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Capítulo 13


¿Cómo? ¿Que todo estuvo a punto de irse a la mierda? Bueno, sí. A punto.
Giré mi rostro, la mano de Ragnar abandono mi cintura que ya se había acostumbrado a su tacto, y se sintió fría. Sin embargo no se alejó, o por lo menos no demasiado, lo suficiente como para darme mi espacio pero sin impedir que su brazo dejase de rozarse con el mío.

—¿Qué haces tú aquí, y con qué descaro entras a mi habitación haciendo este tipo de preguntas como si fueras mi padre? —refuté molesta.

Heath se encontraba apoyado en el marco de mi puerta, con una superficial cara de póquer que escondía una mueca de diversión.

—He escuchado la cerradura de la entrada y supuse que eras tú. Venía a ver que todo estuviese bien, es tarde... ¿Me presentas a tu amigo?

Rodé los ojos.

—No. Y ahora que ya ves que está todo bien, puedes irte. Buenas noches. —avisé con exasperación.

Heath se encogió de hombros, me tiró un beso y salió. Una vez que escuché el sonido de su puerta cerrarse, me senté en el borde de mi cama y observé a Ragnar hacer lo mismo.

—Ese era el chico de ayer. Es tu... ¿novio? —preguntó tímidamente.

Largué una carcajada sin poder evitarlo. Dios... Heath y yo como una pareja, definitivamente nunca.

—Heath no es mi pareja, yo no soy de las relaciones y ese tipo de compromisos. Es solo un chico que conozco desde hace un tiempo, con el que he dormido un par de veces y ahora solo le dejo quedarse un tiempo a modo de favor.

—¿Con cuántos chicos te has acostado, Kye? —volvió a preguntar luego de un rato, refregándose un ojo y demostrando que se encontraba tanto o más agotado que yo.

Lo miré, no me enojaba su pregunta. En realidad lo que no me enojaba era que la formulase él, creo que a otro sujeto ya le habría sacado los ojos... Pero Ragnar se oía curioso, no percibía ninguna especie de mala intención o perversión con sus palabras. Me puse a pensar: no habían sido muchos, me gustaba acostarme con las mismas personas más de una vez si estas sabían cómo complacerme. Casi nunca aplicaba la regla de "un polvo por persona".

—No lo sé... Creo que habrán sido siete, ¿ocho? No lo recuerdo bien. ¿Tú? —Me dio curiosidad.

Lo miré de reojo, su espalda se había tensado de pronto y sus ojos miraban para cualquier lado menos para mí.

Oh.

—Con nadie.

Me quedé en silencio, no quería incomodarlo... Pero no sabía que decir. A ver, yo esperaba que este sujeto fuese una máquina desenfrenada en la cama, es decir, tenía a medio instituto babeando por sus rizos pelirrojos y sus ojazos azules. No era un secreto que Ragnar Novak era un chico precioso.

—O sea que no has estado con Molly. —deduje.

Él negó y yo sonreí.

Entonces la rubia cara de angelito aún no le había dado la mordida a este pastel.

—¿Por qué sonríes? Es vergonzoso, tengo casi dieciocho años y nunca he estado con ninguna mujer. —Se pasó las manos por el rostro frustrado.

—No es vergonzoso —puse una mano sobre su hombro—. La virginidad es un tema que no todos abordan de la misma manera, para algunos no significa nada, y para otros es un tesoro preciado que una sola persona tendrá el privilegio de recibir. Yo creo que hay muchos estereotipos y tabúes girando alrededor de ella, sería más fácil si las cosas se manejasen con un poco más de calma, y no dejasen que las presiones sociales tomen las riendas de todo siempre.

—Molly es muy hermosa, Kye, no lo voy a negar. Le tengo mucho aprecio, siempre lo haré... Pero no puedo estar con ella, no de esa forma tan íntima. Sería darle un lugar que ya tiene otra persona, y no lo merece.

Auch... Ragnar tenía a alguien importante en su vida. Si no era Molly, ¿Entonces quién? ¿Y por qué parecía tener el descaro de coquetearme cuando había alguien más en su mente? ¿Podría estar mintiéndome? Quizás ya había estado con Molly y esa actitud de chico lindo solo era un táctica que el usaba para acostarse con otras chicas.

No... Ragnar era un buen tipo. Sí. Y debía ser una chica bastante afortunada la que había embobado al pelirrojo, porque siempre que le veía, sus ojos brillaban de una forma que me sorprendía que pudieran ser reales, pocas veces en mi vida he visto a alguien así.

—Entiendo... Y está bien, rojo. Créeme, cuando quieras hacerlo y con quién lo elijas, todo irá bien. Por ahora no te preocupes de eso —le sonreí y miré mi reloj. La una de la mañana—. Es tarde, ¿que harás?

—Supongo que debo volver... —Se puso de pie y asentí. Ambos salimos de mi habitación y bajamos a la entrada.

Al abrir la puerta, los dos sentimos un viento fuerte que nos azotó el rostro. Tapándonos los ojos pudimos observar como la calle se llenaba de a poco con motas blancas que, al menos a mí, se me pegaron al rostro.

—Esto es... ¿Nieve? —Intenté caminar hacia afuera pese a la crudeza del viento, pero una mano me detuvo.

—No, es riesgoso. Hay mucho viento.

Solté el agarre de Ragnar lentamente y caminé de espaldas hacia la calle, mirándolo. Alcé la vista y sentí los copos caer en mi rostro.

Era la primer nevada tras más de cincuenta años aquí, en Los Ángeles.

Bajé la vista hasta el pelirrojo que se calentaba los brazos para alejar el frío, elevé mi mano y con una seña de mi dedo índice le pedí que se acercara hasta donde yo me encontraba. Puso una mueca al inicio y negó, pero luego sacudió su cabeza y dio unos pasos hasta llegar frente a mí.

—Hace bastante no veía la nieve —habló alzando una de sus manos,  tocando los copos que caían—. Había olvidado lo agradable que era.

—Es maravilloso... Nunca había visto algo así.

—¿No conoces la nieve? —preguntó él, asombrado.

—No, nunca he salido de California, y aquí jamás nieva...

—Mis padres solían viajar cuando era pequeño, lo hacían muy a menudo y a veces me llevaban con ellos. Recuerdo una vez en Nueva York, faltaban tres días para Navidad y ellos habían tenido que hacer una reunión de máxima urgencia y decidieron llevarme. Habré tenido cinco o seis años, fueron esos momentos donde creo haber sentido el verdadero amor que mis padres alguna vez tuvieron por mí —sonrió con nostalgia, acercándose más hasta donde estaba—. Era tarde aquella noche y mi padre había contratado a una mujer para que me cuidase en la planta baja de una empresa mientras él discutía asuntos de dinero. Aunque no lo creas, en mi infancia era un gran rebelde —reímos por lo bajo y volvió a aproximarse hasta que nuestros cuerpos rozaron, no me había dado cuenta de que había empezado a tiritar hasta que sentí el calor que emanaba su persona—. No recuerdo cómo, pero había burlado a la niñera y había logrado salir hacia la calle en plena nevada... Quedé asombrado al ver los pequeños copitos de agua congelada, mi rostro era algo parecido al tuyo ahora, embelesado, admirado de tanta hermosura natural —dio otro paso, la nieve se arremolinaba con rapidez a nuestro alrededor—. Jamás me he divertido tanto en mi vida como aquella noche... Cuando mis padres salieron de esa oficina me encontraron haciendo ángeles de nieve con los labios morados; conmigo protestando en sus brazos corrieron hacia el hospital y tuve que quedarme ahí todo un día porque había adquirido un leve cuadro de hipotermia. Desde ese día jamás he vuelto a desobedecer a mis padres en nada de lo que dijesen, así que la nieve también me pone feliz. Me recuerda a esa inocente libertad que perdí.

Clavé mis ojos en los suyos y puse mi mano en su pecho, él me miró curioso y sus ojos se abrieron enormemente cuando sintió como era empujado hasta caer de espaldas al césped cubierto por completo con una fina capa de nieve. Me lancé a su lado y comencé a reír.

—¿Me quieres enseñar a hacer esos angelitos? —pregunté. Porque aunque ya sabía cómo se hacían, solo quise traerle unos buenos recuerdos.

Él sonrió y comenzó a mover sus brazos y piernas. Lo imité. Una vez que cumplimos con nuestra tarea, nos quedamos recostados en la nieve viendo como los copos caían con más fuerza en nuestros rostros. Cuando ya el frío se hizo muy intenso para seguir fuera, Ragnar se puso de pie sacudiéndose la ropa semi-mojada y me tendió la mano.

Al aceptar, me elevó con rapidez y me pegó a su cuerpo. Iba a resistirme, pero se sintió tan bien que dejé mi cabeza apoyarse en su pecho y le permití pasar sus brazos por mis hombros, protegiéndome del frío.

—Gracias... —murmuró suavemente.

—Sabes que es un placer para mi.

—Andando, estás temblando.

Me llevó hasta el porche de mi casa, y se alejó para irse.

—Adiós.

Hace mucho frío Kye...

