━ capítulo ocho: reunión de amigos.
⋆★⋆
┌─⋆★⋆─────────┐
CAPÍTULO OCHO
REUNIÓN DE AMIGOS
└─────────⋆★⋆─┘
Quedaba menos de una semana para que hiciera un mes desde que Morgana había aparecido en el Santuario de Dragones para ver a Charlie. Un mes era el tiempo que ella había pensado quedarse allí; sin embargo, el mes estaba por terminar y estaba bastante claro para ambos que la castaña no tenía intención de irse. Por supuesto, Charlie no se quejaba de ello. Al contrario, parecía bastante contento con la idea y con que ella se hubiese a moldado a vivir en aquel lugar también, así que ni siquiera le preguntaba si realmente se iría o no. Por él, ella podía quedarse todo el tiempo del mundo, como si no se quería ir. Le gustaba tenerla allí, le gustaba verla todos los días, sobre todo después de haber pasado tanto tiempo sin saber de ella.
Una semana atrás, Charlie se había puesto en contacto mediante una carta con su antiguo compañero y mejor amigo, Erick Coleman. Ni siquiera había pasado un día cuando recibió una respuesta del castaño y entre muchas frases sin sentido por la emoción de que su mejor amigo le hubiese escrito después de tantos años y por saber que Morgana y él estaban viviendo temporalmente juntos, Erick había accedido a ponerse en contacto con el resto de miembros de la pandilla para hacer una reunión en las siguientes semanas.
Y hacia tan solo unos días que una nueva carta había llegado, comunicándole al pelirrojo y a la castaña que sus amigos habían estado de acuerdo con la reunión, al menos los que habían contestado, y que habían tratado de elegir un día en el que estuvieran la mayoría libres de trabajo o responsabilidades. También habían escogido el lugar, Rumanía. Esto había sorprendido bastante a Morgana y Charlie quienes estaban por preparar las maletas para hacer un pequeño viaje a Inglaterra; sin embargo, sus amigos habían considerado mejor ir a Rumanía porque así de paso visitaban un país desconocido para ellos.
⋆★⋆
La misma tarde de la reunión, Morgana llevaba como una hora en el exterior de la cabaña con la pequeña Erail para dibujar el precioso paisaje que se extendía a su alrededor. Cuando por fin había estado conforme con su dibujo, había vuelto a entrar en la cabaña, con Erail colándose entre las piernas para entrar también, y se había encontrado a Charlie observando el mismo álbum de fotos que ella había observado semanas atrás. Se acercó de forma sigilosa para ponerse detrás de él sin que se diese cuenta y miró la fotografía que contemplaba tan fijamente; una fotografía en la que salían todos los miembros de la pandilla.
—¿Qué? ¿Te ha invadido la nostalgia de repente porque vamos a verlos en unas horas? —cuestionó la castaña, sobresaltándolo un poco.
El pelirrojo giró ligeramente el rostro para observarla de reojo mientras que ella se apoyaba en su espalda, dejando caer parte de su peso sobre él.
—Algo así —farfulló cuando regresó la mirada a la fotografía y dejó escapar un profundo suspiro después—. Creo que soy un mal amigo...
—¿Tú? ¿Un mal amigo? Tienes que estar de broma, Charlie —contestó Morgana con incredulidad—. ¿Se puede saber por qué crees eso?
—Bueno, me vine a Rumanía y me alejé de todos ellos. Encima no me mantuve en contacto con ellos, aunque fuera mediante cartas, para no perder la amistad —comenzó a explicar, cabizbajo—. Te perdí a ti y ni siquiera pude encontrarte en estos años para saber si al menos estabas bien —la castaña se sintió mal por aquello, pero no dijo nada—. Se supone que también soy el mejor amigo de Erick, pero lo dejé solo y no estuve ahí para él, para apoyarlo y ayudarlo, cuando la situación de su madre empeoró... —apretó un puño con fuerza, molesto consigo mismo—. Creo que lo he hecho fatal como amigo en los últimos años.
—Definitivamente, eres idiota, Charles —sentenció y bufó Morgana.
El mencionado se giró de nuevo para mirarla, totalmente confundido.
—Primero, no puedes sentirte mal por lo que sucedió conmigo, porque fui yo quien se alejó y no permitió que me encontrases —le recordó y él pareció asentir—. Segundo, ¿crees que Erick está molesto contigo por no haber estado a su lado? Seguramente le habría encantado que estuvieras ahí, pero él no va a culparte ni odiarte porque decidieras seguir tus sueños y venirte a Rumanía. ¿Cómo va a hacer eso? ¡Por Godric, él fue una de las personas que más te apoyó para que te hicieras dragonalista! —exclamó, ligeramente indignada porque el pelirrojo hubiera considerado que su mejor amigo podría estar molesto con él por algo así—. Y lo mismo va para el resto, ninguno va a molestarse porque no hayas estado en contacto. Todos sabían y saben perfectamente que ser dragonalista es lo que tú siempre has deseado y que una vez lo consiguieses, no ibas a tener tiempo para nada más.
—Sí, pero...
—Pero nada, Charlie —le interrumpió antes de que pudiera replicarle—. Si todavía te sientes mal por haber actuado así, hoy puedes aprovechar para disculparte con todos ellos —hizo una pausa en la que resopló y se frotó la sien—. Además, en todo caso, yo tengo más motivos para sentirme culpable y creer que soy una mala amiga, porque desaparecí de vuestras vidas por puro egoísmo y sin despedirme siquiera.
—No digas tonterías, Morgana, no lo hiciste por egoísmo —negó Charlie, siendo ahora su turno de replicarle a la castaña—. Se lo dije a Lydia no hace mucho, que tú no habrías hecho algo así si no tuvieras un motivo lo suficientemente justificable para hacerlo —los labios de la contraria se abrieron para decir algo, pero él continuó antes de que lo hiciera—. Te conozco bastante bien para saber que eso es así y estoy seguro que el resto también lo sabe y por lo tanto, no van a odiarte por ello.
—Supongo que tienes razón —murmuró ella con una leve sonrisa—. De todas maneras, yo también puedo aprovechar para disculparme.
—Y ellos nos perdonarán de inmediato —aseguró él, también con una leve sonrisa—. Los verdaderos amigos no tienen problemas para perdonar a aquellos que han cometido estupideces y errores, porque es humano errar.
—Tienes razón.
Además, no es como si ellos dos hubieran sido los únicos que habían cometido errores de la pandilla; todos habían cometido alguno, fuera más o menos grave. Pero siempre se habían perdonado los unos a los otros porque la amistad que tenían era mucho más importante que esos errores.
—Cambiando de tema, espero que esos dos —empezó a decir la castaña a la vez que señalaba a dos personas de la fotografía, a un chico rubio y una chica pelirroja—, ya sean pareja.
—Más les vale, de verdad. O si no tendremos que darles esa paliza que acordamos —dijo el pelirrojo antes de reír suavemente.
—Creo que deberíamos ir preparándonos —indicó ella después de reír también—. Quedaría muy mal que llegásemos tarde nosotros cuando somos los que estamos aquí y ellos tienen que venir de Inglaterra.
—En ese caso, tú deberías prepararte primero —hizo un divertido movimiento de cejas—. Ya sabes, las mujeres soléis tardar más.
Morgana bufó, indignada e hizo reír a Charlie por ello, antes de darse la vuelta y desaparecer por el pasillo. Fue a buscar el conjunto, que había escogido horas antes y había dejado sobre la cama, junto con otras cosas que necesitaba, a su habitación y luego se fue al cuarto de baño para comenzar a prepararse. El pelirrojo se quedó en el salón, observando por un rato más las fotografías del álbum y después, comenzando a jugar con la pequeña dragona.
Cerca de cuarenta minutos más tarde, Morgana regresó totalmente arreglada y maquillada, mientras sujetaba un collar. Un sencillo vestido blanco de un solo tirante, que se ceñía a su cintura mediante una cinta de un tono plateado y que le llegaba hasta un poco por encima de sus rodillas, cubría su esbelta y bonita figura, junto a unos tacones negro que mostraban sus pies y una serie de accesorios. Su cabello estaba suelto y ondulado, como de costumbre. El maquillaje era escaso, pues solo llevaba los labios pintados de color vino, una sombra gris en los parpados y un fino delineado negro en los ojos.
—¿Charlie, me lo pones? —pidió la castaña, llamando su atención.
El mencionado se encontraba tirado en el sofá con Erail sobre su estómago y al escuchar la pregunta, se incorporó para ver qué era lo que su amiga quería que le pusiera. Sin embargo, sus orbes turquesa solo se fijaron en el collar en su mano durante unos segundos, pues en seguida se dedicaron a contemplar en plenitud a Morgana, recorriéndola lentamente con los ojos y deleitándose con la bella vista. Se veía tan hermosa a pesar de la sencillez de su ropa.
—Claro —masculló tras sacudir la cabeza.
Se levantó del sofá, dejando a la dragona sobre éste, y se acercó hasta donde estaba Morgana. Ella le tendió el collar antes de girarse y levantar su cabello con cuidado para no despeinarse y que él pudiera ponerlo con más facilidad. Durante unos segundos, Charlie se olvidó de lo que tenía que hacer al ver, por un lugar que no cubría el vestido, un trozo de la parte superior del enorme tatuaje que tenía la contraria en la espalda. Trató de recordar en su mente la parte inferior que había visto unas semanas atrás y tratar de casar las partes; sin embargo, siguió sin ser capaz de deducir exactamente qué era lo que tenía tatuado, aunque, por algunos detalles que había visto, debía de estar relacionado con las runas.
Sacudió de nuevo la cabeza y finalmente, pasó el collar por delante de la castaña para después ajustarlo y engancharlo a la medida que ella quería. Y a la misma vez que lo dejó caer sobre la piel ajena, sus dedos aprovecharon para acariciar ligeramente la zona. La piel de Morgana se erizó y ella se giró inmediatamente después, dejando caer su cabello.
—Gracias —susurró ella con una casi imperceptible sonrisa.
—Estás increíblemente preciosa hoy, ¿sabes? —comentó él, después de volver a recorrerla de arriba abajo; algo que ella notó y la hizo ruborizar.
—Por favor, Charlie, claro que lo sé —bufó con suficiencia—. ¿Cómo podría no darme cuenta de ello? Además, ¿cuándo no estoy preciosa? —inquirió medio en broma.
—¡Cierto! —corroboró Charlie antes de que su armoniosa y sonora risa inundara la estancia—. Siempre estás preciosa, lleves lo que lleves, incluso cuando estás recién levantada.
—Igual que tú —añadió Morgana con una sonrisa coqueta—. Ambos nacimos con el don de la belleza, por eso siempre nos vemos perfectos.
—Totalmente de acuerdo contigo, querida amiga —volvió a corroborar y esta vez, ambos rieron a carcajadas. Se podría decir que hablaban mitad en broma y mitad en serio, pues ambos tenían cierto ego en lo que respectaba sus apariencias.
Después de aquello, aun riendo ligeramente, Charlie se fue a prepararse y Morgana aprovechó para pintarse las uñas de negro mientras esperaba, ya que era lo único que le faltaba. Y pese a que él mismo había dicho que las mujeres solían tardar más, mientras que la castaña solo había tardado cuarenta minutos, él tardó toda una hora; principalmente, por ponerse a reflexionar y divagar mientras se duchaba. Sin embargo, cuando terminó, Morgana le regañó, diciéndole que la camisa que había escogido no pegaba con los zapatos y tuvo que volver a cambiarse hasta que ella estuvo satisfecha con su apariencia.
