Iba por un camino sinuoso y árido...
Tan sinuoso como mi corazón,
que sólo dejó de dar vueltas
el día que te encontró...
Y tan árido como mi alma,
que dejará de estarlo
cuando en vos
retome mi calma...
Miro adelante,
atrás
y a los lados...
Sólo arena y rocas resecas
esperando esa lluvia
que las refresca...
Me mimetizo
con el paisaje...
Te busco,
pues eres mi anclaje...
No te encuentro
y me siento
yerto...
Cada tanto, cárcavas yermas,
que alguna vez albergaron
riachuelos fervientes,
y ahí te sueño
con tu corazón
ardiente...
Mi destino, un mar ya muerto,
sin vida...
Pero , de repente,
un oasis,
un pequeño espacio de vida,
de naturaleza, de paz
y ardor...
Y ahí...
Ahí mismo...
¡Ahí estás tú,  mi amor!!!