En mis brazos...
Pensar que hace solo un año éramos totalmente felices, sin preocupaciones, ese año donde te confesé que me gustabas desde hace mucho tiempo, que estaba perdidamente enamorado de ti, mi Rubén, mi precioso Rubén. Recuerdo que esa vez no lo podías creer, estabas en completo shock, tenía miedo que me rechazaras y que nuestra amistad se fuera a destruir por mi culpa, tenía miedo y mucho, pero yo ya no lo podía callar mas, necesitaba decírtelo antes de que te volvieras a enamorar de otra persona que no fuera yo. Y fui yo el que se llevo la sorpresa, con ese beso que me plantaste en mis labios, ese beso tan cálido y suave que me proporcionaste con tus suaves y finos labios, esos que ya había probado dos veces, pero nunca de aquella forma, esa forma tan especial donde tú también me demostrabas que estabas enamorado de mi. En ese momento fui yo el que quedo totalmente impactado, porque nunca creí que mi amor por ti, mi bello príncipe, iba a ser correspondido.
Aun recuerdo tus cálidas palabras que salían de tus hermosos labios en ese momento... ese momento donde nos estábamos demostrando nuestro más profundo secreto de amor que guardamos por años...
—Por fin te decidiste a hablar...—volvió a besarme de la misma forma tan dulce sonriendo durante el beso—. Yo también estoy muriendo de amor por ti, te amo tanto...
Yo no pude ser más feliz en toda mi vida con esas palabras, esas palabras que bastaron para saber que por fin nada ni nadie me podrían separar de ti...
Pero... ¿Quién lo diría? Quién diría que solo un año duro toda esa felicidad, esa felicidad que yo soñaba que durara hasta el último día de mi existencia junto a ti.
Ese día en el que nos enteramos que tu corazón andaba mal... y toda la felicidad se esfumo en un abrir y cerrar de ojos.
Recuerdo el comienzo de esto, un amargo y horrible recuerdo...
Esas veces donde sentías un dolor agudo en tu pecho, que ignorábamos porque creíamos que no era nada grave, que ese dolor provenía del ejercicio que no estabas acostumbrado a hacer y que en ese tiempo apenas comenzabas, creíamos que esa era la razón... Ese dolor molesto en tu brazo izquierdo, que también ignorábamos porque pensábamos que el dolor era por una posición mal que habías tomado al dormir...
Pero esa noche cuando despertaste de repente, totalmente agitado por la falta de aire que no llegaba a tus pulmones... comprendí que algo estaba mal.
Me asuste demasiado cuando desperté por el fuerte ruido que hacías con tu garganta por la falta de aire, me temblaba el cuerpo entero. Te lleve en mis brazos hasta el auto y conduje lo más rápido que pude al hospital...
Pasó un día entero en donde los doctores te habían chequeado para saber la razón de tus problemas... y cuando por fin tenían el resultado y el doctor pronuncio esas palabras al momento de entrar a su oficina, sentí que el mundo entero caía sobre mí.
—No hay forma de conseguir un donante en menos de un mes, su corazón no puede resistir mas, lo lamento mucho, Miguel... a Rubén le queda un mes de vida.
Y ya ha pasado un mes...
Un mes de eso...
Eso que nos destruyo al paso de los días...
Ahora solo podre tenerte, tocarte, besarte y disfrutarte esta noche... solo una noche mas y todo se termina... ya no quedara nada de ti mi amor...
—Mangel...
Me llamaste en un susurro entrecortado, con esa voz tan suave y hermosa que no volveré a escuchar más...
Te mire bajo la luz de la luna que iluminaba la habitación totalmente oscura. Tu cabeza reposada en mi brazo, tus pequeños mechones castaños despeinados, esos ojitos verdes que tanto me encantaban y por los cuales me hipnotizaban cada vez que te veía, esos que ahora estaban marcados con grandes ojeras y mostraban cansancio y tristeza... pero a mí no me importaba como lucieras, porque para mí seguías siendo hermoso.
—Dime.
—¿Qué es lo que más te gusta de mi?
