Epílogo
Una pequeña eriza rosada baja con cuidado las escaleras; en una de sus manos traía un peluche de conejo blanco arrastrando.
Mientras que con la otra mano frotaba sus ojos, ya que tenía mucho sueño, pero no podía dormir.
Se dirigió a la sala en donde estaban sus padres cenando, pues ambos celebran ya su 4° aniversario de matrimonio.
La pequeña llamó la atención de sus padres; ésta se acercó a su padre para que la pudiera abrazar.
Sonic: Aurora, qué haces despierta, cariño.
Aurora: Papá, tengo mucho sueño, pero no quiero dormir porque tengo miedo.
Amy: Oh, ven, cariño, te llevaré a dormir, ahora vuelvo Sonic.
La rosada cargó a su pequeña, y comenzaron a ir en dirección de la habitación de la pequeña.
Aquella niña era la viva versión de su madre; eran tan idénticas que a veces en las calles se confundían, y le decían que ambas eran hermanas, pero no era así.
Aunque la niña también obtuvo cosas de sus padres, por ejemplo, ambos se parecían en sus púas y en sus ojos, aparte ambos tenían la misma forma de ser...
Ambas habían llegado ya a la habitación de la pequeña; arregló las sábanas y la echó en la cama.
Amy: Es hora de dormir, cariño, dejaré tu lámpara prendida para que no tengas miedo.
Aurora: Gracias, mamá, buenas noches a ti y dile a papá buenas noches de mi parte.
Amy: Bien, ahora duerme.
La pequeña poco a poco se durmió. Había tenido un día cargado de muchos juegos que la habían cansado.
La rosada salió de la habitación y fue donde su esposo, que la esperaba a que terminen de cenar.
Amy me pidió que te dijera buenas noches.
Sonic: Sabes, tengo la mejor hija y la mejor esposa.
Amy: ¡Y yo tengo al mejor esposo!
Aquel erizo se acercó a su esposa y le dio un beso; ambos estaban felices; tenían una bonita casa, una hermosa hija y un hermoso amor mutuo.
Quién creería que en el pasado el azulado estuvo apunto de perder a su amada, pues después de aquel beso que se dieron, el corazón de la eriza estaba dejando de latir.
Tuvo que llamar a los doctores, y ellos pudieron salvar a la rosada, y establecer sus latidos. Después de eso, poco a poco pudo curarse.
Años después, ambos decidieron casarse y tuvieron a su hija.
Quién creería que gracias al hanahaki disease, ambos habían confesado su amor y ahora lo disfrutaban al máximo.
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