Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Dichosas coincidencias

Doña Matilde había seguido dándole vueltas al asunto del temido nombre femenino que su hijo pronunciara por accidente varios días atrás. No lo había escuchado mencionarlo en frente suyo otra vez, lo cual la dejaba aún más intranquila. Aquello podría ser un indicativo de que el muchacho ocultaba algo. No le había comentado nada referente a que estuviese saliendo con alguna chica nueva, pero eso en sí mismo no le aseguraba nada.

¿Y si él había empezado a verse con la tal Maia en secreto? ¿Y si ya conocía la verdad acerca de su padre? La señora deseaba creer que Darren había estado hablando de cualquier otra persona que no fuera la jovencita a cargo de la familia Escalante. La mujer conocía de sobra cuánto la castigaría su obstinado cerebro si no se deshacía de aquella obsesión. No iba a estar tranquila hasta que comprobase si las terribles sospechas que tenía eran infundadas o no.

La dama todavía no lograba reunir el valor necesario para seguir a su hijo en una de las frecuentes salidas nocturnas que este organizaba con Jaime. ¿En realidad se reunía con aquel muchacho o solo se trataba de un pretexto para esconderle algo? Le resultaba imposible dejar la paranoia a un lado, pues el chico siempre había sido muy abierto y honesto con ella. Él nunca había sentido la necesidad de mentirle o encubrir lo que hacía. ¿Por qué habría de empezar a hacerlo ahora? La mujer se repetía que solo se trataba de malas pasadas de su mente y nada más, o quizás no. Restaba poco tiempo para que la creciente inquietud de la señora la impulsara a averiguar aquello de una vez por todas.

♪ ♫ ♩ ♬

Darren se había puesto manos a la obra desde el instante en que abandonó el estudio de Jaime. Después de haber contemplado el radiante rostro de Maia, sus niveles de creatividad estaban rozando las nubes. Quería hacer un trabajo de la más alta calidad, pero no era solo por lo prestigioso del evento en el cual sería presentado. Anhelaba crear una canción que sobrepasara las expectativas de quien había llegado a convertirse en una de las personas más importantes de su vida. La pequeña violinista se merecía eso y muchas cosas más.

Las neuronas del chico estaban barajando múltiples posibilidades para la letra de la sonata de forma atropellada. Decenas de ideas lo atacaban a cada instante como un enjambre de abejas enfurecido, pero ninguna de ellas lo dejaba satisfecho. Se sentía ahogado en medio de un caos de versos y estribillos que le sonaban ridículamente comerciales para ser dignos de acompañar a una creación artística tan sublime como la de Maia.

Había cientos de cosas con respecto a la muchacha que el joven Pellegrini aún desconocía. Sin embargo, no necesitaba desvelar ninguno de aquellos secretos para ser capaz de comprender el significado implícito en las melodías. El alma de la chica estaba repleta de magulladuras y heridas que enviaban un mensaje cifrado a través de las notas. Aunque ella parecía dominar el arte de camuflar sus angustias bajo las bonitas sonrisas que le dedicaba, las composiciones musicales que elaboraba dejaban entrever la pertinaz tristeza que le roía las entrañas. Entre cada legato y staccato ejecutado por Maia, viajaban con disimulo los sangrantes fragmentos de su espíritu lastimado.

¿Qué debería reflejarse mediante la letra de la sonata: dolor, alegría o una mezcla de ambas emociones? ¿Sería él capaz de plasmar con palabras todos los matices de los verdaderos sentimientos de ella sin haberla conocido a profundidad? El muchacho comenzaba a experimentar el gran peso de la responsabilidad que había aceptado llevar sobre sus hombros. Tal vez había sido imprudente al ofrecerse a intervenir en un asunto que ahora le parecía demasiado íntimo y delicado para ser tomado a la ligera.

Si buscaba un tema un poco más neutral para desarrollar las ideas, estaba seguro de que la sonata terminaría asemejándose a un cascarón vacío. La esencia de su creadora debía estar presente, no le cabía duda alguna, pero ¿cómo podría lograr aquello sin invadir la vida privada de la chica? Maia ni siquiera había compartido algunos datos personales básicos como su edad o el nombre del vecindario en donde vivía. Por lo tanto, resultaba descabellado pensar que la chica accediese a contarle los pormenores de su pasado solo porque él se lo solicitara.

