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Pillowtalk

[Me inspiré en la letra de la canción en multimedia, tal vez no tenga mucha relación, pero esto fue lo que salió de mis manos e imaginación al escribir]

No podía negarme, no podía resistirme a él, a sus palabras, a sus besos, a la forma en la que empezó a tocarme por de bajo de mi camiseta. Mi cordura se corrompía al momento en que sus increíbles manos tocaban centímetro a centímetro de mi piel. A pesar de que antes de que llegáramos a la cama, estábamos discutiendo porque descubrí que él me había estado engañando.

Yo les había comentado a mis amigos, Alex y Guillermo, que sospechaba que Miguel me estaba engañando ya que hubo varios días en los que llegaba tarde a casa y su ropa me daba a un aroma distinto que no era de él, además de que hubo algunas ocasiones en las que descubrí que llevaba condones en el bolsillo de su pantalón ¿Para que llevar condones cuando nosotros habíamos decidido dejar de usarlos hace mas de año y medio? Desde ese momento tuve un mal presentimiento, pero no quise adelantarme con mis sospechas.

Pero... Todo se derrumbo y mis sospechas fueron confirmadas cuando decidí seguirlo junto con mis amigos. No podía ir soló en una situación así. Lo vi... Miguel había parado su coche fuera de un bar gay y... Un chico, joven, de tez aperlada y cabello negro, salió de ese bar y... Lo saludo con un abrazo, para después... Darle un beso en los labios.

Se saludaron... cómo... si fueran pareja de ya hace mucho tiempo. Cómo si Miguel no estuviera comprometido conmigo y estuviera fuera de cualquier tipo de relación. Eso me destrozó en millones de pedazos, haciendo que un nudo horrible se formara en mi garganta y cientos de lágrimas inundarán mis ojos. Mi novio, el amor de mi vida, me había estado engañando quien sabe por cuanto tiempo.

Y en este momento, fue cómo si aquello no importará. Cómo si no hubiera ocurrido nada. A pesar de que si le había recriminado y además de que le dije que estaba decidido a terminar con él e irme de casa, todo con lágrimas y un terrible dolor en mi corazón, fue en cuestión de segundos dónde caí nuevamente como un completo idiota ante sus hipócritas palabras llenas de falso amor.

Siempre era así. Discutíamos y al final era cómo;

"No importa nada más si el sexo puede arreglarlo todo"

Pero esta vez... Ni siquiera creó que el sexo sea capaz de arreglar el dolor que me ha hecho sentir. Esta vez no.

—Te amo, Rubén...

No es verdad, tú no me amas.

—No te alejes de mí, recuerda que... Nos amamos. Siempre serás mio y yo seré... tuyo, mi amor.

No es cierto... No digas eso ¡Deja de mentirme!

—Dejame seguirte haciendo el amor por el resto de nuestras vidas, Rubén...

Cerré los ojos con fuerza y sin darme cuenta había comenzado a llorar. No pude evitar enredar mis piernas en sus caderas para que prosiguiera con aquel movimiento que me estaba llevando a la cima de placer. Mis dedos jalaron de su cabello mientras él impulsaba cada vez más sus caderas dentro de mi. Sentí la boca de Miguel saborear la piel de mi cuello y dejar varios besos ahí mismo.

—Oh... Mierda, M-Miguel...

Mi voz tembló y fue a causa del dolor que sentía en aquel instante.
¿Como puede ser posible que me haga sentir de esta manera cuando me ha engañado? ¿Como puede decir que me ama con tanta facilidad? Me duele saber que el ya no siente lo mismo por mi y que solo escupe esas palabras para tratar de mantenerme a su lado. No lo entiendo... ¿Para que me quiere tener aferrado a él si ya tiene a alguien más? Lo aborrezco.

Miguel retiró mis manos de su cabello, yo abrí los ojos y entrelazó sus dedos en los mios, poniendo nuestras manos entrelazadas sobre las sábanas, a cada lado de mi cabeza. Sus ojos me observaron, llenos de deseo, lujuria, pero... ya no había amor.

Ya, mi amor... No llores

Y me beso.

Un jodido beso que me vi obligado a corresponder.

Necesitaba terminar ya. Que me dejará. Ya no lo soportaba más.

Miguel sujeto con fuerza mis manos al haber sentido una oleada de placer. Nos separamos del beso por la falta de aire. Levanto mis brazos, soltando mis manos e hizo que los envolviera alrededor de su cuello en un abrazo. Solloze con fuerza, escondiendo mi rostro en su cuello mientras sus inquietantes embestidas continuaban en mí.

Lo abracé con dolor. Era lo único que podía hacer. Lo único y lo último de mi que iba a ofrecerle. Lo amaba, si, claro que lo hacia, pero el dolor era más fuerte y no iba a perdonarlo. Tantas veces habíamos discutido, pero no eran tan grandes las discusiones que el sexo no lo pudiera arreglar. Esta vez era totalmente distinto. Fue la gota que colmó el vaso.

Apreté su cuerpo junto al mio lo más que pude, sin dejar de llorar en silencio. Sus dedos se aferraron a los costados de mi cuerpo y una última embestida termino por liberar su orgasmo dentro de mi.

Sentí asco.

A los pocos minutos yo finalice con un gemido ahogado. Baje mis brazos, dejándonos rendidos a lado de mi cabeza y recargue mi mejilla sobre el colchón. Miguel beso mi cuello antes de salir de mi. Las lágrimas silenciosas siguieron y cuando ya no sentí su anatomía sobre mí, me cubrí con las sábanas hasta el cuello, encogiendome en el mismo lugar.

Ire a tomar un baño, Rubén.

Después de decir eso beso mi cabello y la soledad se hizo presente. Sólo comencé a escuchar el agua de la regadera siendo abierta y con ese ruido del agua chocando en el suelo del baño con fuerza, me permití llorar en voz alta.

Lo amo tanto que duele...

Pero él ya no me ama a y me doy asco también por haber permitido que me tocará nuevamente.

Eres un jodido infeliz, hipócrita Miguel Ángel. No sabes lo que daría por que me amaras de nuevo, pero eso ya es imposible.

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