Capítulo 38
Mis puños arremetieron una y otra vez la pared continua a la entrada principal. Estaba enojado, me sentía impotente, cabreado, furioso. Mí mente iba a mil por hora y no dejaba de reparar en aquél escenario de tan solo una hora atrás. Cuando las manos me dolieron demasiado como para seguir, me senté con pesadez en el suelo, sin despegar la vista de lo que antes era un muro con una capa impecable de pintura beige, ahora rosada por las gotas de sangre que asomaban por mis nudillos.
¡Idiota!
Unos minutos después de que mi rabia se acompasó solo un poco, la entrada volvió a abrirse.
—¿¡Que haces aquí!? —rugí—. ¡Te dije que te fueras!
—Cierra el hocico, pedazo de imbécil. Nunca salí del jardín, se que eres lo suficientemente impulsivo como para no haber hecho caso a nada de lo que te dije. Escuché tus gritos y los golpes, y vi salir a Kye furiosa. Iré a buscar hielo y una crema para curar esos feos lastimados.
Magnus salió por el pasillo de la planta baja y volvió a los minutos con todo lo que necesitaba. Escondí mis manos, no le quería cerca. Estaba enojado.
—Dame aquí, fosforito, no actúes como un niño.
—Tuviste relaciones con ella.
—Déjalo, por favor. —rogó.
—Te aprovechaste de una niña de catorce años, la drogaste, la llevaste a solas y la viola...
—¡Detente ahí! No voy a permitir que me hables de esa forma, y menos que tengas esa imagen de Kye. Jamás se me habría ocurrido hacerle algo así a nadie, y menos a una chica como ella. No soy ese tipo de persona, y lo sabes. Kye estaba mal antes de conocerme, y también lo estuvo después, yo solo pase por su vida para enseñarle a ver de forma diferente las cosas, o al menos intentarlo. El sexo es solamente eso, sexo. Me gustaba hacerlo con ella, sí. Pude enseñarle muchas cosas, y ella me enseñó otras a mí. Es una hermosa persona, por dentro y por fuera, y no deseo que te lleves una imagen contraria a esa.
Mis ojos se aguaron, cedí y extendí mis manos para que mí hermano mayor me ayudase, y también me protegiese.
—Le dije cosas horribles —gemí con impotencia, liberándome—, la traté como nadie se merece ser tratado, la juzgué, la acusé y le hablé de una forma que jamás había utilizado con alguien. Por dios, que maldita escoria soy.
Mí hermano terminó de limpiar las heridas y aplicó la crema.
—Todos tenemos vidas difíciles, Ragnar, y no es nuestro deber juzgar las acciones de otros porque eso nos posiciona en un nivel de superioridad que no tenemos. Aprender y entender que cada persona tiene una vida tan compleja como la propia nos hace ver más allá de la realidad que proyectamos, y nos permite entender muchas otras cosas que, a simple vista, no vemos. Kye ha sufrido mucho en la vida, pero es una historia que yo no puedo contarte, porque tampoco la sé. Y aunque sí lo hiciese, no me corresponde confiarte ese relato, es ella quien decidirá si hacerlo no, porque es su experiencia, su dolor, y sus acciones. De la misma forma que tú lo haz hecho con ella, se que ella lo hará contigo. La confianza se gana, no pretendas sinceridad completa desde el inicio, de una persona a la cual la gente se ha encargado de herir sin compasión...
—Me siento tan horrible en estos momentos. No fui por ella, solo la dejé defenderse y salir corriendo.
—¿Qué te dijo?
—Que el hipócrita era yo, que el mentiroso era yo. Me hizo ver qué estoy jugando con muchas cosas, más de las que puedo manejar. Quizás no soy tan valiente como pensaba, quizás no soy capaz de afrontar lo que sucede conmigo. No creo tener remedio. —Sorbí entre lágrimas y gimoteos.
—No miente del todo. Sin embargo creo que tienes que comenzar a ordenar tu mente y afrontar las situaciones, por más que pienses que no puedes. El miedo no resuelve nada, solo te paraliza y te victimiza. Tu eres y vales mucho más que eso, y Kye te lo ha intentado demostrar desde hace mucho. ¿Por qué no comienzas a oírla un poco más? ¿No es ella, al fin y al cabo, a quien has recurrido para ayudarte? Piénsalo, y no la dejes ir. Ustedes, entre tanta mierda, son capaces de brillar juntos, no dejes que las personas tomen decisiones por ti y condicionen tu forma de vivir. Si quieres a Kye, ve y díselo. Si quieres estar con ella, hazlo. Si quieres mandar a la mierda a papá, lo mandas. La vida es muy corta como para arrepentirse de todas esas cosas que no hiciste por temor al qué dirán.
Lo miré, asintiendo suavemente. Sí era un idiota, y un impulsivo. Pero al menos mi hermano y su reciente sabiduría me lo hacían ver bien claro y me estaban ayudando a remediar la cagada cósmica que me había mandado con la hermosa pelinegra a la cual quería.
Quería...
—La quiero. —Entendí de repente—. Se que soy un idiota, y que hice todo mal. Pero, esto que siento, dios... De verdad la quiero, y odio la idea de alejarla o perderle por culpa de mis acciones y mis terribles palabras.
—Entonces déjate de hacer el Shakespeare y ve a decírselo, que adivina no es.
Sonreí entre rastros de lágrimas, y asentí. Tomé las llaves de mí auto y, antes de irme, abracé a mí hermano.
—Eres un idiota, y aún no digiero la idea de Kye y tú, pero gracias por haberla cuidado en su momento, y por hacerlo ahora, con ambos.
Magnus asintió, y me hizo señas para que saliese de la casa. Corrí a mí coche, y apenas lo encendí, conduje como si mí vida dependiese de ello, rumbo a la casa de Kye. Cuando estuve en la puerta, tomé mí celular y marqué el número de Rhys.
—¿Hola?
—Rhys, soy Ragnar. Estoy en tu casa, ¿podrías abrirme la puerta?
—En serio, cada día te detesto un poco más. ¿Por qué no le dices a Kye?
—Porque quiero darle una sorpresa. Por favor.
—Si, si. Ya voy.
Colgué la llamada y aguarde pacientemente hasta que la puerta de la entrada se abrió.
—Pasa ya, interrumpes mi partida. No hagan mucho ruido.
Asentí, sin decirle nada, y subí al cuarto de Kye. Toqué suavemente, y al no recibir respuesta, giré la manilla y entré. Su habitación estaba a oscuras, lo único que iluminaba el lugar era una lámpara de lava roja colocada en un estante de un librero. Ella estaba en su cama, lo deduje por la figura de sábana arrugada en un costado, no porque pudiese verla. Con mis pies, quité mis zapatillas, y me acerqué hacía donde dormía. Quité las sábanas con cuidado, y la vi dormir plácidamente con las rodillas dobladas a un costado, los brazos sobre su abdomen, y su hermoso cabello negro desperdigado por toda la almohada. Lo peiné con suavidad, acariciando con ternura su frente, mejillas y mandíbula. Una lágrima se me escurrió sin quererlo, y a ella le siguieron otras. Me sentís realmente culpable, porque uno no lastimaba a quien quería, y yo sentía que la había dañado demasiado.
Sus lindos ojos se abrieron rápidamente luego de mis suaves caricias, al verme ahí, sentado, no pareció sorprendida, pero si preocupada.
—Ragnar... —Se incorporó y quedó cerca mío.
—Odio todo lo que te dije hace unas horas. Me odio por haber querido hacerte sentir mal respecto a tu pasado, para no sentirme tan lastimado con lo que había oído. Lo que menos quiero es...
Sus manos tomaron los costados de mi rostro y me besó sin dejarme terminar de hablar. Me besó con furia, con fuerza, enojo, pero a la vez con pasión y cariño. Me besó como solo ella sabía hacerlo para llevarme al cielo sin moverme de la tierra. Le devolví el beso de la misma forma, y, aunque quise detenerlo para terminar de hablar, ella no me dejó. Tomó mi camiseta y prácticamente me la arrancó del torso. Sus manos tibias recorrieron mi pecho, abdomen y hombros dejando una estela de caricias electrizantes. Me separó un poco de sus labios, para quitar la gran remera que llevaba puesta, dejándola desnuda de la cintura para arriba.
Admiré por primera vez su clavícula algo sobresaliente, su piel tostada, sus pechos marcados con pequeñas líneas blancas que —supe— eran estrías viejas, y su abdomen no tan plano cubierto de pequeños lunares. Delineé con mi mano su mejilla, el contorno de sus labios, su mandíbula. Bajé mis dedos por su cuello, que se erizó ante mi tacto, su esternón y llegué al borde de su seno izquierdo. Sin pensarlo mucho, lo tomé con cuidado y lo presioné. Me gustaba la forma en la que encajaba con mi palma, no era perfecta, pero se amoldaba cómodamente a ella. Lo solté y le besé el torso. Con cuidado, le demostré todo mi cariño y arrepentimiento en esos besos. Sus pezones se sentían duros contra mi torso, así que tomé su pelo con cuidado y la incliné hacia atrás para tener acceso a ellos, y permitirme experimentar con aquella nueva sensación que ella me estaba ofreciendo.
Lo hice como sus labios me lo pidieron: suave, ahí, eso es Rojo, lame, dios... Me encanta que quieras complacerme.
Cuando sus manos en mí cabello detuvieron mis lamidas y succiones, sus labios se encontraron con los míos, y fue su turno de llevarme a la perdición, besando mí cuello y tirando de mis labios con suavidad.
—Quiero que hagas conmigo lo que desees, Ragnar. Déjame conocer esa parte de ti. Quiero ver qué tanto puedes hacerme gritar, ese es tu castigo. Deleitame.
Sus palabras automáticamente fueron órdenes para mis oídos. Sin soltarla, mi mano libre volvió a su pecho, y la sentí moverse contra mí, buscando tentarme. Y estaba funcionando, mis pantalones no daban abasto.
Sus labios y los míos siguieron su pelea hasta que no soporté y la recosté en la cama, luego de ver cómo deslizaba sus bragas en la penumbra. Besé nuevamente sus pechos, hasta dejarlos duros, llevé mi boca a su oído y le rogué:
—Enséñame lo que te gusta, Kye.
Con un jadeo, su mano tomó la mía suavemente y la deslizó con cautela sobre su cuerpo, sentí sus pezones, la curva de sus pechos, la piel erizada y caliente de su abdomen, su ombligo, la pequeña y sutil elevación del hueso de su cadera y su pelvis.
Sus ojos no abandonaron los míos en ningún momento, no nos besábamos, solo nos contemplábamos bajo la tenue luz rojiza, diciéndonos todo sin palabra alguna.
Mis dedos sintieron su monte de Venus, su calor, y la separación de sus piernas. Cuando me guió hasta su entrada un poco húmeda, la sentí contener un gemido, evidenciando cuan excitante le parecía está situación. Moví mis dedos a su ritmo, arriba, abajo, suave, en círculos más rápido, más lento. Sus pequeños gemidos se oían por toda la habitación, lo estaba disfrutando demasiado. En un momento ella alejó su mano y me dejó intentarlo. Hice un poco de lo que me había mostrado, y me dejé llevar por lo que yo deseaba hacerle, acerqué mi rostro a su entrepierna y exhalé suavemente sintiendo como su cuerpo se contraía.
—Ragnar...
Mi mano fue reemplazada lentamente por mi boca, sentí su humedad y su hinchazón, y fue una experiencia totalmente incomparable. Le brindé todo el placer que creí capaz de transmitir, siguiendo a veces sus pedidos para mover mi lengua. Mis manos subieron a sus senos nuevamente, y a su cuello. La oí gemir más fuerte cuando apreté con suavidad la mano. Disfrutamos por unos minutos hasta que sentí como su cuerpo comenzaba a temblar con suavidad, y su boca exhalaba con fuerza. Llegó a un suave y pequeño orgasmo que la hizo sonreír. Por mi parte, lamí gustoso un poco más y bajé mis manos para acariciar sus muslos.
De pasar a una piel tersa y suave, mis dedos sintieron una serie de elevaciones de pequeño grosor, a lo largo de la mitad de sus muslos. Detuve mi boca y subí rápidamente para prender la pequeña luz de su mesita de noche.
Al hacerlo, contemplé a Kye, totalmente desnuda, un poco sudada y con el cabello alborotado, mirando el techo. Volví mis pasos hacia su cuerpo, y tomé sus piernas para ver. Ella no puso resistencia alguna. Acaricié sus muslos, eran pequeñas líneas blancas, rectas y no muy largas, algunas más voluptuosas, otras más imperceptibles. Pero allí estaban. Blancas cicatrices.
—Cortes. Son cortes.
Asentí suavemente escuchando su voz volverse rasposa.
—Doce de Julio. Casi seis años atrás. El peor día de mi vida. Ni siquiera soy capaz de traerlo al presente, odio ese día, una parte de mi vida se arruinó permanente aquel doce de julio a las cinco y media de la tarde. Desde ese momento nunca volví a recuperarme del todo, ni siquiera hoy soy la misma persona, ni tengo las mismas ganas de afrontar esta existencia. Vi morir a mi padre a mi lado, contemplé sus ojos perder la vitalidad y el brillo hasta que mi garganta se quedó sin voz por tanto pedir ayuda. Vi a mi pilar, a mi más grande compañero, al único y gran amor de mi vida irse en un abrir y cerrar de ojo. Mi vida perdió el norte, el rumbo, no había nadie capaz de devolverme a mi papá, así que yo no quería buscarme a mí misma para salvarme, solo quería irme con él porque entendí que ya nada tenía sentido. Ahí comenzaron las fiestas, las drogas y las intoxicaciones con alcohol que me dejaban algunos fines de semana en el hospital. Esa mierda me dañó porque yo se lo permití, porque no dejé que nadie me sostuviese en mi dolor. Hay tanto que no recuerdo, tanto que me perdí. ¿Y sabes que? No sirvió de nada, el dolor no pasó, la herida nunca sanó, y mi vacío se hizo tan grande al punto que necesité sentir el maldito dolor físico para que el emocional dejase de ahogarme.