Por otro lado, si decidía describir los sentimientos que la melodía despertaba en él, sería casi como arrebatársela a su legítima dueña de forma descarada. La letra para la sonata debía estar en total sintonía con la esencia de su creadora, no con la de él, un perfecto desconocido. Además de ello, una nueva tortura mental acababa de sumarse a su colección. ¿Qué tal si era precisamente por culpa suya que todas las composiciones de la muchacha siempre tenían un dejo melancólico? Estaba consciente de lo traumática que había sido la muerte de doña Julia para su hija, así que no sería nada extraño si el duelo de la joven López se trasladaba a toda su música.

Al reflexionar sobre ese asunto tan importante, el chico recordó, por enésima vez, la confesión que aún tenía pendiente. La terrible verdad acerca de lo que había sucedido en el día del accidente le desgarraría el corazón hasta el final de los tiempos si no la revelaba pronto. Pero ¿cómo podría decírselo todo a Maia sin destrozarla en el proceso? Ella parecía estar feliz cuando se encontraba a su lado, ¡incluso lo había besado!

No obstante, la dicha derivada de aquel acontecimiento se estaba empañando con las dudas una vez más. El recuerdo del dulce sabor proveniente de los labios femeninos se tornaba amargo al pensar en lo indigno que era de recibir ese maravilloso beso. "Los asesinos no merecemos amor", musitó él, al tiempo que se clavaba las uñas en las manos para contener el llanto. Tendría que hacer un esfuerzo sobrehumano para acallar los fuertes gritos de su consciencia hasta que llegara una ocasión más oportuna para darle la horrible noticia.

Mientras llegaba el momento en que ya no hubiera más remedio que enfrentarse a los demonios de su pasado, Darren hizo un pacto solemne consigo mismo. "Haré todo lo que esté a mi alcance para que Maia pueda tener días felices y muchos recuerdos hermosos. Si nunca me perdona, al menos podría ser que así me odie un poco menos", pensaba en silencio. Con aquella resolución, la mano derecha del muchacho comenzó a deslizar el lápiz sobre la hoja de su cuaderno. La emotiva letra de la sonata finalmente estaba naciendo...

♪ ♫ ♩ ♬

Tras haberles dado un par de memorias USB con la copia del vídeo a Darren y a la propia violinista, Jaime había guardado el archivo original en su computadora personal. Le había encantado el resultado final tras la edición que le había hecho. Parecía un videoclip profesional listo para ser transmitido en la televisión o mediante algún canal de YouTube. A pesar de que lo suyo era la fotografía, las grabaciones no se le daban nada mal. Aunado a ello, el talento desbordante de la protagonista del vídeo contribuía en gran manera a que el trabajo del muchacho destacara.

El joven Silva había dejado el clip en repetición automática mientras ordenaba unas carpetas con las fotos de la última sesión en que estuvo trabajando. En ese instante, una secuencia rápida de golpes suaves en la puerta principal llamó su atención. "No estoy esperando a nadie en particular. ¿Quién podrá ser?", susurró para sí. Colocó los portafolios sobre el escritorio y se encaminó hacia la entrada del estudio. Antes de abrir, se asomó por la mirilla. Una amplia sonrisa tomó forma en su rostro al reconocer a la chica que aguardaba afuera.

—¡Vaya sorpresa! ¿Qué trae al protozoo favorito de la familia por acá? —dijo él, al tiempo que mesaba el cabello castaño de Raquel, su hermana menor.

—¡Callate, diplodocus de cuarta! Bastante que me extrañaste, ¿no es verdad? —respondió ella, mientras apretujaba el torso del varón con ambos brazos.

—Ya hablando en serio, enana, ¿qué hacés por estos lares? No te esperaba.

—¿Tengo que tener una justificación para verte? ¡Me hacés falta, pedazo de tarado! Con todo y tu retraso mental severo, yo te quiero.

—¡Ay, sos tan dulce como siempre! Pasá y sentate, microbio deforme. Voy a buscar algo de comer, ¿te parece?

—Sí, obvio, ¡estoy que me muero de hambre!

El muchacho se dirigió a la nevera pequeña en la que guardaba agua y algunos bocadillos. Entretanto, la muchachita se acomodó sobre la silla giratoria que estaba en frente de la computadora. Al escuchar la música tan agradable que salía de los parlantes, sintió una gran curiosidad con respecto a la identidad de quien tocaba el violín. Unos cuantos segundos de mirar vídeo bastaron para que el semblante de la chica palideciera y su respiración se agitara. No pudo contener el llanto que brotó desde lo más hondo de su ser.

—¿¡Qué tenés, Ra!? ¡Me estás asustando! —exclamó Jaime, quien había tirado los paquetes de chucherías al suelo para acudir en auxilio de la joven.