Sonreíste de forma cansada, mirándome directamente a los ojos. Acerque mi mano a tu mejilla, acariciándola y sintiendo tu piel cálida y suave, contemple tu bello rostro por unos minutos, admirándote por completo, tan atractivo, guapo, hermoso, resumiendo, la perfección se encontraba frente a mis ojos. Rubén es tan precioso que nunca me cansare de decirlo, hasta le tenía envidia por tan apuesto que era. Bese tus labios tiernamente, probándolos, tan delgaditos, se sentían algo resecos, sin sabor alguno, pero eso era lo menos que me importaba, seguía disfrutándolos como la primera vez.
—Pues... todo tu, Rubén, me gusta todo de ti.
Reíste bajito, haciendo que tus ojos se achinaran y tu nariz se frunciera, tornando un pequeño rubor es tus mejillas en las cuales se formaban tus bonitos hoyuelos. Me encantaba verte así, riendo y haciendo que te sonrojes. Quiero seguir viéndote reír por mucho tiempo más... eso es lo que quiero...
—Me refiero a mi personalidad... ¿Qué es lo que más te gusta?
Cerré mis ojos por unos segundos para pensarlo. Todo en Rubén me encanta, no podría haber algo que no me guste de él...
—¿Sabes por qué me enamore de ti? Por tu humildad, comprensión, tu honestidad, tus tonterías que tanto me hacen reír, por esas veces que siempre me apoyaste cuando yo estaba mal o incluso aunque estuviera bien, tu siempre estabas ahí, para hacerme más fuerte, por ser tan leal con los demás y en especial conmigo... me enamore de la persona con tantos valores y cualidades que lo hacen único e inigualable.
Observe como una pequeña lágrima se deslizaba por tu mejilla, cayendo hasta tu sien y terminando en mi brazo. Tus ojos estaban vidriosos y aguados, llenos de lágrimas que querían salir sin descontrol y cuando por fin los cerraste, esas lágrimas desbordaron por tus mejillas haciendo que mi corazón se estrujara y provocando que comenzara a ver un poco borroso.
—Mi amor, no llores, no quiero verte así.
Dije con una voz a punto de quebrarse, limpiando tus mejillas y ojos con mi pulgar. Bese tu pequeña nariz con ternura y me mantuve ahí por unos segundos, cerrando mis ojos, provocando que yo también derramara esas lagrimas de tristeza que tanto daño me hacían. Pero lo menos que quería en estos momentos era verte llorar, me destrozaba verte mal, no soportaba ver que te estabas rompiendo poco a poco y que ahora... estabas a punto de romperte por completo...
Solo quiero tenerte por un tiempo más... solo un poco más...
—Mangel, no llores, no lo hagas, sea la razón por la que estés llorando no lo hagas mas...
No podía... no podía soportar la idea de que te irías de mi lado, que ya nada será real, que el mundo para mí ya no será lo mismo sin ti, porque tu significas mi mundo entero, Rubén, lo eres todo para mí y pensar que solo en pocas horas se acerca lo que menos quiero... me destroza.
El amor de mi vida está a punto de desaparecer...
—Te amo, Rubén, mi pequeño ángel, te amo como no tienes una idea, nunca lo olvides por favor.
Pronuncie, besando tu frente cuidadosamente, mientras mi mano acariciaba tu pálida y blanda piel bajo tu camiseta, esa piel que tanto me hace enloquecer, que tanto amo tocar y besar.
Me separe y comencé a levantar muy despacio la camiseta que cubría tu desnudez, levantaste tus brazos para quitarla por completo, dejándome a la vista tu fino y plano cuerpo semidesnudo. Empecé a dar pequeños besos en tu cuello yendo hasta tu pecho donde me dedique a acarícialo con mis labios mientras repartía besos al mismo tiempo...
—Quítate la camisa, Mangel... quiero... quiero sentirte junto a mí una última vez...
Obedecí, aunque ese "ultima vez" era lo menos que quería que sucediera, quería tenerlo más noches así conmigo, que nada de esto estuviera pasando, donde los dos siguiéramos siento plenamente felices, Donde pudiera seguir haciéndole el amor como tanto amaba hacérselo...
Volví a unirme a ti, cargándote sobre mi pecho donde colocaste tu mentón, abrazándote posesivamente, sintiendo nuestras pieles tentarse. Comencé a acariciar tu espalda lentamente, olfateando tu cabello, olías delicioso, ese aroma que tu siempre desprendías de tu cuerpo, tan dulce, amaba eso. Me abrazaste de la misma forma, cerrando al mismo tiempo tus ojos.
—Yo también te amo, Mangel, y aunque mi corazón deje de latir, quiero que sapas que siempre estará lleno de vida y amor por ti, eso es lo que no morirá nunca... mi amor por ti nunca morirá, mi amor.
—No. Por favor no lo repitas mas... no lo digas...
—Miguel... por más que nos duela, este es el destino que me toco y mi camino ha llegado hasta aquí, pero...
—No...
Le interrumpí, no quería escuchar mas, ya no mas...
—Por favor, Miguel, quiero que sigas siendo feliz, que encuentras a alguien que te haga feliz, enamórate de nuevo, diviértete, ama, ríe, sonríe, juega, pero solo te pido que no te destruyas a ti mismo, no lo hagas, no quiero verte pasarla mal, quiero que sigas disfrutando de la vida como cualquier persona feliz, no te quedes estancado en esto, por favor...ya sabes que donde quiera que este yo, descansare en paz cuando te vea sonreír de nuevo. Pero quiero que me prometas... que nunca me olvidaras.
No podía parar de llorar, yo no me podía enamorar de nuevo, eso nunca, mi amor por Rubén nunca desvanecerá, yo no puedo permitir que otra persona tome mi corazón, porque Rubén es el único que tiene acceso a tenerlo. Solo él puede enamórame, solo él y nadie más...
—Rubén... no me pidas eso, no puedo amar a otra persona que no seas tú. No podre ser feliz si no es junto a ti...
—Si puedes, tienes que.
—No, Rubén, ya basta por favor...
En ese instante, uniste tus labios con los míos, besándome lentamente, acariciaste mi cabello con tu mano derecha, mientras tomabas mi mano con la otra y entrelazabas nuestros dedos.
Mi mejor amigo, mi confidente, mi amante, mi novio y el que alguna vez soñé que fuera mi esposo... estaba a punto de morir y yo quería morirme junto a él, no quería seguir viviendo si ya no lo vería en mi cama junto a mí al despertar, si ya no vería sus hermosos ojos verdes, sus finos labios, su cuerpo... ya no valdría la pena nada si él no estaba en mi vida.
—Solo prométeme que nunca me olvidaras, quiero oírlo, quiero que esa sea tu última promesa conmigo... por favor, Miguel, dilo...
—Te lo prometo, nunca, jamás olvidaría a la persona la cual he estado enamorado por más de diez años...
—Y que serás feliz.
—No...
—Por favor, solo hazlo, así podre irme en paz... sabiendo que tu seguirás tu vida como lo mereces.
Podre aparentar ser feliz...
—Te... te lo prometo.
Pero jamás podre serlo...
Esta vez fui yo el que te beso, encajando nuestras bocas a la perfección, estrechándote entre mis brazos, pegándote más a mí como me fuera posible. Nunca, jamás podre ser feliz, sabiendo que lo he dejado de ser desde esta tragedia... eso que destruyo todos nuestros sueños juntos.
—Te amo, Mangel, jamás lo olvides, te estaré cuidando desde allá arriba y te estaré esperando con los brazos abiertos, no importa cuánto tiempo pase, yo seguiré allí... esperándote.
Terminaste de decir para volver a recargarte sobre mi pecho desnudo, donde dejaste un diminuto beso ahí y volver a abrazarnos mutuamente.
—Gracias por entregarme tu amor, por corresponderme, esto es para siempre, Rubén, te lo prometo.
Y después de eso, cerraste tus parpados.
Para ya no abrirlos más...
Y a mí me tembló el alma al darme cuenta que lo había perdido para siempre.
Fue ahí donde los últimos latidos de Rubén se dejaron de escuchar, mientras yo lo mantenía...
En mis brazos.
"Quisiera tener una escalera tan larga
Que llegue al cielo...
Para poder abrazarte nuevamente"
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro