Capítulo 1: Bienvenido de nuevo, escoria.
"Hotel Hazbin es Propiedad de Vivienne Medrano (Vivziepop)"
La matanza había terminado, y en el ambiente se sentía la desolación de los que quedaban en pie, sangre y vísceras en el suelo, acero celestial desperdigados por toda la superficie del infierno, cerca donde alguna vez existió el hotel de la princesa del infierno, sus cimientos yacían sobre la colina de ciudad pentagrama en donde se había dado aquella cruda batalla.
El soberano observó a su hija caer ante las ruinas de lo que alguna vez fue su sueño, y llorar por la pérdida de aquel curioso pecador con apariencia de bífido, que había muerto valientemente por intentar defenderlos, la culpa por no haber podido llegar a tiempo y evitar que su hija sintiera aquel dolor, lo golpeo.
Aún no creía que pudiera cambiar a la escoria del infierno, pero si su princesa quería lograrlo, él como su padre la apoyaría. Así que decidido le fue a dar ánimo, de la forma que solo él sabía hacerlo, con una canción.
Mientras aquella canción sonaba, los demás pecadores se acercaron a apoyar, era sorprendente el cómo parecían decididos a seguirla, su hija había tocado el corazón de esos pecadores, y eso hizo que algo de la esperanza que el cielo le había quitado volviera a él.
En poco tiempo él y los pecadores lograron reconstruir todo el hotel, y hacer una estatua a los caídos, en donde el cuadro de Sir Pentius se levantaba frente a la enorme estatua de Razzle, era hermoso lo que había logrado y justo cuando había terminado, él apareció, con su fétido olor a muerte llenando todo el espacio, observó la desilusión de Husker al ver que aquel ser había aparecido, se veía tan fresco, pero una mueca pequeña no pasó desapercibida en su semblante, había dolor en su mirada, y el olor metálico de su sangre llegó a su nariz.
Y con furia observó a su preciosa hija abrazarlo con alegría, y la sonrisa de ese asqueroso pecador se volvió sardónica, demostrando otra vez, que Charlie lo apreciaba, y que ella estaba feliz de no perder a otro de sus amigos en aquella cruda batalla.
Bien, él tenia que demostrar un punto, no podía dejarse influenciar por aquellas provocaciones del señor infernal, Lucifer era un rey, quien había olvidado por siete años por culpa de la depresión su corona, y no había hecho acto de presencia ante sus súbditos.
Alastor no debía olvidar quien mandaba en la vida de todo el infierno, y, sobre todo, tendría que tragarse aquella sonrisa de nuevo.
— Alastor, olvidaba tu presencia, ¿Dónde te metiste en la batalla? — soltó mirando aquellos ojos rojos, que parecían inyectados de sangre — ¿problemas con Adam? — se burló Lucifer.
La estática se escuchó diferente, las sombras alrededor del pecador eran más débiles, la sonrisa se apagó, pero no dejo el rostro de Alastor, quien con una mueca se tragó su furia, la de haber perdido contra un hombre con poder divino, él, el demonio de la radio, uno de los Overlords más poderosos y antiguos, había sucumbido a un rockero de pacotilla.
— No pensé que mi vida le preocupara, majestad — contestó condescendiente, la voz sonaba diferente de la última vez. Eso no pasó desapercibido para Lucifer.
— Alastor, estábamos preocupados, cuando Adam apareció, pensé que tú...— la voz de Charlie se cortó, en un sollozo reprimido, las heridas de la batalla aun estaban recientes, la mano de Alastor tomó el rostro de Charlie.
— Vamos cariño, ¿Qué hablamos de la sonrisa? Recuerda... — dijo forzando una sonrisa en el rostro de Charlie — ¡nunca deben de ver la debilidad tus enemigos!
Lucifer reprimió un grito de furia, como esas horribles manos tocaban con esa libertad a su hija.
— ¡Muy bien, Alastor! — gritó, logrando que aquel horrible ser lo mirara, soltando el rostro de la rubia, quien con conmoción empezó a ponerse en medio de ambos — mientras tú agonizabas en algún rincón, algunas cosas cambiaron por aquí.
Alastor miró a su alrededor, el hotel estaba rejuvenecido, era más lujoso, parecía un palacio, uno que sobresalía de la ciudad, Lucifer le regresó la sonrisa, claro que sabía del desdén de Alastor por la tecnología, él no era un conocedor, pero se había mantenido actualizado, a diferencia de aquel horrible venado.
