05 de noviembre 2021. 

El pasar de los días había sido tedioso, Taehyung esperaba impaciente la hora en que el sol se escondiera para irse a la cama e intentar dormir. Y por Dios que lo intenta, pero desde que rompió la regla, Yoongi se había convertido en una especie de parásito que consumía cada vez más a Kim. Tae lloraba desconsolado en el baño cada mañana y ahí cuando salía, estaba él, esperándolo para seguir atormentando su mente con miles de pesadillas.

Una noche Yoongi estaba a los pies de la cama viendo como Kim lloraba, le había dicho que su madre ya estaba cansada de él y de su luto irracional porque ya había pasado mucho desde el funeral. Namjoon, por otro lado, intentaba comunicarse con Tae, pero no podía, no le llegaban sus mensajes. Min de alguna forma hizo que su amado Tae quedara aislado solamente para él.

Apenas eran las dos de la mañana y el rubio observaba una tarjeta con un número de celular que Jimin antes de ayer había ido a dejar a su casa, según su amigo era el número de una mujer que manejaba estos temas. Era una pésima hora para intentar llamar, pero lo necesitaba pronto, quería vivir su vida normal o intentarlo aunque sea.

Tomó su celular con miedo de que Yoongi apareciera y volviera a llenarle la cabeza de ideas. Marcó rápido el número y sonó... sonó hasta que por fin la voz de la dama se oyó.

—¿Con quién hablo a estas horas? —preguntó somnolienta.

—Lo siento, sé que no son horas de llamar, pero necesito ayuda... por favor. —suplicó entre lágrimas mientras oía las pisadas de Yoongi en el primer piso, volvió. Una vez más.

—Te oyes desesperado y con miedo. Ven mañana a las diez, te espero no tardes. 

Cortó sin más la mujer. Taehyung dejó el celular y rompió el papel para luego esconderlo debajo del colchón, le asustaba que Min supiera que era. Se acomodó en su cama y se dio vuelta dándole la espalda a la puerta del cuarto. 

Intento cerrar sus ojos, pero los silbidos de Yoongi comenzaron, eran tenebrosos y se oían por toda la casa junto a las pisadas de sus botas, estaba temblando debajo de las sábanas hasta que oyó como la puerta era abierta. 

—Es muy tarde para que hables con teléfono, ¿no crees? —dijo, mientras acariciaba delicadamente la mejilla húmeda de Taehyung. 

—Déjame dormir, por favor... Yoonie.

Min se quedó estático al oír el apodo que Taehyung le decía en vida, ahora era diferente, lo único que sentía era rabia, odio e increíbles ganas de hacer daño, era algo que sucedió cuando murió, todos esos sentimientos reprimidos durante años lo hicieron en quien era ahora. Un espíritu que deseaba ocasionar caos en la vida de la persona que alguna vez amo.

—¿Yoonie? Ya no existe. Solo son recuerdos de quien fui en vida y odie hasta el día que ese maldito auto me lanzó metros por la calle. 

—N-No... sé que mi Yoonie aún está ahí, tú solo eres una mala versión de él. El Yoongi del cual me enamoré jamás me haría lo que tú me haces. —Escupió con rabia.

Taehyung ignoró por completo la presencia del ser, hasta que cayó profundamente dormido con unas cuantas gotas, deslizándose por sus mejillas hasta las sábanas.