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Capítulo 32


Me quedé mirando el asiento vacío de mi auto, en el que Kye había estado segundos atrás. Estaba sin palabras; todo, absolutamente todo lo que me había dicho desde que entré en el bar de Lou, me había dejado completamente mudo.

Desde su voz cantando a Amy Winehouse, pasando por su sensual insinuación, hasta el hecho de que no se graduaría conmigo este año.

Me preocupaba enormemente lo último.

No justificaba su actitud, sin embargo. Kye era una chica muy lista, solía destacar por su inteligencia, astucia y buenas notas, a pesar de no concurrir a clases de forma constante. Haberse tomado las cosas tan a la ligera, sobre todo en este último año dónde era sumamente importante nuestro desempeño para aspirar a una buena educación superior... En fin. Tenía razón, se le habían salido las cosas de las manos.

Decidí bajarme de una vez y asistir a la oficina de Raven Herworth. Me esperaba para darme un segundo sermón en menos de un mes. Me lo merecía, lo sabía. Me haría cargo del castigo, pero no me arrepentía de nada.

Al llegar a paso apresurado, toqué la puerta del fondo del área administrativa, dónde la directora se encontraba. Para mí sorpresa, Kye fue quien la abrió. Se sorprendió de verme allí, pero me hizo pasar de todas formas.

—Podrías haberme dicho que esperase.

—No, está bien. Quédate, no oirás nada que no sepas. —Sonrió la pelinegra.

Herworth nos miró a ambos de una forma bastante peculiar, sin embargo no se opuso.

—Como decía, dos veces por semana. Usted arreglará los horarios y decidirá entre esta cartilla quien le parece más apto para llevar su terapia. Una vez listo el análisis, podremos aceptar su reincorporación el próximo año. —Raven le tendió una cartilla.

Por mi parte, decidí tomar asiento a su lado y esperar a que sea mi turno de ser regañado.

—¿Es broma? Aquí hay solo dos personas.

—Bueno —Herworth sonrió—. Tire una moneda y échelo a la suerte. ¿Qué ocurre, Kye? ¿No éramos amigas?

Vaya... Hasta a mí me había parecido inapropiada su actitud. La directora se acomodó en su asiento y no quitó su cara de victoria. La chica de ojos preciosos pareció pensárselo, incluso leyó los dos nombres con mucha paciencia. Luego se puso de pie y le devolvió la sonrisa.

—Solo son doce meses más —inspiró y luego exhaló con tranquilidad—. Solo trescientos sesenta y cinco días para borrar de mi memoria estos seis años de soportarla a usted y a todos estos críos sin gracia...

Quise reírme. Juro que desee hacerlo tan fuerte que tuve que poner una mano en mi boca y bajar la cabeza para no ser castigado también por insolente. Es que esta chica era una loca con los ovarios bien puestos. Me puse de pie y la acompañé hasta la puerta.

—Cuéntame luego como te fue, ¿sí?

—Claro —le guiñé un ojo—. No más desastres por hoy.

—¡No prometo nada! —gritó, alejándose.

Una vez que la perdí de vista, me devolví al interior de la oficina y acomodé mi cuerpo en el asiento dónde antes me encontraba.

—Espero que sus modales sean mejores que los de la señorita Griffin.

—Si va a actuar conmigo, como lo hizo con ella... Pues no espere mucho. —No se de donde carajos salió mi valentía para hablar de ese modo.

—Su actitud no deja de sorprenderme, joven Novak. Veo que lo están adoctrinando bien en la escuela Griffin.

—Por favor, directora. Lo que sucede entre Kye y yo no debe ser tema de conversación por aquí. Diga lo que tiene que decir, así puedo volver a clases.

Raven parpadeó seis veces seguidas antes de recomponerse de mis palabras, y sonrió.

—La agresión a su compañero. —habló por fin.

—Mi culpa, acepto el castigo.

—El castigo no sirve de nada sin arrepentimiento.

—Pues no me castigue, porque no estoy arrepentido.

Herworth nunca me había mirado de esa forma... Cómo si quisiera arrancarme los ojos.

—Ya veo. Bien, tres días de castigo. No le daré más ya que el coach me insistió en que debía volver a entrenar luego de dos semanas de faltar. Espero que no vuelva a repetir este tipo de comportamiento... La próxima vez deberé elevar la queja a sus padres.

—Comprendido. No más problemas.

—Puede irse.

Asentí hacia la directora, tomé mi pase de detención y salí prácticamente corriendo de allí. Llegaba tarde al taller de cine y fotografía.

Empujé la puerta casi trastabillando con mis propios pies, pero a tiempo para oír como la profesora Annie comenzaba a explicar el proyecto de fin de año. Tomé asiento al fondo, tras disculparme por llegar a destiempo.

—Bien, ahora que estamos completos, comenzaré. Hasta donde estoy informada, el profesor Colson ya les debe haber explicado como es esto de la modalidad del examen final. Me concentraré en hablarles del proyecto en si. Deberán armar un documental enfocado en una persona que admiren. Este deberá contener lo siguiente: archivos de niñez, relatos, fotografías, historias, audios, y escenas grabadas por ustedes mismos. Pueden armar una entrevista y desarrollarla, o, realizar un cortometraje para presentar el día del examen. Les daré estas horas a partir de hoy para que lo realicen, y junto al profesor Colson estaremos pidiendo avances de forma constante. Quien no pase el documental, rendirá de forma normal con todos aquellos cuyo desempeño no ha sido el esperado este ciclo escolar.

La profesora Annie sacó una lista de su bolso, y comenzó a nombrar a aquellos que si estaban capacitados para realizar el proyecto. Una vez que mi nombre pasó junto a los de algunos de mis compañeros, pude respirar aliviado y comenzar a soltar ideas respecto al trabajo. Estaba emocionado, por fin podría desarrollar mi potencial, y la escuela era una buena excusa ante los ojos de mis estrictos padres. Tomé un par de notas y organicé la forma que quería que tomase el proyecto. Cuando la campaña sonó, en realidad deseé quedarme más tiempo, sin embargo debía asistir al entrenamiento de hoy. Ya no podía seguir dándole la espalda.

—¡Ragnar! —me llamó Chris una vez que aparecí trotando por los vestuarios—. ¿Hallaron a Kye?

—Sí, sí. Descuida. Ya está aquí, seguramente rondando los pasillos sin mucho que hacer.

Me puse el uniforme de entrenamiento y salí con el rubio rumbo al campus. El coach me dio la bienvenida y prácticamente agradeció a todos los santos por mi retorno. Yo le sonreía sin saber muy bien que hacer, evitando mirar a mis compañeros de equipo, que estaban tanto o más incómodos que yo. Una vez terminada su efusiva bienvenida, nos puso a trotar.
Dimos vuelta el campus por alrededor de quince minutos, cuando el agotamiento de haber estado más de dos semanas sin mover un músculo se hizo presente, fue hora de ponernos a hacer ejercicios de fuerza.

Miré a Chris de costado, sentí que había mucho de lo que no habíamos hablando en un tiempo. Y aunque Brett era también mi mejor amigo, el rubio siempre tenía las palabras indicadas para aconsejarme.

—¿Recuerdas la cena de beneficencia?

—Claro, la pregunta es, ¿cómo no hacerlo? ¿Qué ocurrió luego? Tu padre no estaba muy alegre, por no decir que estaba furioso.

Lo miré fijamente con la cabeza torcida, preguntándome si en realidad tenía alguna habilidad mágica para leer mi mente.

—Fue un desmadre, si hubieses visto su cara... Luego de sus gritos histéricos salí de ahí directo hacia lo de Kye. La besé. —Me revolví el pelo, suspirando.

El rostro de Chris giró digno de una escena de exorcismo, y su boca se abrió en una "O" perfecta.

—¡¿Que tu qué?! Ragnar, maldición, ¿Cómo se te olvido decirnos algo así?

—No lo sé —suspiré—. Simplemente paso, y no quise detenerlo. No sé cómo explicarlo hermano, es completamente diferente a como lo imaginaba. Podría haber muerto minutos después y aún así no hubiese importado, porque me sentí en el maldito paraíso.

Los labios de mi rubio amigo se tornaron en una mueca burlesca, con la que se ahorró decirme cursi. Lo empuje de costado haciendo que cayese al césped susurrándole un "no te rías, cabrón", que lo hizo reír aún más fuerte.

—Raggy, más allá de lo feliz que me hace verte a ti contento, creo, no, afirmo que debes hablar con Molly. No se merece que se lo ocultes, y tampoco se si merece el hecho de que la hayas engañado, y con Kye.

—Molly se acostó con otro, Chris. Cuando fuimos a la finca, el fin de semana anterior a este. No me siento bien por haberle mentido, pero tampoco me siento una mierda.

Mi amigo se había quedado sin palabras. Quiso responderme minutos después, pero el entrenador nos puso a jugar. Noventa minutos luego, y cubiertos de sudor, volvimos a los vestuarios a asearnos, dando por finalizada la jornada escolar de hoy.

En las duchas, la cabeza de Chris se asomó por mi cubículo.

—Con que eres cornudo...

—¡Gracias, Chris! —Quise ahorcarlo.

—Yo sabia que Molly no podía ser tan buena, después de todo.

Si Kye lo escuchase, ya le hubiese hecho un altar.

—Quiero hablar con Molly, pero no hasta saber que pasa con Kye. Es muy impredecible, y yo no quiero incomodarla. Tampoco quiero pensar en una relación con la pelinegra porque no se de que es capaz mi padre, y sinceramente no quiero ponerla en peligro. —le relaté mis pensamientos, mientras me quitaba el shampoo del cabello.

—Hablas de Marcus como si fuese Al Capone.

Sabes que tiene los medios, Chris. Y jamás la arrojaría a ella directo hacia furia de mi padre.

—Ya, Raggy. Relájate, Kye es lista. —Cerró la ducha y tomó una toalla—. Además, tu tienes el poder de manejar a tus padres y no tienes ni idea.

Giré la cabeza, observándolo con curiosidad. ¿Qué quería decir con eso?

—¿Acaso no lo ves?

Negué, mi cara de confusión debería ser la misma que ponía Brett cuando le intentábamos explicar que la tierra en realidad no era plana.

—Eres mayor de edad, si tus padres quieren obligarte a ponerle un anillo en el anular a Molly, tu puedes jugar con ello.

Torcí más mi cabeza, iba comprendiendo.

—Tu puedes estar con Kye, y asegurarle a tus padres que te casarás con Molly. Si ellos llegan a amenazarle, tu te niegas a la boda. Sin boda, no hay dinero; sin dinero, no hay final feliz para Marcus y Kristal Novak. Ven, te explicaré absolutamente todo...



Tras despedirme de Brett y Chris llegué a mi auto, dándome cuenta de que en la ventanilla de mi asiento había un post-it amarillo con una pequeña nota escrita a mano. La tomé y abrí la puerta del conductor.

"Volví a casa hace rato, siento no haberte esperado. Debo contarle las cosas a Maeve cuanto antes, así no le doy tiempo de pensar en la idea de meterme en un internado."

Xoxo, K."

Suspire y guardé su nota en mi bolsillo, no sabía por qué acostumbraba a poner la fecha en ellas, era la segunda que me entregaba una, y también aparecía en la parte superior derecha, unos lindos números curvos que indicaban el mes, día y año. Tomé las llaves y encendí el carro, dispuesto a volver a casa y dormir un poco. El día de hoy me había destrozado.

Durante el camino pensé en todo lo que me había dicho Chris, y cómo había abierto mis ojos. Lo tenía justo frente a mis narices y jamás lo había notado o siquiera pensado. Y era brillante... Sin embargo, sostenía aún que era necesario hablar con Kye primero, y luego proceder a actuar de la forma correcta. Así —esperaba— nadie saldría lastimado.

Aparqué el coche en la entrada y desconecté el celular que enviaba música a los parlantes. Tomé todas mis cosas, y finalmente bajé. En mi andar distraído hacia la entrada, llegué a notar una serie de molestias cada vez que pisaba el asfalto. Bajé mi vista y lo descubrí.

—¿Qué carajos? —Había una pequeña cuenta de madera en el suelo, y no solo era esa, las pequeñas bolillas color caoba recorrían el sendero hacia el porche.

Caminé recogiendo una por una, cuando las vi a todas en mi mano, deduje que se trataba de un collar. Pero... ¿Quién usaría eso aquí? Era ridículo.

Decidí no darle importancia e ingresar por fin a la casa, estaba sediento gracias al entrenamiento, y el cambio de clima no ayudaba mucho. Una vez cerré la entrada, dejé mis cosas a un costado y, con los pequeños adornos en la mano, avancé hasta la cocina.

Mis pies se chocaron con varias cuentas más, cosa que ya me comenzaba a molestar un poco. Al acercarme a la cocina, una voz grave y cantarina, muy similar a la mía, hizo que todas las piezas de madera cayesen al suelo de cuarzo, ocasionando un estallido. Quise pensar que podría haberse tratado de otra cosa, de alguien más. Unos nervios me recorrieron el cuerpo, y me dejaron en mi sitio, incapaz de moverme.

¿¡Qué mierdas sucede aquí!?

Hola hermanito, tiempo sin verte...



Oh dioses... Quedé loca. Bienvenidos al fantabuloso capítulo 32. Ya nos aproximamos de a poco al inevitable final de este libro, pero relax, aún tendrán bastante de "las aventuras de puto desastre y padawan rojo". 

Les recuerdo que pueden votar, comentar y compartir esta historia si les gusta, siempre estoy respondiendo sus bellos comentarios, los amo con mi vida. 

Les dejo mi instagram (ethereallgirl) y el Wattpad de la editorial (Editorial_Noctem), por si desean seguirnos.

¡Nos leemos pronto, besitos virtuales!

Sunset

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