— ¿Quieres un tour? — se burló Lucifer, dándole un poco de aquel tragó amargo que él mismo había vivido al discutir con él en su primera visita al hotel.
El demonio de la radio se tragó sus quejas, el dolor empezó a consumirlo de nuevo, había tardado tiempo en sanar de su última batalla, aquella que por siete años lo había tenido lejos del infierno, pero ahora, el rey del infierno no iba hacerlo retroceder, así que, invadiendo su espacio personal, lo tomó del brazo.
— Será un honor, "majestad" — se burló de él, Lucifer pudo percibir de nuevo aquel olor metálico de sangre, pero ahogó el desagrado de tener cerca a Alastor al ver la cara de felicidad de su hija, que lo miraba con total devoción.
"¡Maldito imbécil!" pensó al ver como el demonio caníbal, se regodeaba en su pequeña victoria, era obvio que Alastor estaba herido, aunque intentara reprimir todo con una sonrisa, si quería jugar, él le demostraría por que "el diablo sabía más por viejo, que por diablo".
Entraron al hotel seguido por el resto, la boca de todos se abrió al observar la belleza del recinto.
— ¡Es hermoso! — gritó Charlie al ver las paredes de un blanco inmaculado, y algunos adornos que adornaban la fachada cómo si de un circo se tratara, Lucifer era un experto en decoración, había diseñado un parque temático, y se encargó con sus poderes de darle forma al sueño de su pequeña "manzanita".
— Sabía que te gustaría Charlie, me encantará que todos disfruten sus habitaciones nuevas, hice lo mejor para mi bella hija y sus amigos pecadores – comentó aprovechando el momento para oprimir a Alastor, quien lanzó un gruñido cargado de estática.
La paciencia del Overlord estaba en su límite, siempre que se trataba de Lucifer era complicado no perder la cabeza, pero no tenia la fuerza suficiente para ponerse en una batalla física contra el rey del infierno, definitivamente el padre de Charlie era un ser con poderes inimaginables, había logrado con magia aparecer cimientos y material para darle vida a la vieja edificación.
Y aunque Alastor era confiado, los seres celestiales eran poderosos, casi había muerto contra Adam, y Lucifer lo había aplastado en minutos, el poder de los Morningstar era algo que él anhelaba, pero las cosas tendrían que ser lentas, así que pondría su mejor cara ante aquella aplastante fuerza que provocó que su hemorragia surgiera de nuevo.
— ¡jefe! — murmuró Husk al ver como Alastor empezaba a sangrar icor negro, el cual manchó el piso de perfecto mármol que Lucifer había escogido con especial cuidado.
Lucifer soltó a Alastor al ver que su abrazo había logrado revelar sus heridas de batalla, pero eso lejos de parecer un chiste del demonio, las heridas parecían serias, en verdad el demonio estaba gravemente herido, y ahora su hija lo miraba con reproche.
— Papá, ¿lastimaste a Al? — dijo sujetando al demonio con ayuda de Husk, quien puso de pie a Alastor, quien para sorpresa de Lucifer demostró su debilidad.
— ¡Tranquila, querida! tú padre no mide su fuerza — comentó condescendiente, ese bastardo le sonrió con malicia, todo era un teatro de nuevo, el rey había quedado al descubierto.
Charlie y Husk subieron a Alastor a su habitación, quien, para fortuna del demonio, permanecía intacta de la mano del rey, su estación de radio se erguía imponente, como si hubiera salido de aquella época en la que él fue tan feliz, casi podía sentir que su estación sonaba la música del Jazz y aquel Boogie-woogie que lo hacía bailar. Si muriera en ese instante, al menos pudo sentir de nuevo aquella sensación de grandeza.
— Dejé que tú estación, no tuviera lo que odias — comentó Vaggie, quien había traído algunos paños para ayudar a curar al demonio, pero este la alejó — Alastor, necesitas que veamos tus heridas.
— Ya han hecho suficiente, por favor, necesito tener un momento a solas — amenazó el demonio, las sombras empezaban a manifestarse, Vaggie lanzo un gruñido y tomó a Charlie de la mano, quien sólo alcanzó a despedirse del demonio, Husk cerró la puerta detrás de ellos, él mejor que nadie, sabia lo terrible que era Alastor cuando perdía, aquellas interminables veces que lo ayudó a recuperarse de las peleas con otros Overlord que habían logrado arrancarle un poco de él.
Pero era la primera vez que lo veía tan perdido en sus pensamientos, tal vez la muerte si era posible en seres tan complicados como Alastor.
