04 de septiembre 2021; 01:43 a.m

Eran casi las dos de la mañana y Taehyung se encontraba sentando en su cama, mirando la nada misma. La oscuridad era lo único que en ese momento lo abrazaba, recordándole encarecidamente lo solo que estaba, su compañía era el dolor y la profunda tristeza que no lo dejaba dormir. Miró el lado vacío de la cama, el lado favorito de Yoongi, aun su almohada conservaba aquel aroma masculino y a shampoo de manzanilla que tanto adoraba. Su pijama estaba ahí, Kim la tomó y la sujeto fuerte entre sus brazos, quería sentir algo de Min. 

Entre lágrimas y sollozos miró el violín que descansaba fuera de su estuche, en el piso, Taehyung prendió la lámpara y entre la penumbra tomó el instrumento. Caminó lento en medio de la oscuridad de su hogar hasta que llegó al estudio de trabajo de Min, se sentó tomando una botella de vino que estaba sobre el escritorio. Jungkook, mejor amigo y compañero de trabajo de Min le había enviado la botella con una cinta de regalo y una etiqueta que decía: “Felicidades por tu ascenso”. Kim se sentó frente del ventanal que el cuarto tenía junto a un balcón con un par de plantas. 

Con el fin de ahogar la pena, abrió la botella y le dio un largo trago hasta que el amargo sabor le hizo dejarla sobre el escritorio con fuerza. Con alcohol en el cuerpo, Kim tomó el violín y comenzó a tocar la sonata favorita de su exnovio. Jamás comprendió el favoritismo de su ex pareja,  sentía ante la pieza, era triste, hasta un punto doloroso, pero le recordaba tanto a él cuando se lo pedía mientras trabajaba en su oficina, según Min le relajaba más si era tocada por Tae. 

Las mejillas del muchacho estaban húmedas por las saladas gotas que se deslizaban sin cesar, hasta que no pudo más, dejo caer el violín al piso, tomó con cierta rabia la botella y le dio una trago que casi deja la botella completamente vacía. Él rompió en un llanto melancólico, se tocaba el pecho porque sentía como su corazón estaba por detenerse debido al martirio por el que pasaba. Se trató de levantar del pequeño sofá, pero sus piernas fallaron y cayó al suelo, allí en él puso dio un grito que rompió su alma. Un grito en donde transmitía la angustia e impotencia. 

¿Por qué no estuvo allí? 

¿Y si Yoongi no hubiera ido a trabajar? 

Tantas preguntas que llegaba a imaginar un escenario en donde Min jamás moría y era eterno. Deseaba que el tiempo volviese atrás y le devolviera al chico que amo por cuatro años entregando todo de él para fuera la mejor época de su vida, pero se arruinó. Min había muerto y esa era la realidad en la que Taehyung debía seguir viviendo. 

—Vuelve... —Suplicó. 

Era lo único que podía hacer, suplicar al vacío, a las paredes llenas de hermosos recuerdos. Ya era las dos y media de la mañana y el chico de cabellos rubios cayó dormido en el suelo alfombrado junto a una botella de líquido rojo, derramándose hasta la última gota.