Devil Doesn't Bargain - Alec Benjamin
Sus amigos solo querían lo mejor para él, pero seguía negandose a hacerles caso creyendo que sabía lo que hacía.
Incluso había discutido con todos ellos, ignorando sus súplicas por días, siendo grosero cada que iban a verlo a su casa.
Llegando al extremo de desaparecer durante más de una semana.
Mariana fue a verlo para darle algo de comida y solo se encontró con una casa vacía y el localizador apagado.
Así no podían siquiera rastrear la señal...
Le buscaron por todo el pueblo sin obtener ni una pista de su paradero.
Jaiden se negó a hablar, dejándolos a la deriva.
- He needs time.- fue lo único que dijo mientras entraba a su antiguo hogar.
Ellos no querían que más gente supiera de esto pero los chismes viajan rápido.
Y claramente cierta persona en especial estaba al tanto.
(...)
Roier estaba sentado en el balcón, admirando el atardecer y pensando cuando sería correcto volver.
Pero el enojo seguía.
¿Por qué sus amigos se entrometian donde no les llaman?
Se llevó ambas manos al rostro.
Estaba tan frustrado, dolido.
¿Qué estaba haciendo?
- El diablo no negocia.
El castaño se asustó al escuchar aquella voz, ¿Cómo lo había encontrado?
Estaba seguro que nadie más conocía la ubicación de aquella casa.
¿Jaiden le contó?
No, ella le prometió mantener el secreto.
Además, ¿A qué se refería?
- ¿Puedo sentarme?- preguntó amablemente queriendo tentar primero el terreno antes de seguir hablando.
Y como Roier no era mal educado como para pedirle que se fuera asintio dejando que se sentará a un lado suyo.- Es inútil, no lo hagas, es una arrogancia intentarlo.-
Sus ojos se abrieron asustados y por un segundo olvidó siquiera como respirar.
¿Él sabía que sucedió?
Puta madre.
No quiere que esto llegue a oídos de Spreen.
Éso lo hará enojar, lo va a odiar.
No, no.
Por favor que no sepa que está haciendo este berrinche.
- Es despiadado, lo sabías, te lo dijeron.
¿No?
Siguió hablando, fingiendo que toda su atención estaba en la vista tan linda que tenían. No quería presionarlo, pero tenía que hacerlo.
Dejando a Roier tomar su tiempo antes de colapsar.
Y es que...
¿Cómo negar tal información?
Desde que le conocía le advirtieron de lo que podía ser capaz.
- Es abusivo, evasivo, la verdad es que miente.
¿Qué?
No.
Spreen no miente, él ya no lo hace.
¿Verdad?
- Sé que no quieres dejarlo ir.- Veg suspiro mirando levemente al castaño.- Y al igual que antes puedo ver que estás seguro que puedes cambiarlo pero sé que no lo harás.
Lamentablemente Vegetta había pasado por lo mismo hace mucho tiempo.
Un amor que le lastimó tantas veces que creyó que jamás volvería a entregarse a alguien.
Confiando ciegamente, cayendo una y otra vez.
Tantas promesas, mentiras y un "te amo" tan falso.
¿Cuánto tiempo no perdió en ello?
Tantas lágrimas derramadas, un corazón roto.
Entendía perfectamente a Roier.
- El diablo no negocia- repitió - solo te romperá el corazón otra vez. No vale la pena, cariño.
A este punto ya estaba llorando, limpiando desesperado aquellas lágrimas que iban cayendo por sus mejillas.
No quería verse roto, vulnerable.
-Nunca va a cambiar.
Nunca será el príncipe azul, solo te hará daño otra vez.
¿Por qué?
¿Por qué lo lastimaba?
Él quería amar y ser amado.
¿Tan difícil era quererlo?
Él no era un mal chico.
Quería ser atento, complaciente.
¿Spreen sería igual?
¿También movería cielo, mar y tierra por él?
No...
Él jamás haría eso.
Y dolía aceptarlo.
-No quiero entrometerme pero el diablo no negocia...
Lo decía una y otra vez queriendo que lo entendiera.
-No soy de los que sermonean o de los que hablan con desprecio de un amigo.- Esto era tan serio que debió meterse al asunto y dar donde más dolía ya que Roier se negaba a escuchar a los demás, debía mínimo dejar que Vegetta estuviera cerca- No pretendo presionar, ni ser condescendiente pero al final solo quiero lo mejor para tí- y era cierto.
El diablo no negocia.
Spreen solo lo lastimaba, jugaba con él.
Así como alguna vez Rubén lo hizo con Veg.
Irónico que a ambos los lastimase un oso.
Eso de ser "padre e hijo" se lo tomaron demasiado en serio.
Le abrazo queriendo calmar un poco todo ese dolor.
Permitiendo que sus emociones fluyeran por fin.
- Ya no quiero amarlo.- susurró entre hipidos. Aferrándose a ese abrazo como si la vida se le fuera en ello.
- Lo sé.- dió leves caricias en su espalda. Volver a revivir esos recuerdos le estaba rompiendo también.
¿Por qué tenían que sufrir así?
No era justo.
Nadie tenía que pasar por esto.
Al enamorarse llegamos a entregarnos tanto que olvidamos que nosotros somos la prioridad.
Ponemos un pedestal a esa persona.
Creyendo que esto será nuestro cuento de hadas con un "final feliz" o un "y vivieron felices para siempre."
No es así.
Esto es la vida real.
No tenemos hadas madrinas ni espejos mágicos.
Solo una ilusión, esperanza y la pequeña posibilidad de poder ser amados como tanto lo anhelamos.
- No estés dispuesto a morir por una persona que ni siquiera valora el tenerte cerca.- tomó un poco de distancia ayudándole a quitar todas esas amargas lagrimas con un pañuelo - A la primera oportunidad te va a apuñalar por la espalda y no solo va a llevarse tu corazón, querrá dejar solo un cascarón de lo que alguna vez fuiste.- sabía que era cruel, que en estos momentos no era algo que Roier quisiera escuchar. Pero debía romperle esa burbuja suya donde seguía creyendo que estaban destinados.- Y ojalá él también se dé cuenta que le querías, mucho más de lo que se imagina y un poco más de lo que merecía...
¿Por qué era tan terco?
Era claro que jamás sería correspondido.
Spreen no lo amaba.
Jamás lo haría.
No importa que tanto esfuerzo pusiera en eso.
Tantas veces que se entregó a él y parece que siempre fue en vano.
Al mirar esos ojos violetas no vio aquel brillo que él siempre tuvo desde que le conoció.
No existían esas mariposas en el estómago.
El nerviosismo al verle.
Él fue el único que se ilusiono.
Quien se inventó toda esa historia de amor.
Y era cierto;
El diablo no negocia.
Tarde o temprano lo iba a traicionar.
- Vamos Ro. No vale la pena llorar por alguien que ya ni siquiera te hacía reír.
Sintió ese nudo en su garganta mientras lo miraba.
Era como ver una versión joven suya.
Aquel chico inexperto que creyó que moriría por aquel desamor.
Se quedaron en silencio mirando como la luna iba colocándose en el cielo.
Ignorantes a todo lo demás.
Solo intentando darle tiempo a sus corazones para recuperarse.
Y si tan solo las cosas fueran diferentes ahora la historia se podría reescribir.
Con un oso castaño pidiendo a los Dioses una nueva oportunidad antes que fuera demasiado tarde. Solo que no era para él.
Se había dado por vencido hace tanto.
Él quería evitar a toda costa que alguien más cometiera sus mismos errores.
No podía permitir que esos ojos dejarán de ver al otro con amor.
Y mientras que Roier estaba siendo consolado por Veg, él quiso hacer lo mismo con Spreen.
Quien después de tantos reclamos aceptó sus sentimientos justo cuando el castaño encerraba los suyos.
El que no conoce la historia está condenado a repetirla.
Y ahora era su turno de sufrir por amor.
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