Y uno los ve tan indefensos...
¡Se hace tan difícil reconocerlos!
Si parece que fue ayer
que rebosaban fuerza,
alegría, vitalidad...
Si ayer mismo se enfrentaban
a la más grande tempestad...
Si ayer no había nada
ni nadie
que los hiciera derrumbar...
Sí... Ayer eran la fortaleza pura...
Ayer, tan solo ayer,
eran nuestro refugio,
la palabra sanadora,
el abrazo sereno,
la mirada que allanaba caminos...
¡Eran el camino mismo!
¿A dónde se fue la fuerza?
¿A dónde los sabios consejos?
¿Dónde está aquel Quijote?
Ahora veo los molinos
mas no hay quien los enfrente...
Cambiaron los papeles
y yo no me sé el guión...
Ya no encuentro mi refugio
Ahora el refugio soy yo...
Ya no encuentro mi remanso
Ahora el remanso soy yo...
¿Y el camino?
¿Dónde está la salida?
¡Qué difícil es aceptar
el paso del tiempo!
Y vuelven a ser indefensos
y se refugian en nuestro nido,
cuando hasta ayer
el nido absorbente
estaba
en la vereda de enfrente...
No me cuesta ser nido,
no me cuesta luchar,
pero verlos indefensos,
eso sí
me cuesta aceptar...