Antes de marcharse, uno de los compañeros del pelirrojo, de forma muy puntual, llegó a la cabaña para recoger a la pequeña Erail, ya que ni Charlie ni Morgana se sentían seguros de dejarla sola por apenas tener un mes de vida. Aunque si hubiese sido por Charlie, él se la habría llevado a la reunión con sus amigos, pero los dragonalistas no tenían permitido sacar a los dragones del santuario sin autorización del líder y sin un motivo justificado.
Justo después, ambos caminaron hasta la salida del santuario y desde allí se aparecieron en el barrio mágico, pues habían quedado con sus amigos en un restaurante de la zona.
Solo tuvieron que caminar unos cinco minutos para que vislumbraran a seis personas, tres hombres y tres mujeres, charlando animadamente frente a la puerta del restaurante. Un hombre bastante alto, de cabello corto, alborotando y castaño, y unos hermosos, profundos y brillantes ojos verdes, sonrió nada más verlos.
—¡Charlie! ¡Morgana! —gritó lleno de alegría, saludándolos a la vez con la mano y llamando la atención del resto de los presentes, antes de correr hacia ellos.
Nada más llegar, los abrazó; abrazo que obviamente los mencionados correspondieron con la misma efusividad y fuerza. Erick les susurró lo contento que estaba de verlos de nuevo después de tanto tiempo, y Morgana y Charlie sintieron como sus corazones recibían un pequeño golpe por la culpa de haber perdido el contacto con el contrario. Pero también se sintieron increíblemente enternecidos y felices, porque ellos también estaban muy contentos de ver de nuevo al castaño.
—¡Vamos, Erick! ¡Suéltalos ya! —replicó una voz masculina con molestia.
—¡Eso, eso! Nosotros también queremos abrazarlos —añadió ahora una voz femenina.
Con cierta desgana, el castaño hizo caso a sus otros amigos y se separó. Entonces, Charlie y Morgana pudieron ver a los demás, quienes tenían amplias sonrisas en los rostros y una de las mujeres, una chica morena de ojos rasgados, parecía a punto de llorar por la emoción.
Morgana miró a Ayumi, preocupada y sin decir palabra, acortó la distancia y la abrazó con fuerza; las otras dos mujeres, la pelirroja Emily y la pelirosa Sophie, se unieron al abrazo después. Mientras tanto, Charlie también intercambió un abrazo con los otros dos hombres en frente suya, el rubio Josh y el moreno Colin; Erick se les unió también.
—¡Por Merlín, no habéis cambiado en absoluto! —comentó Charlie, riendo.
—¡Ni tú tampoco! —indicó Colin.
—Cierto, lo único que parece haber cambiado en ti es que ahora tienes algunas cicatrices y quemaduras —corroboró Josh.
—Y esas son solo las que vemos —añadió Erick, observando los brazos al descubierto de su amigo—. Porque seguro que tienes muchas más.
—Bastantes más —reconoció el pelirrojo—. Pero eso solo ha aumentado mi atractivo natural, porque ahora me veo fuerte y aventurero.
—¡Señores y señoras, el ego de Charles Weasley sigue intacto! —anunció Josh con dramatismo, haciendo reír a todos los demás.
—Sois demasiado ruidosos —se quejó Sophie, mirándolos mal.
Las chicas ya habían dejado de abrazarse, pero todas permanecían muy cerca de Ayumi, ya que está no había sido capaz de aguantar las lágrimas por más tiempo.
—Ayumi, deja de llorar —le pidió Morgana mientras secaba sus lágrimas a medida que salían—. Se supone que hoy es un día para estar feliz.
—Exacto, nos hemos reunido después de mucho tiempo, ¡hay que alegrarse! —trató de animarla Emily mientras sonreía—. Aunque no estemos todos —añadió por lo bajo.
Morgana bajó la mirada ante aquello. Obviamente había notado la ausencia de dos miembros de la pandilla, aunque ya sabía que no iban a aparecer en la reunión porque Erick se lo había dicho en la última carta. Le había dicho que uno de ellos, Damon, ni siquiera le había respondido y que la otra, Danna, no podía asistir por cuestiones de trabajo. Ella se había sentido un tanto triste por la noticia, ya que esperaba verlos a todos, pero sobretodo quería ver a la que fue su mejor amiga en Hogwarts y era justamente la que no iba a estar.
Suspiró y en ese momento, sus ojos se cruzaron con los de Josh, quien le dedicó una bonita sonrisa. Entonces, miró a Charlie y él asintió de inmediato. En cuestión de segundos, cambiaron puestos y mientras que el pelirrojo ayudaba a reconfortar a Ayumi y saludaba a las otras dos chicas con una abrazo, la castaña abrazó a los chicos uno por uno; Josh le correspondió con tal fuerza que la elevó unos centímetros del suelo y Colin depositó un par de besos en su mejilla mientras le correspondía. Erick también repitió abrazo con ella.
—Me alegra veros a todos de nuevo.
—Y nosotros de veros a vosotros dos —el moreno rio.
—¿Cómo va la convivencia con Charlie? —preguntó el castaño mientras hacía insinuantes movimientos de cejas a los que el rubio se unió.
—No está sucediendo nada raro entre nosotros si es lo que queréis saber —les aseguró la castaña, aunque en el fondo le hubiera gustado que sus insinuaciones fueran correctas, que entre el pelirrojo y ella estuviera sucediendo algo más allá de la amistad.
—Veo que nuestro Charlie sigue siendo un idiota —susurró Erick de forma tan baja que ni Morgana ni los otros dos chicos lo escucharon.
Intercambiaron unos cuantos comentarios y saludos más, y cuando las lágrimas de Ayumi se detuvieron y retomó la compostura, por fin entraron en el restaurante. Charlie dio el nombre por el cual había reservado y un viejo mago rumano los condujo a su mesa. Se dividieron de tal forma que los chicos acabaron en un lado y las chicas en el rostro.
Fue entonces, cuando Morgana estaba colocando su bolso sobre la silla, que observó algo peculiar en la mano derecha de la pelirroja a su lado. Había un anillo con un precioso y gran diamante en el dedo anular de Emily. Se quedó boquiabierta y aunque trató de pensar en algo que decir, su cerebro no parecía funcionar de forma correcta.
—¿Qué sucede, Morgana? —le preguntó Emily, extrañada.
—E-Eso es... —elevó una mano y señaló la de ella.
El rostro de Emily se volvió del mismo color que su cabello y a Charlie, quien ya había tomado asiento frente a ellas y había contemplado la escena, se le abrieron los ojos de par en par.
—¡No jodas! —exclamó, totalmente sorprendido.
Entonces, todo el mundo centró atención en los tres amigos y solo tuvieron que trascurrir unos segundos para que se dieran cuenta de lo que había sorprendido tanto al pelirrojo. Ayumi y Sophie casi gritaron al unísono de la emoción, no podían creerse que no se hubieran dado cuenta antes de que Emily llevaba un anillo de compromiso.
—¡Por Helga, Emily! ¿Cuándo te has prometido y por qué no nos lo habías dicho? —quiso saber la morena mientras cogía la mano de la contraria para mirar mejor el anillo.
—¡Más vale que ese anillo se lo hayas puesto tú! —le advirtió Colin a Josh mientras lo zarandeaba con fuerza de los hombros.
—¡Te mataré si has dejado que otro se te adelante! —añadió Erick desde al lado de Charlie y éste asintió a sus palabras con efusividad.
—Quizás matarte sea exagerado, pero habrá que darte una buena paliza si has dejado que otro se lleve a nuestra Emily —indicó el pelirrojo.
El pobre rubio sintió las miradas amenazadoras de todos sus amigos, tanto de los hombres como de las mujeres. Podía sentir como sobre todo Morgana parecía lanzarle cuchillos con los ojos. Estaba más que claro que a sus amigos no les hacía mucha ilusión pensar que la pelirroja podría casarse con alguien que no fuera él, porque todos ellos sabían lo que sentía hacia ella.
—¡Calma, chicos! —dijo Emily, bastante nerviosa.
—¿Y bien? —inquirió la pelirosa, mirando al rubio.
—No os alteréis tanto, no tendréis que darme una paliza ni matarme —una sonrisa se fue formando en los labios de Josh mientras lo decía—. Fui yo quien le pidió matrimonio a Emily hace unos meses.
Los gritos y exclamaciones de júbilo llenaron el ambiente. Charlie y Colin que rodeaban a Josh comenzaron a abrazarlo y a felicitarlo, y Erick se movió rápidamente del lado de Charlie para unirse también a la pequeña celebración. Las chicas hicieron exactamente lo mismo con Emily, con la diferencia de que algunas de ellas se les escaparon algunas lágrimas de felicidad. Estaban tan, pero tan, contentos por la noticia, por Josh y Emily. Al parecer todos los intentos que habían hecho durante Hogwarts para juntarlos habían dado sus frutos.
—¿Por qué me siento tan feliz como si fuera yo quien me fuera a casar? —preguntó Erick de forma retórica, consiguiendo que muchos rieran.
—¡Esto es tan maravilloso! Estoy tan contenta por los dos, de verdad —comentó Ayumi, abrazando de nuevo a la que era su mejor amiga.
—Felicidades, Josh, Emily —dijo Morgana, mucho más calmada que los demás, mientras les dedicaba una dulce sonrisa a ambos.
—Esto hay que celebrarlo —Charlie le hizo una señal a un camarero que estaba cerca y le pidió que trajese de inmediato una botella del mejor champan del local.
El champan no se hizo derogar mucho y cuando todos tuvieron sus copas llenas, brindaron por su recuentro después de tanto años y por la felicidad del futuro matrimonio.
—Esperad un momento... Puede que con los demás no, pero con Colin, Ayumi y comingo habéis estado en contacto todo este tiempo —comenzó a decir Erick, de vuelta en su sitio, mirando alternadamente a Josh y Emily—. ¿Por qué no nos lo habíais contado si lleváis prometidos meses? Y además, ¿puede que hayáis estado saliendo desde antes de eso y tampoco nos lo dijeseis?
—B-Bueno... —la pelirroja se sintió nerviosa ante la pregunta y comenzó a dar vueltas a la copa de champan entre sus dedos.
—¡Oh, por las barbas de Merlín! ¿Cómo has podido? —le recriminó Ayumi con incredulidad y un poco indignada—. Se supone que soy tu mejor amiga.
—Es que queríamos decíroslos a todos a la vez, pero como, sobre todo, Charlie, Damon y Morgana estaban desaparecidos, no lo hicimos y al final el tiempo pasó —se excusó.
—Oye, oye, no nos uses a nosotros como excusa —la castaña bufó—. Al menos podías habérselo contado a Ayumi, Emily, y Josh se lo podría haber contado a Colin.
—¿Y a mí que me den, no? ¡Claro, como no soy el mejor amigo de ninguno de los dos es lo normal! —exclamó Erick, cruzándose de brazos y haciéndose el ofendido.
Charlie le dio un fuerte codazo y lo miró como diciéndole «a Morgana no le hables así o vamos a tener problemas». Y justo por eso, el castaño se echó a reír e indicó que era una broma.
—Está bien, tampoco pasa nada —habló ahora Colin para eliminar la tensión del ambiente—. Eso sí, la próxima vez que alguno tenga una noticia tan importante como esta para contar, que no se la calle y la comporta con todos, aunque sea por carta.
—Sí, mejor, porque como tengamos que esperar a reunirnos casi todos otra vez, acabaremos perdiéndonos la boda de alguien —bromeó Sophie.
—Las noticias tristes también deberían comunicarse, para que podamos ser de apoyo —continuó diciendo el moreno.
En ese momento, tras escuchar eso, el pelirrojo llevó la mirada hacia su mejor amigo y la castaña en frente de ellos, pudo ver cómo le susurraba algo al oído. Por la expresión ligeramente amarga del castaño, imaginó que se estaba disculpando con él por no haber estado a su lado cuando su madre empeoró. Vio como Erick negaba con la cabeza y como decía un «no pasa nada» mientras palmeaba el hombro del contrario. Cuando se separaron y se dieron cuenta de que ella los observaba, ambos desviaron la mirada, uno rascándose la nuca y otro arrugando la nariz, avergonzados, lo que provocó que ella sonriese divertida.
—¿Cuándo es la boda? —preguntó entonces, centrando de nuevo la vista en la pelirroja.
—Queremos que sea la primavera que viene.
—Aún queda bastante tiempo —murmuró Colin mientras asentía.
—Tiempo suficiente para que podamos buscar el vestido perfecto —comentó Sophie y Morgana rio con ella después.
—Cuando me digáis la fecha exacta, me aseguraré de reservar ese día para que no me pongan turno en el santuario y poder ir —indicó Charlie.
—Os mandaremos una carta a todos cuando lo decidamos —comunicó Josh, a lo que su prometida asintió—. Espero que hasta ese entonces, seas capaz de mantener a Morgana viviendo contigo para que no vuelva a desaparecer, Charlie —añadió después, bromeando—. Porque tú has estado desaparecido, pero al menos sabíamos dónde estabas.
—Lo siento por eso —se apresuró a decir la mencionada, pero sin ser capaz de mirarlo a él ni a ninguno por lo culpable que se sentía. Probablemente, los había hecho preocupar mucho, tanto como había hecho preocupar a Charlie.
—Está bien, Morgana, seguro que tendrías tus motivos —fue ahora Erick quien habló, con voz tranquila—. ¿Verdad, Charlie?
—Verdad, Erick —confirmó el pelirrojo—. Todavía no sé cuáles son, pero estoy seguro de que tuvo más de un motivo para hacer lo que hizo.
—¿Todavía no lo sabes? —inquirió Sophie, sorprendida.
Ella, al igual que el resto, esperaba que el pelirrojo ya supiese porque la castaña había desaparecido de sus vidas así como así, sin despedidas ni nada de nada. Así que, debido a eso, todos tenían una expresión de sorpresa e incredulidad.
Al principio todos habían creído que Morgana había desaparecido temporalmente para poder olvidar los sentimientos que tenía por Charlie o intentar que fueran más leves al menos, para no sufrir tanto como había sufrido en su último año en Hogwarts. Sin embargo, tras que pasase más de un año sin tener noticias de ella o de ningún miembro de la familia Stonem, y que encima estos se hubiesen mudado sin avisar, habían imaginado que su amiga no había desaparecido únicamente por Charlie, que había algo más grave detrás.
—No, no quiero atosigarla con eso —respondió él, sin apartar la mirada de Morgana—. Esperaré pacientemente hasta que quiera contármelo.
—En ese caso, todos podemos esperar también —señaló Josh.
Todos asintieron y cuando ella alzó de nuevo la cabeza para mirarlos, se sintió conmovida con las sonrisas cálidas que le dedicaban. Se sintió verdaderamente relajada por primera vez en mucho tiempo. Se sintió aliviada de que ellos fueran tan compresivos. Se sintió feliz de tener amigos como aquellos. Se sintió afortunada de tenerlos en su vida.
—Gracias por entenderlo. Sin duda, sois los mejores.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro