Mi prima Adriana
De niña recibió morral de angibilibus
Sacó de allí su buen talante
Resignó su uebos si el acmé acosaba
Mas supo jipar sin resignarse,
haraganeó fingiendo tiquismiquis.
Nefelibata , detrás de su ataraxia.
Resiliente, inmarcesible efímera
miró el atardecer arrebol.
Sabiéndose perdida, limerente,
gritó un poema abstruso, luminoso,
y llegó su serendipia,
cuando el sol se iba.
Nota: Este poema no es de mi autoría. Lo escribió mi primo Daniel, que se abocó a "seguirme el juego" de escribir con palabras ignotas.
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