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━ capítulo dieciocho: fragmentos del pasado.

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CAPÍTULO DIECIOCHO

FRAGMENTOS DEL PASADO

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Aclaración antes de leer: Este capítulo, como mencioné en la nota del anterior, es enteramente de fragmentos de la época de Charlie y Morgana en Hogwarts. Estaré separando cada fragmento con esto: ⋆★⋆  y además, indicaré al principio de cada uno en que año sucede para os hagáis una idea más clara.


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1 de septiembre de 1984, primer año. El expreso de Hogwarts acababa de salir de la estación de King's Cross rumbo a su destino y dos pelirrojos caminaban a través de los vagones buscando algún compartimento vacío. El más pequeño iba muy acelerado y emocionado, pues era su primera vez en el tren, y cuando por fin encontró uno en el que había solo una persona, abrió la puerta de golpe, haciendo que a dicha persona se le cayese la pluma con la que estaba dibujando de la mano y lo mirase completamente sorprendida. Y en ese momento, por primera vez, los ojos marrón chocolate de ella se encontraron con los azul turquesa de él.

—Perdón —murmuró de forma despreocupada a la vez que se rascaba la nuca—. Bill, aquí podemos entrar —añadió llamando a su hermano que había seguido caminando.

El mencionado apareció a los pocos segundos y al ver a la niña, hizo una inclinación con la cabeza a forma de saludo. Después, ambos hermanos entraron y se sentaron, el menor al lado de la ventana y justo en frente de la niña, que acaba de recoger su pluma para continuar dibujando.

La mayor parte del viaje trascurrió sin que la castaña dijese una sola palabra, mientras que los dos pelirrojos no paraban de hablar de forma animada. El mayor se fue del vagón en algún momento para ir a buscar a sus amigos y saludarlos, dejándolos solos. Entonces, el menor apoyó su codo en el marco de la ventana y su cabeza en la palma, mientras su mirada se centraba en la desconocida que no había dejado en ningún momento de dibujar.

—¿Qué dibujas? —se atrevió a preguntar para romper el silencio.

Los ojos de la contraria lo observaron por encima del blog de dibujo unos segundos, antes de comenzar a girarlo para que él pudiera verlo. Había dibujadas numerosas personas con diferentes uniformes de las cuatro casas de Hogwarts tapándose la nariz y la boca, y lo que le pareció una bomba fétida de las que vendían en la tienda de bromas del Callejón Diagon.

—Estoy planificando la primera broma que haré cuando lleguemos a Hogwarts —informó ella con una ladina sonrisa y el pelirrojo no pudo quedar más encantado con su respuesta.

—¿Te gusta hacer bromas? —cuestionó con entusiasmo. Ella asintió—. A mí también.

—¿De verdad? —preguntó ahora ella ilusionada. Quizás... Quizás había encontrado un compañero de bromas incluso antes de llegar al colegio.

—¡Sí! Si quieres podemos hacerla juntos, yo también compré una bomba fétida cuando estuve en el Callejón Diagon —propuso cada vez más emocionado.

—¡Me encantaría!

Y, entonces, sonrió mostrando sus dientes. Le faltaba uno en la parte superior y aun así al pelirrojo le pareció la sonrisa más hermosa que había visto nunca, porque estaba llena de alegría, dulzura y picardía. Su propia sonrisa no tardó en mostrarse y ella quedó igual de encantada con la suya, pues desprendía sinceridad y alegría y poseía un toque travieso y seductor.

—Soy Morgana Stonem, por cierto —dijo tendiéndole la mano.

—Charles Weasley, pero puedes llamarme Charlie —respondió estrechando su mano.

Llegaron a la estación de Hogsmeade poco después de eso, tomaron la misma barca hasta el castillo y se quedaron juntos mientras esperaban a que llegase su turno de ponerse el Sombrero Seleccionador.

Charlie le había comentado a Morgana que estaba cien por cien seguro de que quedaría en Gryffindor, ya que una buena parte de su familia había permanecido a esa casa y porque se consideraba una persona muy valiente. En cambio, Morgana le había dicho que no tenía ninguna preferencia, aunque si seguía la «tradición» familiar quedaría en Slytherin o en Ravenclaw. Por supuesto, esto había alarmado al pelirrojo, pues él quería que quedasen juntos para poder planificar bromas y simplemente estar juntos. Le había caído bien y quería seguir conociéndola, y lo mismo sucedía a la inversa.

Morgana fue llamada la primera de entre los dos y cuando la profesora McGonagall puso el sombrero sobre su cabeza, toda la mesa de los profesores se echó hacia adelante, expectantes de donde quedaría la próxima heredera de la familia Stonem.

—Una Stonem, hm —murmuró el sombrero en su cabeza—. Que niña más complicada —añadió al rato—, con lo fácil que fue con tu abuelo y tu padre. Tienes cualidades tanto de Slytherin como de Ravenclaw, sobretodo de la primera, pero es extraño, también puedo notar algo de Gryffindor en ti. —Morgana centró su mirada en Charlie en ese momento y le pareció que estaba nervioso—. Supongo que debería colocarte en Slytherin, hm...

«¿Y qué tal si rompemos los clichés?», propuso en su mente con atrevimiento.

—Así que eso es lo que quieres —indicó el sombrero—. Bien, me gusta... ¡GRYFFINDOR! —gritó para que todos en el comedor pudieran escucharle.

Las exclamaciones de sorpresa no tardaron en escucharse, junto con los vítores y aplausos de la mesa de los leones. La profesora McGonagall miró al director del colegio con claro asombro por el resultado y éste tenía una sonrisa satisfecha grabada en el rostro.

Morgana corrió hacia la mesa de Gryffindor, tras giñarle un ojo a Charlie cuando pasó por su lado, y se sentó al lado del hermano mayor de él. En frente, tenía a tres niños que habían sido seleccionados antes que ella y le dieron la bienvenida.

El turno de Charlie no tardó en llegar y rápidamente fue seleccionado Gryffindor. Bill se levantó de su asiento y comenzó a aplaudir muy emocionado, y cuando su hermano se acercó, palmeó su hombro mientras le daba la bienvenida. Charlie se sentó al lado de Morgana e intercambiaron una sonrisa.

—Estamos en la misma casa —comentó ella.

—Sí, ahora podremos hacer todas las bromas que queramos juntos —indicó contento y ella asintió.

—¿Bromas? —inquirió el niño castaño que estaba sentado en frente—. ¿Puedo unirme? —Sus verdes ojos reflejaban esperanza.

—Ah, yo también quiero —comentó una niña rubia a su lado y entonces, miró a otro niño rubio que estaba al otro lado del castaño—. ¿Tú también, no, Josh?

—Nunca he hecho una, pero suena divertido —contestó este.

Charlie y Morgana se miraron antes de dirigirse a ellos con una sonrisa.

—¡Claro! —exclamó el pelirrojo.

—Cuantos más mejor —añadió la castaña.

Y así, de forma natural y sencilla, comenzó la amistad entre Charlie y Morgana, y a la vez se formó la pandilla a la que más tarde se unirían otras cinco personas más.

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Octubre de 1985, segundo año. Erick se levantó de su asiento cuando vio entrar a Charlie, Morgana y Josh por la puerta del Gran Comedor, y corrió hacia su mejor amigo para abrazarle. Los demás que estaban sentados junto a él, también se levantaron y se acercaron, pero no con tanta energía.

—¡Charlie, felicidades! Ya nos han dicho que has sido escogido para ser el nuevo buscador de Gryffindor —dijo el castaño muy feliz por su amigo—. Te lo mereces, se te da genial y en la prueba lo bordaste.

—Gracias, Erick —respondió el pelirrojo con una sonrisa.

—¡Felicidades! —dijeron Emily y Sophie al unísono.

—Y a nosotros que nos den —se quejó Morgana ofendida mientras se cruzaba de brazos. Josh la imitó, fingiendo indignación.

—Oye, que aquí el dramático soy yo —protestó Erick y algunos rieron.

—Ay, sí, lo siento por casi quitarte el puesto, reina del drama —se burló Morgana y las risas aumentaron.

—No, en serio, Morgana y Josh también se merecen que los felicitéis, han sido escogidos como cazadores titulares —repuso Charlie.

—Cierto... Lo siento, Josh, Morgana, y felicidades también —murmuró Erick.

—Tarde —replicó Morgana, quien tomó el brazo de Josh y ambos se giraron para marcharse, aun fingiendo que estaban ofendidos.

Erick quien, por supuesto, se sintió mal corrió detrás de ellos casi todo el castillo, pidiéndoles disculpa por no haberles felicitado a la vez que Charlie, hasta que ellos le dijeron que solo estaban gastándole una broma para ver como reaccionaba.

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1 de septiembre de 1986, tercer año.

—¿Entonces, has pasado la primera parte del verano en casa de Charlie? —le preguntó Danna a Morgana mientras empujaban sus respectivos carritos. Acababan de encontrarse en la estación.

—Sí y dormí cual marmota casi todos los días.

—Como siempre, vamos —indicó la rubia y la castaña rio—. Conociste a todos sus hermanos, supongo.

—Sí, sí, los gemelos son tan lindos y alborotadores, son nuestro futuro, ya lo estoy viendo. —Tenía grandes esperanzas para ese par—. Su hermano Ronnie es tan adorable, no podía dejar de tirarle de los cachetes —rio entre dientes—. Ah, y la comida de su madre es deliciosa.

—¿Si? A ver si para el verano que viene nos invita a todos a ir. —Aunque no estaba segura de que los señores Weasley quisieran a una pandilla llena de locos por su casa—. Oh, hablando del rey de Roma —añadió al visualizar a Charlie junto con Bill.

Charlie también las había visto y había comenzado a saludarlas con una mano, mientras que Danna vio de reojo como una tonta sonrisa aparecía en los labios de su amiga, antes de que esta echase a correr hacia al pelirrojo, dejando el carrito atrás.

—¡Mor! —la llamó él corriendo también hacia ella.

Cuando estuvieron cerca, Morgana saltó hacia sus brazos y Charlie la cogió al vuelo, dando una vuelta y estrechándola con fuerza. Se habían visto hacia un mes y habían estado intercambiando algunas cartas durante ese tiempo, pero se habían extrañado igual. Se estaban acostumbrado a pasar cada vez más tiempo juntos, así que cuando pasaban cierto periodo sin estarlo, comenzaban a sentir como si les faltara algo.

Morgana escondió la cabeza en su cuello, embriagándose con su aroma, y cuando Charlie depositó un beso entre sus castaños cabellos, notó como su corazón se aceleraba de forma repentina. Y esos latidos fueron a más según él dejó otros besos o acariciaba sus cabellos. Además, para cuando se separaron, estaba completamente roja y se sentía muy nerviosa. Eso no era normal, ella nunca había reaccionado de esa forma al ser abrazada o tocada por él.

—Te echaba de menos —mencionó el pelirrojo con una gran sonrisa, que solo provocó que el corazón de Morgana diese un fuerte vuelco.

—Y-Yo también —respondió extrañamente inquieta.

—¿Estás bien? Estás muy roja —comentó Charlie para después llevar una mano a la frente ajena para comprobar si tenía fiebre.

—No, sí, estoy bien —farfulló retrocediendo un par de pasos—. A... Ahora nos vemos, voy a coger mi carrito —añadió antes de girar sobre sus talones y echar a correr de vuelta hacia donde Danna la estaba esperando.

—¿Qué pasa? —le preguntó la rubia con ambas cejas alzadas.

—N-No lo sé, estoy ardiendo —murmuró mientras se tocaba ambas mejillas— y me siento muy nerviosa después de abrazar a Charlie... Quizás esté enferma...

—¿No será que te has enamorado de Charlie? —inquirió Danna bromeando y Morgana se quedó blanca como la nieve, pensando que tal vez su amiga había acertado—. Oh, por los calzoncillos bombachos de Merlín, ¿no será de verdad, no?

—No, no puede ser —contestó negando a la vez con la cabeza. Era imposible, eso no podía ser. Es decir, Charlie era únicamente su mejor amigo, ¿no?

Sí, era su mejor amigo, pero había dejado de ser únicamente eso y un par de semanas más tarde, se daría cuenta de ello. Se daría cuenta de que había dejado de verlo solo como un amigo y que empezaba a albergar esperanzas de que sucediese algo más entre ellos.

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Verano de 1987. Morgana se encontraba sentada en un cómodo sillón del despacho de su padre y su abuelo, Oliver, se encontraba sentado frente a ella. El rostro de ambos había palidecido y ninguno sabía muy bien que decir.

—Lo siento, Morgana —dijo el mayor al cabo de un rato—, por involúcrate en esto. —Morgana tragó saliva, pero no dijo nada—. No quería hacerlo, pero no tenía otra opción. Intenté hace años que fuera tu padre quien llevase la carga, pero no funcionó, así que esperé que antes de pasártela a ti, haber encontrado una forma de solucionarlo, pero...

—Pero no la has encontrado —terminó la menor por él y Oliver sintió como su corazón se oprimía debido a la culpabilidad.

—Te prometo —tomó las manos de su nieta entre las suyas y las apretó ligeramente— que mis amigos, tu padre y yo seguiremos esforzándonos para hallar una solución antes de que llegue el momento, ¿de acuerdo? No dejaré que tengas que enfrentarte a ello.

—Sí, confió en vosotros —se limitó a responder.

—Lo siento —repitió Oliver.

—Está bien, me alegra haber sido yo la elegida en vez de papá o Ethan —contestó Morgana con una pequeña sonrisa. Una sonrisa que no supo cómo sacó las fuerzas para formarla, pero que iba con la intención de calmar a su abuelo.

Bien sabía ella que su abuelo no quería dañarla, ni involucrarla en ningún peligro y que no le habría pedido algo así, si no fuera porque no tenía otra opción, así que no lo culpaba. Además, después de escuchar su historia, había comprendido todo el dolor que había cargado todos aquellos años y si podía aliviar un poco esa carga, lo haría con gusto.

Entonces, Oliver se levantó de su sillón y se acercó al de ella para después inclinarse y rodearla con sus brazos, fundiéndose ambos en un cálido abrazo. Morgana escuchó como su abuelo se sorbía los mocos, no podía verlo, pero estaba segura de que había comenzado a llorar.

—Eres una chica muy fuerte, Morgana, estoy orgulloso de que seas mi nieta —dijo Oliver con la voz temblorosa y sin querer soltarla.

Morgana apretó más su agarre, aferrándose al jersey que el mayor llevaba.

—Y yo me siento muy feliz de que seas mi abuelo —respondió ella cálidamente.

La culpabilidad de Oliver creció al pensar de nuevo que estaba haciendo que una persona tan buena como ella se viese arrastrada a un destino incierto y peligroso, que había sido causado, nada más y nada menos, por una decisión que había tomado de joven. Dejar que su nieta tuviese que enfrentarse a las consecuencias de sus acciones lo mataba, pero, por el bien del mundo y del futuro, no tenía otra opción, y esperaba que para cuando ese dichoso momento llegase, ya haber encontrado la solución que tanto necesitaban.

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Septiembre de 1987, cuarto año. El curso acababa de iniciar y aunque septiembre ya estaba por terminarse, todavía pegaba el calor, por lo que los diez miembros de la pandilla tomaron la decisión de irse a dar un chapuzón al Lago Negro antes de que empezasen los días fríos.

Como de costumbre, Danna y Sophie fueron las primeras en lanzarse al agua, después de quitarse la ropa hasta quedar solo con la interior mientras corrían. Damon y Erick las siguieron de cerca, Emily, Ayumi, Colin y Josh se demoraron un poco más. Y Charlie que normalmente era de los primeros, se detuvo al darse cuenta de que Morgana no los acompañaba y se había sentado sobre la hierba.

—¿No vienes? —le preguntó extrañado.

—¿¡Qué pasa, Morgana!? ¿¡Tu cuerpo no se ha desarrollado como querías y te da vergüenza mostrarlo!? —inquirió Sophie desde el agua. Bromeaba claramente, porque en realidad Morgana se había desarrollado antes de tiempo y de muy buena forma.

—Nope. Tengo esa amiga que viene a visitarnos a las mujeres todos los meses —explicó. Sophie y Danna rieron al escucharla, les gustaba que ella no tuviese pudor en decir esas cosas. En cambio todos los chicos hicieron muecas extrañas.

—¡Esa información no era necesaria! —se quejó Colin con cara de asco.

—Lástima —dijo Charlie—. ¿Te quedas ahí entonces?

Morgana asintió y observó como el contrario se deshacía de la ropa antes de ir hacia el agua con los demás. Sus ojos habían recorrido rápidamente su cuerpo, el cual ya estaba en buena forma física gracias a los entrenamientos de Quidditch, y había acabado ruborizándose.

Después, observó como sus amigos se divertían en el lago sin ella. Le encantaría unírseles, pero no podía, y no porque realmente tuviese la regla, esa no era más que una excusa que había inventado. No lo hacía porque no querían que viesen la runa que estaba en su espalda. La misma runa que su abuelo le había grabado a comienzos del verano. Al principio no era más grande que una snitch, pero cada día que pasaba crecía más, extendiéndose por su espalda. No podía permitirse que sus amigos la viesen, ya que no podía explicarles lo que era.

Charlie salió del agua al cabo de un rato y se acercó hasta ella mientras sacudía su cabello mojado. Morgana sonrió como idiota deleitándose con la vista.

—¿Qué? ¿Estoy guapo? —inquirió el pelirrojo al notar su mirada.

—Como siempre —indicó la castaña.

—Bueno, cuando empiece a trabajar con dragones seguramente me llenaré de cicatrices y quemaduras —comentó mientras tomaba asiento a su lado.

—A mí me seguirás gustando igual —confesó sin tapujos Morgana y un leve sonrojo cubrió las mejillas de Charlie mientras luchaba por no sonreír.

—¿Si?

—Sí, serán las pruebas de todo tu trabajo duro y de que estás haciendo lo que te gusta, ¿así que por qué ibas a dejar de gustarme por ello?

Ella le dedicó una sonrisa y él fue incapaz de seguir ocultando la suya. Luego pasó uno de sus brazos por los hombros ajenos y la acercó un poco hacia sí, para acto seguido morderle una de las mejillas ligeramente. Morgana se apartó de inmediato roja como un tomate y se sobó la mejilla mientras lo miraba mal, pero Charlie solo sonrió más. Le gustaba molestarla. Le gustaba ver como sus mejillas se teñían de carmesí cuando hacia cosas así. Le gustaba simplemente ella.

—Por cierto, ¿está todo bien? Últimamente estás muy rara —comentó él cambiando de tema.

—¿No estoy rara siempre? —bromeó ella, haciéndolo reír—. Estoy bien, no te preocupes —mintió y quizás él lo notó.

—¿Seguro? —inquirió él con ambas cejas enarcadas.

—Sí —volvió a mentir.

Estaba sorprendida de que Charlie hubiera notado que estaba rara. Desde que había hablado con su abuelo en verano y la runa había sido colocada en su espalda, había tratado de actuar lo más normal posible para que nadie se diese cuenta. Pero se había olvidado de que Charlie era Charlie y él siempre había notado el más mínimo cambio en ella, con excepción de los sentimientos que tenía por él.

—Sabes que puedes contármelo si algo pasa, te ayudaré en lo que sea —le aseguró.

—Lo sé, sé que puedo contar contigo.

—Siempre.

—Siempre —repitió Morgana.

Entonces, se acercó dispuesta a devolverle el mordisco, pero al final se limitó a darle un beso cerca de la comisura de los labios. Charlie sonrió sin mostrar los dientes y volvió a rodearla con un brazo, pero esta vez por la cintura, y ella recargó la cabeza en su hombro.

—Que mejores amigos más empalagosos —los sorprendió de pronto la voz de Damon, quien acababa de salir del lago, y se pusieron rojos hasta las orejas.

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Invierno de 1987, cuarto año. Charlie subió las escaleras que conducían a los dormitorios de Gryffindor y comenzó a abrir la puerta del que era el suyo, pero antes de hacerlo por completo se detuvo al escuchar que ya había alguien allí.

—Estás enamorado de Morgana, ¿no es así? —inquirió una voz que Charlie rápidamente reconoció como la de Josh.

La frase había hecho que su ceño se frunciese y se sintiese confundido. ¿Quién se había enamorado de su mejor amiga? Además, ¿por qué lo hablaban en su habitación? Si lo estaban haciendo allí, ¿no significaba que la persona enamorada compartía habitación con él? Pero solo eran cinco personas compartiendo esa habitación: Josh, Erick, dos chicos con los que casi no hablaba y él...

«No», pensó segundos después al caer en la cuenta y se asomó por la abertura de la puerta rezando porque su suposición fuera errónea. Pero no lo era y la persona que se encontraba hablando con Josh no era otro que su mejor amigo, Erick.

—Sí —respondió el castaño a la pregunta y el pelirrojo notó una punzada en su pecho.

—¿Desde cuándo? —le preguntó el rubio.

—Desde el año pasado probablemente. —Hubo una pausa que a Charlie se le hizo eterna—. No sé qué es lo que debería hacer...

Las punzadas que Charlie sentía se hicieron más constantes y terminó por notar como su corazón se estrujaba, como si alguien lo estuviese sujetando y aplastando.

«Mierda, no», repitió varias veces en su cabeza mientras cerraba los ojos y se mordía el labio con fuerza. ¿Qué Erick no sabía qué hace? ¡Él sí que no lo sabía! ¿Por qué Erick? ¿Por qué él de entre todos los chicos que había en Hogwarts? ¿Por qué su mejor amigo se había enamorado de su mejor amiga? Mejor amiga de la que él mismo se había dado cuenta recientemente que estaba enamorado. Estaba pensando decírselo a Morgana el día de Navidad, incluso le había comprado un regalo. Tenía cierto miedo de ser rechazado, pero estaba dispuesto a hacerlo porque sabía que aunque ella no le correspondiese seguirían siendo mejores amigos. Sin embargo, ahora que sabía que Erick también estaba enamorado de ella, ¿cómo iba a hacerlo? Además, parecía que su amigo llevaba más tiempo con esos sentimientos que él. No podía hacerle eso a su mejor amigo. No podía traicionarlo y dañarlo así.

Fue ahí, en ese momento y sin terminar de escuchar la conversación entre Erick y Josh, que Charlie decidió enterrar los sentimientos de amor que tenía por Morgana en lo más profundo de su corazón, con la intención de nunca volver a sentirlos ni verlos. Por el bien de Erick. Por el bien de su mejor amigo, olvidó lo que sentía por Morgana y comenzó a decir que ella solo era su mejor amiga, casi como una hermana. Incluso, si muy en su interior, aquello lo mataba.

Fue ahí, cuando su ceguera comenzó y eso provocó que no viese que, por mucho que él pusiese los sentimientos de Erick por encima de los suyos, aquello no iba a ir a ningún lado. Porque Erick iba a hacer exactamente lo mismo por el bien de Charlie y no iba a tener intención de declarase nunca a Morgana para no interferir en la relación de ellos dos, pero sobre todo porque Morgana estaba total e inequívocamente enamorada de Charlie.

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Primavera de 1989, quinto curso. Ocho de los diez miembros de la pandilla estaban tirados en el césped de los jardines mientras jugaban a gobstones y charlaban. Charlie llegó entonces, entre acelerado y emocionado, y varios de ellos los miraron con el ceño fruncido.

—¡Tengo una noticia importante! —anunció Charlie con una amplia sonrisa.

—Si es que te han nombrado capitán del equipo de Quidditch, Josh ya no los ha contado —repuso Damon mientras lanzaba su gobstone.

—No, no me refería a eso...

—Ay, por Godric, entre que lo han nombrado prefecto y ahora también capitán se le van a subir los humos —le interrumpió Danna.

—¿Más todavía? —inquirió Sophie casi escandalizada.

—Lo que nos faltaba —añadió Erick riendo.

—Bueno, bueno, ¿qué era lo que querías contarnos? —intervino Emily al percatarse de que Charlie comenzaba a irritarse.

—Sí, sobre eso, ¿sabéis quién es Nymphadora Tonks? —preguntó primero.

—Claro, es mi amiga —respondió Ayumi.

—La tejona —contestó Josh.

—La metamorfomaga —añadió Sophie—, me encanta como su cabello cambia de color.

—Esa misma —indicó Charlie y su sonrisa comenzó a asomar—. Supongo que habréis notado que últimamente pasó mucho tiempo con ella. —Algunos asintieron.

—Sí, empiezo a sentirme abandonado —dramatizó Erick.

—La cuestión es... que creo que me he enamorado de ella —reveló Charlie y sus ocho amigos quedaron totalmente perplejos.

—¿Qué? —musitaron varios de ellos al unísono.

—He dicho que creo que me he enamorado de ella —repitió Charlie, rodando los ojos.

—No, no, no, no, no puede ser —comenzó a balbucear Erick y Colin se le unió.

—¿Estás seguro de eso? —inquirió Josh—. Puede que solo te caiga bien.

—Creo que sé diferenciar si alguien me gusta o simplemente me cae bien —replicó Charlie.

«¡No, no sabes!», pensaron todos.

—Espera, espera, ¿y qué pasa con Morgana? —inquirió Danna preocupada. Todos callaron de inmediato y centraron su atención en el pelirrojo.

—¿Qué pasa con ella? —cuestionó él sin entender

Damon se dio una torta en su propia frente por la frustración de que el contrario fuese tan idiota y ciego, mientras que los demás se miraron entre sí, preguntándose los unos a los otros que se suponía que debían hacer o decir. Estaban en crisis. ¿Qué debían hacer ahora que les había confesado que estaba enamorado de otra cuando sabían bien lo que sentía Morgana por él? Habían pensado que ellos comenzarían a salir pronto y, sin embargo, ahora Charlie les soltaba semejante bomba... ¿Cómo iba a reaccionar Morgana cuando se enterase? Era seguro que iba a romperle el corazón en mil pedazos y ninguno quería que eso pasase.

—¿Dónde está, por cierto? —añadió después.

—E-Está con Dumbledore en su despacho —respondió Emily nerviosa.

—Hm, iré a buscarla, a ver si ella me da una reacción más animada que vosotros —comentó algo molesto antes de darse la vuelta y marcharse.

—¿¡No deberíamos haberlo detenido!? —cuestionó Colin alarmado.

Quizás, pero lo detuviesen o no, Morgana no tardaría en enterarse. Ya no había forma de evitarlo, el corazón de la castaña se partiría hiciesen lo que hiciesen.


Morgana salió del despacho de Dumbledore cerca de una hora después de haber entrado y se sorprendió al encontrarse a Charlie justo en frente. El pelirrojo le dedicó una pequeña sonrisa para después acercarse y caminar a su lado rumbo a la sala común. Pese a que estaba ansioso por contarle la noticia, esperó hasta que llegaron y se sentaron frente a la chimenea.

—Oye, Mor, tengo algo que contarte —empezó a decir y ella lo miró expectante—. Hay... una chica de la que diría que me he enamorado.

Dos sentimientos invadieron a Morgana en cuanto lo escuchó: El primero fue una angustia tan grande que hasta empezó a dolerle el corazón y el segundo fue una pequeña esperanza de que estuviera hablando de ella. Sin embargo, algo en su expresión, le decía que no era así.

—¿De quién se trata? —se atrevió a preguntar.

—Nymphadora Tonks, ¿te acuerdas de ella?

Crack. Lo escuchó y lo sintió como su corazón comenzaba a resquebrajarse. Lo había estado sospechando al verlos pasar tanto tiempo juntos, cosa extraña porque hasta entonces Charlie solo pasaba tiempo con la pandilla, sus hermanos, los miembros del equipo de Quidditch y ella.

—¿Tonks? —repitió. Charlie asintió.

Notaba como si su voz no quisiese salir, tenía un nudo en la garganta y las lágrimas estaban a un mero paso de comenzar a salir. Pero tenía que evitarlo a toda costa. No podía derramar ni una sola lágrima ni dejar que Charlie notase como aquello la estaba destrozando por dentro. No quería entristecerlo. Como su mejor amiga, su deber era animarlo y alegrarse por él.

—Es una gran chica —mencionó entonces—. Me... Me alegro mucho por ti, Charlie, espero que si te declaras, te vaya muy bien y seáis felices juntos. —Le dedicó una sonrisa tratando de que se viese lo más honesta posible.

Nunca, pero nunca, le había costado tanto decir algo y mucho menos nunca algo le había dolido tanto. Se sentía querer morir. Llevaba dos años enamorada de él y él no se había dado ni cuenta. Ni siquiera tenía la más mínima sospecha, porque si la tuviera, jamás le habría dicho con una sonrisa lo que sentía por otra que no fuera ella.

En ese punto, su corazón ya estaba hecho en miles de fragmentos que nunca podrían recomponerse en su totalidad.

—Gracias, Morgana, eso espero. —Le devolvió la sonrisa, no notando que por primera vez su sonrisa no le hacía nada feliz—. Al menos tú has tenido una mejor reacción que los demás —se quejó después y chasqueó la lengua.

Había esperado que sus amigos se alegrasen por él, pero Morgana sabía que eso no iba a suceder. La pandilla sabía de sus sentimientos y habían estado apoyándola aquellos dos años que ella llevaba enamorada de él.

—Estoy cansada —dijo levantándose del sofá—, mejor me voy a dormir ya.

—Claro, buenas noches.

—Buenas noches, Charlie.

Subió rápidamente las escaleras, casi tropezándose en el camino, y abrió la puerta de su habitación de golpe para después cerrarla y recargarse sobre ella.

—Morgana —escuchó que la llamaba Danna, quien había estado esperándola muy preocupada.

Se miraron y las lágrimas que la castaña había estado conteniendo cayeron. Danna se levantó de la cama de un salto y corrió hacia ella para abrazarla con fuerza. Morgana se aferró a su amiga y el llanto junto a los sollozos aumentaron, provocando que hasta la rubia comenzase a llorar. Jamás en los cinco años de amistad que llevaban la había visto llorar y ahora que la veía, la destrozaba. Morgana era una chica fuerte y siempre tenía una sonrisa, por eso tanta gente la admiraba y tantos chicos se le declaraban, así que ver lo frágil y rota que estaba en ese momento, le dolió. Le dolió mucho y lo peor es que no había nada que pudiera hacer.

—Lo siento —murmuró sin saber que otra cosa decir.

—¿Por qué? ¿Por qué ella y no yo? —inquirió Morgana entre sollozos—. ¿Por qué es bonita, divertida y única? Yo también lo soy e incluso diría que soy más bonita... Además, lo conozco mucho mejor que ella... No lo entiendo... —su voz se rompió y con ella parte del corazón de Danna.

—Yo tampoco... Ninguno lo entendemos —indicó la rubia.

Entonces, Morgana perdió las fuerzas en las piernas y ambas acabaron cayendo al suelo. Danna la abrazó con más fuerza y las otras dos chicas con las que compartían habitación se acercaron, agacharon y se unieron a ellas para intentar reconfortar a la castaña, pues ellas también sabían lo que sentía por el pelirrojo y Danna les había contado al llegar que al parecer a él le gustaba alguien más.

Morgana no durmió esa noche porque cada vez que cerraba los ojos veía los cientos de momentos alegres, divertidos y empalagosos que había vivido con Charlie y eso solo aumentaba más el dolor, si es que se podía.


Al día siguiente, Morgana no fue a clases con la excusa de que no se estaba sintiendo bien y cuando Charlie había intentado ir a verla, Danna, Erick y Josh lo habían arrastrado a clase para impedírselo. Si la veía ahora, se daría cuenta del daño que le había causado y no querían eso. Bastante tenían con el corazón de uno de sus amigos se hubiera roto como para dejar que el del pelirrojo también se rompiese a causa de sentirse culpable por lastimar a Morgana cuando eso era lo último que él querría hacer.

Por la tarde, cuando Charlie se fue a buscar a Tonks, Morgana salió de su habitación y fue hasta los jardines con Danna para reunirse con todos los demás. Las chicas no tardaron en ir a abrazarla, siendo la primera Emily. Los chicos se limitaron a observarla con tristeza, sobre todo Erick, al cual con todo aquello también se le había roto un poco el corazón; después de todo, a nadie le gustaría ver tan dolida a la persona que te gusta.

—Charlie es un idiota —fue Damon el primero en hablar y nadie pudo discutírselo—. Siempre lo he dicho, pero ahora ya lo tengo claro.

—Sigo sin entender cómo ha podido pasar —murmuró Sophie.

—Yo juraba que estaba enamorado de Morgana —indicó Josh—. A principios del año pasado sobre todo me dio esa sensación.

—Sí, pero luego en navidades empezó a actuar un poco distante —recordó Danna, aún le seguía extrañando aquello.

Ninguno lo sabía, pero Charlie había comenzado a actuar distante con Morgana por aquel entonces porque había enterrado sus sentimientos por ella y a raíz de eso había terminado acercándose a Nymphadora Tonks.

Erick chasqueó la lengua y se acercó hasta Morgana, poniéndose de cuclillas frente a ella para estar a la altura de su rostro, pues ella se había sentado.

—Escúchame, Morgana —dijo para llamar su atención y que lo mirase—. Damon tiene razón, nuestro Charlie es un idiota, porque, diga lo que diga, es obvio que lo que hay entre vosotros es algo más profundo que una amistad, así que no te rindas aún.

Tristemente, en el momento en que Charlie le había confesado su amor por Tonks, Morgana ya había comenzado a rendirse y todas sus esperanzas de estar con él se habían esfumado. Ya no tenía ganas ni fuerzas de seguir intentando que se fijase en ella y lo que más deseaba era que los sentimientos que tenía por él, también se esfumasen, aunque eso significase renunciar a una parte muy importante de ella. Pero al menos si se esfumaban no seguiría sufriendo y su corazón tendría alguna posibilidad de restaurarse.

⋆★⋆

30 de junio de 1991, séptimo curso y último día en Hogwarts. Los miembros de la pandilla ya se encontraban en el expreso rumbo a King's Cross. Siete de ellos se habían graduado ese año, así que las tres que se quedaban no paraban de llorar a cada dos por tres al pensar cuanto de menos los iban a echar; los graduados también habían derramado alguna que otra lágrima al recordar que ya no volverían a pisar ese maravilloso lugar donde se habían conocido. Pero mientras iban en el tren estaban tratando de no pensarlo e iban bromeando y haciendo planes para el verano. Charlie les había dicho que tenía intención de irse a Rumanía para finales de septiembre, por lo que tenían que aprovechar el poco tiempo que les quedaba antes de que cada uno siguiera su camino; aunque habían prometido que se seguirían viendo aun así.

Como era costumbre, Charlie tenía a Morgana rodeada por los hombros con un brazo e iba charlando animadamente. En cambio, ella permanecía en silencio y con la mirada perdida.

Después de que Charlie confesase su amor por Tonks, las cosas habían ido mejorando poco a poco, pero Morgana jamás había vuelto a ser la misma en aquellos dos años. Todos los notaban, a excepción del principal causante de que ella estuviera así. Era extraño que pese a lo observador que solía ser con ella no fuera capaz de ver que su sonrisa era diferente y que sus ojos muchas veces lo miraban con amargura. Charlie no llegó a ver que en esos dos años, el corazón de Morgana había llegado a un punto en el que no podía más y necesitaba alejarse.

Tras llegar a la estación, comenzaron a despedirse entre risas y lágrimas. Morgana se acercó hasta Danna, tras ya haberse despedido de la mayoría, y ambas amigas se abrazaron.

—Nos veremos pronto, ¿no? —comentó la rubia y vio como la castaña negaba cuando se separaron.

—Necesito alejarme un tiempo de todo —indicó ella mirando de reojo a Charlie.

—Ya veo, sí, lo entiendo. Debe haber sido difícil para ti estos dos años, sobre todo porque ni en verano te dejaba en paz —murmuró Danna e hizo una mueca.

—No es que no me guste pasar tiempo con él, pero duele... Aún duele —matizó. Todavía estaba lejos de olvidar los sentimientos que tenía por él. Lo había intentado, pero había fracasado—, y no quiero que duela, quiero poder volver a disfrutar de los momentos juntos y sonreírle con sinceridad.

Danna asintió, entendiéndola completamente.

—Sabes que si me necesitas puedes acudir a mí en cualquier momento, no dudes en aparecerte en mi casa —le dijo antes de volver a abrazarla.

Después, Erick apareció y Danna se fue a seguir despidiéndose de los demás. Los dos castaños se miraron largamente hasta que sonrieron y se abrazaron.

—Lo he oído —reveló él en su susurro—. Tomate el tiempo que necesites, nosotros te estaremos esperando.

—Lo sé, intentaré no tardar mucho.

—¿No tardar mucho en olvidar a Charlie o...? —inquirió él cuando se soltaron y ella apartó la mirada—. No deberías rendirte con él, sé que debe ser agotador que sea tan ciego, pero estoy seguro de que siente algo por ti.

—Yo no y aunque no haya pasado nada entre Tonks y él, podría aparecer cualquier otra chica en algún momento y no tengo fuerzas para soportar eso de nuevo.

Erick suspiró pesadamente. Debería haberle hecho caso a Damon y Danna y darle una paliza a Charlie cuando tuvieron la oportunidad para hacerle reaccionar.

—Está bien, si es lo que quieres, no puedo impedírtelo —se resignó—. Al menos asegúrate de contestarme las cartas que te envíe.

—No pienso contestarte cien cartas, Erick —repuso ella y él rio. El castaño acostumbraba a escribir un montón de cartas contándoles hasta la más mínima cosa—. Mándale saludos a tu padre, ¿si? Espero que se mejore pronto.

Tras que Erick asintiese, Morgana sintió como alguien le daba un golpecito en el hombro y cuando se giró, se encontró con el dueño de aquellos ojos turquesa y sonrisa traviesa que tanto quería y que tanto daño le hacía.

—¿No irás a irte sin despedirte de mí, no? —inquirió con una ceja alzada y Morgana negó mientras sonreía.

Se abrazaron y el abrazo fue diferente del se dieron con los demás, no solo por parte de Morgana, sino también por la de Charlie. Él la sujetaba con firmeza y fuerza por la cintura y ella se dejaba atraer por él mientras se envolvía en su calidez y aroma. Charlie dejó un beso en su oreja y otro en sus cabellos, Morgana le dejó uno en el cuello al tener la cabeza apoyada allí.

—Te echaré de menos —dijo ella.

—Y yo, aunque no sé porque estamos todos tan melancólicos, no es como si fuéramos a tardar un siglo en volver a vernos —rio entre dientes y Morgana sonrió amargamente sin que él lo viese.

Quizás no un siglo, pero iba a pasar unos cuantos meses sin ver a ninguno, sobre todo a él.

—Te quiero, Charlie —confesó y no lo dijo en plan amigos, pero él no lo notó.

—Yo también te quiero, Morgana —respondió y otra vez no notó que, en el fondo, tampoco lo decía en plan amigos.

Permanecieron unos cuantos minutos más abrazados, Morgana quería disfrutar lo máximo posible del último abrazo que se darían en mucho tiempo, pero al final tuvieron que separarse, pues Charlie fue solicitado por Colin y Ayumi para despedirse de él.

—Nos vemos pronto —dijo él.

—Nos vemos pronto —repitió y mintió ella. Después, miró detrás de él hasta que encontró a la persona que buscaba junto a los hermanos gemelos de él—. ¡Ethan, nos vamos!

El mencionado se despidió rápidamente de los gemelos y corrió hacia su hermana, la cual le dio la mano en cuanto lo tuvo a su lado. Ethan le dedicó una sonrisa a Charlie y éste le revolvió los cabellos negros con cariño. Morgana también le dedicó una sonrisa que él no tardó en devolver, miró a los demás miembros de la pandilla que los despedían con la mano y se desapareció del lugar junto a su hermano.

En ese momento, ninguno de ellos, ni siquiera ella misma, supo que esa sería la última vez que se verían en casi cinco años. Cinco años donde cada uno seguiría su camino y su amistad, junto a la pandilla que habían formado juntos, se debilitaría. Pero una amistad como la de ellos diez no era fácil de romper y olvidar, y tarde o temprano volverían a estar juntos.



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Penúltimo capítulo de este primer acto y va dedicado a EllaRoseCollingwood, quien en el anterior acertó con la suposición de porque Charlie se había vuelto ciego ante sus propios sentimientos y los de Morgana. Debo decir que cuando leí el comentario me quedé blanca, pero en realidad creo que no era tan difícil de adivinar. 

Como veréis, Charlie es una gran persona y siempre ha interpuesto los sentimientos de sus familiares y amigos por encima de los suyos (ahora también lo hace con los de los dragones xD), por lo que en cuanto se enteró de que Erick estaba enamorado de Morgana, enterró sus propios sentimientos para que él fuese feliz. Peeero si hubiera sabido lo que sentía Morgana, no lo habría hecho, porque entonces habría puesto primero los sentimientos de Morgana y no los de Erick, ya que ella le es más importante y claro, hacer esto, habría conllevado a que él no hubiese olvidado sus sentimientos y habría seguido con su plan de declararse en Navidad. Y sí, si Charlie no hubiera escuchado esa conversación, habrían estado saliendo desde ese momento.

Otra cosita que debo decir del capítulo es que ya lo tenía mayormente escrito casi desde el inicio de la historia, pero lo he cambiado un poco, añadiendo y quitando fragmentos. Uno de los fragmentos más importantes que añadí fue el que aparece Oliver y uno de los que quité, que sucedería durante el sexto año, es actualmente el prólogo.

La semana que viene estaré subiendo el capítulo final del primer acto y he estado pensado que quizás después haga un Q&A en instagram (podéis encontrarme como: marieweasley) para ver cuanto sabéis de la historia. Quizás también un "pregúntale a Morgana" donde le podréis preguntar como ha soportado por tanto tiempo la ceguera de Charlie, jajaja. ¿Qué os parece? ¿Os gusta la idea?

Aquí os dejo un moodboard que he hecho de Morgana y Charlie basado en su época en Hogwarts:

Y eso es todo. Perdón por los errores que pueda tener el capítulo, ya que no lo he revisado mucho, y espero que os haya gustado. ♥

Marie Weasley.

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