—Espera —lo llamé. Ragnar se giró curioso—. Puede ser que el asfalto de la calle esté algo resbaloso. Teniendo en cuenta que está nevando y la ventisca está bastante fuerte no me gustaría cargar en la conciencia si ocurre un accidente. Porque ¿sabes? Hay datos que dicen que más de un millón y medio de personas se accidentarse por año culpa de la nieve, imagínate cargar en la conciencia el hecho de que si ahora te vas podría ocu...

—Kye. Al grano.

—Quédate. Estás empapado y ya es demasiado tarde.

Él asintió con una sonrisa y ambos volvimos a entrar. Pensé que iba a hacérmelo más difícil y tendría que rogarle, pero al parecer el pelirrojo tenía bastante frío.

Subimos nuevamente a mi cuarto, le pedí que esperase mientras yo iba por ropa de Rhys para prestarle. Una vez que volví, lo encontré parado en el medio de la habitación, sus labios estaban levemente amoratados culpa de la ropa helada. Me asusté, si su piel ya de por sí era pálida, ahora estaba blanquecina. Lo tomé de la mano y lo arrastré hacia el baño, rápidamente encendí el agua caliente y la templé para no cambiar drásticamente la temperatura de su cuerpo, o sino se enfermaría.

Le quité toda la ropa menos los bóxeres y lo ayude a meterse bajo la ducha. No fue hasta que me vi al espejo que noté que yo me encontraba igual o peor que él, mi piel normalmente tostada ahora se encontraba bastante más clara, y mis labios estaban hinchados, congelados y casi azules.

Ragnar lo notó y tiró de mi hasta meterme bajo el agua tibia, aumentando la temperatura a medida que ambos íbamos entrando en calor. Deslicé sin pudor alguno las prendas mojadas fuera de mi cuerpo, quedándome en ropa interior. El pelirrojo apartó la vista y se sentó despacio en el suelo de la tina de baño; lo imité. Quedamos enfrentados ocupando todo el espacio, él mirando sus brazos y yo observándole a él.

—Cuando dijiste lo de tus padres... Eso de que habías sentido por última vez que realmente te querían, no creo que sea cierto. Ellos están allí, en mayor o menor medida pero están. Si, es horrible lo que quieren hacer, y no me gusta para nada. Pero quizás, de una manera enfermiza y extraña ellos quieren asegurarte una buena vida. No los justifico, pero...

—No, Kye —me cortó las palabras bruscamente—. Mis padres quieren ganar a costa de lo que sea, aunque eso incluya a su propio hijo. Además, ¿cómo puedes decir algo así? Ni siquiera sabes lo que se siente estar en mi lugar. No sabes lo que es que un padre no te ame.

Me mantuve en silencio. Cuando entré suficientemente en calor, salí de la tina dejando atrás a Ragnar. Enrollé una toalla en mi cuerpo y caminé a mi habitación para cambiarme y secar mi cabello. Justo cuando estaba metiéndome entre las sábanas de mi cama, Ragnar entró ya vestido con el pantalón chándal y la sudadera que le había quitado a Rhys hace rato.

—Puedes dormir aquí si quieres, aunque advierto que me muevo mucho... O eso me han dicho —chasqueé mi lengua—. Sino está el sofá, pero es bastante incómodo y no hay calefacción abajo. Lamento no ofrecerte una habitación de huéspedes, la tiene Heath.

—Está bien, dormiré aquí. —Su voz ronca y somnolienta me dio escalofríos, disipando todo signo de frío de mi cuerpo. Abrió las mantas del lado izquierdo, y se acostó. 

Me giré y le di la espalda, lista para dormir. Sentí cada uno de sus movimientos, incluso cuando sus brazos rozaron mi espalda y me erizaron la piel.

—Lamento si fui brusco hace un rato. Hablar de todo esto me pone un poco idiota. No quise ser insolente.

—Mañana —hablé casi dormida—, mañana quiero que me acompañes a un lugar. Buenas noches, rojo.

Hubo un silencio profundo de un par de minutos.

—Buenas noches, Kye.



Este capítulo va dedicado para @hui_huirod . ¡Gracias bella por estar desde el inicio, siempre apoyando mi historia! Pásense por su perfil, que se está soltando a escribir <3

Repito... Intenso :)

Sonder llegó a los 1.2k de leídos <3. Ando bailando por toda mi casa. Mi familia ya me quiere dar en adopción...

Les recuerdo que pueden votar, comentar y compartir mi historia, si les gustó. Es gratis, fácil y rápido. ;)

¡Nos leemos pronto, besitos virtuales!

Sunset.

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