<<Maeve me salvó dos veces de desangrarme, una en el baño de este pasillo y la otra aquí, justo sobre esta cama. La terapia nunca fue una opción para mi, no podía, estaba negada. Maeve acudió a un recurso que en ese momento le agradecí pero estoy segura de que no es el correcto: cada vez que yo sentía el impulso de saciar mí dolor emocional, la llamaba, y ella venía con helado, el tocadiscos y un álbum de papá, y junto a Rhys nos encerrábamos en mí cuarto, y no me abandonaban hasta que me sintiese mejor. Hablé mucho con ellos, pero quién me ayudó a desentenderme de mis horribles adicciones fue Prince. Me dio mil y un razones para vivir por cada mil que yo le daba para darme por vencida. Me enseñó una forma muy increíble de vivir la vida, y de contemplarla. Y, de a poco, mejore, cambié y aprendí. Mucha gente pasó por ese proceso de mi vida, la mayoría ni siquiera está hoy conmigo. No soy capaz de apegarme a las personas, porque tengo miedo de que vean todo mi dolor, está triste oscuridad que tengo y se alejen de mí. Todo es más sencillo cuando no forjas vínculos, ese fue mi mantra por muchos años. Pero ya no quiero eso... Te he conocido a ti, a los chicos, a Venus, y soy mucho más feliz desde que eso pasó. El dolor siempre seguirá estando, es una herida que a veces duele, pero ya no sangra. No estoy sola, como pensé toda mi vida, tengo personas hermosas a mi lado, y las quiero justo ahí, caminando conmigo, apoyándome para hacer que mi pasado no me permita ahogarme de nuevo en él, y dándome la posibilidad de pensar en un futuro rodeada de ellos. Ya no quiero tener miedo, Ragnar. Tú me haces afrontar todo eso, pero hay una parte de ti que, al no ser capaz de enfrentar su propia realidad, me lastima. Porque verte sufrir a ti, me hace inevitablemente sufrir a mí. Y es evidente que a ti te pasa igual. Sí quiero estar contigo, sí deseo aprender de ti y que aprendas de mí. Pero antes debes comenzar a liberar, de a poco, todo ese dolor y esas palabras atragantadas con destinatarios que ambos conocemos. ¿Crees que podrás? Yo estoy segura de que estaré aquí para ayudarte.
Contemplé sus ojos, rojos y aguados, y sonreí. Por mí mejilla hace rato ya corrían hilos de agua, que empaparon los muslos de Kye cuando acerqué mí rostro para besar lentamente, una a una, cada cicatriz blanquecina que sobresalía. Las besé con todo mi amor y con toda mi rabia conmigo mismo por haber actuado sin antes pedir un porqué. La tomé de la cintura y la senté sobre mí, para acariciar su cuerpo desnudo y besarla con pasión.
—Te quiero, Kye. Estoy total y completamente enamorado de ti. Decido empezar a liberar mis palabras justo aquí, contigo. Lamento haber actuado de esa forma tan inmadura e incomprensible.
—Al menos ahora, si eliges juzgarme, puedes hacerlo por las razones correctas. —Sonrió débilmente.
Negué, sintiendo como secaba mis mejillas con su pulgar.
—No volveré a hacerlo. Juzgar no nos corresponde —recordé las palabras de mi hermano—. Yo elijo a partir de ahora, cuidarte y apoyarte. Eso es lo que uno hace con las personas que quiere, y yo te quiero demasiado.
Kye asintió, besé suavemente Sus labios por última vez antes de apagar las luces y acostarnos.
También te quiero, Ragnar Novak. Oí su tranquila voz, en medio del limbo inminente del sueño.
Bienvenidos a todos a otro sábado de #RagnarYKye, este capítulo lo tengo desde hace ¡DOS! semanas, y por equis razón no lograba subirlo :/
En esta parte de la historia hay mucho del pasado de Kye que comienza a salir a la luz, y comenzamos a entender algunos porqués de su forma de ser, vivir y actuar. ¡Espero que les haya gustado!
Recuerden votar, comentar y compartir esta historia si les gusta, porque ¡LLEGAMOS A LOS 3K DE LEÍDOS! No puedo creerlo, verdaderamente estoy muy agradecida con todos ustedes, es un logro inimaginable para mí. (Si haré una maratón, pero deberán tenerme un poco de paciencia debido a que estoy con exámenes en la Universidad)
¡Nos leemos pronto, besitos virtuales!
Sunset
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