#O4 • Nightmares
Dos y media de la mañana. La japonesa se despertó por el llanto de su hija.
Se talló los ojos y separó cuidadosamente el cuerpo de su pareja, para después levantarse y dirigirse a la habitación de su bebé.
Abrió la puerta y vio a la pequeña sentada en la cuna.
—¿Qué pasa? ¿por qué lloras?—Preguntó, tomándola en brazos.
La chica notó que la ventana estaba abierta y se acercó a ella. Alzó su brazo para cerrarla.
—Mami debió de olvidarse de cerrar esto cuando te trajo a dormir.—Giró el rostro y vió a la niña.—Pero no pasa na-...
Su respiración se cortó. No... ella no era su pequeña... y ni siquiera era un bebé.
Inmediatamente dejó caer el muñeco al suelo. Aún seguía oyendo el llanto, pero ahora se encontraba en otro lado de la casa.
Salió de la habitación y comenzó a buscar.
Las cosas estaban diferentes. Los sillones estaban destrozados, las ventanas estaban rotas, la televisión no tenía señal y había muchos vidrios en el suelo, supuso que eran de las ventanas.
Se dirigió a su propia habitación, ya que ahí se encontraba el sonido ahora.
—Jihyo, creo que estoy alucinando...—Se dió la vuelta y la vió tirada en la cama, y para terminarla de asustar, su pecho no se movía y sus ojos estaban abiertos. Después notó un bote de pastillas a su lado.
Momo frunció el ceño, estaba sumamente aterrorizada. Se alejó de la cama y terminó chocando con el espejo. Volteó a verse.
Su cabello estaba hecho un desastre, salía sangre de su boca y tenía un ojo morado.
Sintió como alguien golpeó fuertemente su espalda, se dió la vuelta y... ¿abrió los ojos?
Se sentó de golpe en la cama, su respiración estaba agitada y le dolía la cabeza.
—Dios- ¿estás bien?—Preguntó la coreana, quien se despertó por el brusco movimiento que la chica había hecho.
—Sí... sí, no te preocupes.—Se puso la mano en la frente.—S-Solo fue una pesadilla, vuelve a dormir.
Jihyo se dió la vuelta y tomó su teléfono.
—Son las siete, de nada sirve que cierre los ojos otra vez.—Contestó.
Momo suspiró. Se dió la vuelta, quedando frente a frente con su mujer, después bajó la cabeza y la abrazó.
—¿Qué soñaste?—Preguntó Park, aceptando
el abrazo de la japonesa.
—No sé cómo explicarlo, fue demasiado raro.
—Mmmh... pues... ¿estuvo relacionado con monstruos?
—No le temo a los monstruos.
—Eso dijiste con las arañas y el mes pasado saliste corriendo cuando viste una.—Rió.
Hirai también soltó una risita, pero duró muy poco.
—Ahora sí, en serio, dime, ¿qué pasó? no tiene porqué darte vergüenza, te juro que no me voy a reír.—Acarició su cabello.
—No es que me dé vergüenza, es solo que... olvídalo, ¿quieres?—La abrazó con más fuerza.
—De acuerdo.—Tomó su rostro y plantó un beso en sus labios.
La japonesa tomó su mano y la sostuvo durante unos segundos. No detendría un beso de parte de su mujer ni aunque le pagaran millones de dólares.
Ambas se separaron para tomar aire y después continuaron. Las manos de Momo fueron bajando lentamente hasta llegar a la cadera de la chica, para después jalarla y acercarla más a ella.
No planeaban que este momento pasara a más, y la verdad no querían. Así que no hicieron nada para intentar prender a la contraria.
—Sabes que te amo, ¿cierto?—Preguntó la pelinegra en voz baja mientras acariciaba el cuerpo de la coreana.
—Sí, lo sé.—Sonrió.—Yo también te amo, y mucho. Más de lo que crees.
La mayor suspiró, para después hablar.
—Jihyo...
—Dime.
—Tú...—La miró a los ojos.—...Tú no te irás, ¿verdad? no me vas a dejar.
La castaña otra vez soltó una risita y empezó a acariciar el rostro de su esposa.
—¿Qué tonterías dices? claro que no, jamás te dejaría. Si no estoy contigo, no quiero estar con nadie más.
—No me refiero a ese tipo de irte.
—¿Entonces?
—Ya sabes... irte.
Jihyo desvió la mirada, realmente no sabía sobre qué hablaba Momo.
—Momo, no te entiendo.—Contestó con el ceño fruncido.—Trato de comprender a qué te refieres, pero sinceramente no lo sé.
—Me refiero a que...—Tragó saliva, no tenía idea de cómo explicarlo. Pensó que Jihyo entendería rápidamente a lo que se refería, pero se dió cuenta de que no.—...No... yo...
No pudo evitar que sus ojos se cristalizaran de tan solo pensarlo. Sabía los problemas que la castaña había tenido anteriormente, y de verdad le aterraba el hecho de que ella volviera a sentirse tan inservible e insignificante.
Una vez más, volvió a esconder su rostro en el pecho de Park. La menor no tenía ni la más mínima idea sobre qué estaba pasando, pero en vez de cuestionarla, la abrazó y dejó algunos besos en su rostro.
Y entonces se dió cuenta de lo diferente que era tener a alguien como amigo que cómo pareja. Sabía que Momo era sensible, pero nunca lo había sido tanto como ahora que sostenían una relación romántica.
Se dió la vuelta sin soltar a Hirai y tomó un pañuelo, después lo usó para limpiar sus lágrimas.
—Así como a tí no te gusta verme llorar, a mí no me gusta que tú llores.—Dijo.—Si no me quieres decir qué te pasa, está bien, lo comprendo... pero... no sabes lo mal que me pone verte así. Te amo más que a nadie y el hecho de verte llorar hace que mi corazón se ponga triste, ¿entiendes?
—Perdón...
—No, no te disculpes. No hay nada de malo en llorar, tú misma me lo dijiste, es solo que... no me gusta verte de esta manera. Déjame abrazarte hasta que te sientas mejor.
Momo asintió y volvió a juntarse una vez más.
Tenían algunas cosas que hacer, pero no hacía nada de daño el hecho de quedarse acurrucadas en la cama durante unos minutos más, sintiendo el calor de la otra y escuchando como su corazón latía por la contraria.
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