En cambio, Lucifer se había materializado dentro de la guarida del demonio, quien sintió de inmediato la presencia casi celestial de aquel que era su soberano.
— Eso fue bajo, Al, querido — susurró sentándose muy cerca de Alastor, quien se cubrió con sus sombras para no verlo, odiaba ver esa sonrisa de triunfo, la sangre empezaba a nublar de nuevo sus sentidos, las sombras cedieron — No, no, no, Al, sabes muy bien que puedo desaparecer este lugar con solo un chasquido, y tendrás tu estación llena de televisores, o por que no, de patos de goma saliendo por todos lados.
Alastor intuyó que la broma de Lucifer traía más que solo amenazas vacías, pero no demostraría que le preocupaba su habitación, lo que este hiciera para molestarlo, él lo destruiría.
— Hablas muy confiado Majestad, después de quedar como un agresor ante tu querida Charlie — sonrió Alastor mientras se erguía a pesar del dolor, entonces Lucifer lo vio, aquella delgada línea dorada que tenía escrito el nombre de su hija, y sus ojos se abrieron ante el horror, miles de advertencias durante su niñez a Charlie, habían sido en vano, Alastor sonrió con triunfo — ¡Ohhh, ya notaste aquel pequeño trato!
Lucifer era un ser con conocimiento basto, él había formado el infierno, y, sobre todo, sabía las reglas de lo que un demonio como un Overlord podía lograr, uno que ahora tenia una promesa de su pequeña hija.
La furia se hizo presente en él soberano del infierno, la habitación aumentó varios grados encima, el demonio de la radio no dejó su sonrisa, pero sintió algo que hace mucho no experimentaba, miedo...
Ante él, Lucifer lucia como un perro, un enorme y feroz perro infernal, quien sin duda lo despedazaría sin piedad.
— Su Alteza, no olvide, que su hija me debe una promesa, una que puedo usar en este momento, incluso contra usted — soltó, intentando reprimir el pavor en su ser, Lucifer retrocedió, ahí estaba el punto débil del soberano, Alastor se sentía tan poderoso, la rubia era una caja de monerías, y era la llave del poder que él anhelaba, el mejor diamante del infierno.
—¡Alastor! — rugió Lucifer, pero tuvo que respirar, no sabía que promesa había hecho Charlie, tendría que averiguarlo, pero por lo pronto, aquel cabrón seguiría vivo.
Alastor tiró una carcajada, la victoria contra un rey, sin duda esto quedaría para el recuerdo.
— Excelente, Majestad, creo que usted sabe que debe hacer ahora, yo... podría olvidar el trato con su hija, si usted...me ayuda en algunos temas, un Overlord no dudaría en ganarse un aliado, no uno como usted — sonrió extendiendo su mano llena de símbolos vudú.
— Que sigas vivo, es algo que no todos pueden presumir, Alastor — murmuró Lucifer — me costaría menos de dos minutos acabar con tu fétido ser, pero... tampoco soy un cobarde que disfrute hacer leña del árbol caído.
— Vaya, me lo tomaré como un cumplido, viniendo del experto de las caídas — se burló el Overlord, Lucifer sintió de nuevo hervir su sangre, pero no caería en provocaciones, no al menos que estuviera sano y haya sabido que prometió Charlie — ¡Cúreme!, me debe eso, si no, que pensaría la pobre Charlie, tal vez ella acepte hacerlo, pasar la noche en mi habitación tratando mis heridas.
Lucifer imaginó a su dulce niña tapando el pecho desnudo de Alastor con vendas, en la soledad de aquel cuarto, en un espacio intimo donde ambos sonrieran y fueran más cercanos, con horror lanzó con su bastón un halo de luz que hizo que las heridas del Overlord cicatrizaran con rapidez, el dolor de la regeneración celestial fue una nueva sensación, fue como si hubiera caído de nuevo.
— Bien, por hoy estamos a mano, no vuelvas a insinuar ni de broma que mi manzanita deba posar sus delicadas manos en tu cuerpo sucio de pecador, tal vez ella quiera redimirlos, pero hay personas como tú, que no tienen perdón ni salvación — amenazó Lucifer con una sonrisa.
— Hasta luego, su majestad — se burló Alastor, viendo como el rey salía de sus aposentos, sin duda la estadía de ambos en el hotel sería divertida.
N.A. Si volví de mi pequeño retiro, porque este shipp me movió a hacer algunos capítulos, no se si sea lo que los fans buscan, por que esto será una quemadura lenta, y con pleitos, muchos pleitos, y una pelea sin fin por los terrenos del infierno. Los quiero <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro