Epílogo
Los Ángeles, Medical Center. Habitación 14.
Diez de noviembre, 19:40 hs.
Cinco años en la posteridad.
"Kye Griffin:
Es sumamente extraño que la primera y última carta que escribiré en toda mi vida esté dirigida hacia alguien que casi no conozco. Pero eres la única persona a la que siento que le debo muchas cosas.
Han pasado un par de años, más de los que había creído que iba a seguir en este mundo, pero los suficiente como para pensar ciertas cosas y disfrutar de tantas otras. Esta clínica es detestable, y el saber que tanteo sin mucho éxito el abismo de un limbo inminente en el que voy a caer, lo es aún más. Tenía esperanzas... La verdad es que ahora ya no soy siquiera capaz de tener nada más que miedo y agotamiento. Escribo sobre este pedazo de papel que no sé si algún día llegará a tus manos, porque necesito al menos dejar en este plano algo más que mis palabras. A ellas y a mi probablemente nos olviden en algún momento. Es por eso que no tienes idea de cuánto ruego que la recibas, mi ilusión es que puedas entender todo lo que ocurrió, y de algún modo, perdonarme.
Aquel día, en el que por culpa de mi egoísmo destruí tus esperanzas al apropiarme de algo que jamás me había pertenecido, y a pesar de que lo he intentado, jamás me pertenecerá; entendí que no se puede tenerlo todo en esta vida. Me amparé en mi vulnerabilidad y no me tembló la mano para sacar provecho de ello... Ahora puedo decirte con total certeza lo arrepentida que estoy de haberlos dañado a ambos.
Mi enfermedad jamás ha sido un secreto para mí. Es cruel de mi parte, pero pretendí hacer como que sí lo era porque dentro de mi mente inmadura de dieciocho años solo quería tener aquello que tanto deseaba, y que sin buscarlo, tú te lo habías quedado. Todo el mundo estaba de mi lado... ¿Cómo alguien me iba a abrir los ojos, si lo único que sentían por mi era lástima?
He amado a Ragnar desde el momento en el que tuve la capacidad para hacerlo. Al principio creí que era recíproco, pero terminó siendo que su corazón ya estaba complementado por otro que no era el mío. El problema nunca ha sido demostrarle mi amor, fue pretender que eso garantizaba reciprocidad; o peor aún, que sólo bastaría quedarme allí esperando a que llegue un sentimiento que jamás me habían prometido ni ofrecido. La clave estaba en expresar amor sin negociar mi dignidad, y no he sabido cómo hacerlo. No como lo hicieron ustedes.
Cuando me casé con él; cuando lo obligaron a poner ese anillo en mi dedo, solo pensaba "si Ragnar pudo amarla a ella, podrá amarme a mi". No quería irme sabiendo que lo único que siempre había deseado tener, debía dejarlo ir. Y no tienes idea de cuanto me odio por eso. Reconozco que he cometido el error más grande de mi vida y te pido perdón por todo el dolor que te he causado, supongo que el karma a fin de cuentas sí existe, y a todos nos llega.
No he sido capaz de notar sino hasta después de mucho, que entre los dos existía algo que iba más allá del comprender y el saber humano, era algo metafísico, inefable. Imposible de entender para otra persona que no fuesen solo ustedes. Lo que habían creado no era amor, era un caos precioso, de una energía tan potente que nunca pasaba desapercibido. Mirar a Ragnar a los ojos era verte a ti bailando en ellos: él no solo te perteneció en cuerpo, te entregó su alma, sus anhelos, sus miedos, sus heridas, te entregó sus pasiones y su admiración. Eras su diosa, eres su diosa... Siempre lo has sido, aún bailas en esos océanos azules. Y cuando miré tus ojos por última vez antes de verte marchar, entendí que no solo en tus pupilas podía verlo a él; sino que estaba presente en tus labios, en tu piel, entre tus dedos, en tu cuerpo, en las lágrimas que recorrían tus mejillas. Y a pesar de que tú no eras suya y él no era tuyo, ambos se habían jurado cosas que jamás habían sido expresadas con palabras, cosas que solo ustedes sabían, que solo a ustedes les pertenecía. Era un pacto sellado hasta la muerte, era inquebrantable e iba más allá de todo lo que yo o alguien más pudiese haber hecho para impedirlo. Ahí comprendí que sus almas eran dos mitades que se habían buscado toda una eternidad, y habían colisionado de la forma más brutal, hermosa y demencial que yo hubiese visto antes. Y nada podía hacer para frenarlo o impedirlo, ni siquiera llevármelo.
¿Recuerdas lo que te pedí? Ha sido lo más hipócrita que he hecho, y aún así, con todo el dolor, con toda la tristeza, te pusiste en mi lugar y de una forma madura supiste entender cuál era mi último deseo. Ahora comprendo que lo has hecho porque tienes un alma noble y preciosa, ahora conozco la razón por la cual Ragnar se enamoró de ti. Aunque yo hubiese roto tus sueños, tú me ayudaste a cumplir los míos. Me has dado al hombre al cual amo, antes como una pareja y ahora como un gran amigo. Me haz regalado tiempo, recuerdos, esperanza... Sueños vueltos realidad.
He podido ser más feliz de lo que esperaba, y creo que es hora de hacerme un costado... Quiero que seas feliz, Kye Griffin, porque nunca he conocido persona alguna que lo amerite tanto como tú. Porque te mereces tener ese pedacito de cielo que aunque nunca hayas pedido, yo sé que anhelas. ¿Te confieso algo? En realidad lo tienes. Tienes un amor incondicional, una promesa eterna, y una nueva oportunidad. Estoy segura de que espera por ti, que está buscándote.
Te devuelvo aquello que nunca debió haberse ido de tu lado, te agradezco por haberme permitido probar un poco de eso que la gente llama felicidad. Hasta aquí supongo que llega mi camino.
Perdóname. Perdónalo a él. Necesitaba protegernos, pero por sobre todo, deseaba protegerte. Y lo hizo, sin importar el costo...
Vive, Kye. Ama. La vida es corta, pero los momentos son eternos.
Molly Andrews."
Aquella mujer que, hace un par de años portaba una hermosa cabellera rubia que a día de hoy había desaparecido, se pasó la mano por el pañuelo de satín que adornaba su cabeza.
Suspiró, dejando a un lado la hoja completamente escrita. Tomó el control remoto de la sala en la que se encontraba, presionando el botón de play.
No podía rememorar la cantidad de veces que había visto aquel documental desde que lo encontró, hace cinco meses, en el cajón de su ex-esposo. Lo que si sabía es que aquella, indudablemente, sería la última.
Dejó caer el mando y con él, todas sus fuerzas. Mientras, la televisión reprodujo el murmullo narrado de Ragnar Novak:
"Sonder. Darse cuenta de que cada persona tiene una vida compleja como la propia; ese es el significado. Cuando la conocí a ella, toda mi vida cobró sentido, y también careció por completo de él..."
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