Capitulo 41
Nunca pensé que la semana podía pasarse tan rápido, o que cinco días escolares podrían parecer solo un par de horas. Supongo que se debía a qué jamás había estado tan ocupada como ahora.
No hacer nada durante todo un año me estaba pasando factura.
Te lo mereces.
Sí, me lo merecía.
Jueves por la noche, la semana había sido... Intensa. No mala, no buena... Solo bastante ajetreada. Las declaraciones de Ragnar, verlos a él y a su —ahora— exnovia esquivándose por los pasillos, los cientos de miles de trabajos que debía entregar, y que si no hubiese sido por el pelirrojo y Rhys que me habían ayudado en prácticamente todo, yo ya estaría con el cerebro frito y totalmente muerta...
Por suerte solo contaba con una de esas dos condiciones ahora, no pensaba aclarar cuál.
En fin, movidos los asuntos, muy movidos. Pero volviendo aquí, a mí ahora, la lista de contactos de gente adicta a las fiestas desmadrosas se extendía por la pantalla de mi celular. No eran muchas, a lo sumo cinco, pero era la cantidad de personas que necesitaba para dar la voz de la fiesta que Ragnar había querido organizar en su casa para este viernes. Del resto se encargarían ellos.
Creé una difusión y en el texto, unas breves pero claras palabras. Adjuntada iba la dirección de la casa de Ragnar, y la petición específica de que la entrada era llevar, al menos, una bebida por persona.
"Todo listo, guapo. Solo queda esperar a mañana." —Kye.
Texteé en mi chat con Ragnar.
Unos golpes bajos en mi puerta me obligaron a subir la vista del teléfono y borrar la sonrisita ladeada que obviamente tenía.
—¿Qué es esto? —preguntó Rhys alzando una de sus manos. Me acercó la pantalla hasta que mis ojos quedaron bizcos—. ¿Por qué has usado la lista?
—Por que yo no soy tan social como tú, cariñito. Además, Ragnar específicamente solicito "tirar la casa por la ventana"...
—¿Y desde cuándo le haces tanto caso a tu amorcito? —Sonrió con burla.
—Él no es... Yo no... Nosotros... ¡Argh, Rhys! —Las palabras trastabillaron en mi boca, y sentí mis mejillas calientes—. Envié el mensaje a la lista porque las buenas fiestas son con ellos. ¿Qué hay de malo?
Rhys se exasperó e hizo una seña clara de una persona inhalando algo por la nariz.
—No voy a drogarme. —zanjé.
—Pero sabes que habrá...
—No voy a inhalar esa mierda, y tampoco dejaré que alguno de ustedes siquiera lo intente. El resto puede saltar por una ventana si se le da la gana. ¿Por qué no confías en mi? —suspiré bajando la cabeza, con algo de molestia.
—Confío en ti —se sentó a mí lado colocando a Light en mis manos; moví mi dedo índice acariciando su cabecita emplumada—, pero tengo miedo.
—Rhys, sabes que no lo voy a hacer. He tenido oportunidades antes y me he mantenido limpia por más de dos años y medio, casi tres. No pasará.
Él asintió poco convencido, y me hizo jurarle que no haría nada loco. Asentí efusivamente y nos quedamos charlando unos minutos antes de cenar.
"Genial bonita, muchas gracias. Nos vemos mañana, descansa". —Rojo.
Leí el mensaje en la pantalla, mientras terminaba un ensayo de economía.
"Igual tú, buenas noches". —Kye.
Viernes por la mañana, me gustaba amanecer los viernes. El ambiente se sentía siempre tranquilo, estilo pre-descanso.
Pre-desmadre.
Mi rutina matutina transcurrió con total normalidad: despertar, odiar mi día, pelearme con Rhys por el baño, desayunar hasta ahogarme, correr a la escuela para no llegar tarde, contemplar los ojos asesinos de Raven Herworth y ahora también de Molly Andrews, y tener clases.
Lo único que había cambiado en toda esa movida rutinaria, eran los besos a escondida con el sabroso pelirrojo de mis sueños. Eso sí que ameritaba todo lo detestable del listado anterior.
Tras asistir al resto de mis clases del día, caminé hacia los estacionamientos en busca del Jeep de Maeve. Mi querida tía se había ofrecido a pasar por nosotros, ir a comer algo por el centro, y luego volver a casa para alistarnos para la fiesta, a la cual decidí invitarla, pero se negó.
—Puedo aceptar el caos de una fiesta, pero no de dos. Déjame ser tía, comprarte cosas lindas y consentirte. Ya me he embriagado y he hecho las cosas que tú haces.
La miré con una ceja alzada desde el asiento de copiloto.
—Bueno, solo algunas. No es mi culpa que tu seas una descarada.
Asentí y subí el volumen de la música. Rhys, desde el asiento trasero, miraba el horizonte muy pacífico para ser Rhys. Eso ameritó hacer un lugar en mi mente llena de cosas innecesarias, y anotar en mi lista imaginaria de pendientes hablar con él en cuanto tuviésemos un segundo a solas.
Nada mas llegar a The Grove*, lo primero que hicimos fue buscar algún lugar para tomar algo freso, ya que con eso debíamos sobrevivir hasta la hora de la fiesta. Cuando pudimos caminar felices, cada uno con una bebida fría y algo dulce para comer, anduvimos por el paseo exterior del mall hasta que nuestros manos estuvieron limpias y nuestros estómagos satisfechos. Tras eso, y un poco de charla diversa, Maeve sacó de su cartera algunos cientos de dólares y nos los entregó.
—Un tercio para cada uno, ni más, ni menos. Iremos los tres de compras, y gastaremos esto.
—¡Son seiscientos jodidos dólares, Maeve! Seiscientos dólares que necesitamos porque ninguno de los tres tenemos empleo en este momento. —Chillé.
—Justamente por eso les estoy dando este dinero. Es un día de festejo, niños. Durante esta última semana he mantenido una conversación con Elmer y sus abogados tras mi renuncia. He llegado a un interesante acuerdo: Elmer no quiere prensa dentro de su empresa, y yo puedo vender una nota que le bajaría la reputación en el mercado laboral. Debido a que, por más de tres años ha estado tomando mis trabajos como propios, simplemente los he ofertado. Me pagará cada uno de los diseños para adueñarse de ellos legalmente. —Una sonrisita de victoria bailó en su rostro, y sus ojos gritaron signos de dinero a montón.
—¿Cuánto? Responde con cuidado, porque del monto de la cifra depende que tan ebria me ponga esta noche para festejarlo.
Mi tía nos hizo acercarnos y susurró con cuidado el valor. Rhys casi se descompone.
—Esos son muchos ceros. Definitivamente son mu... —Tomé una respiración antes de caerme de culo—. Muchos números dentro de la cuenta bancaria.
—Sí, lo son. Por eso puedo darme el lujo de buscar un buen trabajo con tranquilidad. Dinero no nos falta. Por eso, un pequeño porcentaje irá a la cuenta de Rhys para Australia, un porcentaje irá para ti, Kye, y el resto quedará para mi.
Nos negamos, claro que sí. Pero Maeve es Maeve, y juró que si volvíamos a negarnos, nos echaría de casa y ahí si tendríamos razones justificables para aceptarlo. Entonces, luego de agradecerle y prácticamente besarle los pies, fuimos de compras. Ella se desvió a una de sus tradicionales tiendas de ropa elegante que le encantaba, y Rhys y yo fuimos de la manito a por lo sensual.
—Ya estamos solos. Échalo. —exigí mientras me probaba un vestido burdeos corto.
—Detesto, de verdad, detesto que sepas tanto de mi —murmuró desde el vestidor contiguo al mío—. ¿Qué tal me queda?
Abrí la tela de mi cubículo y negué ante esos feos pantalones que se había probado, él negó ante mi vestido. Volvimos a encerrarnos.
—Kye, sabes que Alana es pasado, y que han habido varias doncellas deliciosas en mi cama. Pero últimamente deseo algo más...
Ambos volvimos a salir, yo sonreí ante la camisa ceñida que llevaba puesta, pero él no aceptó mi top de mezclilla.
—¡Pero si es precioso!
—Tienes uno igual, te lo regaló Maeve hace meses y nunca lo has usado.
Rhys conocía mejor mi guardarropa que yo.
—Entonces, ¿quién es la persona por la cual estás sintiendo maripositas en la barriga?
Volví a salir, esta vez con un vestido negro con mangas largas, cuello tortuga, la espalda totalmente descubierta y unos accesorios de diamante en las hombreras. Rhys se apareció con un pantalón anchos blancos tiro alto y una camisa totalmente hecha de tul aguamarina.
—Te ves preciosa. Más que aprobado. —Suspiró, haciéndome girar en mi lugar.
—Dios, ese atuendo se te ve tan elegante y sensual... Aprobadísimo. —Sonreí acomodando los pliegues de la camisa.
Volvimos para vestirnos. En lo que terminada de acomodar mi ropa, lo oí.
—Quizás y solo quizás, el amiguito chistoso de tu amorcito empiece a ver resultados en sus intentos por llamar mi atención...
—¿Brett? —Fangirleé en mis adentros—. ¿Te gusta Brett?
—Creo que sería una primera buena experiencia con un hombre, ¿no crees? No te ofendas cariñito, pero las niñas me tienen harto.
En mi cubículo babeé ante la idea muy erótica de Rhys y Brett juntos. Me gustaba, definitivamente aspiraban a mucha tensión sexual.
Salimos por fin y pagamos todo. Por suerte dinero aún nos quedaba.
—Ahora solo nos queda zapatos, y conseguirte un buen cinturón para ese grandioso conjunto —recibimos las bolsas y salimos del local—. Brett es un buen chico, Rhys. Y se nota lo suficiente que le gustas como para saber que puedes ser capaz de romperle el corazón si no llevas las cosas claras desde el principio. No juegues con él, es una gran persona. Por el resto... Aprobadísimo.
Volvimos a casa bastante más tarde de lo que planeábamos, así que el turno para bañarse fue una gloriosa batalla campal en medio del pasillo. Y si bien no gané, aproveché ese tiempo para brindarme una buena sesión de depilación... En mi defensa, mis planes para esta noche no se podían quedar solamente en la ebriedad del festejo de saber que ahora teníamos mucho, mucho dinero... Dos horas más tarde de haber llegado, yo apenas salía del baño ya aseada. Rhys ya debía estar esperándome abajo, pero a su espera le quedaba al menos cuarenta minutos, tiempo más o menos suficiente para arreglarme.
Una hora más tarde —tuve problemas con el maquillaje—, terminé de calzarme la segunda bota bucanera que estrenaría esta noche. Rhys las había visto para mí en la tarde cuando buscábamos el cinturón ideal para él, y siempre agradecía que tuviese tan buen gusto para vestir.
Bajé con mi pequeño bolso en la mano, luego de mirarme en el espejo y asentir: el vestido era perfecto, las botas se me veían terriblemente sensuales, y el maquillaje estaba tan simple como a mí me gustaba. Esta noche mi cabello estaba recogido en una coleta alta y bien arreglada, nada de mechones insoportables en el rostro.
Al verme, los dos miembros de la casa me dieron un estallido de silbidos y comentarios. Maeve besó mi mejilla y me entregó una prenda larga de cuero negro. Al colocármelo, vi que era un precioso tapado que le daba un estilo muy sexy a mi ya sensual atuendo. Sonreí y ambos nos despedimos de Maeve hasta el día siguiente.
—No señor —negué cuando Rhys quiso subirse al frente de la motocicleta—. Con semejante conjunto, esta noche la llegada triunfal la manejo yo.
Dicho y hecho. Poner los pies en la mansión Novak fue glorioso. Rhys me ayudó a bajar del vehículo y tomó mi cintura para ingresar al interior de la fiesta.
Diablos que éramos los mejores amigos más sensuales del mundo, las miradas recibidas mientras recorríamos la entrada se encargaron de confirmarlo. Pero cuando, luego de unos minutos, mi vista chocó con aquel precioso chico de rizos rojos y su sencillo pero caliente porte, solo me interesó que él me contemplase.
Su mano tomó la mía y dejó un beso en ella.
—Estás... Dios. —suspiró sin dejar de pasear sus ojos sobre mi—. ¿Me permites tu abrigo?
Asentí girándome. Deslicé el tapado por mis brazos y Ragnar lo tomó, rodeando luego una de sus manos en mi vientre.
—No hay persona en el mundo que provoque lo que tú provocas en mi. Ese vestido es precioso y tus piernas se ven tan increíbles en esas botas... —Me apretó contra su pecho y no pude evitar comprobar que definitivamente estaba provocando algo en él, algo que yo estaba ansiosa de sentir hoy.
—Y eso que aún no has visto lo que traigo debajo de todo esto. —Sonreí sintiendo su nariz en mi cuello, aspirando mi aroma—. Rojo, se que es temprano... Pero quiero decirte que solo me he vestido hoy, pensando en que tú seas quien me desvista.
Su presión se hizo más firme, dejándome sentirlo mejor contra la curva de mi trasero. Jadeé cuando uno de sus dedos recorrió mi columna vertebral al descubierto.
—Me voy a ir al infierno por desearte como te deseo, Kye...
—Ragnar —susurré girándome para verlo—. Yo voy a mostrarte un infierno, dónde el fuego no quema...
Con una sonrisa ladeada, y odiando los putos modales que debía mantener solo por hoy, me alejé hasta la barra.
—Con ese vestido le has volado la cabeza a mi hermano. —Magnus me sonrió a un costado—. ¿Te molesta si te acompaño?
—Para nada, es grato verte. —Guardé silencio cuando dejó un beso en mi mejilla.
Colonia de eucaliptus, como en los viejos tiempos...
—Deja de provocar a Ragnar.
El río por lo bajo y alzó su trago, que chocó con el mío en un brindis silencioso. Desde lejos, la vista azulada del chico que me volvía loca no se despegaba ni un segundo de nosotros dos. Me sentía su jodida presa, y me encantaba.
—De verdad quiero que entienda que no busco nada contigo.
—¿No lo buscas? —inquirí sin creérmelo.
—Kye, mi hermano y su cariño sobrepasan todo deseo carnal que yo tenga hacia cualquier mujer. Y no es necesario un cartel para que sepas lo buena que estás, sobre todo ahora que has crecido —me dio una repasada en segundos—. Pero prefiero que te quedes en un buen recuerdo, cuñada.
—El Karma es odioso, Magnus. —Por mi mente se pasaron todos los momentos entre nosotros dos, y no pude negar que habían sido condenadamente buenos.
—Deja de pensar en ello, Kye. Tú y yo sabemos que lo nuestro fueron solo semanas de buen sexo. Además, yo te enseñé mucho de lo que sabes, niña.
—No alardees tanto, Novak. Todo lo que he aprendido contigo, lo he perfeccionado sin ti también —me bebí lo que quedó de mi trago y pedí otro. Cuando lo tuve en mano, acaricié con mis dedos su mejilla. —Disfruta la noche, cariño.
—Igual tú preciosa, ambos se merecen. Cuida a mi hermano, por favor.
Me alejé sin responderle, no tenía sentido decirle que planeaba hacerle caso. Pero de camino, al pasar por la entrada, mi objetivo se vio obstaculizado por un grito.
—¡Alcohol! ¡Necesito alcohol! —Una voz femenina se abrió paso por la puerta con la mano alzada, reconocí esa cabellera rubia post crisis nerviosa.
—¿Ya te dieron de alta del hospital psiquiátrico o acaso te volviste a escapar?
Las pocas personas que estaban a nuestro alrededor se alejaron de Venus en cuanto me oyeron.
—¡Perra loca! —Me abrazó—. Tuve que hacerle una mamada a mi enfermero y degollar a los guardias de la entrada, no sé cómo no manché este vestido.
Rodé los ojos, riendo, y le di mi trago.
—Joder Venus, a ti te han encerrado en el lugar equivocado. El internado tiene poca seguridad para alguien tan desquiciada como tú...
Por un par de horas, Venus y yo charlamos y bebimos en uno de los sofás del salón. Luego, cuando Chris y Brett se acercaron a saludarnos, nos fuimos a bailar juntos.
—¿Viste a Ragnar? —le hablé a Brett al oído mientras bailaba pegada a él.
—¿Tú viste a tu amiguito peliazul?
Iba a responder cuando un cuerpo se metió entre nosotros.
—Por este tipo de escenas es que soy orgullosamente bisexual —Rhys me tomó de la cintura y me hizo bailar con él.
Los tres bailamos juntos de una forma nada apta para todo público, y cuando las manos de Rhys se empezaron a alejar de mi y se perdieron en Brett, supe que mi trabajo estaba hecho. Al girarme para bailar con Venus, la vi colgada de los labios de Chris, así que con una sonrisa me aparté de la pista y fui a buscar más alcohol.
Juro que me pasé toda la noche intentando acercarme un momento a Ragnar. Pero el odioso destino parecía jugarnos una mala pasada, porque siempre que coincidíamos, algo o alguien nos alejaba. Con muchos tragos encima, pero aún sin estar ebria, y a eso de las cuatro de la mañana, decidí comenzar a dar por terminada la noche. Junto con Venus y los chicos nos encargamos de despedir a todos. Cuarenta minutos después, la casa quedó totalmente vacía de borrachos, pero desastrosamente sucia.
Magnus hacía rato se había dormido en el sofá, y era molestado por Chris y Ragnar. Rhys y Brett estaban concentrados charlando muy cerca al otro extremo del sofá, sonriéndose a cada segundo.
—¿Quién quiere pizza? —pregunté apenas cerré la puerta de la entrada.
Todos alzaron la mano y yo me encaminé a la cocina para llamar al delivery.
Apenas me atendieron el teléfono, mis labios fueron devorados por los de Ragnar, tomándome por sorpresa. El celular resbaló por mis manos y terminó en la mesada de la cocina, al igual que mi trasero.
—Hasta que al fin te encuentro sola...
Las manos inquietas del pelirrojo me recorrieron los muslos, la cintura y el cuello, dejándome deseosa de mucho más. Y sus besos... Benditos eran sus deliciosos besos que me hacían sentir una jodida diosa. Al volver a mis muslos, palpó algo metálico y se separó.
—¿Y esto? —susurró ronco.
—Te dije que aún no habías visto lo que traigo debajo... —Lo tomé de la nuca y lo besé.
Sus dedos ansiosos se deslizaron por el interior de mis muslos hasta rozar la tela de mis bragas, dónde sus dedos me acariciaron tántricamente* hasta hacerme soltar pequeños jadeos de placer.
—Ya... Por favor. —supliqué, pues no sabía de dónde había aprendido esa técnica sexual que pocos practicaban y conocían.
Su palma abierta frotó mi ropa interior y yo eché mi cabeza hacia atrás esperando que corriese la bendita prenda de encaje y me tocase de una vez. Estaba tan malditamente excitada que no podía hacer nada más que soltar breves quejidos al aire.
Casi cuando estaba por llegar al maravilloso orgasmo, sus manos se detuvieron.
—¿Qué cojones...? —murmuré sin creérmelo. Nadie nunca se había detenido al borde de mi clímax.
Lo vi recoger el celular de la mesada y mirarme con intensidad.
—¿Si? Lo siento mucho, tuvimos un inconveniente. Cuatro pizzas medianas, por favor. Así es, a esa dirección. Muchas gracias...
*The Grove: es un destino popular de moda, compras, restaurantes y entretenimiento en Los Ángeles, California.
*Caricias tántricas: práctica que consta de una serie de ejercicios destinados a demorar el placer sexual.
¡Hey! Bienvenidos a otro capítulo de SONDER. Arribita les dejé un gif épico de nuestra sabrosa Kye y su look de la fiesta. Je, las cosas ya se pusieron calentitas por aquí, la buena acción se las dejo para el próximo capítulo... *inserte sonrisita diabólica*
Estoy escribiendo bastante últimamente así que me verán más seguido por estos lares. Como siempre, les recuerdo que pueden votar, comentar y compartir esta historia si les gusta. Saben que es gratis y significa muchísimo para mi.
Deseo que todos se estén cuidando. Desde aquí , y como siempre, un saludo de mi parte.
¡Nos leemos pronto, besitos virtuales!
Sunset.
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