y me alegra mucho verte de nuevo, pero como comprenderás me hace más ilusión ver a mi mejor amiga.

—Y a ella le encantará verte, se va a volver loca.

Charlie giró la cabeza hacia el interior de la casa antes de volver a hablar con tono alto:

—¡Morgana, ven aquí! ¡Hay alguien que quiere verte!

La castaña en la cocina se sorprendió al escucharle y extrañada caminó hacia el pasillo que llevaba a la entrada. En menos de un segundo reconoció a la mujer que estaba en frente de Charle y que la miraba con una gran sonrisa. La espátula que llevaba en la mano, con la cual había estado moviendo las tortitas, se le cayó a la misma vez que un grito lleno de emoción se escapaba de sus labios, haciendo que Charlie riese.

—¡Danna!

—¡Morgana! —gritó la contraria igual de emocionada.

Morgana corrió hasta allí, dio un empujón a Charlie para que se apartase y se lanzó a los brazos de la que había sido su mejor amiga en Hogwarts (y a la que aún consideraba de esa forma). Danna la abrazó con la misma fuerza mientras reía. Las dos no podían estar más felices de verse después de cinco largos años desde la última vez. Habían pasado tantas cosas, se habían necesitado y añorado tanto...

—No puedo creer que estés aquí —susurró la castaña sin soltarla.

—Pues lo estoy, tenía muchísimas ganas de verte.

Charlie contempló la escena en silencio, apoyado en el cerco de la puerta y con una sonrisa de oreja a oreja. Le gustaba ver lo felices que lucían sus dos amigas al reencontrarse después de tanto tiempo, aunque le gustaba más ver a la castaña tan emocionada; parecía hasta más emocionada que cuando se reencontró con él, aunque por muy poco.

Cuando las dos chicas se separaron, se miraron la una a la otra sin parar de sonreír, fijándose en cuanto habían cambiado en aquellos años.

—Por Godric, Morgana, estás muchísimo más hermosa que la última vez que te vi —dijo Danna mientras la recorría de arriba abajo y luego se mordía ligeramente el labio inferior—. Estás para comerte con pan. ¿Verdad que sí, Charlie?

El pelirrojo se sorprendió ante la pregunta y ante la mirada de la rubia, pero terminó por asentir.

—Sí, está absolutamente preciosa —contestó sin más.

Tras decir aquello, Danna pudo observar como las mejillas de su mejor amiga se coloreaban un poco de rosa y eso la hizo sonreír pícaramente. Le acababa de dejar claro, sin necesidad de preguntarlo, que aún seguía teniendo sentimientos por el pelirrojo.

—Tú también estás preciosa —repuso Morgana—. Fíjate en tu cabello, la última vez casi ni te llegaba por los hombros y ahora lo tienes más largo que yo.

Danna sacudió su cabello con una mano y una expresión en el rostro que decía «sí, lo sé, mi cabello es precioso y yo soy preciosa». Y sí, definitivamente, una vez más, se confirma que todos los miembros de aquella pandilla tenían un ego que no les cabía.

—Entra, entra —la instó Morgana mientras tiraba de una de sus manos y Danna no puso objeción para dejarse arrastrar por el interior de la cabaña encantada. Charlie las siguió tras cerrar la puerta, divertido—. Charlie y yo estábamos a punto de desayunar, ¿tú has desayunado ya?

—Aún no, con las prisas de venir hasta aquí no he tenido tiempo.

—Perfecto, entonces, desayunarás con nosotros.

Morgana la soltó una vez llegaron a la cocina y Danna tras echar un vistazo por ella y por el salón que se encontraba al lado, depositó la mochila que cargaba sobre el suelo y se sentó en taburete contiguo al que Charlie acababa de ocupar.

—Me gusta tu cabaña, Charles —le comentó.

—Morgana dice que le falta un poco de color —mencionó él mientras miraba de reojo a la susodicha que había ido a recoger la espátula que antes se le había caído al suelo.

—Si Morgana lo dice, es cierto —sentenció la rubia—. Ya sabes, Erick, Ayumi, Emily y ella son los que tienen verdadero estilo de la pandilla.

—Por suerte para vosotros —farfulló la castaña regresando a su posición en frente de los fuegos para seguir haciendo tortitas.

—Cierto, cierto, por suerte para nosotros. ¿Quién nos criticaría sino por la ropa que nos ponemos? —inquirió de forma retórica y sarcástica la rubia.

—En mi caso, mi madre —respondió el pelirrojo y las dos chicas rieron.

Morgana comenzó a depositar platos con cuatro o cinco tortitas en cada uno frente a sus dos amigos, para luego sentarse ella en un taburete cuando también sirvió su plato.

—Conseguiste ser aurora, ¿no? ¡Enhorabuena, Danna! —comentó entonces Charlie.

—Y tu dragonalista, ¡enhorabuena también!

—Ambos habéis cumplido vuestros sueños —indicó Morgana dedicándoles una sonrisa. Se sentía muy orgullosa de sus dos mejores amigos.

—¿Y qué hay de ti? —quiso saber la rubia—. ¿Cuándo vas a quitarle su puesto al profesor de Runas Mágicas en Hogwarts?

—Cuando se retire, quedaría feo si lo hago antes —rio entre dientes—. Por cierto, ¿cómo estáis llevando todo el asunto de Quién-tú-sabes en el departamento de aurores?

En cuanto pronunció aquella pregunta, Charlie centró su mirada en la rubia, completamente serio, ya que era un tema que le preocupaba bastante por su familia.

—Pues estamos teniendo mucho trabajo, como podréis suponer, está habiendo muchos casos de desapariciones y asesinatos tanto en el mundo mágico como en el muggle —comenzó a contarles mientras cubría sus tortitas de sirope de fresa—. Por eso no pude venir a la reunión del otro día.

—¿Y qué dice el Ministerio de Magia sobre eso? —cuestionó Charlie.

—¿Qué crees que dice? Mentiras, como siempre —contestó, indignada—. Dice que no está pasando nada malo, que está todo bajo control... Se niegan a admitir la verdad.

—Lo habitual —Morgana suspiró.

—No sé por qué no creen a Potter, la verdad —farfulló Charlie mientras se llevaba un trozo de tortitas a la boca.

—Por miedo, supongo —Danna se encogió de hombros y luego miró a Charlie—. ¿Potter es amigo de tu hermano, no?

—Sí, es el mejor amigo de Ron.

—Con más razón hay que creerle entonces, nuestro Ronnie no se haría amigo de una persona que miente con un tema tan delicado —repuso Morgana.

Charlie no pudo evitar sonreír ante sus palabras. Siempre le había encantado como la castaña defendía y apoyaba a sus hermanos. Siempre le había encantado como se refería a ellos: «Nuestro Ronnie», «Nuestros Freddie y Georgie»... Le hacía pensar que ella los consideraba parte de su familia, tal y como ellos la consideraban a ella.

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Los tres amigos siguieron hablando durante largo rato hasta que Charlie casi se atragantó con una de las tortitas al darse cuenta de la hora. Llegaba tarde. Se apresuró a terminar de prepararse y antes de marcharse a través de la chimenea, les dio un beso en la mejilla a las dos chicas y le indicó a la rubia que podía quedarse en su casa el tiempo que quisiese.

Tras verlo irse, Danna se quedó mirando fijamente a Morgana, como esperando a que ella hablase, pero al notar que no iba a hacerlo, comenzó ella:

—Así que estás viviendo con Charlie.

—Es solo algo temporal.

—Temporal, dices... —rodó los ojos—. Por lo que sé ya llevas viviendo con él más de un mes.

—Es una temporada muy larga —repuso la castaña, desviando la mirada.

—Supongo que no quieres irte.

—No, no quiero —reconoció honestamente—. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan a gusto, tan como en casa... y no quiero dejar de sentirme así —sonrió leve y amargamente—. Y, además, echaba muchísimo de menos a Charlie.

—Pero... ¿no es doloroso? —cuestionó tras dudar—. Cuando fui a ver a Erick a San Mungo, después de que la pandilla estuviera aquí, me dijo que Charlie seguía siendo un idiota.

—Y sigue siéndolo, aparte de cegato perdido —corroboró Morgana con un suspiro—. Y sí, es doloroso, y a veces pienso que debería irme antes de que mi corazón se destroce todavía más, pero no quiero, no quiero dejarle otra vez.

Danna soltó un suspiro ahora. Estaba preocupada por la estabilidad emocional de su amiga. Podía recordar como en los últimos meses de su último año en Hogwarts, la castaña cada día perdía más su vitalidad, sus sonrisas se volvían más falsas y sus ojos se llenaban de más tristeza, porque no podía soportar el dolor de ver al hombre al que llevaba amando años coquetear con otra mujer que no era ella. No quería que tuviera que volver a pasar por eso.

—Parece que separarte de él todos estos años no te ha ayudado nada a superarlo...

—En lo más mínimo. Al contrario, creo que mis sentimientos por él se han hecho más fuerte —rio, aunque parecía que lo hacía por no llorar.

—Y aun así Charlie no es capaz de darse cuenta, por Godric —la rubia golpeó su propia frente con la palma de su mano, desesperada por lo ciego que estaba el pelirrojo.

—Sinceramente, ya no sé qué hacer para que se dé cuenta —volvió a suspirar—. Hasta varios de sus compañeros dragonalistas se han dado cuenta, pero él ni siquiera lo sospecha.

—Pero, ¿no vas a rendirte, verdad? —los azulados ojos de la rubia se centraron en los marrones ajenos, como tratando de leer su mente.

—Quiero rendirme. En realidad, ya lo hice —reconoció. El haberse alejado de él durante tantos años demostraba que lo había hecho—, pero luego va y me trata de cierta forma y me dice ciertas cosas, y me confunde, me hace pensar que quizás sienta lo mismo por mí, me hace querer volver a luchar por él...

—Es tan desesperante —resopló mientras se masajeaba la frente con dos dedos—. El comportamiento de Charlie contigo siempre ha sido muy confuso. Es decir, todos éramos amigos, ¿no? Pero yo no recuerdo que Charlie me estuviese abrazando o dándome besos en la frente o en la mejilla a cada dos por tres. ¡Y menos mordiéndome las mejillas!

Morgana se avergonzó un poco ante lo último.

—Además, se suponía que le gustaba Tonks, ¿no? —su amiga asintió, aunque obviamente no le hacía gracia reconocerlo—. Pero él jamás se comportó así con ella, ¿o sí?

—No, para nada —respondió de inmediato—. Coqueteaba mucho con ella, pero el mayor contacto físico que le vi a hacer fue apartarle unos mechones de cabello de la mano o rodearla alguna vez por los hombros cuando estaban sentados juntos.

—¡No lo entiendo, entonces! —exclamó la rubia exasperada—. ¿Por qué con la mujer que supuestamente le gusta tiene tan poco contacto, pero con la que dice que es únicamente su mejor amiga tiene hasta más contacto del debido? ¡Los amigos no se comportan así!

—¡Ya lo sé! Pero para Charlie parece ser normal y no sé si gritarle que no es así, que los amigos no se tratan ni se miran de la forma en que nosotros lo hacemos o lanzarle un expelliarmus y mandarlo a volar por los aires. ¡Me vuelve loca!

En ese punto, las dos amigas se encontraban completamente desesperadas, como tantas veces antes que habían hablado del pelirrojo. No podía entender en absoluto su comportamiento, por muchas vueltas que le diesen. No tenía lógica ninguna. Charlie era como un enigma, como un rompecabezas, imposible de resolver para ellas y para el resto de la pandilla.

—¿Has tratado de utilizar tus armas de mujer increíblemente sexy para ver si así se da cuenta de lo que sientes? —inquirió entonces Danna.

—Eso fue justamente lo que Erick me sugirió que hiciese —comentó Morgana—. Y estoy en ello, pero por el momento no he conseguido demasiado.

Danna sintió unas ganas inmensas de ir a buscar a Charlie y lanzarle un buen hechizo o darle un buen golpe para ver si de esa forma espabilaba de una vez. ¿Una mujer como Morgana estaba tratando de seducirlo y él aun así no reaccionaba? ¿Es que se había vuelto gay y no había dicho nada? Por Godric, no podía ser más idiota y ciego. Vamos, ella habría caído ante los encantos de Morgana desde el primer segundo en que los usase con ella.

—Hagamos una promesa —dijo Danna de repente y Morgana que había comenzado a recoger los platos del desayuno, se giró hacia ella—: Si de aquí a un año, Charlie aún no se ha dado cuenta de tus sentimientos, vendré y le daré una paliza.

Era extraño por parte de la rubia proponer aquel tipo de promesa. Pese a que ella tenía una personalidad más bruta –por decirlo de alguna manera– que la castaña y también ser más fuerte físicamente, siempre había sido Morgana la que proponía aquellas cosas. Siempre había sido Morgana la que le había asegurado que le daría una paliza a cualquiera por ella. Siempre había sido Morgana quien la había protegido de todos lo que trataban de hacerle daño o habían conseguido hacérselo. Siempre había sido Morgana la que le había defendido de todos los que se burlaban de ella por su orientación sexual. Siempre había sido Morgana quien la había ayudando en todo lo que necesitaba. Siempre había sido ella. Pero, por una vez, quería intercambiar los papeles y ser ella quien la protegería, defendería, ayudaría y daría palizas a cualquiera por su mejor amiga. Quería devolver el favor. Quería darle las gracias por todas y cada una de las cosas que Morgana había hecho por ella desde que se habían conocido, sin esperar nada a cambio, simplemente porque era una buena amiga y siempre decía que las amigas estaban para eso y mucho más.

La castaña fue incapaz de detener la divertida risa que salió de sus labios, se acercó de nuevo hasta la rubia mientras estiraba una mano hacia ella y dijo:

—Es una promesa —acto seguido, la rubia entrelazó su dedo meñique con el de la contraria, para sellar la promesa que acababan de hacer.


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No sé que os habrá parecido este capítulo, si os ha gustado o no, si os ha parecido aburrido o no, pero era básicamente para introducir a Danna en la historia, así que tampoco podía hacer nada muy impactante.

Bueno, ¡nos leemos y esas cositas! ♥

Marie Weasley.

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