Raquel se puso de pie y abrazó el cuerpo de su hermano al tiempo que se deshacía en sollozos. Transcurrieron varios minutos en esa posición, hasta que por fin la chica logró desahogarse por completo y controlar el desborde de emociones que había experimentado. El fotógrafo le prestó un pañuelo para que se limpiara la cara y la nariz mientras él iba por un vaso de agua para ella. Una vez que ingirió el líquido, la muchacha tomó asiento y respiró profundo varias veces, como si así estuviese reuniendo las fuerzas necesarias para hablar.

—Primero que todo, prometeme que no le vas a contar nada de esto que te voy a decir ni a papá ni a mamá, por favor.

—¿Desde cuándo me considerás un chismoso? ¡Siempre podés contar conmigo, enana! ¡Podés confiar en mí!

—Lo sé, pero igual quiero que me lo prometás.

—Está bien, ¡te lo prometo!

La joven asintió con la cabeza y soltó un largo suspiro antes de comenzar a explicar el motivo de su acceso de llanto repentino.

—Hace unos días, cuando iba caminando de vuelta a casa, un tipo gordo y enorme salió de la nada y me tapó la boca. Me arrastró y me puso contra una pared. Pesaba tanto que yo no podía soltarme, aunque lo intenté muchas veces con todas mis fuerzas.

—Ay, Ra, decíme que no te pasó nada grave...

—El asqueroso empezó a manosearme y a burlarse de mí. ¡Iba a violarme ahí mismo! Fue entonces cuando un perro negro apareció de pronto y mordió el brazo del gordo. Yo estaba tan asustada que no pude moverme del sitio, pero la voz de una muchacha me hizo reaccionar. Apenas la vi, me dijo que corriera, que no perdiera más tiempo, y así lo hice. ¡Esa piba me salvó la vida!

—No sabés cuánto me alegra que ese maldito enfermo no haya podido hacerte más daño. ¡Me encantaría reventarlo a patadas ya mismo! Vení para acá, nena —declaró él, mientras extendía los brazos para recibir a su hermanita entre ellos.

—Esa chica, la que me ayudó esa noche, es la misma que aparece en el video que tenés puesto en la computadora —aseveró ella, levantando la cabeza para mirarlo a los ojos.

—¿Estás segura? ¿La viste bien?

—Sí, estoy segurísima. Nunca antes se me había grabado mejor una cara. Me puse a llorar por recordar lo que me pasó con el tipo, no por culpa de ella. ¡A esa chica le debo demasiado!

—Podría decir que yo también le debo demasiado a Maia —declaró él, con una sonrisa de la más pura gratitud.

—¿Vos la conocés? Si es así, ¡presentámela, por favor!

—¡Claro que la conozco! Maia va a estar más que encantada de conocerte, Ra. Tiene un corazón de oro, ya lo verás.

Jaime tomó el teléfono móvil de su bolsillo y le escribió un mensaje de texto a Darren. "Tenés que lucirte con esa canción para Maia, ¿lo entendés? Esa mina es aún más impresionante de lo que vos te imaginás. Cuando nos volvamos a ver para los ensayos, entenderás mejor a lo que me refiero". Presionó el botón de enviar, guardó el aparato y de inmediato reanudó la conversación con Raquel. Su hermanita tenía que enterarse de toda la verdad sobre ese asunto.

Atar los cabos sueltos con respecto al incidente del delincuente que persiguió a la violinista no fue difícil para el muchacho. Ahora sí podía ver el panorama completo. La joven López no había querido hablar acerca de eso, pues habían sido instantes muy traumáticos para ella. "No puedo creer que Maia haya puesto su propia vida en peligro por ayudar a Raquel y ni siquiera nos lo haya querido decir. Dios mío, es una persona extraordinaria", reflexionaba para sí, conmovido.

—Ra, necesito que me ayudés a escoger un buen regalo.

—¿Para Carolina? Vos sabés mejor que yo lo que a ella le interesa.

—No, no es para Caro. Es para Maia.

—¿En serio? ¡Claro que sí! ¡Ay, me siento como una fan a la que la van a llevar a conocer a su ídolo... ¡Qué emoción!

—Hasta yo estoy emocionándome con todo esto. ¡Muchas gracias, enana!

Un torbellino de sentimientos estaba por impactar de lleno en la vida de Maia. Una multitud de sorpresas vendrían en conjunto a tocar la puerta de su corazón. Todo lo que ella jamás creyó posible en medio de la existencia gris a la cual estaba tan acostumbrada se haría realidad.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro