Capítulo 19
Sentir la pesada vista de Ragnar recorrerme de pies a cabeza me puso la piel de gallina. Este chico no tenía ni puta idea, pero yo me derretía ante sus ojos.
Ya, ¿para qué negarlo? Deseaba a Ragnar con cada fibra de mi ser. Y atención, a no confundir desear con gustar, y menos con querer. Ragnar provocaba en mi una sensación de colapso hormonal, que ni siquiera yo sabía de dónde había salido. Y eso que hasta ahora no me había tocado un pelo...
—No me mires así, harás que me moje. —Le sonreí.
Sus orejas se pusieron más coloradas que su pelo, y sus ojos chispearon. Dos acciones que me dejaron confundidas al ser tan contradictorias una con la otra. Me di cuenta que iba a hablar, pero su voz fue cortada por otra más suave y cantarina.
—Fuertes declaraciones —se hizo escuchar a sus espaldas, de allí salió un chico pelinegro de ojos vivaces—. Un placer, soy Brett.
Sonreí y tomé la mano que me ofrecía en forma de saludo.
—Yo se quien eres... —hablé recordando que este sujeto era el que estaba detrás de mi mejor amigo.
—Permiso, permiso. Aquí llega lo mejor de la tarde —un rubio se interpuso entre los dos chicos—. Hola lindura, Ragnar nos ha hablado de ti. ¿Te casas conmigo?
Solté una carcajada y dejé que tomase mi mano para dar un un intento de beso romántico en el dorso, que solamente se vio patético y chistoso.
—Lo siento, me guardo pura y santa para el indicado. —Sonreí de lado.
—Bueno, al menos podríamos ir de fiesta... Por cierto, soy...
—Chris. Y sobre ir de fiesta —le guiñé un ojo—, cuenta conmigo.
Los tres pasaron y yo cerré la puerta. Ragnar se giró a mirarme con una mueca.
—¿Qué? —encaré.
—¡¿En serio?! ¿A ellos sí los conocías y a mi no? —Estiró los brazos.
Me acerqué hasta él y dejé un beso en su mejilla.
—¿Eso que escucho son celos? No te sientas mal. Lo bueno siempre se hace esperar.
Él rodó los ojos, y pasó un brazo por mis hombros.
—Andando.
Nos dirigimos hacia la cocina, allí los dos amigos de Ragnar comenzaban a preparar una mezcla algo extraña en la isla central. Me acerqué hasta ellos y olí el contenido del tazón.
—Joder, ¿acaso han licuado a un muerto? ¿Qué es esto?
—Hotcakes.
—A ver, déjenme a mi.
—¡NO! —Ragnar me alejó de allí—. Por la salud y el bienestar de todos, yo cocino.
—No seas exagerado, fue solo un microondas. Al menos deja que te ayude con la mezcla y eso...
Ragnar asintió bufando, sabiendo que no podía discutir conmigo, y me tendió un mandil de uno de los cajones del mueble. En cuestión de minutos ambos nos encontrábamos preparando cada uno una cosa diferente, y luego de un rato... Ragnar comenzó a inmiscuirse en mi preparación.
—¡Joder! Mete la cabeza en el chocolate caliente y deja que termine esto. —Bufé.
—Tienes que ponerle más harina, no ligará la mezcla, mujer. —Quiso tomar una taza del polvo blanco y echarla en mi preparación.
—¡Yo se lo que hago!
—Si, claro. Igual que la vez pasada con el tocadiscos...
El pelirrojo insistió en agregar la taza extra de harina, pero no se lo permití. ¡La maldita mezcla estaba bien! Tomé su brazo y comenzamos a forcejear, la taza iba y venía, él llevaba ventaja. Estábamos poniendo tanta fuerza en ello, que cuando ablandé un poco el agarre porque ya me estaba cansando, la taza salió volando.
Literalmente, volando. Y aterrizó en mi cabeza. Por suerte era de plástico, sino ya hubiese muerto.
—¡Oh por dios! —Ragnar se aguantó una carcajada. Pero los chicos no.
Busqué alguna forma de tranquilizarme para no asesinar al maldito pelirrojo, pero no la encontré. Así que recurrí a usar lo que mejor sabía: mis impulsos.
Me tiré sobre el chico de ojos azules, que estaba tan distraído riéndose que no me vio venir, y lo anclé con mis piernas en el piso.
—Esto podría haber sido hasta excitante, pero no pensaste en eso al querer meterte en mi comida —rugí.
—Kye... ¿Qué vas a hacer?
—Lo disfrutarás cariño, créeme.
En un abrir y cerrar de ojos, tomé el tazón con la mezcla y la dejé caer en la cara de Ragnar. Y la verdad, tuve que admitirlo... Si le faltaba un poco de harina.
—¡Kye!
Barrí mis manos por todo su rostro y pelo, carcajeándome con gusto. Mientras me entretenía, no noté las suaves manos de Ragnar aferrarse a mi cintura, sino hasta que me dio vuelta dejándome atrapada entre el piso y él.
—Ahora ya no te ríes tanto, ¿eh?
—Con la cara llena de esa cosa no puedes pretender que te tome en serio.
Él no me respondió nada, simplemente se me quedó viendo. Llevó su dedo hacia mi mejilla juntando un poco de mezcla que había caído, y degustó el sabor de la crema en sus labios.
Joder...
—Deliciosa...
¿Lo dices por la crema o por mi?
—Eh... Yo... —Puta madre, me había quedado sin palabras.
Me miró fijo, sonriéndome. Un momento más tarde noté que solo estábamos nosotros dos allí, sus amigos habían desaparecido por arte de magia. Y si no hubiese sido porque el timbre sonó, aseguraba con total certeza que habría cometido una completa locura.
—La limpieza —susurró él—. Siempre en el momento justo.
Se puso de pie y salió por la cocina, dejándome tendida ahí, ensimismada en mis pensamientos y con la respiración entrecortada.
Cualquiera que dijese que Ragnar Novak no sabía jugar sus cartas, estaba jodidamente equivocado.
Luego del incidente en la cocina, Ragnar fue a sacarse la suciedad al baño y yo dejé que los chicos me ayudasen a quitarme la harina del pelo con un secador y una toalla. Por lo que nos demoramos, supe que debía visitar la peluquería. Tras eso, me vestí con la misma ropa que tenía ayer, solo que ya lavada y seca, y me robé un hoodie del pelirrojo. Una vez que estuve lista, Chris y Brett me invitaron a jugar Call of Duty. Un buen juego a mi parecer, pero algo anticuado. De todas formas, eso no me impidió patearles el trasero en la tres rondas que jugamos esperando a Ragnar.
Ese chico demoraba más en el baño que yo.
Al salir, desapareció por la habitación y volvió rato después con cuatro tazas humeantes.
—Esto es lo único que sobrevivió. —Nos dio un poco de chocolate caliente a cada uno.
—Sí, porque el resto terminó en tu cara —me burlé—. Por cierto, ¿a donde se fueron ustedes dos?
Los dos amigotes del pelirrojo me miraron sonrientes y alzaron sus mandos inalámbricos.
—Su pelea de pareja nos aburrió y subimos a jugar un rato.
Yo rodé los ojos, sentí la risa del chico de los rizos a mis espaldas y luego, su mano en mi hombro.
—¿A que somos encantadores, no?
Diablos, ¿quién eres y qué has hecho con el antiguo Ragnar?
—Ni en tus mejores sueños, rojo. No eres mi tipo.
Mentira.
Los miré callada a los tres; ya entendía por que Ragnar iba codo a codo con ellos. Eran su complemento.
Brett parecía ser un chico inseguro, que se escudaba en el humor para ocultar la fragilidad e inestabilidad que sentía al saber que el resto estaba al tanto de su orientación sexual: una que aceptaba, pero le pesaba horrores. El chico pelinegro tenía un estatus que mantener, así que se dedicaba a ocupar el lugar de amigo chistoso y burlón, pero siempre manteniendo un perfil bajo, sin molestar a nadie. Sabía que si eso pasaba, él recibiría el doble de su propia medicina.
Por otro lado, Chris era el compinche coqueto, el tipo de amigo que tenía todas las de ganar con las mujeres y siempre era el alma de las fiestas. Un solo guiñar de ojo le hacía tener el mundo a sus pies, sin embargo jamás se aprovechaba de ello. Escarbando un poco más dentro de su personalidad, fácilmente me daba cuenta de que era él quien ponía los pies de Ragnar sobre la tierra, que bajo toda esa apariencia de playboy facilón se encontraba un tipo serio, maduro y abandonado. Chris se sentía terriblemente solo y sus únicos pilares eran los otros dos chicos, tan excepcionales e incomprendidos como él.
Recordé cómo me los había presentado Rhys hace un par de semanas: inseparables... Los tres mosqueteros. Ninguno cambiaría a los otros por nada del mundo, porque eran lo único que tenían.
—Kye —unos dedos me chasquearon—. Vuelve en ti.
Sacudí la cabeza y sonreí.
—¿Viste? Hace lo mismo que Raggy. —Rió Brett.
Miré al aludido con una ceja alzada, él me devolvió la vista.
—¿Raggy?
—Ni se te ocurra. —Alzó un dedo, advirtiéndome.
Comencé a reírme a carcajadas por su apodo, le quedaba. Era algo tonto y chistoso, pero definitivamente le quedaba.
—Ya verás...
Sentí como me tomaba en brazos, y me colocaba sobre su hombro dándome vueltas. Reí aún más fuerte, sabiendo que le molestaba. Comencé a moverme tan torpemente que sentí como él perdía equilibrio; sus pasos habían salido de la habitación y nos acercábamos peligrosamente a las escaleras. En un intento de estabilizarme, Ragnar llevó sus manos a donde jamás tuvo que haberlas puesto.
—¡NO! —Me brotó una carcajada— ¡NO RAGNAR!
—Kye, si no me dejas sostenerte, nos caeremos antes de que intente bajarte.
Sus manos seguían en ese lugar, pero no le podía decir que no soportaba que me tocasen allí. Era mi punto débil para las cosquillas... Me estaba ahogando en carcajadas incontrolables.
—¡Bájame! —Ya no lo soporté.
Mis quejidos ahogados lo alertaron, así que me deslizó de sus hombros y apoyó mi espalda contra la pared. Un jadeo se me escapó de los labios, y para no caerme, pasé mis piernas alrededor de mi cintura.
—¿Estás bien?
Asentí. Solo cuando alcé la vista para hablar, me di cuenta de que se encontraba demasiado cerca de mí. Podía sentir sus manos aferrándose a mis muslos.
—¿Por qué gritas como loca? —susurró.
¿Por qué carajos susurraba?
Me debatí entre decirle la verdadera razón, mi gran secreto; o inventarme cualquier otra cosa que me salvase el pellejo.
—Porque lo estoy.
—Ya lo sabía —me presionó más contra la pared—. ¿Quieres que te baje?
No, claro que no.
—Se hace tarde y debería irme ya. Recuerda que estoy a pie.
—Te llevo —afirmó.
Asentí y lo dejé bajarme. Me sonrió de lado, y con una seña me indicó que esperaría abajo. Me llevé una mano al pecho cuando desapareció de mi vista, yo realmente no sabía cuánto tiempo más podría contenerme.
Volví a la habitación para tomar mis cosas, los chicos seguían allí.
—Fue agradable conocerlos mejor, los veo por ahí en el instituto. —hablé a modo de despedida.
—¿Quieres que te acerquemos? —sugirió Brett—. Chris debe dejarme a mi también en casa, quizás te sirva un aventón.
Me lo pensé, de hecho me servía bastante. Así Ragnar no tendría que ir y volver desde su casa a la mía, que no estaba precisamente cerca.
—De acuerdo.
Los chicos tomaron sus cosas, yo hice lo mismo con las mías, y bajamos las escaleras hacia la primera planta. Allí estaba el pelirrojo, con su llave entre los dedos.
—Me iré con los chicos, rojo. Así no derrochas gasolina. —Y evito tentarme ante el hecho de estar a solas contigo en un coche.
Ragnar pareció desilusionado, pero de todas formas asintió. Se despidió de los chicos, y dejó un detenido beso en mi mejilla.
—Espero verte mañana, ya me cansé de cubrirte con el castigo.
Asentí riendo y, prometiéndole que ahí estaría, abandoné su casa.
El trayecto a la casa de Brett fue corto, al parecer todos los ricos de Reachmond vivían en esta lujosa residencia. Era comprensible.
Le insistí a Chris diciéndole que podía tomar un taxi hasta casa. Él vivía por aquí cerca así que tendría que desviarse mucho para dejarme en mi destino. Se negó, terco como pocos, prácticamente me obligó a decirle mi dirección. Cedí, recordé en el medio de la discusión que no traía dinero encima. Tras indicarle la ruta a mi casa, ambos nos mantuvimos en silencio. Él parecía muy metido en sus pensamientos, y yo no tenía ganas de iniciar una conversación.
Qué agradable soy, no me lo van a negar.
Al llegar a casa de Maeve, detuvo el auto y se quedó en silencio.
—Bueno, yo me...
—¿Tendrías sexo conmigo? —me interrumpió.
¿¡Qué!?
—¿¡Qué!?
—Ya me has oído. Vamos Kye... En verdad lo deseo. —Su mano se posó en mi muslo.
¿Que si tendría sexo con él? Claro que sí, los amigos de Ragnar estaba más sabrosos que paletas de dulce. Sin embargo, algo dentro de mi comenzó a disputarse. Eran dos Kye: una deseaba fervientemente saciar el deseo que había crecido gracias al pelirrojo, y la otra se rehusaba a hacer algo tan poco ético como dormir con el mejor amigo del chico que consideraba como mi amigo.
Esto era desconcertante, esta era la primera vez que estaba meditando las cosas antes de hacerlas. Era la primera vez que estaba debatiéndome entre hacer lo correcto o hacer lo que quería.
No, no iba a jodidamente negarlo. Si sentía el impulso de follarme a este tipo, porque no era la primera vez que mis ojos se posaban en él. Chris Decker había estado un par de veces bajo mi análisis, solamente no recordaba el porqué no me había acostado con él.
—Kye, vamos. Yo se que lo quieres, te he visto observarme antes.
Lo miré de pies a cabeza, pero no pude decir nada. Él tomó eso como vía libres y se acercó a mi boca. Fue un milisegundo que sus labios se posaron en los míos, más bien solo fue un roce. Pero bastó para que mi cerebro se activase.
—No —lo alejé y baje del coche. Tras de mí, sentí la puerta abrirse y su mano detenerme—. No puedo hacerle esto a Ragnar, Chris. No se lo merece.
Él, en vez de enojarse, me sonrió con dulzura.
—No sabes cuanto me alegra oírte decir eso. Sé que mi reputación no es la mejor, pero algo más que lo que se dice de mí... Y no soportaría ver cómo alguien más lástima a mi amigo. Tú, irónicamente, que tienes un renombre peor que el mío, que te reconocen por tu carácter agrio y desinteresado, sabiendo que eres una chica de impulsos y pasiones que no te interesa controlar... Me demuestras lo fácil que dejamos endulzar nuestros oídos con mierdas de gente que ni nos esforzamos por conocer. Solía aborrecer la idea de que podrías entrar en la vida de Ragnar, tenía miedo de que se perdiese en ti y en lo que podrías llegar a ofrecerle. Ahora estoy plenamente seguro de que sí le darás una razón para ser su mejor versión. Pero cuídalo, Kye. Yo se que tú lo notas, y se que él no podría contener la chispa por tanto tiempo. No pretendo que me demuestres nada, se que aunque te lo pidiese, no lo harías. Solo ansío una cosa...
Lo miré expectante, estaba anonadada con sus palabras.
—Dime.
—Muéstrale lo hermoso que es vivir siendo libre, llénalo de emociones que hagan su corazón sentirse rebosante. Ábrele los ojos, yo se qué él se lo merece.
Me sonrió de una manera luminosas y se alejó rumbo a su coche sin decir nada más, sin esperar una respuesta.
¡Nuevo capítulo! Upa upa... La cosa se puso picante... PD: ¡Tenemos shipp oficial: #Kynar! A mi personalmente me encanta, no sé a ustedes.
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Ya saben, a los 2k, ¡Maratón!
Les dejo mi Instagram (@ethereallgirl) donde subo frases y memes de esta historia -guiño, guiño- . También les recuerdo que tengo una editorial, ¡en unas horas publicaremos los libros de pedidos! En instagram y wattpad aparecemos como @Editorial_Noctem
¡Nos leemos pronto, besitos virtuales!
Sunset.
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