Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21


Cuánto me gustaban los sábados. No más que los viernes, pero se le acercaba bastante.

Había tenido la grandiosa idea de pedirle a Ragnar que me acompañe a la feria hippie que se había inaugurado hace dos días en Beverly Hills, pero el muy despistado se había olvidado de decirme que pasaría todo el jodido fin de semana con su novia y la familia de ambos.

Le había mandado un mensaje por la mañana pero solo había respondido con un seco "viaje familiar, estoy con Molly. Nos vemos el lunes". Y por segunda vez desde que lo conocía, volví a sentirme como algo que él debía esconder del resto. Más precisamente de su Barbie infernal y su tóxica familia.

Intenté restarle importancia y no responder a su mensaje, por lo que alrededor del mediodía, tomé mis cosas y me dirigí al cuarto de Maeve.

—Voy a salir.

—¿A donde?

—Iré hasta Beverly Hills, hay una feria que me muero por visitar.

—¿Irás sola? —Se puso de pie.

—Eh sí, Rhys está con su novia y Ragnar... También. —Bufé, ella asintió y volvió a recostarse.

Tomé eso como luz verde para marchar, y bajé rápido las escaleras. Tras encender el motor del viejo auto del ex de mi tía la puerta de la casa se abrió.

—¡Te acompaño! —gritó ella desde la entrada, semi vestida.

Sonreí y la esperé. A pesar de que habíamos terminado el proyecto ayer por la tarde, supuse que tendría cosas más importantes que hacer que ir de paseo conmigo. Al parecer me equivocaba.

Una vez que se subió al coche, conduje la media hora que se paraba la casa de Maeve del centro de Beverly Hills.

—Pensé que tendrías trabajo...

—Tengo, pero es para el martes, aún me queda algo de tiempo. Quería salir contigo un poco.

—¿Ya se te pasó el enojo del otro día?

—Sí. En algún momento tendré que aceptar que ya no eres la niña de doce años que necesitaba de mi protección. Ahora tienes sexo libre, fumas hierba, y puedes andar por ahí sin mis ojos rondándote. —Sonrió.

—Sobre eso... No lo hago siempre. Lo del sexo sí, o casi, me refiero a lo otro.

—No me molesta que fumes, se que te cuidas como corresponde. Prefiero hierba de vez en cuando a un paquete de cigarrillos por día. Además de matarte, lastima la economía del hogar... Están caros.

Ambas reímos. Me gustaba disfrutar de estos momentos en los que Maeve se encontraba relajada y risueña. Ella siempre había sido así, esa era su verdadera esencia. Lástima que el divorcio y su jodido trabajo le habían robado el tiempo y la vida.

Lo que quedó del camino nos la pasamos cantando duetos de la old school, ya que ambas nos gustaban las melodías ochenteras y movidas. Finalmente al llegar, dejamos aparcado el coche y nos metimos de lleno en la feria. La recorrimos de pies a cabeza durante horas, comimos algo al paso y le regalé un helado artesanal a Maeve. Luego me acompañó a comprar un par de vinilos, y terminé por adquirir un nuevo tocadiscos personalizado. Nos metimos entre los stands, compré bastante ropa de aquel estilo de los sesenta que me volvía loca, y casi al final de nuestro paseo mis ojos se posaron en una prenda colgada.

—Joder...

Me acerqué lentamente y pasé mis dedos por la tela. Era un vestido largo de un color amarillo pálido, cuya parte superior estaba cubierta por completo de pequeñas flores rojas y rosas, bordadas a mano. A medida que la falda iba bajando, las decoraciones eran cada vez menos, logrando que al final sólo se viese el amarillo puro y despejado. El escote era pronunciado, pero los tirantes finos y los detalles hacían que el vestido no se viese vulgar, sino elegante y delicado. Era una joyita.

—Es precioso —murmuró Maeve—. Si no lo llevas tú, lo llevo yo.

Sonreí y, sin dudarlo, le pedí a la chica del stand que me lo vendiese. No necesita probármelo, conocía mi cuerpo y sabía que andaría perfecto. Ese era uno de mis tantos dones: elegía la ropa que quería con mucha facilidad, conocía mis gustos y no perdía mi tiempo en lugares donde sabía que no los complacerían. Y eso también lo aplicaba en los aspectos restantes de mi vida.

Alegre por mis adquisiciones, volví junto a mi tía hacia el parking y emprendimos la vuelta a casa. Tras otra media hora, la tarde ya comenzaba a caer sobre el condado costero de Los Ángeles; estacioné el auto en la entrada y lo dejé preparado para que Maeve se lo llevase dentro de un par de horas a su evento del trabajo. Cuando entramos, Rhys ya había vuelto: miraba la televisión tirado en diagonal sobre el sofá de la sala, devorando algún alimento que no podía identificar a esta distancia y riéndose a carcajadas de las caricaturas que pasaban por la pantalla. Sonriente, dejé las cosas en la entrada y corrí hacia él.

—¿Me das de eso que comes? —pedí y metí la mano en el tazón.

—¿Eres consciente de que podría estar envenenado y aún así te lo comes?

—Si hubiese estado envenenado, no me dejarías ni tocarlo. A veces me cuidas más que Maeve —besé su mejilla—. Sabe rico, ¿qué es?

—No se bien, es una mezcla de cosas dulces que encontré entre los estantes de la despensa. Mañana luego de ver a Prince, iremos de compras. No veo la hora de que...

Él timbre sonó interrumpiéndolo. Caminé hasta la entrada y abrí, allí estaba un Heath sonriente esperando a pasar. Me hice a un costado, y con un breve hola, entró y subió las escaleras.

—¡De que ese sujeto se vaya! —El peliazul brincó de la furia—. Es una puta termita, se come todo lo que ve a su paso.

—No seas tan malo. Heath está aquí porque le dejé quedarse, además, solo será hasta mañana. Tiene otro viaje y no creo que volvamos a vernos en un buen tiempo. Aguantaste días, puedes soportarlo unas horas más.

—Bien, como desees. Por cierto, tengo una mala noticia: me despidieron.

Lo miré con una mueca, eso no era bueno, puesto que los ingresos provenían tanto de Maeve como de Rhys. El trabajaba tres veces por semana como ayudante en un bufete de abogados, y ganaba lo suficiente al mes como para sostener la parte de la economía familiar que cubría su estancia aquí. Un tercio los servicios, el alimento, y el sustento del hogar en general, lo pagaba él, ahora que era mayor de edad y tenía un trabajo bien remunerado. Con lo que le sobraba, ahorraba para la universidad a la que iría en Australia. Supuestamente lo otros dos tercios restantes debían dividirse entre Maeve y yo, pero al estar bajo su tutela, ser menor de edad, no tener trabajo, y el hecho de que ella no quería que gastase el dinero que me había dejado mi padre... Digamos que yo vivía de arriba.

—Que puta mierda... ¿Qué harás ahora? —Relamí los restos de chocolate de las comisuras de mis labios.

—Solo quedan un par de meses para graduarnos... Tengo que encontrar algo que me cubra hasta que el momento de irme llegue. Buscaré algo de medio tiempo, por lo menos cuatro días a la semanas. Si es más, mejor. Tenía planeado dejar el equipo y trabajar por las tardes, la escuela no está tan pesada como años anteriores.

—Ni hablar, Rhys. Ese equipo es tu pase directo a una beca universitaria en Melbourne, no voy a dejar que bajes tu rendimiento académico por dinero. Tu lo dijiste, quedan solo unos pocos meses; consigue algo parecido a tu trabajo anterior, solo tres días... Yo buscaré algo también, quizás pueda ver algún empleo de medio tiempo. Al fin y al cabo yo no juego lacrosse, y tampoco aspiro a una beca en una universidad prestigiosa —reí.

Las manos de Rhys me atajaron en un abrazo que me dejó sin aire, pero me llenó hasta el alma, le correspondí con el mayor cariño.

—No se que haría sin ti, chispita. Todo el mundo dice que eres una zorra con el corazón de hielo —gracias, amigo—, pero te amarían al saber que tienes ese cuerpecito a rebosar de sentimientos hermosos.

—Yo no necesito que "todo el mundo" me ame —me separé—. Me basta con saber que puedo hacer felices a las pocas personas que realmente quiero. Ese es mi mayor satisfacción.

—¡Ay! ¡Que tierna eres cuando te pones cursi! —Me apretó las mejillas.

—Sal, ve a comer mierda.

—Y ahí estás... Iré a ver qué encuentro en Internet, adiós.

Rhys subió las escaleras de dos en dos, y desapareció por si el pasillo. Con un suspiro, me tendí en el sofá y me dispuse a descansar los párpados. Después de todo, hoy era sábado y yo había madrugado.



—Kye... —Una mano tocó mi hombro así que abrí los ojos, era Maeve—. Siento despertarte, es que quería preguntarte si te gustaría acompañarme al evento esta noche.

La observé medio adormilada y luego vi mi reloj, eran casi las ocho.

—¿Rhys? —pregunté.

—Salió hace rato, parece que se peleó otra vez con Alana.

Bueno, parece que no tendría planes esta noche: si el peliazul estaba con problemas en el paraíso, yo no tendría diversión. Ambos solíamos salir juntos a casi todas las fiestas, si uno no iba, por lo general el otro tampoco. Había sido algo de mutuo acuerdo desde hace un par de años: nuestra época fiestera recién comenzaba, y tras una borrachera mía en la que casi fui abusada, prometimos no ir solos a ninguna fiesta de gente desconocida, nunca más.

—Yo pensé que esa chica le iba a dar alegrías, pero solo le da sexo y peleas... —gruñí.

—Es su problema, Rhys ya está grandecito. ¿Vendrás o no? Habrá comida y alcohol gratis, es lo mejor que puedo ofrecerte un sábado en la noche.

—Ya me compraste, iré a bañarme. En media hora salimos.

—De acuerdo. —Ella me informó del código de vestimenta de hoy y desapareció por las escaleras.

Luego de subir y asearme, volví a mi habitación secándome el cabello. Al terminar, busqué las prendas que ya tenía en mente para ponerme tras colocarme la ropa interior. Abroché el botón del palazzo blanco, deslicé la camisa roja traslúcida y la metí dentro del pantalón, y finalmente, me calcé los stilletos negros que había tomado del cuarto de Maeve. Un poco de maquillaje y una que otra joya y ya estaba lista.

—Y me sobraron cuatro minutos...

Tomé mi gabardina negra y bajé. Maeve ya esperaba por mi.

El viaje hasta el evento fue corto, no era muy lejos de donde Maeve trabajaba. Al ingresar, nos encontramos con mucha gente que mi tía saludaba con una sonrisa y un "gusto en verlos", mientras que yo solamente me dedicaba a asentir y dar uno que otro apretón de mano a gente que ni registraba.

La recepción no duró mucho, Maeve desapareció de mi vista excusándose con alistar todo para el proyecto. Por mi parte, me aferré con vigor a la mesa de los canapés y aproveché a cada mozo que pasó con una copa de champagne. Más tarde nos hicieron pasar a las mesas, obviamente busqué la de mi adorada pariente y al encontrarla, me senté junto a su lado, escondiendo el cartelito que indicaba que el asiento le pertenecía a un tal Wade Bennet.

Minutos después, Maeve apareció y tomó lugar junto a mi.

—Estoy segura de que ese no es tu asiento.

—Es tu culpa por no avisar antes que vendrías con alguien. No pretenderás que me quede de pie.

—Disculpen —un sujeto interrumpió nuestra charla—. ¿No vieron mi asiento? Me asignaron esta mesa.

—Eh... —Maeve carraspeó.

—No, lo siento. Debe haber ocurrido un error de organización o algo por el estilo —interrumpí a mi tía.

El dueño del asiento que me había robado suspiró frustrado y se alejó.

—Eres terrible Kye...

Luego de una agradable cena, el postre llegó, y con él la presentación del proyecto. Identifiqué en el escenario al jefe de Maeve, Don Pelada magnífica, comúnmente conocido por Elmer Nuss. Era un sujeto escuálido, de mirada lasciva y asquerosa, amante del poder y un tirano. Maeve me lo había presentado hace un par de años, que tipo más desagradable...

—Sean bienvenidos a la trigésima cuarta fiesta de nuestra gran empresa. Como todos los años, les presentaremos el nuevo proyecto que hemos estado diseñando desde hace varios meses...

Elmer siguió hablando mucha mierda durante unos largos minutos. Mire de reojo a Maeve, ese evento era especial porque con la presentación del proyecto que llevaba su firma de creación y planeamiento, sería ascendida finalmente al puesto de gerente general.

Sus ojos brillaron y apretó el discurso en sus manos cuando Nuss comenzó a alabar a todos los que habían colaborado con él durante este año.

—Este proyecto ha sido una verdadera odisea de llevar a cabo. Personalmente me siento orgulloso de mi gente por haberme ayudado a finalizarlo. Me ha tomado meses trabajar en ello, noches sin dormir, me he perdido mucho tiempo en familia... Pero es algo que ha valido totalmente la pena idear y llevar a cabo. Mi nuevo proyecto se verá en toda la ciudad.

Mis ojos casi se salen de sus órbitas al ver como este descarado se robaba el crédito de mi tía. Era ella la que se había desvelado por las noches, era ella la que había perdido tiempo con su familia, no este pelele que se iba de vacaciones la mayor parte del año dejando una empresa descontrolada.

—Maeve... Él...

—Tranquila... —Tragó en seco—. Ya aparecerán los proyectos, no te preocupes.

Asentí, esperamos unos minutos en los que la verborragia del idiota de Nuss llegaba a su fin. Juro que aguanté lo más que pude, pero todo se fue a la mierda en cuanto las imágenes del proyecto aparecieron... Pero no con la firma de Maeve.

—¡Eres un descarado! —grité alzándome de la silla—. ¡Viejo tirano, te haz robado el crédito de una persona que se desvive por su trabajo únicamente para complacerte y ganar el mísero sueldo que le das por romperse la espalda! Ese proyecto no es tuyo, es de Maeve Griffin. Iba a ser ascendida luego de diez años de acatar tus peticiones mientras tú te rascabas el trasero en una playa caribeña.

—¿Y quién eres tú? ¿Cómo te atreves a venir aquí y hacer este escándalo?

—A ti no te importa un carajo quien soy, pelele calvo.

Un par de risillas se escucharon.

—Kye... No hagas esto. —Maeve susurró.

—¡Pero Maeve! En serio vas a dejar que...

—¡Diles, querida Maeve! Mi mejor empleada, diles la verdad. Que has trabajado bajo mis órdenes e ideas para terminar esto. Que este es mi proyecto.

—Yo... Eh... —Ella se acercó a mi—. Kye, si no lo hago, va a despedirme... No ascenderé. ¿Cómo darte una buena vida si no tengo empleo?

—Tú me enseñaste que la dignidad va por encima de todo, Maeve. ¿Cuánta vida te está costando tu trabajo? ¿Hace cuando éste tipo te chantajea así? Mereces algo mejor que ese estúpido jefe y este trabajo de mierda.

Mi tía me observó, y luego a Nuss. El viejo tenía una cara de triunfador que se horror automáticamente cuando Maeve habló.

—No, Elmer. Ese trabajo es mío. Y no es la primera vez que robas el crédito de tus empleados. Eres un jodido ególatra, un pervertido y un narcisista. Me niego a seguir siendo tu perro faldero, métete tus proyectos, tu empresa y tú cargo de gerencia en el culo. Renuncio.

Mi tía se puso de pie y me ordenó en vos baja ir por cuatro botellas de champagne, mientras ella iba en busca de la mesa de canapés.

De camino hacia la salida, llenas de comida, me decidí con curiosidad a preguntarle un par de cosas.

—¿Sigue casado?

—No, ahora está con la que había sido su amante en el matrimonio anterior. Se llama Clara y está embarazada de ese zoquete. Pero Elmer se coge a mi secretaria, a cambio de que esta reciba más sueldo del que debe.

¡Qué hijo de la gran perra!

Antes de cruzar la puerta, me giré mirando a los invitados.

—Espero que se den cuenta de a qué tipo de persona le están lamiendo el trasero, que penoso... Por cierto Clara, si, tú —la mujer embarazada al costado del enclenque de Elmer, alzó sus cejas sorprendida—... La esposa títere de este zopenco. ¿Sabías que se folla a la secretaria a cambio de un buen sueldo? Se que has sido su amante también, pero ¿vale la pena todo eso por dinero? ¿En serio amas a este tirano? Qué puto asco me das, Nuss. —Le di un sorbo al champagne.

Su esposa comenzó a gritarle, de pronto todo el salón era un jodido caos: chillidos y llantos, flashes de cámaras, acusaciones de empleados enojados. Y aún así, él estaba inerte en el escenario, mirándome como si las cosas no se estuviesen desmadrando a su alrededor.

Le saqué mi dedo del medio e hice mi salida triunfal.

Rompiendo culos al estilo Griffin.

Admito que cuando escribí esto, hace meses, lo disfruté tanto como ahora.

✨ Recuerden votar, comentar y compartir SONDER si les gusta ✨

Mi Instagram: @ethereallgirl

¡Nos leemos pronto, besitos virtuales!

Sunset

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro